Ma. Nestora Téllez Rendón
Editora Latino Americana
Lo malo: A veces la escritura destila demasiada miel.
Calificación: * * * *
Leí este libro, no muy convencida, por recomendación de una amiga de la preparatoria, que, para tentarme me prometió que en él encontraría dragones, épicas batallas, magia y prodigios. Staurofila no sólo cumplió lo prometido, sino que además lo complementó con hermosos y significativos pasajes, y un simbolismo que, a pesar de ser muy obvio, se presta a variadas y sutiles interpretaciones.
Como en las pasadas vacaciones de semana santa me puse a releerlo después de más de diez años que llevaba sin tocarlo, aprovecho para ponerles esta reseña.
El argumento: Érase una vez el Reino de las Luces, donde todo era armonía y felicidad. El monarca de este reino le ha encomendado a su protegido, Prótaner, la custodia de su enemigo mortal, un dragón de siete cabezas, a quien tiene encerrado en una jaula de hierro. Para favorecer al custodio, el Rey ha dispuesto tambien que casará a su heredero, el Príncipe de las Luces, con la hija de Prótaner y su esposa Protogina que está por nacer. El principito acoge de muy buen grado la noticia, y cuando nace su prometida, una bebita a quien llaman Staurofila, la colma de regalos y atenciones.
Lo malo es que un día, Protogina deja escapar al dragón de siete cabezas luego que éste le prometiera toda clase de favores; el dragón la ataca y rocía de veneno a Staurofila, que iba en los brazos de su madre. La niñita sobrevive, pero la marca del dragón queda impresa en su cuello.
El rey, lleno de ira, sentencia a muerte a Prótaner y Protogina, y rompe el compromiso de su hijo; pero el principito intercede por los culpables y promete que, llegado el día, él mismo borrará la marca de ignominia del cuello de Staurofila y se casará con ella.
Prótaner y su familia son desterrados a un sitio áspero y hostil, el Desierto de las Lágrimas. Los acompaña la nodriza de Staurofila, Filautía. Muy pronto, los padres de la niña desaparecen, y ella y la nodriza tienen que aceptar la hospitalidad de un señor ambicioso e hipócrita, Pseudo Epítropos.
En la casa de este caballero, Staurofila se cría junto con sus hijas y se convierte en una bonita muchacha. Un día, vuelve a recibir noticias del Príncipe de las Luces, hecho a su vez un hermoso joven, que continúa declarándole su amor y prometiéndole borrar sus desdichas y la marca del enemigo que los mantiene separados.
Pero el pobre Príncipe no sabe en la que se ha metido; Staurofila es una chica perezosa, débil de carácter, ingenua, caprichosa y muy voluble, que por lo visto no tiene otra cosa qué hacer más que meter en problemas a quienes pretenden beneficiarla, y que no duda ni tantito en lanzarse de cabeza a la primera tentación que se le presenta y en poner en peligro al Príncipe que tanto la quiere.
No hay necesidad de ocultar la parábola, ni lo que significa, porque cada símbolo, apenas se aparece, se explica en una nota a pie de página; el Príncipe de las Luces es nuestro Señor Jesucristo, y Staurofila, su ingrata novia, representa al alma humana. Su historia, en la que ella busca hacerse digna del mejor de los partidos, está repleta de emocionantes aventuras; muchos enemigos rodean a Staurofila, algunos demasiado cerca, y sus andares y peripecias la llevan a la frontera hasta donde el Príncipe de las Negras Sombras, rival a muerte del de las Luces y amo del dragón de siete cabezas, ha extendido su dominio por el Desierto de las Lágrimas.
Castillos encantados, talismanes mágicos, combates a punta de espada; nada le falta a este librito. Por si fuera poco, cuenta con muchos personajes inolvidables, por ejemplo el noble mensajero, maestro y músico, Buletes; y mi favorita, Quejaritomene, la misteriosa Hada del desierto; entre los villanos, que no se quedan atrás, el oscuro Príncipe Apolión y la falsa amiga Próscope, y esto sólo para empezar.
Los escenarios por los que transcurre la novela son magníficos, desde las fortalezas guerreras del Príncipe de las Luces hasta el terrible camino que cruza el Reino de las Negras Sombras. Y nada más para que tengamos un ejemplo del alcance imaginativo de la autora: Staurofila y su Príncipe utilizan para comunicarse un artefacto que cualquier lector de principios del siglo XXI reconocería como un beeper de mensajes de texto (ahora, recordemos, esta novela es de finales del XIX).
Si no consideramos el transfondo religioso como un defecto, si no nos molesta que el libro sea tan entretenido y fácil de leer, y si ponemos a un lado las alegorías obvias que tanto le disgustaban a Tolkien, Staurofila debería, por mérito propio, encontrarse junto a El Señor de los Anillos como una de las grandes historias cristianas. Una lectura placentera, en especial cuando ya se tiene el sabor de esta otra novela, y se quiere explorar el género fantástico mexicano, que, como espero ya haber demostrado, no sólo existe, sino que ha producido obras así de buenas.
Recomendaciones: Para fans de El Señor de los Anillos, sobre todo, o de la fantasía en general. Una palabra de advertencia: puesto que ésta es una novela religiosa, ya se imaginarán ustedes que se mete con temas algo delicados; por lo tanto, es mejor que se lea con MUY amplio criterio.
Abstenerse: Si lo que es políticamente correcto ha tomado en su cerebro tintes de dogma o de punto negro enterrado (es decir, si el menor roce con ideas distintas les arde como el peróxido de benzoilo), mejor ahórrense el disgusto.