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lunes, octubre 11, 2010

Receta: Thai-Cosa


©Cooking Mama, del juego homónimo de Office Create, publicado por Majesco para Nintendo DS.

Siempre que es el cumpleaños de Alphanubis, Fenrier y yo buscamos cocinarle algo rico. El año pasado, cuando no sabíamos si repetir la carne en su jugo que ella me enseñó a hacer o ya mejor sugerir algún restaurante, Fenrier me contó de un lugar que había visitado en su viaje de prácticas de iaido a Puerto Vallarta. Era un restaurante tailandés llamado “Archie’s Wok”, y el platillo que comió ahí con sus compañeros le pareció delicioso. El pequeño problema es que no recordaba el nombre.

Tras escuchar su descripción del plato y consultar algunos recetarios, la ayudé a elaborar una lista de los posibles ingredientes. Durante dos días hicimos pruebas hasta que dimos con lo que al afilado sentido del gusto de Fenrier le pareció sería su platillo misterioso, o uno muy parecido. Usamos como picante una paprika recién molida por suaves manos coreanas, y sustituímos la salsa de pescado, muy común en la comida tailandesa, por salsa de ostión, que era lo que teníamos a mano. ¿Y qué pasó? Pues que nuestro invento fue un éxito en la fiesta de Alphanubis.

Tomé nota cuando hacíamos los experimientos y más adelante repetí algunas veces la receta por mi cuenta. Aquí la tienen, menos picante que como la hicimos la primera vez, pero todavía riquísima. Puesto que jamás averiguamos como se llama, decidimos bautizarla como “Thai-Cosa”.



Ingredientes (para 2 a 3 porciones):

  • 1 paquete de ramen instantáneo
  • 1 cebollita cambray en rebanadas (incluyendo el rabo)
  • 5 camarones grandes o 10 pegueños, crudos y en trocitos
  • 1 pechuga de pollo en cuadritos
  • 1 taza de germen de alfalfa
  • 2 dientes de ajo fresco, bien picados
  • 1 huevo batido
  • 1/2 taza de cacahuates sin cáscara, tostados pero sin freír y sin sal
  • 2 cucharadas de pimentón rojo (paprika) en polvo
  • 1 cucharada de curry
  • Sal al gusto

Para la salsa:


  • 2 cucharadas de salsa de ostión
  • 2 cucharadas de jugo de lima
  • 1 cucharadita de azúcar o 1 sobre de endulzante

Herramientas:

  • Wok, o sartén profunda
  • Olla honda para la pasta
  • Recipientes para la salsa y para apartar los ingredientes
  • Palillos de cocina o palita de madera
  • Cuchillo afilado
  • Aceite o spray para cocinar
  • Agua

Procedimiento:

1. Preparar la pasta según las instrucciones del paquete. Escurrir muy bien.

2. Mezclar los ingredientes de la salsa.

3. Calentar a fuego alto un poco de aceite o spray en el wok o sartén.

4. Sofreír el ajo junto con el pollo. Cuando éste quede bien cocido y empiece a dorar, añadir los camarones; mover constantemente hasta que todo esté cocido. Apartar y reservar.

5. Rociar un poco más de aceite en el mismo wok o sartén, y sofreír la pasta a fuego lento durante unos dos minutos. Añadirle la paprika y el curry, con media cucharada de sal o más al gusto, y mezclar, si fuera posible con palillos, hasta que la pasta quede muy roja y aromática. Apartar y reservar.

6. Devolver el pollo y los camarones al wok, agregar los cacahuates y sofreír a fuego lento. Echar el huevo y cubrir la carne con él; mezclar y seguir cocinando hasta que el huevo quede cocido en fibritas.

7. Añadir la pasta y la alfalfa, y revolver muy bien. Verter la salsa, mezclar y cocinar un minuto más.

8. Antes de servir, añadir un poco de cebollita cambray sobre el platillo. Listo.

sábado, febrero 06, 2010

Receta: Gyudon


©Cooking Mama, del juego homónimo de Office Create, publicado por Majesco para Nintendo DS.

Los donburi (tazones de arroz blanco con algún tipo de guisado encima) son mi platillo favorito para tiempos de frío o tristeza; me gustan con suficiente caldo tibio y con algún toque dulce y reconfortante. Varias veces los he preparado con pollo, pero la semana pasada probé uno con carne de res, que se llama Gyudon, por inspiración de un librito muy simpático que conseguí el año pasado: The Manga Cookbook de Yoko Ishihara y Chihiro Hattori.

A continuación les paso la receta, ya probada y adaptada. Es sencillísima.


Ingredientes (para dos a 3 porciones):

  • 300 gramos de filete bola o cualquier carne de res magra, en rebanadas muy, muy delgadas.
  • 1 cebolla pequeña.
  • 1 pimiento rojo.
  • 3 tazas de arroz blanco (gohan)

Para la salsa:


  • 1/4 de taza de salsa de soya
  • 1/4 de taza de mirin o jerez seco
  • 3 cucharadas de azúcar o un sobre de endulzante (usen un poco más si optan por el jerez)
  • 1 cucharadita de consomé
  • 3/4 de taza de agua

Herramientas:

  • Cuchillo y tabla para cortar los ingredientes
  • Wok o sartén
  • Palita de madera o palillos de cocina
  • Recipiente para guardar los ingredientes
  • Tazones hondos para servir
  • Spray o aceite para cocinar

Procedimiento:


1. Cortar en juliana la cebolla, y el pimiento en rebanadas delgadas.

2. En la sartén o wok, sofreír el pimiento con muy poco aceite, hasta que se suavice pero sin que quede demasiado cocido. Retirar del fuego y apartar (esto será nuestra guarnición).

3. Añadir un poco más de aceite, y acitronar la cebolla (es decir, que quede transparente y suelte algo de olor).

4. Revolver bien los ingredientes de la salsa, verter en la sartén o wok y cocinar a fuego lento.

5. Cuando la mezcla esté hirviendo, agregar la carne, y dejar cocinando unos cinco minutos más, hasta que la res esté bien cocida pero suave y flexible.

6. En cada tazón, colocar suficiente arroz blanco (aproximadamente una taza). Servir encima el guisado de cebolla y carne con caldo al gusto. Decorar con el pimiento rojo.

jueves, julio 16, 2009

Receta: Arroz frito (yakimeshi)

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©Cooking Mama, del juego homónimo de Office Create, publicado por Majesco para Nintendo DS.

Cuando uno anda a dieta o por el estilo, suele huír de cualquier clase de comida que lleve “frito” junto el nombre... y al menos en el caso de este sabrosa variante de la variante japonesa de cierto platillo chino que apenas lleva grasa, es un error. Eso sí: para que este manjar sea, además de rico, muy nutritivo, lo importante es ponerle prácticamente la misma cantidad de verduras que de arroz. Eso también mejorará la presentación y el sabor.


Ingredientes (para dos porciones):
  • 2 tazas de arroz blanco (gohan)
  • 2 zanahorias pequeñas o una mediana
  • 2 varas de apio
  • Media cebolla blanca
  • 4 champiñones medianos (o 6 chicos)
  • 1 huevo
  • 2 cebollitas de cambray delgadas, con todo y el rabo
  • Pimienta molida
  • Salsa de soya, su favorita (va en serio. En otras recetas, sobre todo si voy a hacer mezclas, utilizo alguna salsa que sea económica y de buen sabor, sin mucha sal; pero si se trata del yakimeshi, donde el sabor de la soya se impone, prefiero utilizar mi preferida, aunque gaste un poco más en la cocina).

Herramientas:

  • Sartén amplia o plancha
  • Palita o cuchara de madera
  • Cuchillo bien afilado
  • Pelador de verdura
  • Recipientes para la verdura y el arroz
  • Tabla de cortar
  • Servilletas de papel (opcional)
Procedimiento:

1. Preparar el arroz blanco como se especifica en la receta, con el tipo de arroz que prefieran. Dejar enfriar un poco (se puede mientras tanto arreglar los otros ingredientes) y, cuando la temperatura permita manipularlo, salpicar con un poco de pimenta y revolverlo con las manos húmedas, con cuidado de no aplastarlo o romperlo. Lo ideal (se puede aspirar aunque no se logre a la perfección): que cada grano de arroz lleve una motita de pimienta.

2. Lavar muy bien toda la verdura. Pelar las zanahorias, cortar las hojas del apio y la mitad del tallo de los champiñones.

3. Picar la cebolla, las zanahorias, el apio y los champiñones en trocitos pequeños. Un paso a paso rápido: La zanahoria se corta en láminas delgadas a lo largo, y después en tiras (tipo juliana); luego, a lo ancho, se corta en cuadritos. El apio se corta a lo largo, y luego a lo ancho igualmente. La mitad de la cebolla en gajitos, y luego al través. Finalmente, los champiñones se parten en rebanadas, primero un lado y luego al contrario. Ahora, si pueden conseguir un procesador de alimentos de ésos que pican todo de un tirón, mucho mejor; yo me muero por uno.

4. Colocar toda la verdura revuelta en un recipiente. En la tabla de cortar, rebanar las cebollitas cambray, el rabo incluso, y reservar.

5. Rociar la sartén o plancha con spray, o engrasarla con una servilleta empapada de aceite (muy poca grasa, recuérdenlo). Echar ahí las verduras, menos la cebollita de cambray, y sofreír a fuego alto por unos minutos, hasta que suelten aroma y queden todavía crujientes.

6. Romper el huevo sobre la verdura, esparcirlo lo más posible y cubrir bien. Mover hasta que el huevo esté cocido.

7. Hacer un hueco en la verdura, y echar ahí el arroz condimentado. Revolver bien con la verdura, cocinar un minuto y rociar con un poco de salsa de soya, lo suficiente como para que el arroz tome un bonito color tostado (más o menos un cuarto de taza es suficiente, aunque se puede variar al gusto). Cocinar dos minutos más, o hasta que la salsa haya penetrado bien en el arroz.

8. Apagar el fuego, e inmediatamente esparcir sobre el arroz la cebolla de cambray. Revolver justo antes de servir, y todo listo.

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sábado, marzo 28, 2009

Receta: Rollo California invertido con marisco

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©Cooking Mama, del juego homónimo de Office Create, publicado por Majesco para Nintendo DS.

Un rollo california con el arroz por fuera es tan bonito y vistoso que nadie creería lo sencillo que es de hacer en realidad. El arroz, además, nos deja una superficie pegajosa que se puede decorar (el rollo de la fotografía está forrado de furikake de camarón). ¿Cuál es la clave para hacerlo? Sencillo: toda la diferencia está en el enrollado y en el rebanado; y ninguno entraña mayor dificultad.

Y bien, esto ha sido nuestra segunda semana del sushi. Espero que se hayan divertido, y que se animen a probar las recetas que hemos estado recomendando. ¡Gracias por visitar!


Ingredientes (para dos rollitos):
  • 1 taza de arroz preparado para sushi.
  • 2 hojas de alga marina tostada (nori).
  • 1 pepino.
  • 1 aguacate maduro pequeño.
  • 1 cajita chica de queso crema.
  • Marisco al gusto (puede ser surimi, ostión, camarón, etc. El de la foto tiene atún que era lo que teníamos a la mano).
  • Opcional: ajonjolí o furikake para decorar.
Herramientas:
  • 1 mantelito de bambú (makisu) o de plástico.
  • 1 cuchara.
  • 1 cuchillo muy afilado
  • 1 cuenco de agua con vinagre.
  • 1 charola o platón.
  • 1 tabla de cortar.
  • Plástico transparente autoadherible.
  • Servilleta o toalla de cocina.
Procedimiento:

1. Cortar y preparar los ingredientes, de la misma manera que hicimos nuestro primer rollo california. Nuestro marisco de elección, cortarlo también en barritas. Reservar.

2. Muy importante: forrar el tapete que utilicemos con plástico transparente. En esta clase de rollo este paso no puede omitirse.

3. Como en nuestro rollo anterior, el tekka maki, sólo emplearemos aquí media hoja de alga para un solo rollo; por lo tanto hay que cortar la hoja como en el tekka. Poner la mitad de la hoja sobre nuestro tapete, como siempre con la parte rugosa hacia arriba.

4. Cubrir, con aproximadamente media taza de arroz, TODA la hoja, sin dejar bordes ni nada. Esta vez, comprimir suavemente el arroz, de modo que quede más o menos liso (con las manos húmedas, no hay que olvidarse).

5. Viene la parte, digamos, complicada: tomar un extremo de la hoja de alga con los índices y pulgares de ambas manos, y, con un solo movimiento rápido, darle la vuelta. ¡Ffffwpp! No hay problema, el arroz no se caerá.

6. Ya que tenemos la parte cubierta de arroz en contacto con el mantel, y la de alga por arriba, colocar en el borde más cercano a nosotros nuestros ingredientes elegidos (nuevamente, no hay que poner demasiado).

7. Enrollar, exactamente como lo hemos hecho en nuestros otros rollos, sujetando los ingredientes con los dedos. Comprimir todavía más según se va enrollando (ver “el enrollado paso a paso” en la receta de rollo california).

8. El rollo está terminado, pero si queremos decorarlo, espolvorear sobre una superficie perfectamente limpia un poco de nuestro ingrediente elegido (furikake o ajonjolí). Hacer rodar nuestro rollito sobre ella, y repetir la operación cuantas veces sea necesario.

9. Tanto si el rollo está decorado como si no, para cortarlo no hay que rebanar de adelante hacia atrás, sino hacer un sólo movimiento en diagonal, de arriba hacia abajo (para eso se recomienda un arma bien afilada). Si los trocitos amenazan con perder su forma, moldearlos un poquito con los dedos. Listo. Acompañar con jengibre o wasabi si lo desean, y salsa de soya preparada.

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jueves, marzo 26, 2009

Receta: Tekka Maki

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©Cooking Mama, del juego homónimo de Office Create, publicado por Majesco para Nintendo DS.

Los rollitos tradicionales son mucho más delgados y pequeños que los que suele uno encontrarse en restaurantes, y llevan un solo ingrediente. De éstos, mi favorito es el tekka, el de atún crudo; es hermoso y brillante como una gema y tiene un sabor a gloria difícil de describir; las palabras no tienen tanto gusto. Pienso, además, que su apodo (“rollo del jugador”) es maravilloso; imagínense lo que significa: un almiento hecho especialmente para gamers, más práctico y saludable que la pizza, y con el que no hay ni peligro de manchar los controles.


Ingredientes (para dos rollitos):

  • 3/4 de taza de arroz preparado para sushi
  • 1 hoja de alga marina
  • Aproximadamente 50 gramos de lomo de atún crudo, calidad sashimi (se vende en bloques congelados en los supermercados. Si se compra en pescadería, hay que recordar los consejos básicos sobre el pescado)
  • Wasabi
  • Jengibre (opcional) y salsa de soya preparada para acompañar

Herramientas:

  • Tapete de bambú (makisu) o de plástico, o papel aluminio (para enrollar)
  • Plástico transparente (si se usa el tapete de bambú)
  • Tijeras de cocina o coumnes
  • Cuchillo muy afilado
  • Recipiente pequeño de agua con vinagre

Procedimiento:

1. Forrar el tapete de bambú (si es lo que vamos a utilizar) con el plástico transparente.

2. Con las tijeras, cortar la hoja de alga a la mitad.

3. Cortar el lomo de atún en dirección contraria al músculo (la dirección del músculo se nota porque a la carne la cruzan unas rayitas), en barritas de 1 cm. de ancho por 1 cm. de espesor (no importa la longitud).

4. Colocar una mitad de hoja de alga, a lo ancho, con la parte rugosa hacia arriba, en el tapete, y cubrirla con la mitad del arroz que tenemos (una cantidad del tamaño de un huevo pequeño, más o menos). Dejar en el extremo opuesto a nosotros un espacio sin cubrir de poco más de un centímetro. Hay que recordar, como siempre, humedecer las manos en agua con vinagre cuando manipulemos el arroz, y tener cuidado de no presionarlo mucho.

5. Cerca del extremo completamente cubierto de arroz, marcar con el dedo un pequeño surco. También con el dedo, pintar una línea delgada de wasabi a lo largo del surco.

6. Colocar una barrita de atún tras otra, en línea, sobre el surco. Cortar el sobrante.

7. Enrollar con cuidado, empezando por el extremo cubierto de arroz y sosteniendo el ingrediente con el dedo índice; presionar poco a poco a ir levantando el tapete mientras lo hacemos. Al llegar al extremo sin cubrir, humedecerlo con un poco de agua con vinagre para sellar el rollito.

8. Para más consejos e instrucciones bien específicas, por favor consulten, en la receta del rollo california, la parte de “el enrollado paso a paso”.

9. Formar otro rollito más, y rebanar ambos en seis u ocho trozos. Todo listo.
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martes, marzo 24, 2009

Receta: Nigiri (bocaditos) de camarón

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©Cooking Mama, del juego homónimo de Office Create, publicado por Majesco para Nintendo DS.

Los nigiri o bocaditos son, fuera de los rollitos, la variedad más conocida del sushi. Resultan muy vistosos en fiestas y reuniones, y son relativamente rápidos de hacer. Para comerlos, es mejor darles la vuelta para mojar sólo la parte del marisco, no el arroz, en la salsa de soya.

La clave para hacer unos bocaditos de camarón (o ebi nigiri, como se llaman en japonés) radica casi por completo en la preparación y cocción de estos mariscos, así que detallaremos el procedimiento lo mejor posible. Por lo mismo, espero que no se molesten si esta entrada parece un poco gore.


Ingredientes (para dos porciones):

Herramientas:
  • Palillos de madera para brochetas o comunes, delgados
  • Cacerola profunda
  • Cuchillo bien afilado
  • Tabla de picar
  • Recipiente amplio con agua y hielos
  • Espumadera, pinzas o palillos
  • Servilletas de papel
  • Recipiente pequeño de agua con vinagre

Procedimiento:

1. Si los camarones tienen aún la cabeza, arránquenla suavemente. A veces junto con ella saldrá una especie de tirita negra; son las entrañas del camarón. Saquen la tirita hasta donde se pueda junto con la cabeza, pero si no sale completa, no se preocupen. Tampoco se asusten si al jalarla la cola del camarón se contrae; es lo normal, y el animalito ya pasó a mejor vida.

2. Quitar las patas, y toda la cáscara del camarón, menos la última falange y la colita.

3. En la tabla de picar, extender cada camarón y empalarlo en las brochetas, de la (ahora ausente) cabeza a la última coyuntura, con cuidado de no atravesarlos por completo.

4. En la cacerola, poner a calentar agua con media cucharadita de sal. Cuando hierva, echar los camarones y dejar cocinar hasta que estén de color rosa, NO MÁS de dos minutos (entre uno y dos está bien). Ésta es la parte más crucial; nunca hay que dejar cocer de más los camarones, ya que empezarán a deshacerse. Una vez cocidos, inmediatamente retirarlos del agua con la espumadera, pinzas o palitos, y echarlos en el agua con hielos, para detener el proceso de cocción y hacer que abran la colita. Dejar enfriar ahí unos minutos.

5. Ya que los camarones estén fríos, extraer con mucho cuidado los palillos de brochetas. Si usaron palillos comunes, pasen al siquiente punto.

6. Lo que viene a continuación es una especie de procedimiento quirúrgico forense: poner cada camarón panza arriba en la tabla de picar, y con el cuchillo hacerles una incisión de la cabeza a la última coyuntura de la cola. Si usaron palillos comunes para cocerlos, aprovechar y retirarlos a la hora de cortar, y si todavía le quedan tripas al camarón, sacarlas con la punta del cuchillo.

7. La incisión debe ser lo suficientemente profunda como para permitir que el camarón se abra en canal, pero no tanto como para que se parta en dos. Una vez partidos, presionar levemente los cadáveres y secarlos con servilletas de papel. A este corte de los camarones se le conoce como “mariposa”.

8. Si hiciera falta, preparar el wasabi en polvo (agregar a una pequeña cantidad agua hasta que se forme una pastita).

9. Ahora vamos a formar los nigiri. Un experto puede hacer esto con una sola manos pero nosotros podemos utilizar cuantas sean necesarias (sí, más de dos incluso). Con la mano dominante , tomar una pequeña cantidad de arroz para sushi, más o menos el equivalente a unas dos cucharadas. Apretarlo con suavidad, e intentar darle la forma de un pequeño rectángulo u óvalo. Si es necesario, ayudarnos aquí con la otra mano. Es mejor preparar de antemano cada bocadillo (seis en total).

8. Tomar cada camarón, y untarle en el corte un poco de wasabi. Colocarlo sobre el bocadillo y apretar sólo un poco, para que se quede pegado. Si lo quieren mejor sujeto, amarrar con una tirita de alga marina.

9. Listo. Acompañar el platillo con pepino y jengibre al gusto.


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lunes, marzo 23, 2009

Semana del Sushi, II

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©Cooking Mama, del juego homónimo de Office Create, publicado por Majesco para Nintendo DS.

¡Bienvenidos otra vez! Como lo prometimos, esta segunda semana del sushi tendremos platillos nuevos para probar y practicar. Antes de comenzar, les recomiendo darle un repaso a los conocimientos básicos que aprendimos en la primera: la preparación del arroz para sushi y la salsa de soya con cítricos. Lo diferente en este bloque será qu usaremos ingredientes un poco más... digamos, exóticos, y tres nuevas maneras de usarlos.

Por primera vez vamos a incluír mariscos en nuestras recetas; cuando menos uno lleva pescado crudo. Lo que todo el mundo les va a insistire (y una servidora no se cansaría de hacerlo) es que cualquier marisco que utilicemos debe estar mucho, muy fresco; quienes vivan junto al mar no tendrán mayor problema para conseguirlos, pero para los que estamos lejos la cosa se complica un poco. Les recomiendo, ante la duda, abstenerse de usarlos; y, si no, optar por variedades de marisco que se vende ya cocido, como el surimi (imitación de cangrejo), el atún en lata, el salmón o los ostiones ahumados. Pero que no sea el temor lo que los detenga, o la preocupación de quedarse con mal sabor de boca.

Mi pescado crudo favorito es el atún; la parte que se usa para el sushi es el lomo (de un color rojo vivo), que por suerte se puede conseguir congelado y de magnífica calidad en muchos supermercados, y que dura meses siempre y cuando sólo descongelemos, poco a poco, la porción que vayamos a utilizar, y conservemos el resto en la nevera, envuelto herméticamente en plástico y sin que le llegue humedad.

Nunca hay que congelar el pescado en casa; si se compra pescado fresco para comer crudo, hay que acabárselo el mismo día o cocinarlo en los siguientes.

Prácticamente cualquier variedad de pescado se puede comer crudo, pero por el sabor yo les recomendaría que escogieran los de agua salada, y en especial el ya mencionado atún, el salmón o el lenguado. Los peces de agua dulce tienen un dejo a tierra muy desagradable, y el cazón está absolutamente prohibido, ya que una servidora y propietaria de este blog adora a los tiburones, y considera inconcebible darse un banquete con seres amados, a menos que uno esté en la situación de los supervivientes de los Andes. Si no pueden vivir sin el ceviche de cazón, ya más adelante les pasaré una receta, hecha en su totalidad, y no me lo van a creer, con col. Ah, la sopa de aleta de tiburón se puede hacer perfectamente con pollo y fideo transparente, así que no hay pretexto.

Si se animan a limpiar y tajar un pescado entero (una servidora todavía no lo hace) fíjense que el cadáver no tenga los ojos empañados, y que la piel se sienta flexible, no pegajosa. Todavía no aprendo la técnica del fileteado en tres piezas (sanmai oroshi), pero pueden ver cómo se hace en esta página (y en el videojuego Cooking Mama).

En fin, vayan preparando su arroz, algas y tapete, y espero que se diviertan. ¡Gracias por visitarnos!

jueves, marzo 12, 2009

Receta: Pollo almendrado estilo chino

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Para otra entrada breve en medio del caos que tengo en este momento por vida, entremos a la cocina un poquito antes de nuestra Semana del Sushi; hace tiempo que no lo hacíamos y tenía deseos de compartirles algo rico. ¿Y qué hay de la dieta, se preguntarán? Bueno, déjenme que les cuente: Estar a dieta, para una servidora, no se ha tratado de privarse, sino de sacudirse la apatía y experimentar con sabores y olores... exactamente lo que hacía antes, cuando nunca tuve problemas de peso y la vida aún no me sobrepasaba. Mi cuerpo, con tres kilos y medio menos, está cansadísimo por ahora, pero un poquito más feliz y saludable.

Bien, les presento lo que siempre me pareció un misterio de la cocina oriental: el pollo almendrado estilo chino (una variante personal, déjenme que les diga). Para tratarse de un platillo tan exquisito, es increíblemente barato y sencillo de preparar.
Se lo dedico con todo cariño a S., que sigue detestando las verduras y que tiene una mamá que prepara otro delicioso pollo almendrado, pero a la mexicana.



Ingredientes (para dos a tres porciones):

Para el platillo principal

  • 1 pechuga de pollo en cuadritos
  • 1/2 jícama, rebanada muy delgada y en rectángulos.
  • 1/2 pimiento naranja, rojo o amarillo.
  • 1 vara de apio grande (o dos pequeñas).
  • 6 vainas de ejote o de chícharos
  • 1/2 cebolla, en rebanadas delgadas
  • Un puñado (unas dos docenas) de almendras
  • 1 trocito de jengibre fresco
  • 1 taza de champiñones en rebanadas
  • Pimienta y sal de cebolla para condimentar

Para la salsa:

  • 1 taza de agua hervida
  • 1 cucharada de salsa de soya
  • 1/2 cucharada de consomé de pollo
  • 2 cucharadas de fécula de maíz
  • 1 cucharada de azúcar o un sobre de endulzante

Herramientas:


  • Recipiente pequeño de metal
  • Wok o sartén
  • Tabla de picar
  • Cuchillo bien afilado
  • Palillos o palita para mezclar y cocinar
  • Recipientes diversos para los ingredientes
  • Agua corriente
  • Aceite o spray para cocinar

Procedimiento:


1. En el recipiente de metal, poner a calentar un poco de agua. Una vez que esté hirviendo, echar ahí las almendras y cocinar durante unos cinco minutos. Dejar enfriar.

2. Condimentar el pollo al gusto con la pimienta y la sal de cebolla. En el wok o sartén, poner a freír junto con el jengibre y muy poco aceite, moviendo constantemente hasta que esté suave pero bien dorado. Retirar del fuego y reservar.

3. A estas alturas, las almendras ya se habrán enfriado y estarán listas para pelarse. Cuando se las retire del agua, la cáscara estará floja y se podrá quitar con facilidad.

4. Cortar el pimiento en rebanadas delgadas, y el apio y las vainas en diagonal, en trozos de uno a dos centímetros más o menos.

5. En el mismo wok donde se cocinó el pollo, sofreír todas las verduras excepto los champiñones, hasta que la cebolla quede transparente y el resto cocidas, pero aún crujientes.

6. En la taza de agua hervida, disolver bien todos los ingredientes de la salsa. Añadir la mezcla a las verduras y bajar el fuego. Cocinar unos dos minutos, y después agregar los champiñones y las almendras. Seguir cocinando hasta que la salsa espese.

7. Añadir el pollo, revolver bien y listo. Si no están cuidando la dieta, pueden acompañar este platillo con una porción de arroz blanco.

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lunes, diciembre 22, 2008

Receta: Apple Crumble

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Un platillo típico inglés, no precisamente navideño, pero que para una servidora abarca todos los sabores, aromas y consistencias de la temporada; la manzana en almíbar, no demasiado dulce, con una capita muy crujiente de avena; me gusta tibio con una taza de té con leche para una tarde de frío, aunque por supuesto se puede comer fresco como postre. Es muy económico y muy sencillo de preparar.

Ingredientes (para cuatro a seis porciones):

Relleno:
  • 4 manzanas verdes grandes o cinco medianas
  • 2 cucharadas de jarabe de maple
  • 1 cucharada de azúcar
  • 2 cucharadas de jugo de limón
Cubierta:
  • 3/4 de taza de harina
  • 1/2 taza de avena cruda
  • 1/2 taza de harina
  • Una barrita y cuarto de mantequilla (unos 120 gramos)
Opcional:
Crema batida o helado de vainilla para servir


Herramientas:
  • Horno eléctrico o de gas
  • Tazón grande para mezclar la harina
  • Cacerola con tapa
  • Recipiente metálico para derretir la mantequilla
  • Molde refractario de capacidad de un litro y medio, más o menos
  • Palillos chinos para mezclar
  • Cuchara grande
  • Cuchillo afilado
  • Pelador

Procedimiento:


1.Poner a calentar el horno a 180 grados centígrados, o, si es eléctrico, ponerlo para preparar pastel. Mientras tanto, arreglar los demás ingredientes.

2. Pelar las manzanas, quitarles el corazón y cortarlas en gajos.

3. Derretir la mantequilla a fuego lento. Cuando todavía quede un pedacito sin derretir, utilizarlo para engrasar bien el molde refractario.

4. En la cacerola, colocar las manzanas, y echarles encima la cucharada de azúcar, el jarabe de maple y el jugo de limón. Poner a calentar a fuego medio hasta que la fruta se ablande un poco (¡cuidado, no queremos puré de manzana... todavía); aproximadamente unos diez minutos.

5. En el tazón, poner la harina, la media taza de mantequilla y la avena, y mezclar bien con los palillos. Formar un hoyo en el centro (como si fuera un volcán), y verter ahí la mantequilla derretida. Revolver bien con los palillos hasta que se forme una masa pegajosa, de consistencia como de miga de pan.

6. En el molde refractario, colocar las manzanas junto con su almíbar formado, ayudándose de la cuchara. Con la misma cuchara, añadir la mezcla de harina y avena, y cubrir bien las manzanas, apretando en la parte superior.

7. Hornear entre 20 y 30 minutos, o hasta que la cubierta esté dorada. La manzana, abajo, se irá convirtiendo en puré y a lo mejor hasta comienza a comportarse como lava, pero no hay que hacerle caso; hay que concentrarse en la superficie del platillo.

8. Servir caliente o refrigerado; se puede calentar en el microondas sin ningún problema, y acompañar de una cucharada de helado de vainilla o crema batida (yo lo prefiero solo).

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viernes, noviembre 14, 2008

Una desquiciada aventura culinaria

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El fin de semana antepasado, mi amigo S. vino de la Ciudad de México a visitarme. Me dio muchísimo gusto verlo, aunque estaba un pelito nerviosa con respecto a qué lugares podría llevarlo de paseo (Guadalajara no es el sitio más interesante del mundo, la verdad sea dicha, y probablemente le resultaría tediosa a un capitalino).

Si han estado leyendo mi blog desde hace tiempo, ya sabrán que a la Ciudad de México le tengo sentimientos muy, muy encontrados. La amo y la odio. Es una belleza envuelta en caos, un monstruo de rostro maravilloso.

Entre la gente de provincia, los capitalinos (comúnmente llamados “chilangos”, un término ya con años de antigüedad, un tanto más despectivo que “gringo” para los estadounidenses) tienen fama, y no siempre injustificada, les diré, de prepotentes, soberbios, abusivos, descorteses y hasta un poquito cuadrados; escribí alguna vez que lo mejor y lo peor de la humanidad estaba concentrado en la Ciudad de México y lo sigo pensando; aunque, por desgracia, no ocurre lo mismo con desconocidos que pasan por la calle o que me he encontrado en mi ciudad o en viajes a otros estados, la gente con la que he convivido por allá es increíblemente generosa, considerada, y amable; serían capaces de quitarse el único suéter que tuvieran si lo vieran a uno con frío. Mi amigo S. pertenece por supuesto a este último grupo; pero a veces, creo que no puede evitarlo, se le escapa cierto chilanguismo que de inmediato notaría un provinciano.

Guadalajara no es precisamente un paraíso para los turistas, por cierto; la gente de aquí es mucho más cerrada y flota una tremenda abulia en el aire. La misma ciudad es como un rancho grandote: tenemos mejor aire, eso sí, y edificios muy bonitos, pero nos faltan teatros y museos, y sobre todo transporte decente. ¿Cómo paliar todo ello? Bueno, para asegurar buenas impresiones y ratos agradables para mi amigo decidí apuntar hacia el órgano que mejor conozco de los seres humanos (sips, más que el corazón y menos que el cerebro): el estómago. Y todo el fin de semana nos embarcamos en una emocionante aventura culinaria para degustar ciertos platillos típicos (de la región, de la ciudad, de la costumbre y de la casa de ustedes). ¿Los resultados? Aquí los presento...

Día 1

* Comida: Curry.

De entrada decidí agasajar a mi invitado con mi especialidad, mi platillo favorito y el que mejor me queda: el curry japonés. Pollo con papas y zanahoria, primero asado y terminado de cocer en una salsa muy especiada, y servido sobre una cama de gohan. Mi amigo Anubis me ayudó a pelar la verdura; así pude prestarle toda mi atención al corte, con el que siempre me pongo quisquillosa. Mi wok hizo casi todo el trabajo.

Cuando serví el curry, estaba calientísimo, pero Anubis y yo teníamos tanta hambre que de inmediato pusimos cubiertos a la obra. Pasado el shock inicial de verme cocinando con palillos y preparando el gohan en arrocera (“Pero... ¿así es como haces el arroz...?”), y tras pedirme que le retirara “esas cosas anaranjadas” y le pusiera más pollo, S. se sentó a la mesa, y empezó a dar cuenta de su plato sin decir palabra; no precisamente lo que espero que suceda cuando alguien prueba mi curry. No se comió el arroz bañado en salsa, y su comentario final fue “Es que estaba tan caliente que no le encontré sabor”.

Era obvio que me encontraba ante un hueso duro de roer. Tuve la prudencia de suspender la mayormente vegetariana lasaña que pensaba hacer el día siguiente, y no puedo decir que me arrepienta.


Día 2


* Desayuno: Taquitos en puesto de San Juan de Dios

El mercado de San Juan, uno de los más polifacéticos de la ciudad, tiene un poco de todo, y eso incluye deliciosos platillos. No podía dejar que S. se pasara por ahí sin probarlos, y la elección para desayuno de fin de semana fueron los taquitos de un puesto que se encuentra bajando las escaleras al lado de las yerberías.

Para un puesto de comida corriente, éste tiene toda la pinta de gourmet. Los tacos (tortillas de maíz con relleno de carne y otros alimentos) se preparan con toda la higiene del mundo (las personas que los hacen jamás tocan el dinero del cliente; hay un recipiente destinado a recibirlo y una única persona encargada de dar cambio) y con tortillas de maíz muy, muy blanco cocidas sobre una plancha a la vista de los comensales. En los aparadores que guardan la carne ya cocida y la mantienen caliente para la hora de cortarla no hay una sola gota de grasa.

Esta vez, S. estuvo más feliz y se comió de buen grado sus tacos. Si acaso la única obsrvación curiosa que hizo fue sobre las tortillas recién hechas: “¿Pero que aquí no tienen tortillerías...?”


* Colación 1: Frutitas de azúcar

Ni siquiera cuando estoy a dieta puedo resistirme a estos exquisitos dulces, que, hasta donde he visto, no se encuentran en ningún otro lugar de la tierra: terrones de azúcar glass mezclada con jugo de diferentes frutas y moldeada en forma de manzanas, limones, sandías, peras... Las elabora una sola familia de Guadalajara (de muy niña llegué a conocer a su inventor, que las vendía a la salida de las escuelas) y, como buen producto artesanal, se hacen y decoran a mano con pinceles y anilina. No son pegajosas al tacto y hay que mantenerlas en refrigeración si se quiere conservar su consistencia suave; son tan bonitas que si se las dejara endurecer y se las barnizara podrían servir para decorar una cocina. Eso sí, resultan muy empalagosas y por ello lo mejor es comérselas a mordisquitos, muy poco a poco, y no pasar de tres al día o algo así.

Tanto primor, sin embargo, dejó indiferente a S., y cuando le insté a probar una, sólo dijo: “Pues, ¿qué tienen de especial...?”.

Otro fracaso.


* Colación 2: Jericalla (en el puesto de doña E.).

En mi desayuno sanjuanero nunca falta un rico licuado (mezcla batida de leche, frutas y vainilla o chocolate) y lo tomo en un puesto que atiende una señora mayor de rostro amable, junto a una escalinata que sale al exterior del mercado. Esta vez, además, mi propósito era mostrarle a S. uno de los postres más típicos de la ciudad: la jericalla.

La jericalla es algo parecido a un flan napolitano, pero de gusto mucho más sutil; se hace con leche, vainilla y huevo, y es más sólida que la natilla pero igual de suave; se sirve en vasitos y se termina de cocer en horno para que la cubierta quede bien dorada. En el pasado cada casa tenía su receta particular, y me apena mucho no haber aprendido la de mi abuelita, en paz descanse.

Escogí la jericalla más hermosa y tostada y se la llevé a S.; él la miró con extrema desconfianza. Probó una cucharada y eso fue todo; tuve que acabarme el resto.

Comentario: “Es que no sabe a nada”.

* Entremés 1: Helados Bing

Al punto de la extinción, estas heladerías siguen defendiéndose como pueden en Guadalajara. No logré convencer a S. de que, si quería tomar un helado, era mucho mejor buscar uno de los que se preparan en diversos puntos de venta y no de ésos que vienen cerrados y empaquetados en tiendas (El Polo Norte, por ejemplo, que es una nevería que data de los años de la segunda guerra mundial), pero hallamos unos Helados Bing y él me dijo que en México esa marca ya no existía. Al menos conseguí arrancarle una sonrisa con ello. “Como en los viejos tiempos”, dijo.


Entremés 2: Té chai frappé, en La Flor de Córdoba

Mi bebida favorita es ésta, traída de la India y vuelta ahora tan popular: especias como clavo, pimienta, canela y sobre todo cardamomo en base de hojas de té fresco y disueltas en leche; y que, en las sucursales de las cafeterías La Flor de Córdoba, se pueden preparar en frappé. Por supuesto que S. no se iba a atrever a probar algo tan radical, así que lo que pidió para sentarnos a platicar fue un moka frapuccino, que por error nos dieron grande; muy grande para su apetito y muy pesado para la comida que seguiría.

Igual, le insistí en que probara mi chai... y vaya, que el comentario de esta vez, “¿me podrías dar otro sorbito?” repetido una media docena de veces me daba esta vez un triunfo.


* Comida: Carne en su jugo (de Karnes Garibaldi)

Por recomendación de una amiga común, S. decidió probar la carne en su jugo, otro manjar típico jalisquillo. Se trata de bistec de res en trocitos, sofrito en grasa de tocino. Una parte de esa carne se reserva para licuar con un poco de agua y tomatillos verdes cocidos, y la mezcla se devuelve para terminar de cocer el resto (eso es lo que forma el “jugo” de la carne). Para servir, se añade al plato un poco del tocino del que se sacó la grasa y se espolvorea con cilantro picado y cebolla; todo se come con cuchara y tortillas si uno quiere.

Los restaurantes Karnes Garibaldi sirven, además, una guarnición de frijoles refritos con granos de maíz tierno (receta propia) y cebollita de cambray asada. S. se decepcionó cuando le dije que no había papas fritas en el menú, pero le picó la curiosidad cuando le conté que esos establecimientos tienen el record Guinness del servicio más rápido del mundo.

Le pedí que sacara su celular y lo pusiera a modo de cronómetro para comprobarlo. Entre lo que se acercó el mesero para atendernos y el tiempo que tardó en servir la totalidad de nuestro pedido, transcurrieron cuarenta y cinco segundos (el récord mundial es de 13.5 segundos para un menú completo).

Así de rápido nos pusimos a comer, pero el moka frapuccino de S. le echó a perder buena parte de su apetito. Cieeeelos... Tuvimos que pedir una buena parte de su plato para llevar. Por la noche alcanzó a terminárselo pero dejó atrás lo que quedaba de frijoles y la mayor parte del jugo de la carne.


* Cena: Hamburguesas Garfield

Para la noche, mi organismo estaba a reventar de carne, pero acompañé al Capitán Quasar, que no había comido, a mostrarle a S. nuestro puesto de hamburguesas preferido: las Garfield, cerca de la Avenida Plan de San Luis, a unas cuadras de Américas. Las hamburguesas ahí se cocinan al carbón pero se colocan en plancha para derretirles encima queso blanco o americano. Las más caras y destacadas son las de camarón, hechas con estos mariscos frescos y enteros fritos en mantequilla y amalgamados con queso.

El Capitán simpre pide una hamburguesa de res con queso, pero yo prefiero la otra especialidad del sitio: papa asada al carbón, también, con mantequilla, champiñones, crema y mucha, muchísima pimienta; mala suerte para S., aquí tampoco hay papas fritas.

Aquella noche mi estómago no daba abasto ni para un yogurt de la tienda más cercana, y S. también se contentó con ver y oler. Ya para irnos, pidió una hamburguesa con tocino y sin queso para llevar. El manjar desapareció, paulatina y no tan misteriosamente, en el trayecto a la casa de ustedes; aún así, el comentario de S. fue: “Pues... he probado mejores”.


Día 3

* Desayuno: Paquetes del café Chai

El Chai, un restaurante cerca de la casi céntrica Avenida Chapultepec (aunque ahora tiene como tres sucursales), bautizado con el nombre de mi té preferido, sirve desayunos completos a precios muy económicos; al Capitán y a mí nos gusta ir allá cuando el domingo se pinta relajado, porque el servicio no es muy rápido que digamos.

Como S. tendría que partir ese día, pensamos darle esto como despedida, y de paso llevarlo a conocer lo que fue los suburbios de la antigua Guadalajara, con sus casas viejas rodeadas de árboles aún más viejos; el Chai se encuentra en una de esas construcciones.

El Capitán y S. pidieron hot cakes con tocino, que les sirvieron rociados con nuez y pasas y acompañados de una generosa porción de fruta (papaya, melón, naranja y una cereza fresca para decorar); yo pedí lo de costumbre: huevos estrellados que a mi gusto acompaño con queso de cabra y muchos, muchos champiñones, mas frijoles refritos con queso espolvoreado y jitomate; el costo de cada uno de estos platillos es apenas un poco más que tres dólares estadounidenses. Por el antojo de dulce no me preocupo porque el Capitán siempre me da la papaya, la naranja y la cereza de su plato, y un desayuno tan cargado garantiza que la comida y la cena del día sean mucho más leves.

S. devoró primero su tocino (ya desde antes me había hecho notar que el tocino de Guadalajara le parecía excepcional) y luego retiró todas las pasas y la nuez de los hot cakes; los bañó con miel de abeja y se comió dos de los tres que vienen en el plato, todo bañado por una taza de chai frío (¡victoria!). De haber sabido que, además de la de la fruta del capitán, tendría que dar cuenta de la suya, no hubiera pedido más que mi bebida. Ay, mi pancita...

El comentario de S. fue esta vez mucho más favorable: dijo que en la Ciudad de México rara vez se encuentra uno sitios tan agradables que sean así de baratos.


Y bueno, llevamos a S. a esperar su atuobús. La noche anterior él me había pedido que le preparar algo de comer para el viaje... y supongo que todavía tengo mucho que aprender. Pensé y sugerí primero los sandwiches que le hago al Capitán cuando sale, y ante la falta de entusiasmo, cambié... pero, ¿no creía hasta entonces imposible que alguien me rechazara unas ricas onigiri rellenas de kanikama (ensalada de cangrejo) o queso crema? Pues nada; a S. no le gusta ninguna clase de mariscos y nunca llegamos a ponernos de acuerdo con respecto al queso crema; por fin, ¿era queso o era crema?

Cielos. Entonces, ¿qué te hago?, le pregunté. Algo como unas tortas, sugirió él. ¿Tortas? Ajá, las tortas, inventadas en el Distrito Federal en 1892 (tengo el dato), son la versión mexicana del sandwich, hechas con un pan grueso que aquí conocemos como bolillo (es como una baguette pequeña).

Fuera de las famosísimas pero inconvenientes tortas ahogadas (este mismo platillo relleno de carne y sumergido en un plato de espesa salsa picante y caliente, y dejado ablandar hasta que sea posible comérselo a cucharadas), una torta en Guadalajara se prepara con un pan plano llamado telera. Lo que S. me pedía se conoce aquí como lonche.

De todas formas, ¿cómo conseguir bolillo a esas horas? Aquí en la casa de ustedes nunca falta el arroz... pero en cuanto a lo demás, siempre hay que salir. Finalmente acordamos pasar por una tienda para adquirir provisiones. S. me sugirió que la próxima vez que lo visitara en la Ciudad de México le pidiera a su mamá que me enseñara a preparar el arroz. Sigh.

La aventura culinaria, sin embargo, no terminó ahí. Hubo problemas con el autobús de S. y el Capitán y yo fuimos a recogerlo en el punto de reunión acordado con sus compañeros de viaje (que, tres horas después, no se habían aparecido). Había que conseguir otra salida. Eso no fue tan difícil, pero ya era media tarde y el estómago apretaba.

El Capitán estaba tenso como una cuerda de violín antes de una jiga irlandesa; tenía mucha tarea de su maestría. Para aliviar las cosas le propuse que fuéramos a comer lo que a él le agrada más y que, estaba segura, también sería del gusto de mi descontentadizo invitado.

* Comida tardía: Pizzas en El Pequeño Gran Chalet

El Pequeño Gran Chalet, una modesta pizzería metida en una plaza que la gente solía llamar Gigante Américas (por la ya desaparecida cadena de tiendas que se encontraba al lado) tiene una oferta permanente de sus productos al 2 por 1; eso hace que sus platillos parezcan muy caros cuando en realidad son mucho, muy económicos. Sus pizzas son de masa delgada que queda doradita, con ingredientes y queso muy frescos. De sus diversas especialidades prefiero la llamada Clásica, de salami con toneladas y toneladas de champiñones al horno; esta vez pedimos una de esas con mitad de especialidad mexicana (jamón con jitomate, cebolla y chile) y la de oferta fue una hawaiana que, acordamos, le gustaba a todos.

S. se comió varias rebanadas de la hawaiana después de quitarle toda la piña, y su comentario volvió a ser descorazonador: “¿Te acuerdas de las pizzas que están por mi casa? Ésas me gustan más”.


¿Qué hacer, qué hacer? Nada, sino reconocerme vencida en el juego de cocina y gusto que remató esta orgiástica aventura. Aprendí mi lección, ¡y de qué manera! No es nada saludable meterse todos los antojos de fin de semana... en un mismo fin de semana. Siete días después, mi cuerpo todavía se sentía flojo, pesado y falto de energía, y mi estómago pedía a gritos brócoli, tofu a la plancha y medio kilo de jícama con vinagre.


viernes, octubre 17, 2008

Receta: Bollitos al vapor

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La nave insignia del Suikoden IV, Dauntless, tenía un comedor gigantesco que estaba siempre lleno de vapor. Suerte que el videojuego sólo contaba con efectos de sonido (el mumullo de conversaciones apagados por el del agua hirviendo) porque qué tortura si hubiera tenido también efectos aromáticos... de por sí tan sólo imaginarlos me abría el apetito. Dos de las estrellas del destino en este título, la bajita Pam y su atlético esposo Kevin, eran cocineros y vendedores de bollitos al vapor, casualmente el platillo favorito del protagonista, en una isla llamada Iluya. Qué les puedo contar... mis propios bollitos nunca salieron bien sino hasta que terminé este juego... en algún punto de la historia, Pam depositaba el consejo que me hacía falta. Aquí se los comparto, junto con una opción de relleno. Ésta es, posiblemente, la receta más complicada que les he pasado, así que con toda confianza pregúntenme cualquier duda.

Ingredientes (para la masa de unos dieciséis bollitos):

  • Media taza de agua tibia
  • 3 cucharadas de levadura en polvo
  • 3/4 de taza de leche tibia
  • 1/2 taza de azúcar
  • 3 tazas de harina
  • 1/2 cucharada de sal
  • Más harina para amasar

Herramientas:
  • Superficie amplia de trabajo
  • Recipiente grande para la masa
  • Recipiente más pequeño para mezclar
  • Recipiente para guardar el relleno
  • Cuchillo afilado
  • Toalla de cocina
  • Cuchara
  • Tenedor
  • Pinzas de pan (si las tienen)
  • Palillos chinos
  • Rodillo para aplanar
  • Vaporera de bambú o metálica
  • Wok o sartén para freír
  • Palita de madera
  • Papel aluminio cortado en 16 cuadros de 12 cm. de lado
  • Agua corriente

Procedimiento:

1. En el recipiente grande, poner el agua y disolver en ella la levadura y la sal con los palillos. Añadir la harina.

2. Poner la leche y el azúcar en el otro recipiente y mezclar muy bien con palillos. Agregar este mezcla en la de harina y mover con los palillos hasta que todo esté incorporado.

3. Espolvorear un poco de harina sobre una superficie plana y muy limpia. Colocar ahí la masa.

4. Amasar con las manos limpias; en un principio la masa estará muy pegajosa, así que se puede añadir más harina si es necesario. Hacer esto durante unos diez minutos (como si se jugara con plastilina) hasta que la masa se quede suave y elástica, pero no pegajosa.

5. Colocar la masa en el recipiente grande, cubrirla con la toalla de cocina y dejarla reposar a temperatura ambiente por unas dos horas (en ese tiempo se puede preparar el relleno). Dependiendo de la temperatura, en ese tiempo o menos la masa duplicará su tamaño y se pondrá suavecita, como el Playdoh.

6. Apretar la masa con el puño, sacarla del recipiente y amasar de nuevo hasta que se ponga muy, muy suave y flexible. Es improbable que a este punto la masa se pegue a la superficie o los dedos pero si esto ocurre no hay problema; se puede añadir más harina.

7. Formar un rollo con la masa, y cortarlo en unas dieciséis partes iguales con el cuchillo.

8. Con la ayuda del rodillo, aplanar cada parte y hacer un círculo de unos 8 a 10 centímetros de diámetro.

9. En medio de cada círculo, poner una cucharada grande del relleno y doblar los círculos como si uno estuviera envolviendo un regalo o un itacate. Pellizcar la masa para cerrarla muy bien y colocar cada bollito en un cuadro de papel aluminio.

10. Si se cuenta con una vaporera de bambú y un wok, poner un poco de agua en éste y colocar arriba la vaporera destapada. Si su vaporera es de metal, simplemente hacer lo mismo con la parte de abajo. Cuidar que el agua no llegue al fondo de la vaporera. Poner en la estufa y encender la llama.

11. Cuando el agua suelte vapor, colocar algunos de los bollitos dentro de la vaporera (no demasiados porque van a crecer; dejar distancia de unos tres a cinco centímetros entre cada uno). Tapar la vaporera y cocinar durante unos quince a veinte minutos; preparar así todos los bollitos.

12. Se puede saber que los bollitos ya están cocidos cuando huelan muy bien y porque, al pellizcarlos, tendrán la consistencia de la miga de pan blanco (hay que hacer esto con un tenedor ya que los dedos se pueden quemar con el vapor).

13. Vigilar muy bien que el agua no se haya evaporado; de ser así, sólo hay que añadir más al wok o vaporera. Cuando se quite la tapa, hay que hacerlo con cuidado para no mojar los bollitos.

A continuación, mi relleno favorito:
  • 250 gramos de carne de res molida
  • 3/4 de taza de apio, finamente picado
  • 1/2 taza de cebolla finamente picada
  • 3/4 de taza de champiñones picados
  • Sal y pimienta al gusto
  • 3 cucharadas de salsa de ostión
  • Aceite o spray para cocinar

1. Poner un poco de sal y pimienta a la carne cruda. Añadir la salsa de ostión y amasar un poco con las manos. 2. Poner un poquito de aceite o spray en un wok o sartén y calentarlo un poco. Añadir la cebolla y freír hasta que quede transparente. 3. Añadir la cebolla a la carne y regresar al fuego. Cocinar un minuto a fuego lento, poner el apio y los champiñones y seguir cocinando esta vez a fuego alto, moviendo con la palita hasta que la carne esté bien cocida pero el apio siga crujiente. Listo. Usar esta mezcla para rellenar los bollitos.

Algunos tips más: - Se puede cocinar tantos bollitos como quiera uno y refrigerarlos para después; se pueden calentar en microondas. Aun mejor, se puede conservar un poco de masa cruda lista para hacer más bollitos (previo amasado maniático).

- Otro truco: los bollitos se pueden tostar en una plancha (sin aceite) para que adquieren un hermoso color dorado.



lunes, septiembre 22, 2008

Receta: Ensalada danesa de frutas

©Cooking Mama, del juego homónimo de Office Create, publicado por Majesco para Nintendo DS.

Una auténtica delicia escandinava y mi postre favorito; muy refrescante para el verano aunque suelo prepararla para Navidad. La receta me la proporcionaron, hace años, dos compañeras de Dinamarca. No hay que asustarse con la extraña combinación de sabores y texturas. Pruébenla. Sabe a gloria.

Ingredientes (para unas diez porciones):

Ensalada:

  • 3 manzanas verdes o amarillas
  • 2 kiwis
  • 1 taza de fresas
  • 1 lata de duraznos en almíbar (de unos 400 gramos, peso neto)
  • 1 lata de coctel de frutas (mismo tamaño)
  • 100 gramos de chocolate con leche en trocitos (el granillo de chocolate y los mini kisses, por ejemplo, funcionan).

Aderezo:

  • 1/2 litro de crema para batir
  • 6 yemas de huevo
  • 6 cucharadas de azúcar o el mismo número de sobres de endulzante de bajas calorías

Herramientas:

  • Ensaladera grande de plástico
  • Cuchillo afilado
  • Cuchara sopera
  • Pelador
  • Batidora manual o eléctrica
  • Recipiente para el aderezo

Procedimiento:

1. Lavar y pelar las manzanas, desinfectar las fresas, extraer la pulpa del kiwi (la forma más sencilla es cortarlo a la mitad y pasar una cuchara entre la pulpa y la piel). Vaciar el almíbar de las frutas enlatadas.

2. Cortar las fresas en cuartos y el resto de la fruta en cuadritos de un centímetro de lado aproximadamente. Echar todo a la ensaladera según se vaya cortando. El coctel de frutas, una vez colado, puede añadirse tal y como está.

3. Agregar el chocolate en trocitos y revolver bien toda la fruta.

4. Separar las yemas de huevo (las claras se pueen guardar durante unos días para preparar omelette) y colocarlas en un recipiente aparte.

5. Añadir el azúcar o endulzante y mezclar con batidora o molinillo de mano hasta que se disuelva bien.

6. Agregar la crema y batir bien.

7. Vaciar el aderezo sobre la ensalada y mover hasta que todo quede cubierto. Refrigerar antes de servir.



viernes, agosto 01, 2008

Receta: Rollo California vegetariano

©Cooking Mama, del juego homónimo de Office Create, publicado por Majesco para Nintendo DS.

Para cerrar nuestra primera semana del sushi, presentamos una receta accesible al bolsillo y al paladar: el rollito California en versión vegetariana. ¿Por qué tal? Bueno, hay dos razones: la primera, que la idea de comer pescado, y menos crudo, como se sierve en algunas clases de sushi, no le resulta agradable a muchas personas (poco a poco iremos conquistando el paladar, ya verán); y, la segunda, una servidora es muy supersticiosa y se cree a pies juntillas eso de que no se debe comer pescado ni mariscos en los meses que no tengan “R”. Estamos en agosto, lo que significa que en septiembre se levanta la superstición. Aunque no lo parezca, es muy razonable: los meses sin R, que son mayo, junio, julio y agosto, son los más calurosos en el hemisferio norte, y nada garantiza que los productos del mar que consigamos en este tiempo sean realmente frescos a menos que vivamos en la costa. En las siguientes semanas, presentaremos sushi con mariscos y otros ingredientes.

Espero que se hayan divertido, y que disfruten de su platillo.


Ingredientes (para dos rollitos medianos):
  • 1 taza de arroz preparado para sushi.
  • 2 hojas de alga marina tostada (nori).
  • 1 pepino (el europeo es mejor porque tiene menos semillas).
  • 1 aguacate maduro pequeño.
  • 1 cajita chica de queso crema.
Herramientas:
  • 1 mantelito (esterilla) de bambú (makisu). Se puede usar también un mantel individual común de plástico, pero el instrumento original es mucho más cómodo y se puede hallar muy barato en tiendas de autoservicio.
  • 1 cuchara.
  • 1 cuchillo muy afilado
  • 1 cuenco lleno a la mitad de agua purificada con un chorrito de vinagre blanco.
  • 1 charola o platón.
  • 1 tabla de cortar.
  • Plástico transparente autoadherible.
  • Servilleta o toalla de cocina.
Procedimiento:

1. Cubrir el makisu o mantel con plástico transparente; es a prueba de errores e impide que nuestra herramienta se ensucie si los ingredientes y el arroz se derraman.


2. Lavar muy bien el pepino (pelarlo es opcional) y cortarlo a lo largo, a la mitad. Con la cuchara, raspar las semillas (y comérselas). Cortar cada mitad en rebanadas delgadas


3. Cortar medio aguacate en lajas delgadas y retirar la cáscara de cada una.


4. Cortar el queso en barritas de poco menos de medio centímetro de espesor aproximadamente.


Una vez dispuestos los ingredientes del relleno en la charola o platón, viene la prueba de fuego. Hagámoslo fácil con este instructivo de...


El enrollado paso a paso


1. Colocar el makisu abierto en una mesa, frente a uno. Encima, poner una hoja de alga nori, con el revés hacia arriba (¿cómo distinguir el derecho y el revés de una hoja nori? Fácil: el derecho es más liso y brillante y el revés un poco más rugoso).

2. Humedecer las manos en el cuenco de agua con vinagre para que el arroz no se pegue a los dedos. Hay que mantener las manos húmedas, no mojadas, cuando se manipula mucho el arroz.

3. Tomar una porción de arroz del tamaño de un huevo pequeño (más o menos una media taza).


4. Extender el arroz sobre dos tercios de la hoja nori. No hay que presionarlo (eso se hace después). Para no salirnos del alga, podemos ayudarnos cercando los bordes con el dorso de una mano. La cantidad adecuada de arroz es la que cubre el alga pero permite que se vea abajo.


5. A unos dos centímetros del extremo más cercano a nosotros, hacer con el dedo un surco en el arroz (esto evitará que los ingredientes se muevan mucho).

6. Colocar los ingredientes a lo largo del surco (para un rollo vegetariano, bastan unas dos barritas de queso, dos o tres lajas de aguacate y dos a cuatro tiras de pepino). Es mejor poner los ingredientes pegajosos primero y cubrirlos con los otros.


7. Levantar el borde del mantel con los pulgares y comenzar a enrollar, sosteniendo los ingredientes con los demás dedos, en dirección contraria a uno. A medida que se enrolla, ir comprimiendo suavemente el rollo, de adentro hacia afuera y viceversa.

8. Una vez se llega a la parte de la hoja que no tiene arroz, desenrollar el mantel. Jalar el rollo hacia uno, pasar un dedo humedecido en agua con vinagre por el borde de la hoja nori. Terminar de enrollar con el makisu.

9. Si los ingredientes amenazan con desbordarse por los extremos del rollo, es que hemos puesto demasiados. Devolverlos a su sitio con golplecitos, o cortar los sobrantes.


10. Colocar el rollo terminado en la tabla. Humedecer la servilleta o toalla, pasarla por la hoja del cuchillo y rebanar el rollo, en movimientos suaves de adelante hacia atrás, en seis u ocho partes, cuidando de limpiar y humedecer la hoja del cuchillo en cada corte.
Podemos ayudarnos para todo el proceso de esta imagen.

11. Servir acompañado de salsa, wasabi y jengibre al gusto.



jueves, julio 31, 2008

Receta: Salsa para sushi estilo Jalisco

©Cooking Mama, del juego homónimo de Office Create, publicado por Majesco para Nintendo DS.


Si visitan algún restaurante de comida japonesa en Guadalajara, de seguro le servirán el sushi con esta deliciosa salsa. No podría asegurarlo (no he estado en todas partes), pero creo que este sabor se ha extendido ya por todo México.
La salsa de soya con jugo y cebollita cambray fue invento del chef japonés K. Matsumoto, que, cuando vino a residir a México (primero a Hermosillo, Sonora, y después a Guadalajara), observó el gusto de los mexicanos por las frutas cítricas. Es una variante sabrosísima de la soya tradicional, y se puede utilizar en toda clase de platillos.



Ingredientes (para aproximadamente taza y media):
  • 1 taza de salsa de soya.
  • 1/4 de taza de jugo de limón.
  • 1/4 de taza de jugo de naranja.
  • 1/8 de taza de vinagre de arroz o manzana.
  • Para servir, cebollitas de cambray, delgadas, rebanadas finamente de la cabeza al rabo

Herramientas:

  • Recipiente de plástico o vidrio para mezclar y guardar la salsa.
  • Palillos para agitarla.

Procedimiento:

1. Fácil: Vaciar todos los ingredientes en el recipiente y agitar bien.

2. Servir en un platito con las cebollitas de cambray al gusto.

miércoles, julio 30, 2008

Receta: Arroz al vinagre (para sushi)

©Cooking Mama, del juego homónimo de Office Create, publicado por Majesco para Nintendo DS.

Aquí tienen la receta básica del sushi: el arroz al vinagre o shari. Recuerden, no la preparen todavía. Esperen al fin de semana cuando tendremos todo lo necesario para nuestro primer rollito.


Ingredientes (para unos tres rollitos medianos o de cinco a seis bocadillos):
  • Dos tazas de arroz blanco (gohan).
  • Dos cucharadas de vinagre preparado para sushi (se consigue fácilmente en tiendas, o se puede elaborar en casa disolviendo un cuarto de cucharadita de azúcar y media cucharadita de sal en dos cucharadas de vinagre de arroz o manzana).
Herramientas:

  • Recipiente amplio de plástico o de madera sin barnizar para el arroz (jamás usen uno de metal, porque altera el sabor del vinagre).
  • Palita de madera para mezclarlo.
  • Abanico, pedazo de cartón, revista, cuaderno... cualquier cosa que sirva para echar aire.
Procedimiento:

1. Preparar el gohan como se especifica en la receta, pero, muy importante, dejarlo en remojo una media hora en el agua en la que se va a cocinar para que quede más blando y pegajoso. Si es posible, utilizar arroz de grano corto, como el calrose o el morelos.

2. Poner el arroz recién hecho en el recipiente amplio. Verter el vinagre uniformemente.


3. Con el abanico (o alguno de los sustitutos) en una mano comenzar a enfriar el arroz, al tiempo que se mueve, muy despacio y con cuidado de no aplastar los granos, con la palita de madera. Continuar hasta que el arroz deje de echar vapor.


Es todo; nuestro arroz al vinagre está listo para utilizarse en cualquier variedad de sushi que queramos.


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