viernes, julio 30, 2010

Reseña de libro: El Rey Demonio



El Rey Demonio
Cinda Williams Chima
Ediciones Bibliópolis


Lo bueno: Los personajes y el entramado.

Lo malo: El precio y algún que otro cliché.

Lo que ya me esperaba: Va a ser una trilogía o algo así

Sugerencia de título: Los ricos (y los magos) también lloran.


Calificación: * * *

En estos últimos años, ya es raro que alguien que lea fantasía (y que no sea fan de Harry Potter) llegue muy entusiasmado por un título nuevo que acaba de hallarse. Mucho más raro es que una servidora vaya tras la finta, encuentre algún elemento atractivo en la portada y decida aprovechar que los libros están a seis meses sin intereses en cierta tienda departamental. Luego ocurre, eso sí, que, tras llegar a casa, una servidora abre el nuevo libro de fantasía, pasa algunas páginas y exclama “¡oh, no! ¡Otra historia de mocosos!”. Pero el asunto sigue siendo raro cuando una termina el libro con un suspiro de satisfacción.

El Rey Demonio, de Cinda Williams Chima (una autora de quien en la vida había oído hablar una servidora) tendría todo para convertirse en el libro juvenil del momento. Salvo porque no lo tiene, y ello podría ser una ventaja. ¿Cómo está eso? Ajá, los personajes principales son adolescentes con broncas, el estilo es contemporáneo y todo eso. Pero no tiene mucha acción (a una servidora le sienta bien ese detalle), el romance es mesurado y, lo mejor de todo, la trama está algo más complicadona que el promedio; es por ello que de seguro los jóvenes amantes de colmillitos diurnos, zarpas pelosas y varitas mágicas la encontrarán algo indigesta.

Veamos la historia... Han Alister es un chico de dieciséis años que, después de forjarse una reputación temible como delincuente callejero y líder de pandillas, ha decidido comenzar a ganarse la vida de una manera decente y ahorrarle disgustos y mortificaciones a su mamá, lavandera de ajeno, y a su hermanita, que va a la escuela y podría tener un mejor futuro que él. Desde que tiene memoria, Han lleva puestas unas gruesas pulseras de plata que parecen crecer con él; por más que quiere quitárselas para venderlas no lo logra, y por ello su buen propósito (que arrastra, claro, su pésima fama) lo pone a hacer de mandadero, buscador de hierbas, jornalero y cazador.

En el mundo en el que habita, coexisten diferentes tipos de personas y culturas: están los clanes, que llevan un estilo de vida parecido al de los indios norteamericanos; las escuelas de guerreros, a las que sólo acceden los que pueden pagárselas; los citadinos, casi siempre en la miseria extrema (la familia de Han pertenece a éstos); y los magos, de quienes todos desconfían. Y está, por supuesto, la familia de la Reina, quienes, como buena clase política, no tiene la más mínima idea de lo que ocurre con el resto de la humanidad. La princesa Raisa, hija mayor de la Reina y su consorte (un noble de los clanes, por cierto), tiene sus problemitas propios y quisiera algo más que los fiestones, los amigos de abolengo, los vestidos de moda y la vida holgadísima a la que parece estar destinada y que al pobre Han le vendría de perlas.

Los caminos de estos dos se cruzan por primera vez cuando a la Reina y su corte se les antoja salir de cacería, y a tres maguitos jóvenes que los acompañan se les hace fácil provocar un incendio en el bosque para hacer salir a las futuras presas; Han y su amigo de los clanes, Bailarín, tratan de impedir el desbarajuste y el primero le arrebata a Micah Bayar, el hijo del gran mago de la corte, un misterioso amuleto que quema al tacto.

Han no tiene idea de lo que acaba de conseguirse, pero a partir de entonces todo empieza a salirle mal: su mamá pierde el empleo, lo buscan por asesinato, los miembros de su ex-pandilla lo acusan de traición y los de pandillas rivales quieren saldarle viejas cuentas... Todo porque alguien quiere recuperar ese amuleto, y está más que dispuesto a matar por ello. Al mismo tiempo, Raisa se da cuenta de que algo va muy mal con su mamá: el gran mago Gavan Bayar, que debería servirla, la tiene de punto menos que de criada, salvoconducto y trofeo. Tanto los clanes como la familia real habían tenido a los magos bajo control siempre, pero eso podría estar cambiando. Si así fuera, tal vez se repetiría una tragedia de mil años atrás que por poco acaba con el mundo, y en la que una valiente reina, Hanalea, venció al Rey Demonio, un hechicero poderosísimo que por cierto llevaba un amuleto muy similar al que tiene Han. Ahora, falta que todo ello sea una mentira...

De El Rey Demonio se tiene que decir, en primer lugar, algo que hasta hace poco una servidora no creía que hubiera que mencionar en las reseñas de libros: está bien escrito y se lee a gusto, pero alcanza a sacudir la inteligencia: cuenta con toda una maraña de enredos y situaciones que la autora, hasta eso, maneja muy bien. Lo malo es que se trata, precisamente, de una maraña y no mucho más; al final, apenas la mitad de la madeja queda desenredada. Pero lo que la salva son sus personajes, llenos de matices casi, casi cooperianos. Los protagonistas adolescentes Han y Raina, y los coetáneos que los rodean (Micah, Bailarín y otros) se ven más que compensados por adultos realistas y bien construídos.

Es la caracterización lo que me hace pensar que Williams Chima aprendió truquitos de la vieja escuela (y eso, créanme, es un alivio), aunque en algún momento se pone a comparar su libro con Eragon (?). Ahí tenemos a Raisa, que está muy consciente de que el exceso de inocencia es hermano gemelo de la estupidez, saca todo su carisma de su ingenio, sus sinceros esfuerzos por adquirir una conciencia social que sí funcione y su sentido del humor; cuando Han, aunque está desesperado, mantiene la sangre fría al añadir la prostitución a su lista de opciones laborales, nos damos cuenta de que no estamos ante ningún fresa. Hasta otros personajes que ocupan apenas unas veinte líneas prometen volverse muy interesantes.

¿Por qué digo “prometen”? Verán... resulta que El Rey Demonio es la primera parte de, para variar, una trilogía (¡aghhhhhh! ¿Cuándo entenderán quienes aspiran a seguir los pasos de Tolkien que El Señor de los Anillos NO es ninguna trilogía?), y el segundo volumen todavía no sale en los Estados Unidos. Por lo pronto, una servidora ha decidido que sí, que irá por él, aunque tal vez se espere a otra oferta de seis meses.

Recomendaciones: Para cualquier lector interesado en el género fantástico: los más curtidillos tómenlo como un sabroso postre, no como platillo principal, y los más novatos váyanse con cierta prudencia y pruébenlo con una cuchara pequeña (si primero ingieren una dosis de autores más clásicos, mejor).

Abstenerse: Lectores de best sellers que piensen que Walt Disney es el creador de Winnie Pooh.

lunes, julio 05, 2010

Dios



El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?
Del Salmo 27.


Trabajar sin goce de sueldo es mucho, muy similar a estar desempleado, salvo que se cuenta con menos tiempo libre. Y que lo único que lo mantiene a uno andando es la fuerza del compromiso; de ahí en demás, hay que sacar fuerzas para corregir la situación, planear mejor el presupuesto, y, lo que menos me gusta, estirar el dinero familiar, que de pronto se encuentra vulneradísimo.

Justo cuando no estábamos en condiciones de nuevos golpes, al Capitán se le ocurrió llevar a la casa a una perrita cruza de Doberman que se encontró abandonada. Aquí en la casa de ustedes no se le cierran puertas a animales en problemas (ni a humanos, la verdad), así que acogimos a otra boquita hambrienta. ¡Y una boca tan grande! P. (como la llamamos) necesitaba el triple de alimento que nuestros dos perros. También exigía afecto y atención. No se veía con intenciones de perseguir gatos, pero era algo brusca para jugar. Por otro lado, era cariñosa, obediente y bien portada. No merecía terminar en la calle, o en la perrera (las de México son particularmente horrendas).

Durante dos semanas y pico estuvimos buscando a los dueños de P. por las calles y por internet. Nada; ni carteles, ni anuncios. La llevamos a pasear por donde la había recogido el Capitán. Ningún resultado. Después decidimos regalarla. Una representante de adoptandounamigo.com nos recibió con el gesto torcido y las preguntas directas de costumbre (“¿Ya la registraron con nosotros? ¿Está esterilizada y desparasitada? ¿Tiene todas sus vacunas?” Sin generalizar, por favor. En esta organización hay gente verdaderamente amable y accesible, pero esta cierta señora con quien por desgracia parecemos tropezarnos cada que los visitamos no lo es). Nada se pudo hacer tampoco. Como sabíamos que el esterilizarla aumentaría sus posibilidades de adopción, decidimos al menos hacer esto. El costo de una esterilización no es caro con nuestro veterinario de confianza, pero hay circunstancias donde hasta una moneda de centavo caída en el arroyo duele.

Cuando fuimos a recogerla, unos dos días tras la operación, P., todavía adolorida, se lanzó a los pies de un señor que acababa de llegar a la veterinaria, y estuvo ahí suspirando y lanzando aullidos cortos y sentidos hasta que recibió su dosis de cariño de un extraño. Supimos después que él era otro buen samaritano de animales abandonados. Nuestro veterinario habló con el señor, y él se quedó pensando. Después nos pidió nuestro teléfono.

Tres días más tarde, llamó. Que ya le había encontrado una casa a P., dijo, y que si estaba bien por nuestra parte, iría a recogerla. Supimos más adelante que el señor contaba en su historial con ocho adopciones facilitadas, y que él mismo tenía varios perros, no todos los que quisiera porque a su esposa no le gustan.

Para variar, no fue fácil desprenderse de P., pero nos dio gusto que finalmente diera con un nuevo hogar. Poco antes de que la viéramos partir, el Capitán se volvió a verme y dijo con los ojos brillantes:

- Hasta eso que Dios nos ayudó. Si no hubiéramos llevado a esterilizar a la P., no nos hubiéramos encontrado a este señor.

No le respondí, porque en mi mente lo que tenía era un amargo “bueno, Dios nos podría haber ahorrado tantos problemas en primer lugar, ¿qué no? Podría haber evitado que te encontraras con la maldita perra. Podría no haberla separado de sus dueños”. Cada domingo tengo que convencer al Capitán para que me acompañe a la iglesia, y una vez ahí se comporta como chiquillo de tres años; me da trabajo hacer que se concentre. Sin embargo, me he dado cuenta de que su fe es mucho más sencilla que la mía, y mucho más grande. La respuesta ácida que me callé tuvo su propia respuesta dulce, y en minutos: Dios lo es de todas las criaturas vivientes.

Al abrir a la perrita, nuestro veterinario descubrió que tenía un tumor. No era maligno, pero tarde o temprano le causaría problemas, así que él aprovechó para extirpárselo. Por alguna razón P. se veía más sana y feliz cuando fuimos por ella. Y ahí está: si no se le hubiera perdido a sus dueños, que de todas formas no se mataron mucho para buscarla, si no la hubiéramos recogido, si no hubiéramos ido a esterilizarla y si no hubiéramos gastado en ello buena parte de los ahorros... ¿qué le hubiera sucedido?

Se dice que Dios actúa a través de sus creaturas; eso es a lo que llamamos “Providencia”. Y que Sus caminos son más raros y misteriosos que un cuento de August Derleth. No le falta imaginación, ni creatividad, ni sentido del humor a las historias que compone. Pero no podemos adelantar páginas de Su libro, perpetuamente inconcluso, sin haberlas leído. Me lo imagino completando un capítulo (¿a mano? ¿Con procesador de textos?) antes de comenzar otro, y describiendo lo de la familia que en algún lugar abraza y mima a una perrita que tal vez ya no se llama P. El Gran Entramador de pensamientos infinitos, el Creador de los mejores best sellers, puede haber anotado “y así, el sacrificio de estos dos valió la pena” O algo menos cursi. "Pero estos dos no se imaginaban lo que vendría a continuación". Gulp...

Señor, Tú ya sabes que a una servidora no le gustan las novelas de suspenso, ni las de superación personal, ni mucho menos las comedias románticas; pero si has querido meternos en una, ¿quién soy yo, subcreadorita, luz de cuarenta watts refractada en una cuenta rota, para andarte cuestionando? Con algo de incertidumbre, espero el principio del capítulo siguiente. Ahora sé cómo se sienten mis personajes cuando, en aras de darle interés a una historia, los rodeo de dificultades a resolver. Con la diferencia de que ellos no saben de mí; yo, al menos, tengo consciencia de quién me escribe. Y puedo pedirle, aunque sea con timidez, que cambie un poquitillo el argumento.

Para escuchar el salmo 27 en tagalo, una lengua que me encanta, hagan click aquí.

sábado, julio 03, 2010

Gatos



Como verán, acabo de cambiar el encabezado del blog. El nuevo (¿a que está precioso?) fue mi regalo de cumpleaños por parte de Hellnike (la caricatura del anterior también es suya). Esperé hasta hoy para subirlo porque quería acompañarlo con una entrada... y con un propósito de no tener tan abandonado este sitio. Sí, he estado con el ánimo bajón, pero el alejarme de la blogósfera no ayuda mucho. Además, me está poniendo algo nerviosa ver que algunos de mis blogs preferidos han estado poco activos, o incluso en peligro de desaparecer. No, no pienso cerrar el mío; al menos no todavía. Y pienso sacar algo de disciplina hasta de donde no hay. En fin... con un poco de suerte, volveré a las andadas, e intentaré arrancar de aquí. En mi encabezado nuevo pueden ver que la casa de ustedes se ha vuelto un hogar de gatos (la figura en el fondo, en la casita, es el Capitán). ¡Qué remedio! Siete gatitos que tienen ya años con nosotros. Y si recuerdan que el año pasado recogimos a una gatita embarazada y a otros dos... bueno, digamos que hubo tres más de los que no nos pudimos deshacer. O no quisimos. Como sea. Diez gatitos en la casa de ustedes. Los pormenores ya los platicaré más adelante. Por lo pronto, quisiera que habláramos de otro asunto, también sobre gatos, y no tan agradable. El pasado 19 de junio falleció el escritor mexicano Carlos Monsiváis. No era uno de mis favoritos; nunca fui muy seguidora de sus libros aunque me divertían sus artículos en periódicos; estuve más que de acuerdo con que los de su calaña pagaran impuestos como todo el mundo; me burlaba de su discurso, como lo hago de casi todos los intelectuales con pretensiones izquierditas (sic) que apoyan movimientos populares “desde un mantel importado y un vino añejado”. En lo que coincidíamos ciento por ciento era en el afecto a los gatos. El señor, como una servidora, los tenía a montones, recogidos de la calle o salvados de algún destino incierto. Y lo suyo era auténtico amor. Pues bueno; apenas se acababa de anunciar el fallecimiento del escritor, cuando comenzaron a correr rumores que culpaban a los gatos de la enfermedad que acabó con él (fibrosis pulmonar). El primero que vi fue en una página de gobierno que me mostró el Capitán; no volví a dar con ella pero al autor se le hizo muy poético salir con “su amor por los gatos que posiblemente agravó su enfermedad” o alguna sangronada semejante. No fue el único. Como si estuviéramos en la Edad Media, pero con formas más sofisticadas de comunicación, la estupidez humana adquiere alas. Uno tras otro, varios medios (no sólo el internet) repitieron la idea sin ponerse siquiera a investigar al respecto. Hacia el atardecer del mismo día mi mamá me llamó, preocupadísima por lo que había estado oyendo. Se dice que los familiares de Monsiváis ya la han tomado con los pobres gatos y ordenado que los sacrifiquen; espero por bien de su alma inmortal que no sea así. Si Monsi (como se referían a él los amigos) hubiera sabido lo que le esperaba a sus fieles mininos, se la hubiera pensado antes de morirse. Dos, tres veces. Una asociación amiga del escritor, Gatos Olvidados, ha estado presionando a la familia para que suelte tanto la verdad como a los gatos mismos. En su página de internet actualizan la información, y han hecho también una petición en línea (en el momento en el que escribo esto, han recaudado casi setecientas firmas). En la vida real los gatos nos protegen de las ratas (que sí transmiten enfermedades), pero en los medios son los villanos y llevan las de perder. La gente hoy se alimenta más de medios que de vida real. Pero no importa. Aun si el mundo se vuelve territorio de ratas, una servidora siempre estará del lado de los gatos. Otros posts sobre gatos aquí:
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