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martes, marzo 17, 2009

Patricio, por Fitzpatrick

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¡Feliz día de San Patricio! No, no quería pasar este día tan especial sin pararme por la casa de ustedes, pero de veras que el trabajo ya me tiene loca... de todas formas, además de mi ropa verde de todos los años, para conmemorar la ocasión he querido colgar aquí en la sala una pintura de San Patricio que realizara el artista irlandés Jim Fitzpatrick (el mismo que hiciera tan famosa... e involuntariamente comercial, la cara del Che Guevara). Por favor, hagan click en la imagen para verla completa, grande y bonita.

¿No les encanta el aire a Gandalf que tiene este San Patricio? La escena que se representa, además, es de una historia que el santo hiciera famosa. Es divertida, aunque la verdad tiene todo el aire de mito. Como sea, a los niños les gusta escucharla. Aquí está cómo me la contaron a mí en Cashel.

Se cuenta, pues, que un día Patricio le dijo a las serpientes que hicieran el favor de largarse de Irlanda, y todas, muy obedientitas, se lanzaron al mar y se fueron a buscar un nuevo hogar al continente o a Inglaterra. Una de ellas, grande y feroz, levantó la cabeza, y retó al santo a que la echara, si se atrevía. Patricio con mucha calma le tiró un pedazo de comida a una caja de madera, y cuando la muy boba fue a recogerla, él le puso la tapa encima y arrojó la caja al mar. Hay quien dice que esta serpiente grande se enfadó y se fue a refugiar al Loch Ness (?).

Ahora, es mucho mejor si nos tomamos todo esto como una metáfora, que las serpientes representaban a diferentes tipos de maldad y que Patricio se deshizo de ellas.

En efecto, y se sorpende uno todavía más si es gente de campo y nota cuánta vegetación hay en la isla, lo ideal para que se escondan las víboras de las que por el norte de Jalisco y el sur de Zacatecas hay que cuidarse, pero no hay serpientes, ni una sola. Tal vez, se dice, nunca las hubo. La única que vi en Cashel tenía un siglo de antigüedad y estaba bien metida en un frasco de formol; un misionero la había llevado para que sus discípulos irlandeses conocieran las víboras; de verdad que jamás las habían visto frente a frente. Para mi segunda visita al país, ya había algunas serpientes en Dublín, todas en tiendas de mascotas. El mal... supongo que también estará a la venta por ahí.

Pero, señores, no echemos a perder la fiesta; lleven una prenda verde, acuérdense de los San Patricios, si hay oportunidad llévense a algunos amigos a brindar, y canten un poquito si se animan. Lá Lé Pádraig!

martes, noviembre 04, 2008

¿Qué es el hogar...?

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Éste es un dibujito que Ronald, un chico de doce años, le envió a su madre, que en ese entonces estaba enferma en el hospital. Por favor hagan click en la imagen para verla completa. A la derecha del cuadro se representó a sí mismo, y el señor de la izquierda es su tío; ambos se están cosiendo solos la ropa: el nombre de la ilustración está escrito en la parte de abajo: “Qué es el hogar sin una madre (o una esposa)”.

Caray, buena pregunta.

Ya me imagino a los detractores de J.R.R. Tolkien y a los amantes de lo políticamente correcto dándole rienda suelta a los malos pensamientos; el niño extrañaba a su mami porque no había quien le arreglara su ropa. Así que Tolkien era machista desde jovencito y pensaba que el lugar de una madre y una esposa era el hogar. Yo creo que tenía buenas razones para hacerlo, puesto que su madre, sola, tuvo que trabajar duro para sacarlos a él y a su hermano adelante, y eso agravó la diabetes que ya padecía. Unos meses después de recibir este dibujo, ella moriría.


Siempre he creído que el feminismo es una farsa, y que la liberación femenina lo único que hizo fue arrojar a las mujeres a una peor prisión. No fue la liberación femenina lo que sacó a las mujeres de sus casas y las puso a trabajar; eso ya lo hacían desde siglos atrás. Lo que sí hizo fue que se sientieran culpables por no hacerlo; jamás les quitó de encima las labores domésticas, por ejemplo. Según las nuevas percepciones, una mujer “realizada” tiene que deslomarse en el trabajo, y encima en la casa y en el gimnasio. Citarse a sí mismo es una sangronada, pero alguna vez escribí (y hablando de Tolkien también) que si alguien veía la “liberación” en todo ello, que me explicara por favor.


Tolkien dijo que las mujeres para ir a trabajar sólo cambiaban su subordinación a una figura de autoridad masculina (el padre o el esposo) por otra (el jefe); y en muchos países por desgracia esto es todavía cierto. Nos lo recuerdan las estadísticas, que muestran cómo las mujeres seguimos ganando menos (entre un 25 y un 50 por ciento) que los hombres por hacer el mismo trabajo; una forma más discreta de esclavitud y por la que se supone que deberíamos estar agradecidas. Alguien (y lástima que no recuerdo quién) dijo que algunos empresarios alabaron la liberación femenina porque eso les proporcionaría mano de obra barata. Y todavía hay señores que piensan que esto está bien y lo dicen sin ninguna vergüenza.

No creo que Ronald se haya planteado todas estas cuestiones cuando hizo este dibujito, pero para variar tenía sensibilidad y muy pocos prejuicios para darse cuenta de lo que ocurría; por cuestiones evolutivas (comprobables) es a las mujeres a las que les toca adaptarse a las circunstancias y realizar por igual labores que se consideran propias de uno y otro sexo. No todos los caballeros reaccionan de tan buena manera. Sospecho que la razón por la que todavía hay hombres que consideran que el lugar de la mujer es la cocina es mera supervivencia. Lo que haría falta, supongo, es una liberación masculina (deshacerse de ciertos complejos estúpidos).

Nota: La imagen está tomada de Tolkien, Life and Legend, catálogo de una exposición de documentos, fotografías y papeles de J.R.R. Tolkien que se llevó a cabo en Oxford para conmemorar el centenario del autor, en 1992.

martes, octubre 21, 2008

Ciento ocho


Y llegamos a la entrada 108 en el blog... qué barbaridad. Nos pesca este número tan interesante en medio de los especiales de la SuikoSaga, así que para celebrarlo (y que alguna manera se me hace de buen agüero) se me ocurrió colgar en la sala esta ilustración de un personaje que me cae bien en pose sexy.

Les debo el autor, pero esto es del libro de diseños de Suikoden Cards Stories así que por ahora... permítanme presentarles a Gremio, de Suikoden (y Suikoden II), creador del famoso estofado de la receta secreta. Kiss the cook... no que tengan que decírmelo dos veces, la verdad.

Me alegra anunciar que tendremos SuikoSaga para rato. No me di cuenta de en qué momento pasamos de los cien artículos, pero, de cualquier manera, les agradezco mucho haberme aguantado hasta hoy.

domingo, octubre 05, 2008

Edward, the apple (of my eye)


Oh, la imagen tan socorrida en los libros setenteros de las primarias... Una maestra mortalmente seria, detrás de unos lentes y un escritorio, sentada con una amenazadora regla a la derecha y con una manzana (obsequio sin duda de alguno de sus alumnos) a la izquierda. La verdad es que jamás me tocó ver tal escena en la realidad. En mi escuela (pública), cualquier obsequio al profesor se contemplaba (por el lado de los condiscípulos) con extrema sospecha.

Nunca consideré en convertirme en maestra sino hasta el momento que me tocó pararme frente a un grupo; cuando lo hice, lo menos que tenía en la cabeza eran manzanas. Pero mis alumnos a lo largo del tiempo me han llenado de obsequios de lo más entrañable: desde chocolates, que me encantan, hasta algún souvenir temático como pleno reconocimiento (y, espero, respeto) a mi condición geek. Ah, aquel alumnito que tuve en uno de mis primeros empleos como profesora de tercer grado, que estaba tan emocionado porque su maestra jugaba videojuegos y que en la Navidad me regaló un preciado Caballero del Zodiaco...

Bueno; el jueves antepasado, una alumna de un grupo favorito, Annwyn, me llevó una manzana... por así decirlo: este dibujo que ustedes tienen aquí arriba. Por favor hagan click en la imagen para verla completa.

¡Y qué manzana! Sólo porque había que seguir con la clase fue que no me quedé más que un minuto contemplándolo, fascinada. Me encantó sobre todo el suave difuminado a lápiz, que no estoy segura de que mi scanner haya captado del todo bien. Annwyn me comentó (y eso es algo que he oído antes) que difuminar con los dedos indica que uno no sabe dibujar; como sea, es un efecto que me gusta muchísimo. Lo que más me tocó el corazón fue que se trata de uno de mis personajes preferidos: Edward Elric, el protagonista de Fullmetal Alchemist.

Conocí Fullmetal Alchemist como serie de anime por recomendación de mi prácticamente hermano Anubis; he de confesar que entre su insistencia y el primer capítulo que vi de hecho pasaron casi dos años. Después, me convertí en fan irredenta de la serie, y empecé también a leer el manga en el que está basada y las novelas "light" que de ahí surgieron; pasé por los dos videojuegos de Fullmetal Alchemist de Playstation 2 y uno de los de Nintendo DS que se tradujeron al inglés; a mi colección de chucherías añadí varios gashapon y figuritas de acción alusivos y a mi biblioteca libros de ilustraciones de la autora del manga, Hiromu Arakawa; más adelante le puse su nombre a una vaquita de peluche que G. me compró de aniversario (Ara-COW-a).

Oh, sí; Anubis había creado un monstruo. No es la primera vez; igual lo hizo cuando allá por 1996 me presentó la serie de Suikoden.

Así que muchas buenas razones tuve para que este hermoso dibujo me alegrara el jueves y la mayor parte del fin de semana que siguió. La mayor fue, sin duda, que Annwyn le hubiera dado al clavo a mi manzana favorita, con una puntería que ni Guillermo Tell con mira telescópica hubiera logrado.

Nota: La expresión “the apple of one’s eyes” se refiere a algo a lo que uno le tenga especial cariño; en inglés se le atribuye a Alfredo el Grande (!). Se puede traducir como “la niña de mis ojos”.

miércoles, septiembre 10, 2008

Héroes de Suikoden: Tir McDohl

"Mi espíritu desafía toda adversidad
Mi espíritu arde más que la roja luz del sol"


男兒當自強

Mi buen amigo Hellnike, un estupendo dibujante, se ha ofrecido muy amablemente a ilustrar mi especial de Suikoden. ¡Eso me ha hecho sentirme en las nubes! Espero que ustedes disfruten de su arte tanto como yo.

Si todo sale bien y no hay demasiadas presiones por parte de su trabajo, tendremos por aquí imágenes de los héroes principales de la saga. Ésta de Tir McDohl, el protagonista del primer juego, es sin duda la recreación más dinámica que le he visto. Guau, Hellnike.

Las líneas que aparecen bajo el cuadro (y siguientes) son de una canción tradicional china, "A las órdenes del general", que se ha utilizado en las películas con Jet Li Érase una vez en China, sobre el héroe de la vida real Wong Fei Hung. El nuevo nombre de la canción es ése que puse, así que si alguien sabe leer chino, le agradecería que me diera el significado. La he visto traducida como "Un hombre debe bastarse a sí mismo" y como "Un hombre resuelto", pero no estoy segura de nada. Las líneas que presento son de la traducción de un estudiante chino en los Estados Unidos.

Bien, demos un vistazo a nuestro protagonista:

Tir McDohl
Estrella: Tenkai (la estrella líder del cielo)
Personaje equivalente del Shui Hu Zhuan: Sung Chiang, la Lluvia Oportuna
Videojuegos: Suikoden, Suikoden II, Suikogaiden II
Arma: Bastón

Fue un verdadero fastidio que en varios de los Suikoden se optara por tener un personaje principal mudo, muy al estilo de los Zelda, pero ciertos detalles al menos permitían darnos una idea de la cómo sería la personalidad de cada quien. Tir comienza como un chico muy mimado, obediente pero algo caprichoso, que tiene que endurecer su carácter poco a poco. Su mayor razón de ser es su familia (su padre y sus tres sirvientes, de hecho) y sus amigos. Es muy leal, valiente, voluntarioso y, cuestión muy interesante, capaz de perdonar a sus enemigos, sin importar lo que le hayan hecho. Cuando nos lo volvemos a encontrar tras el primer juego, se ha convertido en una persona mucho más madura y serena, y por decisión propia ha dejado atrás el campo de batalla.

domingo, agosto 17, 2008

Yasu, el bibliotecario


Éste es un precioso dibujo (por favor hagan click en la imagen para verla completa) que mi amiga Fenrier hizo hace algún tiempo de Yasu Shraud, personaje más o menos secundario de una historia en la que estuve trabajando entre 2005 y 2006, al paralelo que traducía 253 de Geoff Ryman. Permítanme contarles un poco de este compañerito de mis distracciones.

Yasu vivía en algún distrito de Falador, una urbe enorme y más o menos caótica de mi mundito inventado, Tyander. Su historia completa todavía no la conozco bien: hasta donde sé, era un raterillo común, dedicado a los negocios ilegales, hasta que se tropezó con un profesor de la Universidad de Haldia, que es, digamos, una de las sedes más importantes de los intelectuales de mi mundo. Este profesor (Alasdair de Gruus, se llama) le echó una mano tras un pleito callejero en el que Yasu perdió su ojo, y le consiguió trabajo de intendente en la biblioteca de la universidad. También le enseñó a leer, y Yasu descubrió que por encima de la adrenalina y los viajes aéreos, su pasión eran los libros.

Y aquí, ejem, la cosa no es precisamente lo que uno esperaría. A Yasu le fascinan los libros como objeto, y le gusta olerlos, lamerlos y tocarlos, pero prefiere que alguien más se los lea. Fastidia mucho al profesor Alasdair, antropólogo políglota, para que le haga traducciones simultáneas de cada papel que se consigue.

Después de varios años de trabajo constante y de ir ascendiendo en los puestos universitarios, siempre dentro de su querida biblioteca, Yasu obtuvo el de director (ni las universidades ni los empleos en Tyander funcionan como los de nuestro mundo; otro día les explicaré algo más de esto); a partir de ello, se dedicó activamente a recolectar más y más ejemplares para la que considera su colección particular. Como todo buen jefe (en Tyander), está siempre al pendiente de lo que ocurre en su biblio y su función principal es ayudar a los usuarios a dar exactamente con lo que están buscando. Tiene a su cargo media docena de personas, más o menos, que hacen lo mismo que él y además revisan y reparan los libros.

Yasu no está casado (porque los de su raza no están muy dados a establecer relaciones de pareja, y aprecian mucho más a los amigos), pero tiene hijos; por ahora le conozco dos. Le gusta pilotear dirigibles, es bastante atlético y de cuando en cuando le gusta hacer piruetas extremas sólo para presumir (no puede apreciar la profundidad, así que espero que uno de estos días no se vaya a fracturar algo). Ha aparecido en un par de historias más, y suele caerle muy bien a quienes las han leído.

La próxima vez que ponga algo aquí en la sala, espero, será la bellísima pintura al óleo de él que me regaló hace tiempo mi amigo Hellnike, el autor de la caricatura mía y de mi gatito P. que está en el encabezado del blog. Sólo me falta tomarle una buena fotografía, porque es tan grande que no se puede escanear (según yo, no está aún en su deviant...).

Gracias de antemano, Hellnike. Y gracias también, Fenrier; esta ilustración captura perfectamente el carácter de mi querido “hijito”. Si piensan que este dibujo es bueno, imagínense cómo se verá la espectacular versión coloreada que tengo como wallpaper en mi compu "JiDai" y que Fenrier me obsequió como regalo de cumpleaños... uno de estos días lo presumo.

viernes, julio 18, 2008

La princesita


La encantadora señorita de la foto (parece haber nacido con vocación de modelo, ¿no es cierto?) se llama Sophie y es una de las estrellas de El reino del Suricato, un reality show (más bien telenovela) que transmite el canal Animal Planet. Hace algunos meses, cuando recién comenzaba este blog, escribí un texto como homenaje (más, bien, ahora que me la pienso, consuelo) a su madre, Mozart, que falleció a finales de la temporada tres de la serie (terrible ver un programa donde los personajes se mueren de en serio).

Sophie parece haber heredado de su madre su ternura, valor y compasión hacia los demás; aquí está la emocionante escena que le ganó un sitio en el corazón de muchos televidentes. Por desgracia, también la capacidad de meterse en problemas; lo que utilizó el Animal Planet para promocionar la cuarta temporada de la serie (que ya lleva algunos meses en los Estados Unidos) es una episodio donde ella se cae de un árbol y se lastima una pata. Espero que sobreviva. Todavía no transmiten los nuevos capítulos en Latinoamérica, pero ya lo harán. Ojalá que también pasen la película especial, a la que le cambiaron el nombre de Queen of the Kalahari a The Story Begins.


Bien, hemos concluído nuestro especial de Veinte Años (espero que les haya gustado) y el asunto me deja con un poco de espacio extra... y, combinado con nuevas responsabilidades, con menos tiempo del que quisiera. No he escrito lo suficiente durante las últimas dos semana, por falta de inspiración más que nada, y estoy contando los días para que el material que tengo en reserva se agote. La verdad no me imaginaba que tener un blog iba a ser así. Uno adquiere algo parecido a responsabilidades y compromiso con los lectores y se hace adicto a la calidez de la comunicación escrita.

Así pues, en el nombre de las responsabilidades autoinfligidas y el sentimiento dulce de la amistad a distancia, vamos a continuar con esto. Estoy haciéndome el propósito de actualizar el blog al menos tres veces a la semana, y si tuviera que irme de vacaciones por un tiempo, les dejaré un recado aquí en la puerta.

Vamos a dejar transcurrir un par de semanas antes de arrancar con otra serie de especiales. La primera irá normalmente y creo que ya está cubierta, con algo de material rescatado de "Shu II" y dos que tres manuscritos que aún no digitalizo; tal vez alguna fotografía bonita como la de hoy; para la segunda tengo pensado algo que espero que les agrade: no vamos a salir de la cocina. La razón es que hay cierto platillo que es uno de los favoritos de una de nuestras visitantes más asiduas, Kitsune, y como una humilde muestra de agradecimiento y cariño quisiera poner la receta.

Aunque este platillo en particular no es tan costoso ni tan complicado como uno podría imaginarse por su precio en restaurantes, requiere cierta dedicación y cuidado, y existen tantas variedades que el asunto no nos llevaría un post sino varios. Entonces, he pensado armar algo parecido a la Semana del Tiburón del Discovery Channel e instaurar por aquí, sin estricta frecuencia temporal, la semana del... en efecto, no he mencionado el nombre del platillo en cuestión. Oh, ya lo haré cuando llegue el momento.

Después, comenzará nuestra segunda serie de especiales (pondremos un recordatorio antes, no se preocupen), sobre la serie de videojuegos Suikoden. Aunque este especial está hecho con Pei, Suldyn y mi buen amigo P.C. (que espero que haya venido por aquí alguna vez) en mente, nada me gustaría más que todos ustedes pudieran disfrutarlos. Espero presentar aquí algunos datos e imágenes que no es posible hallar en internet (o al menos, no con facilidad).

Con el volumen del material que estoy preparando, creo que este especial constará de unos nueve o diez partes. ¿Creen que un videojuego no da para tanta conversación? Oh, esperen y verán...

Muchas gracias por venir, y sigamos en contacto.

miércoles, julio 16, 2008

Veinte años: Apéndice II


El viejo molino

Ronald Tolkien y su hermano Hillary vivían en una casa en Sarehole, un barrio de las afueras de Birmingham. La que era su casa ahora pertenece a una familia de allá, pero el molino de Sarehole se ha convertido en un museo dedicado a Tolkien. Para entrar, hay una cuota mínima; se ofrece ahí mismo un tour tolkieniano que inlcuye entre otros sitios de interés el oratorio de Birmingham, donde vivía el tutor de los muchachos, el padre Francis Morgan. Como el lugar se encontraba a apenas una cuadra del hotel donde me hospedé y acababa de ir a misa ahí, me entretuve un buen rato en el molino.

Dentro del edificio hay una colección de fotografías, ilustraciones, notas explicativas, alguna que otra anécdota sobre la familia Tolkien; como fondo una impresionante maquinaria que movían las aguas del estanque. Cuánto no debió haber ocurrido en los alrededores.

En la fotografía (hagan click en la imagen para agrandarla) podemos ver cómo luce en la actualidad (o al menos como se veía en el verano del 2005). Al otro lado de esta entrada (aproximadamente a la altura de la puerta blanca, aunque ustedes no lo crean) hay un estanque medio fantasmal de agua lamosa rodeado de arbustos y plantas. Las paredes del sitio lo contienen; me pregunto qué sucede los días de mucha lluvia.

El campo alrededor está verde, totalmente verde, y cuando lo visité tenía un delicioso aroma a hierba mojada. Aquí y allá, dispersos, hay árboles bajitos, de follaje muy espeso y con flores. Un arroyito separa el campo de la calle.

Cuando lo recorrí, se me mezclaron dos sensaciones que todavía recuerdo con claridad: una fue la de estar en medio de un sueño (por alguna razón no me podía concentrar en el sitio, el tiempo y la hora); la otra, un intenso déja vu que no comprendí sino hasta horas después: había estado caminando en la Comarca, la auténtica Comarca, y no sólo en la imaginación. El descubrimiento (la caída del veinte, diríamos en México) fue lo suficientemente tremendo como para dejarme inmóvil por unos cinco segundos, a medio bocado de una tardía cena de té con galletitas en la soledad de mi cuarto de hotel.

lunes, mayo 05, 2008

El vigía

Se supone que en la sala de ésta, su casa, nada más voy a colgar buenas fotografías o hermosas obras de arte para mostrar a mis visitas, pero por esta vez voy a hacer una excepción: la cosa rara que tienen aquí arriba es un fragmento de “El Vigía” (por favor hagan click en la imagen para verla completa) y es aquel dibujo que hice a puro mouse y MacPaint, en una Macintosh II, del que les hablaba en mi entrada maquera. Inscribí esta imagen en un concurso de arte digital (sí, eso existía a la segunda mitad de los 80 y antes del Photoshop) que finalmente no se llevó a cabo. La imagen está escaneada de una de prueba que me encontré por casualidad, impresa a matriz de puntos (tampoco contábamos entonces con otra cosa) y no es la versión terminada; a lo mejor se alcanza a notar que hice algunas correcciones a lápiz para pasar más tarde a la compu (quería que bajo el vigía revoloteara un trozo de vela despedazado, cosa que al final no añadí, y todavía faltaba construír, a base de líneas rectas, un extravagante castillito en la punta de la montaña que se avista).

En la esquina está el pseudónimo con el que iba a participar en el concurso: Fíriel (como les dije, la imagen estaba dedicada a Tolkien, y la idea salió de un párrafo del prólogo a tres cuentos del profesor que escribieron sus traductores, J.C. Santoyo y J.M. Santamaría: “El artista es el vigía encaramado en la cofa más alta del palo mayor, que desde allí transmite incluso los más leves atisbos de tierra a los míseros galeotes hundidos en la sentina. Pero esta misión no deja de tener sus peligros. El camino de Fantasía es intrincado y, por si fuera poco, suscita y genera incomprensión en este mundo racionalista y utilitario que nos ha tocado vivir”.

Por desgracia, no tengo a la mano la bellísima canción de Silvio Rodríguez que inspiró también el dibujito, pero aquí está el video de un muchacho llamado Peter en youtube que la interpreta... más o menos... (él mismo lo reconoce; es un tema difícil). Espero que todo ello pueda dar testimonio no de mi talento, que es inexistente, sino de mi amor, que sigue siendo enorme.

En estos únicos días libres, y antes de entrar a trabajar con un horario más pesado, pero que todavía no mejora la gran cosa mi situación laboral, estuve en Zacatecas, y me he dedicado a escarbar entre mil papeles material complementario que pudiera servir para la serie Veinte años, antes y después, que he estado publicando aquí. Hice un desbarajuste que podría compararse a la limpieza de principios de año. Estuve revisando mi vieja colección de revistas Claudia para extraer las pruebas de que en esa publicación había varios aficionados a Tolkien de closet; por desgracia, mi colección está incompleta y no pude dar con lo que buscaba (un artículo de modas y uno sobre el día del niño; el que hablaba sin reparos de literatura fantástica sé que no lo tengo, pues me lo mostró una amiga de la prepa y fue por ello que comencé a comprar la revista; si encuentro las copias de este artículo seguro que las subiré también).

Pero en el camino me encontré montones de cosas que ya tenía olvidadas, por ejemplo borradores de dibujos que hacía después, a tamaño familiar, para decorar mi cuarto, porque en las tiendas no se vendían posters de los personajes que a mí me gustaban: me hallé uno del Inspector Gadget y otro de Juan y Guillermo, de los Pitufos (el no haber visto la película de La Flauta Mágica es uno de los errores de mi crisis antifantástica que no he podido subsanar), varios de paisajes de Las Crónicas de Prydan, de Lloyd Alexander, y el último, Caramon y Raistlin Majere, de la serie Dragonlance, parados frente a la Torre de la Alta Hechicería (para mí era importante que éstos dos fueran gemelos y los hice idénticos, nomás con diferente expresión en el rostro. Caramon me quedó muy flaquito). Ah, y de sorpresa, otro por ahí que va más de acuerdo con el tema de Veinte años y que es el único que voy a subir aquí (ajá, porque ya me di cuenta de que no sé dibujar).

Otra cosa: cierto folletito que se estuvo repartiendo cuando hablamos de Tolkien en escuelas secundarias, y una carta de un profesor que trabajaba en la Secretaría de Educación Pública en la que me pedía que por favor no presentara a la fantasía como un género literario.

También hallé algo que a lo mejor les será de interés: el mini ensayo del escritor Peter Beagle que apareció como prefacio en la edición de Ballantine de El Señor de los Anillos y que fue una de mis primeras traducciones. A menos que ahora sí me entre la vergüenza, lo voy a subir tal y como lo hice hace más de quince años, con errores y todo.

¿Qué más estuve haciendo? Bueno, por primera vez desde que lo tengo salí de viaje sin mi Nintendo DS, y me dediqué a recuperar el ritmo de lectura de una obra con la que ya llevo tiempo y no he podido terminar: la novela clásica china Shui Hu Zhuan, que tengo en una versión al inglés de la escritora Pearl S. Buck bajo el título All Men Are Brothers. Tuve este libro extraviado durante un tiempo y casi casi se me olvida en lo que iba. Shui Hu Zhuan quiere decir “A la orilla del agua” y, por si el nombre les suena conocido a los fans de los RPG, es el libro que dio origen a la serie de videojuegos Suikoden. Apenas he leído veintitantos capítulos en como dos años, incluyendo los meses y meses que tuve extraviado el libro, porque el inglés que tiene está medio rarito (la traductora dijo que prefirió conservarlo así para apegarse más a la gramática y modo de sonar del chino) y porque no puedo leerlo sin detenerme cada tres o cuatro páginas a consultar mi guía de personajes, en la que se incluye, lado a lado, tanto a los del libro como a los de los videojuegos; cuando en una novela hay 108 personajes importantes y todos tienen nombres en chino, no hay de otra. Ni los como seiscientos personajes del Silmarillion me dieron tanta lata.

Lo bueno es que no creo ya soltar el libro, porque se está poniendo muy emocionante, pero para no perderme estoy rebautizando a los personajes (oh, sacrilegio) con el nombre de su equivalente que en los videojuegos me caiga mejor. Así, ahorita voy en que Viktor (el monje Lu Chi Shen) se hace amigo de Flik (el capitán proscrito Yang Chi) y entre los dos atacan un templo, mientras que por otro lado, un grupo dirigido por Mathiu Silverberg (el brillante maestro Wu Yung) monta una ingeniosa escaramuza en un lago con la ayuda de Luc (el monje taoísta Kung Sun Sheng, que puede controlar el viento y las tempestades) y se dirige a una guarida de ladrones bajo la protección de la poderosa espada de Georg Prime (el guerrero Liu T’ang). Si esto suena confuso, imagínenselo repetido a lo largo de 1400 páginas de letra chiquita.

Mi última noche en Zacatecas, acompañé al Capitán Quasar, que se reunió conmigo el viernes, y a varios amigos a ciertos rincones favoritos de la ciudad que no aparecen en las guías turísticas, entre ellos, el antiguo barrio de San Cayetano, con sus callejones pequeñitos y cerrados y puertas bajitas y redondas, que siempre me recordó a alguna aldea hobbit a medias (¿Bree, tal vez?) y donde me daba por ir a fantasear cuando releía ESDLA.

Bueno, todo esto que acaban de leer puede servir como preview para lo que voy a estar subiendo aquí en su casa durante este mes y el que entra (uhhhh... menos lo del inspector Gadget, a menos que se presente la oportunidad). Ah, y he estado pensando que cuando concluya Veinte años, podría comenzar otra serie de especiales, en tanto el tiempo y las fechas se ponen propicios. Si a nuestros amigos Suldyn y Pei les gusta la idea, ¿qué tal una dedicada por completo a los videojuegos de Suikoden?

Puesto que sigo sufriendo la ausencia de mi querida compu Shu II, espero, como siempre, que me tengan mucha, mucha paciencia. Gracias por aguantar la verborrea y los bajones de ritmo y por seguirme leyendo hasta ahora.

domingo, abril 13, 2008

Picnic familiar


Esta preciosa fotografía del profesor J.R.R. Tolkien, su esposa Edith y sus hijitos John, Christopher y Michael en el jardín de su casa, era lo que pensaba subir para el pasado 25 de marzo (que se ha denominado el día mundial de lectura de Tolkien). Pero ya ven las cosas... sin mi computadora “Shu II”, actualizar el blog se ha vuelto complicado (“Shu” hace lo que puede, pero por lo pronto ello se limita a ayudarme a escribir), y me he estado tardando, más de lo que quisiera.

Estoy haciendo propósito de enmienda; mi “Shu II” (y muchas gracias a todos por sus buenos deseos y consejos) ya está en franco camino de recuperación, me dijeron; todavía le falta una pieza que le han tenido que encargar (sí, los viejos hábitos de Mac México no van a cambiar en un buen, buen rato) pero si Dios quiere me la regresan la semana que entra. Estoy segura de que se va a tardar en recuperar todo su potencial (mis programas ya los estoy dando por perdidos), pero la pondremos a trabajar, y esta fotografía (que incluye dos elementos clave: niños y Tolkien) queda bien como introducción para algunos escritos que planeado aquí. Supongo que ahora que se los estoy comentando, no hay forma de echarse para atrás.

Primero, como extra, estarán las respuestas a dos meme (algo así como un chismógrafo en cadena de blogs) que me enviaron Pepe Saucedo de El espacio de la Omnipresente Chela y Fëaluin de Profundamente Azul, y, entre algunos textillos independientes, un par de especiales de esta temporada del año.

Abril es el mes del niño... bueno, es lo que nos bombardean desde los medios de comunicación. En mis tiempos había un solo día del niño, y era el último del mes. De todas formas, estoy preparando dos textos al respecto: uno sobre los niños de nuestra época, y otro sobre los niños... que son adultos.

Para una servidora, abril también es el mes de Tolkien; fue el mes donde me enteré por primera vez de la existencia de El Señor de los Anillos y en el que, siete años después, comencé a leer el libro. Para conmemorarlo, voy a subir aquí la versión corregida y levemente aumentada de un escrito en once partes llamado “Veinte años antes y después”, que estuve publicando en la lista de correos de la Sociedad Tolkiendili de México. Ahí, no llegué a terminar (culpemos a la falta de entusiasmo; mía, no de mis lectores que nunca dejaron de apoyarme), pero tengo todas las intenciones de hacerlo en el blog, los jueves a partir del 24 de abril, a pesar de que ya van a ser VEINTIDÓS años desde que empezara mi libro favorito. Será mejor, creo, y también podré añadir algunas ilustraciones bonitas o fotografías.

Muy cerca de la fecha, me están programando una conferencia sobre Tolkien para un evento cultural aquí en Jalisco; les pasaré la información completa según se acerca la fecha por si se encuentran cerca y gustan asistir.

Pronto estaremos a tono; les agradezco su paciencia y sus visitas.

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