martes, julio 28, 2009

En la oscuridad

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El fin de semana antepasado, mi amiga Mary del Cuarteto Nausicäa nos invitó al Capitán y a mí a una exposición itinerante, Diálogo en la Oscuridad, en el museo Trompo Mágico de Guadalajara.

Diálogo en la Oscuridad es creación del doctor alemán Andreas Heinecke y se trata de una probadita al mundo de la ceguera. Los visitantes, armados sólo con un bastón blanco y voces, se meten a una serie de cuartos en completa, espesa oscuridad, para explorar entornos construídos (en este caso fue el de un bosquecito, una calle, un mercado, un muelle del lago de Chapala y una cafetería). Nuestros guías durante este periplo son personas ciegas (no invidentes, ni débiles visuales, ni discapacitados: ciegos; al principio del recorrido se nos pide que no le tengamos miedo a la palabra) para quienes este extrañísimo mundo es el pan nuestro de cada día, y a quienes confiamos nuestros torpes pasos.

Al comenzar, una servidora tuvo una sensación casi, casi de pánico; cuando la puerta de entrada se cierra y no queda el más mínimo rastro de luz, se siente como si uno estuviera encerrado en un sitio pequeñísimo aunque en realidad hay espacio más que suficiente. Después, y siempre con el bastón por delante, uno se dedica a explorar, tocar, adivinar. Si bien en un principio mi mayor miedo era el de cometer alguna tontería, como tropezar, perderme o golpear a la persona de enfrente (muy pronto el “enfrente”, “delante” o “atrás” perderían todo sentido), he de confesar que me adapté con bastante rapidez al entorno. En minutos, sentí el bastón como una extensión de mi brazo, y comencé a utilizarlo sin ningún miedo. Abrí los oídos muy bien y no cometí una sola indiscreción. ¡Vaya!

Mary fue nuestra guía principal (había solicitado trabajo permanente en la exposición, pero se lo negaron porque tiene compromisos inesperados con su otra banda, Radaid) y lo hizo muy bien; a lo largo del recorrido nos encontramos con varias personas más (el supuesto capitán de una supuesta barca que nos daría una vuelta por el lago de Chapala, los empleados de la cafetería). Era muy, muy sencillo olvidar que ahí estábamos todos en igualdad de condiciones, que ellos no veían más que nosotros, y, sin embargo, podían encontrar nuestro brazo para ayudarnos a subir a la barca (la cosa ésa se movía como si de verdad flotara en el agua, y cuando se me ocurrió hacer la maldad de picotear lo que hubiera por la borda con mi bastón, éste salió mojado), y no tuvieron mayor problema para prepararnos un café, tomar nuestro dinero y devolvernos el cambio exacto.

El Capitán aprovechó la oscuridad para plantarme un par de besos apasionados (nunca nos besamos en público) pero algunas viejas costumbres no cambian; ni la oscuridad le impidió que, en la cafetería, simplemente tomara su gansito helado y saliera huyendo, mientras que una servidora se quedaba atrás con el compromiso de pagar y palpando para encontrar el pastelito que faltaba. Creo que a manera de dulce venganza hubiera sido divertido decir: “¿Uh? No, eso nunca pasó” cuando, más tarde, me mencionó los besos. Je, je, je...

Como sea, la experiencia fue un verdadero descubrimiento, una llamada de atención y hasta cierto punto muy disfrutable. Pero fue la mamá de Mary, a quien nos encontramos al final de otro recorrido, quien puso en claro la razón de esto último: porque duró nomás un ratito (hora y cuarto para ser exactos). Otra cosa sería si esa condena de oscuridad fuera permanente e irreversible. Como sucede, en la vida real, para muchas personas.

Si me ocurriera, quién sabe... definitivamente que echaría de menos mis libros y mis videojuegos y mis labores manuales, pero, ¿podría sobrevivir? Alguna vez, cuando estaba en sexto de primaria, mi grupo tuvo que escribir un mini ensayo sobre cuál de los sentidos eligiríamos conservar si tuviéramos que perder todos los demás, y por qué.

Una servidora desechó la vista tras medir un poco las consecuencias, y después el oído, al pensar que la música podría llegarme por vibraciones; tras un rato, tomé la insólita decisión de conservar el gusto, pues creí que, todo con todo, no podría sobrevivir sin el delicioso sabor del chocolate, las frutas y la comida de mi mamá. La maestra me regañó, y también a todos mis otros compañeros que no hubieran privilegiado la vista por encima de los otros cuatro sentidos. Cosa curiosa, porque hay gente que nace sin vista y sin oído y algunos animales que no los tienen lo al menos cargan con serias deficiencias en ellos, y se las arreglan.

Igual, lo verdaderamente terrorífico es lo que dijo el autor de Homo Videns, Giovanni Sartori; que si el antiguo homo sapiens va a terminar sustituído por una nueva especie humana que va a analizar, captar y aprender con la vista lo que antes hacía con el cerebro. Y entonces sí, trífidos para qué los quiero.

Diálogo en la Oscuridad es una experiencia que nadie debería perderse; se puede consultar el sitio oficial para ver dónde puede visitarse; por ahora se encuentra, entre otros sitios, en una de mis ciudades favoritas, Dublín.

viernes, julio 24, 2009

De nuevo vamos al radio

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Caricatura cortesía de Fenrier (y su Deviant). ¡Gracias!

Va de nuevo... El sábado pasado por fin Alphanubis y una servidora hablamos sobre los videojuegos por radio, y aunque la verdad fue que no salimos de la historia de las consolas y blah blah blah, al parecer gustamos lo suficiente para que nos volvieran a invitar. Así que si fuera posible, aunque ya nos comentaba Izcoatl que la transmisión por internet deja mucho que desear, me daría mucho gusto que volvieran a acompañarnos, a las once de la mañana, tiempo del centro de México, por Radio Fórmula.

Vic tuvo una buena idea sobre convertir el asunto en podcast, y tal vez se pueda hacer, si lo grabó alguien. Aunque no quedé del todo satisfecha la semana pasada... estuvo divertido, pero a mi punto de vista nos entretuvimos demasiado en pocos temas y le faltó un poco de polémica al asunto. Además, creo que mi buen Alphanubis acabó robándome cámara... es decir, micrófono, je, je, je... pero, ¿qué le vamos a hacer? Siempre ha tenido un carisma impresionante a la hora de hablar, un sentido del humor espontáneo y genial, y cuando narra las cosas lo tiene a uno muerto de la risa o en completo suspenso (depende, claro, de la historia que se cuente. Si por angas o por mangas tuvieran que ver una película mala, llévense a Alphanubis y les aseguro que ni siquiera lamentarán haber pagado el boleto). Cuando le comenté a Fabián de Loza, el conductor, que tal vez no podría presentarme el siguiente fin de semana, me dijo que no importaba, pero que por favor le mandara a Alphanubis. Grrrrr... ¡estoy celosa!


Voy a ver si podemos hacer un podcast de esta segunda sesión, o si la transmisión por internet funciona un poquito mejor; pero si están en Guadalajara o algún lugar cercano y pueden oírnos en el 1280 de su radio, llámenos, envíen saludos, hagan preguntas... todo lo que gusten. Por allá nos vemos.

jueves, julio 23, 2009

Buena suerte

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Ayer, mis dos preciosos gatitos negros, S. y su hermanita M. (nombres temporales) partieron por fin a su nuevo hogar. Estoy contenta porque conseguimos, como era el propósito inicial, que permanecieran juntos, y porque en su residencia permanente los espera una vida larga, plena y feliz, mucha diversión y excelente trato.

Con todo, ésta es también la primera resquebrajadura de corazón que sufrirá una servidora en la temporada que viene; mi espero comprensible reacción inmediata es sentir que mi enorme y bien organizada familia felina se irá desprendiendo pétalo a pétalo de mi lado. Yo sería pésima como madre de humanos (y para ser sinceros, me vale), porque, aunque creo que no me costaría trabajo asumir cuestiones como la independencia de los hijos, su libertad y etcétera, no me faltaría un gusanito casi casi permanente que mordisqueara mi espíritu con un montón de preguntas abiertas sobre que si de verdad a medio mundo no le iría mejor bajo mis alas, por otro lado no tan seguras. Muy chocante de imaginar: Brittney Spears bajo mis alas. La cámara de diputados bajo mis alas. Corea del Norte bajo mis alas. La política internacional bajo mis alas. La economía nacional muy cerca de mi pico.

Como sea, no puedo encargarme de todo el mundo, al igual que tampoco sería fácil, ni conveniente, conservar a dieciséis gatitos, por mucho que los quisiera, en la casa de ustedes. Así que por el momento lo que quiero es rezar con mucha fuerza por que a S. y a M. les vaya muy, muy bien; después de todas las privaciones y peligros que pasaron, la verdad se lo merecen. A M., que se ha puesto muy bonita con sus ojotes amarillos, la piel atigrada muy suave y la cara redonda y vivaz, la acuné unos minutos antes de meterla en su jaula de transporte, y le susurré que tendría que ser ahora mutua la promesa con la que la recogí, a ella y a su hermano: que nunca más tuviera que llorar, que nunca se le oyeran esos maulliditos que partían el alma, como el día que los hallé.

Me dijeron hoy que ni ella ni S. lloraron en el camino, que se portaron muy bien y que comieron lo suficiente al llegar a su casa. Todavía tendrán que adaptarse a su nuevo entorno, pero las cosas pintan bien para ellos. Eso es lo que más deseo.

viernes, julio 17, 2009

AHORA SÍ: Hablemos de videojuegos en Radio Fórmula

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Caricatura cortesía de Fenrier (y su Deviant). ¡Gracias!

Bueno, la entrevista por radio de la que les comentaba el otro día, y que terminó suspendiéndose, se llevará a cabo, AHORA SÍ, mañana sábado, misma hora (11:00 a.m., del centro de México) y misma estación (1280 de AM, Radio Fórmula). El tema es el mismo, la misma información... y, ¿qué creen...? Esta vez SÍ estoy nerviosa... y no entiendo por qué.

Muchísimas gracias a todos por haber enviado palabras de aliento en el post anterior. Estuve preguntando, y me temo que el programa no se podrá transmitir por internet. Pero veremos si puede hacerse algo todavía...

Por lo pronto, si están en Guadalajara o cerca, llamen, envíen saludos y pregunten lo que quieran... Alphanubis y yo vamos a hacer nuestro mejor esfuerzo.

jueves, julio 16, 2009

Receta: Arroz frito (yakimeshi)

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©Cooking Mama, del juego homónimo de Office Create, publicado por Majesco para Nintendo DS.

Cuando uno anda a dieta o por el estilo, suele huír de cualquier clase de comida que lleve “frito” junto el nombre... y al menos en el caso de este sabrosa variante de la variante japonesa de cierto platillo chino que apenas lleva grasa, es un error. Eso sí: para que este manjar sea, además de rico, muy nutritivo, lo importante es ponerle prácticamente la misma cantidad de verduras que de arroz. Eso también mejorará la presentación y el sabor.


Ingredientes (para dos porciones):
  • 2 tazas de arroz blanco (gohan)
  • 2 zanahorias pequeñas o una mediana
  • 2 varas de apio
  • Media cebolla blanca
  • 4 champiñones medianos (o 6 chicos)
  • 1 huevo
  • 2 cebollitas de cambray delgadas, con todo y el rabo
  • Pimienta molida
  • Salsa de soya, su favorita (va en serio. En otras recetas, sobre todo si voy a hacer mezclas, utilizo alguna salsa que sea económica y de buen sabor, sin mucha sal; pero si se trata del yakimeshi, donde el sabor de la soya se impone, prefiero utilizar mi preferida, aunque gaste un poco más en la cocina).

Herramientas:

  • Sartén amplia o plancha
  • Palita o cuchara de madera
  • Cuchillo bien afilado
  • Pelador de verdura
  • Recipientes para la verdura y el arroz
  • Tabla de cortar
  • Servilletas de papel (opcional)
Procedimiento:

1. Preparar el arroz blanco como se especifica en la receta, con el tipo de arroz que prefieran. Dejar enfriar un poco (se puede mientras tanto arreglar los otros ingredientes) y, cuando la temperatura permita manipularlo, salpicar con un poco de pimenta y revolverlo con las manos húmedas, con cuidado de no aplastarlo o romperlo. Lo ideal (se puede aspirar aunque no se logre a la perfección): que cada grano de arroz lleve una motita de pimienta.

2. Lavar muy bien toda la verdura. Pelar las zanahorias, cortar las hojas del apio y la mitad del tallo de los champiñones.

3. Picar la cebolla, las zanahorias, el apio y los champiñones en trocitos pequeños. Un paso a paso rápido: La zanahoria se corta en láminas delgadas a lo largo, y después en tiras (tipo juliana); luego, a lo ancho, se corta en cuadritos. El apio se corta a lo largo, y luego a lo ancho igualmente. La mitad de la cebolla en gajitos, y luego al través. Finalmente, los champiñones se parten en rebanadas, primero un lado y luego al contrario. Ahora, si pueden conseguir un procesador de alimentos de ésos que pican todo de un tirón, mucho mejor; yo me muero por uno.

4. Colocar toda la verdura revuelta en un recipiente. En la tabla de cortar, rebanar las cebollitas cambray, el rabo incluso, y reservar.

5. Rociar la sartén o plancha con spray, o engrasarla con una servilleta empapada de aceite (muy poca grasa, recuérdenlo). Echar ahí las verduras, menos la cebollita de cambray, y sofreír a fuego alto por unos minutos, hasta que suelten aroma y queden todavía crujientes.

6. Romper el huevo sobre la verdura, esparcirlo lo más posible y cubrir bien. Mover hasta que el huevo esté cocido.

7. Hacer un hueco en la verdura, y echar ahí el arroz condimentado. Revolver bien con la verdura, cocinar un minuto y rociar con un poco de salsa de soya, lo suficiente como para que el arroz tome un bonito color tostado (más o menos un cuarto de taza es suficiente, aunque se puede variar al gusto). Cocinar dos minutos más, o hasta que la salsa haya penetrado bien en el arroz.

8. Apagar el fuego, e inmediatamente esparcir sobre el arroz la cebolla de cambray. Revolver justo antes de servir, y todo listo.

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jueves, julio 09, 2009

Hablemos de videojuegos en Radio Fórmula

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Caricatura cortesía de Fenrier (y su Deviant). ¡Gracias!

Si viven en Guadalajara, Zapopan o cualquier municipio vecino y tienen tiempo de encender el radio el próximo sábado en la mañana, me daría mucho gusto que lo hicieran. Mi amigo Alphanubis y una servidora estaremos como invitados en el programa Once Radio, que conduce Fabián de Loza.

Se trata de un programa enfocado a la educación y que, me comentó Fabián, tiene a muchos papás como audiencia, así que espero que el tema que vamos a tratar (los videojuegos) resulte interesante y tal vez pueda levantar alguna que otra controversia. ¡Así es más divertido!

Así que si les es posible, escúchenos, llámenos, mándenos saludos, háganos preguntas que nos metan en dificultades... todo lo que quieran.

La cita es a las once de la mañana, hora del centro de México, en el 12:80 de A.M. No estoy segura si el programa se transmitirá también por internet pero aquí está la página de la estación. Les platicaré después cómo nos fue.

Gracias y ojalá puedan acompañarnos.



NOTA DEL SÁBADO 10 DE JULIO:

Muchísimas gracias a todos los que nos echaron porras y nos desearon suerte... y espero que lo que ocurrió no sea demasiado molesto. Resulta que nos cancelaron el programa, a apenas hora y media de que fuera a empezar. La próxima semana se supone que el programa sí se realizará, pero de cualquier forma lo confirmaremos por aquí mismo, y sirve que de paso me entero si habrá alguna forma segura de escucharlo por internet.

Gracias a todos por su paciencia, y les pido una disculpa.

lunes, julio 06, 2009

Ailurofilia

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Los gatitos que nacieron en casa de una servidora cumplieron ya un mes. No han dejado de crecer (aunque uno de ellos, la hermanita menor, nació demasiado pequeñita y anda un poco atrasadilla... le damos casi todos los días una mezcla nutritiva y pone la misma cara que los niños cuando los obligan a tomar aceite de bacalao), y poco a poco van perfeccionando sus pasitos inseguros. En otras palabras, han empezado a invadir la casa, a pelearse en los rincones y hacer travesura y media. Algunos ya están aprendiendo a utilizar su cajita de arena; otros todavía no entienden. Lo que aún no termina de entrar en sus duras y adorables cabecitas es que no es necesario sumergirse en el plato para comer, ni volcar el bebedero para tomar agua, y que si se mojan las patas justo antes de ir a la caja de arena no va a ocurrir nada bueno.

Pero bueno... muy pronto los gatitos estarán listos para ir a nuevos hogares (pormenores de adopción más adelante) pero mientras tanto... resulta que no son los únicos.

Un poco después de que nacieran (esto no lo conté) el Capitán y yo encontramos otros dos michitos, negros y jaspeados, hermano y hermana, abandonados en una casa en ruinas cerca del centro de la ciudad. La hermanita era un esqueleto con cabeza de gato cubierto de pelaje áspero y sucio, y lloraba porque quería alcanzar a su hermano, que estaba del otro lado de la calle (una calle bastante transitada, incluso en domingo, por donde pasan a toda velocidad las rutas de transporte público. Los choferes de los autobuses urbanos de Guadalajara tienen una muy merecida fama de salvajes, y se lleva un registro de sus víctimas humanas al año. ¿Cuántos animalitos no se habrán llevado también?) La llamé, y como era muy arisca, decidimos pasar de largo. Cambiamos de opinión cuando la gatita se atravesó la calle delante de un automóvil que no se iba a detener.

Con bastante trabajo (que le costó incluso un buen mordisco que se infectaría de cualquier manera; así sucede con los gatos), el Capitán atrapó a la hermanita. Teníamos todas las buenas intenciones de llevar también al hermanito, pero tras más o menos una hora de fracasos el Capitán dijo que, como éste se veía más experimentado y crecido, tal vez tendría mayores posibilidades de sobrevivir. Pero yo le contesté que los dos se veían tan unidos que de seguro el hermano se volvería loco buscando a la hermanita, así que decidimos seguirlo intentando. Finalmente lo capturé. Tuve suerte o no sé; en el momento en el que le puse la mano encima y se volvió para morder y arañar, le dije ¡quieto!, y el animalito se paralizó.

Tuvimos a los gatitos negros en una buhardilla de la azotea un rato, pero como después tuvimos que desocuparla, los bajamos al cuarto donde conservábamos a los gatitos pequeños y a su madre E.M. Durante un tiempo estuvieron dentro de una jaula, porque teníamos miedo de que fueran a pelearse con la gata o a hacerle daño a los gatitos. Pero los pobres odiaban estar encerrados; tiraban su agua, rompían los periódicos que les había puesto para mantener limpio el piso, tiraban la comida, regaban su arena. Así que un día decidí soltarlos para ver que pasaba. Como era natural, se pusieron a gruñirle a la gata y a los pequeños desconocidos. Y cuando traté de capturarlos para de nuevo ponerlos en la jaula, se escurrieron y una servidora ya tenía que irse al trabajo. Mala pata.

Cuando regresé para ver cuántas tragedias tendría que reportarle al capitán, me encontré una escena interesante: el hermano mayor, que siempre fue más desconfiado de la parejita, espiando bajo un mueble... y su hermanita, más llenita, lustrosa y suave tras unas semanas de buena alimentación y descanso, jugando con los gatitos a arrastrar un trapo de limpieza como si fuera una presa. La mamá gata pasó como si nada, le jaló la oreja a la negrita y le dio suavemente con una garra en la cara; la negrita no retrocedió y pareció aceptar la reprimenda. Y no fue sino hasta la noche cuando me di cuenta de lo que había pasado: la bondadosa E.M. había invitado a los dos gatitos negros a formar parte de la familia. En la caja donde se echa a amamantar, alimentaba a ocho gatitos en lugar de seis. Y ahora, aunque los negritos siguen muy unidos, se divierten mucho con sus nuevos hermanitos sin que importe la diferencia de tamaño, se dejan perseguir por ellos, se ponen, ay, a derribar objetos para que todos puedan tener algún juguete en el momento que quieran. No, no me voy a quejar. Así sucede cuando uno tiene gatitos pequeños en la casa. Sobre paciencia y tolerancia, para variar ha sido E.M. la que me ha enseñado, nomás por repetir el cliché de que los humanos tenemos mucho que aprender de los animales.

Varios de los gatitos ya tienen casa probable; tratamos de que se adopte a los negritos juntos. E.M., previa esterilización, se irá a vivir a la casa de un alumno de mi hermana. Nuestros gatos propios, que ya están acostumbrados a que a sus amos les gane el corazón de mantequilla y lleven nuevos y molestos amiguitos a la casa, volverán a tener el ciento por ciento de nuestra atención. Nuestra perrita C., que está obsesionada con los gatitos y trata siempre que puede de olisquearlos, lamerlos y jugar con ellos, de seguro se entristecerá. Yo también. Pero esto es parte de todo el proceso, y lo entiendo. Lo único que espero y deseo es que cada gatito del mundo tenga un hogar seguro y feliz, y a ello estamos poniendo nuestro grano de arena.

Links a las fotos tamaño grande:

viernes, julio 03, 2009

Nevermore

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Olviden ustedes a Farrah Fawcett, Michael Jackson o Manuel Saval. Creo que la pérdida de la semana ha ocurrido por otro lado, y me temo que ha sido los suficientemente dolorosa y repentina como para que una servidora no sepa ni siquiera cómo empezar a hablar de ello.

Un colega blogger, el Cuervo López, de Argentina, falleció el fin de semana pasado. Era uno de los mejores amigos del Capitán Quasar; aunque nunca llegaron a verse en la vida real, conversaban casi todas las noches (y si una persona ajena a su relación los hubiera escuchado, lo más probable es que pensara que ambos se odiaban mortalmente por tanta lindura que se ponían a intercambiar... insultos mutuos a sus nacionalidades y cuestionamientos a su respectiva sexualidad, entre otros. Pero es que así es el Capitán Quasar... se mete a messenger a decirle cosas horribles a personas que realmente le importan). Y cuando la cosa estaba en serio, se ponían serios. Así nada más.

El blog del Cuervo (pueden ustedes hallar el link en mi lista, aquí a la derecha) era básicamente de música clásica; él tenía una colección impresionante que sin ningún empacho compartía en la red. Su autor favorito era Mahler, al que una servidora conoció por la recomendación de un amigo, Mordeus, que me dijo que “hacía música como de ciencia ficción”. Los discos de Mahler son carísimos, al menos en México, así que le agradecí infinitamente al Cuervo que los pusiera en su sitio. Sobre todo las varias versiones de la sinfonía número 8.

Pero igual publicaba textos de todas clases, suyos o de sus amigos; cuando supo que era lingüista y que me interesaba Tolkien, me invitó a colaborar con un par de escritillos. Y así de amable era que me consiguió dos libros sobre Tolkien, uno de ellos recomendado por el autor Joseph Pearce, que en México eran imposibles de hallar. Si hay algo que siento más en este preciso momento es que nunca le devolví el favor. Jamás le he echado tantas maldiciones a mi estúpida manía de dejar las cosas para después.

El Capitán y el Cuervo compartían el mismo nombre, la misma incurable mamitis y el gusto por el cine. Casi parecía que los hubieran cortado con la misma tijera, salvo por las diametralmente distintas preferencias musicales (el Capitán y su espantoso pop ochentero). Pasadas las diez de este hemisferio los oía conversar, o más bien, oía los teclazos del Capitán, y una risita peculiar que soltaba siempre que platicaba con el Cuervo.

Un día, el Cuervo desapareció. Pensamos que, como sucede a veces, algún amigo se harta de la red y se toma unos meses de aislamiento para aspirar un poco de aire libre de tecnología; ahora veo bien lo importante que pueden llegar a ser esas ausencias, y que con la época en la que vivimos hay que tomarse la libertad de cuestionarlas, porque más vale invadir la privacidad de un amigo que enterarnos después de que tuvo problemas. Como ahora. Jamás nos imaginamos que el Cuervo estaba enfermo de gravedad.

Va a ser muy difícil acostumbrarse a la idea de que ya no está aquí. Curioso que sea de esta manera, que uno haya tenido la impresión de escuchar a alguien sin haberlo escuchado en la vida real, que no haya tocado más de esa persona que una tarjetita manuscrita, y el vacío se sienta de todas formas. Después de que el Cuervo dejara de entrar a messenger, ya no volví a oír aquella risita del Capitán. Y ahora sólo puedo pensar que no volveré a oírla nunca más.
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