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jueves, febrero 03, 2011

Reseña de película: Cómo entrenar a tu dragón

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Cómo entrenar a tu dragón (2010)

Directores: Dean DeBlois, Chris Sanders.

Intérpretes: (en la original en inglés): Voces de Jay Baruchel, Gerry Butler, Craigh Ferguson, América Ferrera.

Lo bueno: La animación, la historia, la música.

Lo malo: La total ausencia de sangre. 

Comentario gratuito: Odio el llamado "star talent"


Calificación: ****


Me lancé a ver Cómo entrenar a tu dragón (tras ver dos o tres de los cortos y sin haber leído el libro de Cressida Cowell en el que está basada) con montones de ideas negativas: ¿otra película de animación por computadora? ¿Qué ya no saben más? Y para empeorar las cosas, ¿con una historia de fantasía para mocosos? ¡Ay, por amor de Dios! Mi paciencia se acorta por metros con las películas fantásticas de los últimos años... aunque sigo dándoles el beneficio de la duda.

Pero Cómo entrenar a tu dragón, un conglomerado casi perfecto de elementos que no me gustan (como notarán ustedes al leer esta reseña), no sólo no me decepcionó, sino que me sorprendió gratamente. A pesar de que los animadores, se nota, no fueron a Islandia sino a Baja California para copiar los paisajes, y que alguno que otro se adivina fan de Shadow of the Colossus, es el cuidadoso conjunto de detalles lo que le da fuerza a una premisa relativamente sencilla. 

Resulta que hay un escandinavo jovencito llamado Hipo (¿alguna vez les he dicho cómo detesto que se haga burla del sonido de las lenguas extranjeras?), que se carga un problema de autoestima porque no es el hijo que Estoico (ídem), su padre y jefe de su tribu, siempre soñó: un vikingo alto, fuertote y matón (ah, también odio los estereotipos). Puesto que Hipo no puede competir con sus coetáneos de nombres igualmente ridículos en cuanto a ser un verdadero vikingo (ídem), se ha puesto a experimentar con la ingeniería.

El pueblo de Hipo, Berk, se ve constantemente asolado por una plaga de dragones que roban ganado y destruyen edificios, y el cazarlos ya es costumbre y prueba de hombría. La esperanza de Hipo para ser aceptado como igual entre los suyos consiste en una máquina de proyectiles que le permita derribar uno. Pero una vez que consigue su propósito (y su presa es, ni más ni menos, el más evasivo y rápido de los dragones), no es capaz de rematar al animalito; y, en lugar de ello, se dedica a alimentarlo, cuidarlo, diseñarle una prótesis de alerón que el animal perdió en su caída, y, lo que pareciera ser imposible, domesticarlo. 

Lo demás (el encuentro de Hipo con una raza desconocida, su enfrentamiento con su padre sobre puntos de vista irreconciliables, sus propias pruebas) se adivina fácil. Pero no todo es lo que parece, y la historia tiene reservadas sorpresas más allá del cliché. Da gusto que de cuando en cuando se hagan películas para niños de éstas que un adulto no tendría empacho en disfrutar, y que no recurran al chiste fácil ni a la trama recta para asegurar la diversión. 

Lo único que me quejo de la película: no hay sangre. Nada. Hay peleas, golpes, tajos, cortes, heridas (algunas graves), pero de sangre, ni hablar. ¿Por qué carambas no?, me pregunto. Ya sé que se trata de una película familiar y blah blah blah, pero, ¿qué hay en la sangre que sea tan terrible, horrendo, tabú? No estoy pidiendo que se llegue al nivel de una cinta de Tarantino ni nada, pero si hay peleas y golpes en una película, tiene que haber sangre. Aunque sea poquita. Y los niños tienen que verla. Me explicaré: hace unos meses, una amiguita de mi sobrina (12 años) tomó el cortador de pastillas de la cocina de mi mamá; un objeto completamente transparente, con una cuchilla muy afilada que se alcanza a ver con toda claridad. La niña colocó un dedo en medio de la cuchilla y la oprimió con fuerza. 

¿Ahora entienden a lo que me refiero? Si a la creciente estupidez de las nuevas generaciones le añadimos su tendencia a aprenderlo todo del cine y la televisión podremos darnos cuenta de cuántas responsabilidades educativas se cargan estos últimos. Señores, la sangre, el dolor y las enfermedades no dejan de existir sólo porque uno las elimina de las obras infantiles.

Recomendaciones: Para niños, de preferencia inteligentes. Para amantes de los dragones, los gatos y las buenas historias de cualquier edad.

Abstenerse: Si sonreír les hace daño.

sábado, mayo 30, 2009

Reseña de película: The Spirit

En serio que tenía planes de ver esta película en cine, pero no me enteré en qué momento llegó a las salas de Guadalajara. Duró cuatro días a lo sumo. Así que tuve que esperar a verla en video. Veamos, pues.

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The Spirit (2008)

Director: Frank Miller

Intérpretes: Gabriel Macht, Samuel L. Jackson, Eva Mendes, Sarah Paulson, Scarlet Johansson, Dan Lauria, Louis Lombardi, Jaime King, Stana Katic, Arthur.

Lo bueno: Los gatitos. Que Macht caracterizado sí se parece al Spirit, y que varias escenas, sobre todo las de pelea, parecen que ni copiadas del comic.

Lo malo: Todo lo demás.

Lo peorcito: Que alguien le haya dicho a Frank Miller que sabe escribir o que puede dirigir. Yo todavía no estoy muy segura de que sepa dibujar.


Calificación: ¡puaj!

Un policía muerto (Gabriel Macht) regresa de la tumba para convertirse en una especie de vengador enmascarado urbano, y en colaboración con las autoridades combate el crimen, antes de enfrentar a su más grande enemigo, el Octopus (Samuel L. Jackson).

Mmhhhh...

Bueno, creo que eso es lo único coherente del argumento.

Quienes no estén familiarizados con la obra original de Will Eisner, seguramente se llevarán una impresión muy equivocada si se tropiezan con este remedo de adaptación. El comic de Eisner, publicado entre los cuarenta y cincuenta, en plena edad de oro de las tiras policiacas, aprovecha su disfraz de serie detectivesca cliché para relatar, algunas veces en tono de humor retorcido y melancólico, historias profundamente humanas, con personajes que llegan al corazón. Entre caso y caso que resolver, el héroe Spirit (de carne y hueso, carente de cualquier superpoder como no sea el de su aguda inteligencia y su capacidad de mantener sus valores morales a toda costa) se encuentra muy de cerca con las tristrezas y alegrías de otros, con la desesperación, la necesidad de afecto y las frustraciones, y se convierte casi casi en un elemento secundario contra las tremendas (si bien breves) anécdotas que impulsan su trama, y que se mueven en entornos harto familiares y contemporáneos: la pobreza, los despidos injustificados, el maltrato a las mujeres, los niños y los animales, y el abandono de hogar.

En contraste con el vulnerable caballero de Eisner, el Spirit de Frank Miller es una especie de ser que se ha hecho inmortal debido a experimentos genéticos (?), mujeriego a más no poder, que se la pasa rezongándole a su jefe, el comisario Dolan (Dan Lauria). Su independiente y voluntariosa novia Ellen (Sarah Paulson), de, como se menciona en el comic, ascendencia irlandesa, se convierte en una doctorcita sumisa, que sólo pide estar detrás del hombre que ama para resolverle sus dudosos problemas médicos. Por alguna extraña razón, Miller decidió mezclar el personaje de Sand Saref, una espía mercenaria que alguna vez fue novia del Spirit, con el de P’Gell, una inolvidable mujer fatal que comenzó primero como cazafortunas y luego como líder de solapadas organizaciones criminales, para construír a su propia Saref (Eva Mendes). Muchos personajes interesantes (como Ebony White, de quien ya hablamos, la misma P’Gell o la también villana Silk Satin) simplemente no tuvieron lugar en la película por angas, mangas o políticamente correctas razones.

Del otro villano, el Octopus de Samuel L. Jackson, mejor sería no hablar. Pero igual vamos a terminar haciéndolo.

Ahora, podríamos olvidarnos de todo lo que relacione al comic con la película, y aún así sería mala. Los diálogos son muy forzados, y en el mejor de los casos, cursis (excepción hecha de los monólogos del Spirit, que caen más bien en lo mamón), las actuaciones son tan planas y flojas que, citando a uno de los críticos de la película que ahora no recuerdo, el decir que son de cartón es un insulto para tan noble material; la música (una pésima imitación de Danny Elfman en tiempos de Batman) desconcierta, la trama parece armada a la manera de un cobertor de patchwork, muchos sinsentidos unidos por un hilo de lo más burdo; y yo creía que eso de contar “todo lo que sucedió antes” y que los villanos platicaran todos sus perversos planes para darle tiempo al héroe de hacer algo ya había pasado de moda desde las caricaturas viejas de Scooby Doo.

La película abunda en momentos para retorcerse de vergüenza ajena; las ridículas apariciones de Paz Vega y la caterva de villanos representada por Louis Lombardi son buenos ejemplos. Pero lo mejor de lo peor es cada vez que Jackson aparece en pantalla (junto con la esta vez insulsa ayudante del Octopus, Scarlett Johansson como Silken Floss); uno no sabe si reír, esconderse detrás del asiento o simplemente pasar saliva y esperar con estoicismo la siguiente payasada.

De verdad que no sé que estaba pensando Miller, que por otro lado conoció personalmente a Will Eisner, lo entrevistó múltiples veces, y es ganador de varios premios que llevan el nombre de este extraordinario creador. Lo único que se me ocurre es repetir aquello que me había venido a la mente tras la película de Beowulf; guionistas, si van a adaptar una obra ajena, por amor de Dios no se proyecten.

Recomendaciones: Si son fans del comic original y no tienen ningún problema cardiaco y neurótico, o se han atiborrado antes de ansiolíticos, o si la única otra opción de la tarde es algún maratón de la telenovela Muchachitas como tú, la repetición de Lola la Trailera contra el Chupacabras o cualquier video del grupo RBD, podrían verla, ¿por qué no?

Abstenerse: Si están cansados, porque se van a dormir. Si están borrachos,porque a lo mejor piensan que es la comedia del año. Francamente, lo mejor sería que no la vieran en absoluto.

viernes, agosto 29, 2008

Reseña de película: Grizzly Man



Esta reseña (un poquito vieja) sale a colación ahora que Animal Planet ha estrenado una serie de ocho episodios llamada The Grizzly Man Diaries, que documenta los últimos años de Timothy Treadwell. Ojalá pronto la traigan al canal en español; si el tema les interesa, sin embargo, les recomiendo ver primero esta película.

Grizzly Man (2005)

Director: Werner Herzog

Intérpretes: Werner Herzog, Jewel Palovak, Carol Dexter, Val Dexter, Sam Egli, Franc G. Fallico, Willy Fulton, Larry Van Daele, Timothy Treadwell.

Lo bueno: Es uno de los documentales más hermosos sobre la “vida salvaje”, pero curiosamente lo pone a pensar a uno sobre la humanidad.

Lo malo: Tener alguna razón para no verlo.


Calificación: *****


Leí sobre el caso de Timothy Treadwell en una revista Reader’s Digest, hace unos cuatro o cinco años. A Treadwell, un surfista de California, se le metió en la cabeza que tenía que ir a Alaska a proteger a los osos pardos (a los que siempre se refirió como Grizzly) que vivían en la Reserva Nacional de Katmai. Cada verano, durante trece años, Treadwell acampó muy cerca de los osos e hizo amistad con ellos (eso decía) y con varios zorritos de la localidad. Junto con su novia Jewel Palovak escribió un libro, fundó una organización, armó programas de concientización para niños y apareció en la tele para hablar de su causa. Sus queridos osos eran, de cuando en cuando, víctimas de cazadores furtivos, y el daño causado era mucho mayor a sus ojos.

Ahora, lo malo es que Treadwell hizo cosas que ningún naturalista experto hubiera considerado siquera: se acercaba a los osos hasta tocarlos y acariciarlos, invadía sus terrenos de caza, intentaba que lo vieran como un igual… Y así un día tuvo que pagar el precio: uno de sus osos lo atacó y devoró, junto con su entonces pareja, Amie Huguenard.

El asunto causó un escándalo inmediato, y más todavía cuando al regresar al destrozado campamento de Treadwell, unos cazadores nerviosos le dispararon a un macho adulto, probablemente el culpable, y también a un oso joven que no tenía nada que ver y estaba husmeando el sitio del ataque. ¿Pero qué demonios estaría pensando ese loco, que no sólo se había acabado matando sino que también se había llevado de corbata a otra persona y a dos de sus osos? Por un lado, lo pusieron como héroe ecologista (¿?); por el otro, como un ignorante que se había cavado su propio agujero al meterse en un terreno que no le correspondía. Yo me fui con el segundo, y cuando supe que iban a hacer un documental sobre el caso, lo que esperaba era ver al imbécil despedazado (no literalmente, claro).

Con lo que no contaba era que el realizador del documental no era sino el cineasta alemán Werner Herzog.

A Herzog lo conocí como favorito de mucho intelectualoide y también por las películas que hizo con Klaus Kinski, su actor preferido (me encantó su versión nueva de Nosferatu). Ni idea de que hiciera documentales. Más extraño, todavía, fue que Treadwell hubiera llamado su atención; lo hubiera entendido de haber estado enterada de que Herzog no tiene nada en común con los pomposos a quienes oía hablar de él. De todas formas, y esperándome cualquier otra cosa, vi Grizzly Man… y entonces sentí mucha vergüenza de mí misma. No creía que Herzog pudiera ser tan bueno. “Bueno” de bondad, quiero decir. Ok, la gente buena por lo general también hace muy bien su trabajo, pero eso es otra cosa.

Con un acento alemán muy, muy suave, Herzog narra la historia de Treadwell en inglés, y aunque deja muy en claro que está completamente en desacuerdo con las acciones de este activista, en ningún, ningún momento emite voces de juicio.

Treadwell era cocainómano con pensamientos suicidas; no funcionaba en los trabajos y no se llevaba con la gente. Fue su pasión por los osos lo que le salvó la vida (si bien por unos años; irónico). Con una camarita de mano filmó más de cien horas de sus experiencias; Herzog hace notar que como documentalista tenía talento (algunas de sus tomas de veras no las hubiera podido conseguir de no haber estado prácticamente encima de los animales, pero en fin). Su entusiasmo resulta perturbador en varias ocasiones, por ejemplo cuando, en la soledad de su tienda, le exige a Dios que haga llover porque sus osos están tan hambrientos que una mamá se está comiendo a sus cachorros, o cuando hunde las manos en excremento de oso y dice lo bien que se siente.

Junto con trozos selectos de sus filmaciones, Herzog incluye entrevistas con su familia, con personas que lo conocieron bien, como Jewel Palovak; con expertos ambientalistas que opinaban que al muchacho le faltaban más de dos tornillos, etc. Los puntos de vista más diversos quedan bien cubiertos.

¿Y todo esto para qué? Bueno, el fin de todo esto no es sino echar una luz sobre la gran interrogante que plantea la película: por qué un humano, Timothy Treadwell, decidió renegar de su propia especie y buscar compañía y consuelo en seres que sentía mucho más afines a él. Nunca antes ocurrió que los osos del parque Katmai le hicieran daño a los humanos, pero es más o menos frecuente que un macho ataque a otro por cuestiones territoriales. Tal vez Treadwell cumplió su sueño de convertirse en oso. Ya sea que compartamos o no su visión del mundo (yo sinceramente espero que no), su vida no deja de ser motivo de reflexión.

Para ver el trailer de la película, hagan click aquí.

Recomendaciones: Para fans del Discovery o el Animal Planet, para amantes en general de los animales y la naturaleza; para quienes deseen hacerse preguntas sobre la condición humana.

Abstenerse: Menores de quince años, por favor. Ni se acerquen, lo mismo, si son muy sensibles, porque la película es muy fuerte (no necesariamente en el sentido gráfico).

jueves, julio 24, 2008

Reseña de película: Dragonlance: Dragones del anochecer



Dragonlance: Dragones del anochecer (2007)

Director: Will Meugniot

Intérpretes: Voces de Michael Rosenbaum, Kiefer Sutherland, Lucy Lawless, Fred Tatasciore, Rino Romano, Jason Marsden, Neil Ross, Michelle Trachtenberg, Neil Ross, Marc Worden, Phil LaMarr.

Lo bueno: Algunos diseños, algunos momentos, algunos actores, algunos y algunos.

Lo malo: En especial, la animación, pero también ciertos detalles donde la adaptación del libro original está infame.

El horror: Si comen palomitas al verla, cuidado; una de las últimas escenas podría hacer que se atraganten.

Calificación: *

Sin ser la octava maravilla ni mucho menos, las primeras novelas de la serie Dragonlance, de Margaret Weis y Tracy Hickman, tuvieron en su tiempo una merecida popularidad. De que eran inequívocamente gringas, con una gringuez perceptible hasta en las yemas de los dedos al darle vuelta a la hoja, ni quien lo niegue; ochenteras como ellas solas (con su correspondiente dejo de frivolidad, glamour y clichés), también. ¿Derivativas? Por todas partes; y salidas de la prueba de un módulo nuevo de Calabozos y Dragones, eso ya es consabido.

Pero esto último es lo que, aunque mezcladas con fallas de origen, les da sus mejores cualidades: primero, una coreografía impresionante en las escenas de acción, donde se mueven veintenas de personajes en un maravilloso despliegue de verbos sin que se pierda un detalle; segundo, protagonistas con una gran personalidad, motivaciones bien distinguibles y una muy propia forma de hablar y expresarse, resultado todo ello del juego y la creación conjunta.

Quienes hayan leído al menos las dos primeras trilogías, estarán de acuerdo conmigo en que el mago Raistlin Majere (honores sean dados a su creador, Terry Phillips) es uno de los personajes más profundos e inolvidables de la fantasía de finales del siglo XX.

Pues bueno... adivinen a qué es lo primero que le dan en la torre en esta película...

Mejor comencemos con lo más obvio.

La razón por la que se haya decidido sacar esta cinta en dibujos animados se me escapa; el hecho de que se fuera directamente a video tal vez se justifique por el intento de ahorrar dinero (y a ver si a los productores no les sale el tiro por la culata). Para empezar, la calidad visual deja mucho, muchísimo que desear. En Dragonlance se hace una mezcla inmisericorde de animación por computadora con tradicional, algunas veces en el mismo cuadro (nuestros héroes hechos a mano combaten contra draconianos de pixeles); y el resultado, aparte de verse chafísima, lo deja a uno con la impresión de estar contemplando un episodio de He-Man y los Amos del Universo, pero con un tercio del presupuesto.

Si bien los diseños originales de personajes y escenarios (que se pueden ver en el sitio oficial de la película) no estaban tan mal, quién sabe qué les picó a los creadores del proyecto (el autor Hickman es uno) para que le encargaran su realización al mismo equipo que hiciera aquel horroroso programa de caricaturas, Capitán Planeta y los Planetarios. Total, que los dibujos se ven planos, torpes y hasta feos.

Todo ese sufrimiento, sin embargo, hubiera valido la pena si la historia estuviera bien adaptada; pero ni eso se consigue. El guionista George Strayton tuvo que arreglárselas para meter una trama larga y relativamente compleja en hora y media, y la mejor solución que se le ocurrió fue copiarle la fórmula a La Comunidad del Anillo (explicar transfondo - presentar gente - poner acción). Todos los personajes, incluyendo al genial Raistlin, pierden brillo, y el argumento se centra en el atribulado semielfo Tanis y su supuesta búsqueda de la fe, engordada y aumentada del original.

Algunos de los actores que prestaron sus voces al trabajo hicieron la lucha, pero es imposible saltar muy alto cuando uno está encadenado al piso. Lucy Lawless, por ejemplo, se las arregla más o menos con su papel de Goldmoon, mientras que Kiefer Sutherland se nota que nunca llegó a enterarse de cuánta era la responsabilidad de darle vida a Raistlin; a Michael Rosenbaum, Lex Luthor en Smallville, le quedó muy grande el papel de Tanis, que por otro lado es talla M. Quien logra superar las limitaciones de un guión que maltrata y desperdicia terriblemente a su personaje es Jason Marsden, que representa a Tasslehoff cuando menos decentemente.

Muchos fans de la serie de Dragonlance leyeron estas novelas cuando estaban en la secundaria o en la prepa, y al hablarse de una película, clamaban por una producción con actores a la altura de El Señor de los Anillos y tres horas de duración para cada libro. En realidad, con algo más pequeño, del corte del Hallmark o el SciFi Channel, hubiera bastado; miren lo que un grupo de estudiantes turcos pudo lograr con una nada de presupuesto en este falso corto, o este anuncio de las novelas que se transmitió en España.

Una buena adaptación del material original y actores adecuados, y a quién le hubieran importado los efectos especiales y similares.

Dragones del Anochecer tiene toda la facha de una caricatura sabatina infantil, pero hasta para clasificar su público apropiado se metería uno en líos. Los elementos más típicamente mojigatos de la animación gringa (peleas de espada sin sangre, heridas que desaparecen mágicamente) van de la manita con decapitaciones, mutilaciones y gente carbonizada, en un grado de sadismo que sí alcanza a sacarle un susto a alguien acostumbrado a la violencia del anime japonés.

En la página de reseñas de Amazon para esta cinta, el escritor Tracy Hickman intentó, débilmente, justificarla, diciendo que era el preludio para algo mejor y que la habían sacado directamente en DVD para obtener dinero. Los usuarios casi se lo comen vivo.

Una última palabra antes de las conclusiones: Si aguantan sin vomitar la imagen (¡y las implicaciones!) de una de las últimas escenas, donde la “noviecita” de Tanis, Laurana (Caroline Gelabert) se da un faje en primer plano con el ya medio mayor clérigo Elistan (Ben L. McCain), felicidades; ya tienen estómago para pedir trabajo en las alcantarillas de Nueva York.

Aquí tienen el trailer; para verlo, recuerden tener a mano algún medicamento antimareos o una botellita de alcohol.

Recomendaciones: Puede que esta película les resulte medianamente digerible si son fans de Dragonlance y traen el simple subido, o acaban de tomarse un Diazepan.

Abstenerse: Si son fans de Dragonlance y no están de humor para payasadas. Si no están familiarizados con las novelas, o no les gustan, ahora así que ni para qué perder su tiempo.

martes, junio 10, 2008

Reseña de película: Tokyo Godfathers


Tokyo Godfathers (2003)

Director: Satoshi Kon

Intérpretes: Voces de Toru Emori, Yoshiaki Umegaki, Aya Okamoto.

Lo bueno: La animación, el guión, la historia, las interpretaciones, la estructura.

Lo mejor: Es una película perfecta.

Lo malo: Pasarla por alto.


Calificación: *****

Pregúntenle a cualquier fan de la animación japonesa que haya navegado un poquito fuera de lo estrictamente comercial, y de seguro les dirá lo mismo: que Satoshi Kon es un genio, que sus ideas son extraordinariamente originales, que las imágenes de sus producciones son bellísimas y muy, muy simbólicas... Por diversas experiencias de la vida, he aprendido a desconfiar de cualquiera a quien se le aplique el calificativo de genial; y es porque, una de dos: o es un fraude, o va muy, muy en serio; y el genio puro, perdonarán la comparación, es como una droga sin refinar y puede ser horriblemente tóxico. El genio de Kon, sin embargo, está mezclado con los ingredientes más finos que uno puede destilarle al espíritu humano: la bondad, la compasión, la empatía. El resultado es que sus obras son como un ungüento delicado hecho a base de materiales peligrosos que uno puede aplicar por igual en la marca de una bofetada o en un corazón roto. Y en todos los casos, con alivio seguro.

Me llamó la atención que en el canal Animax están repitiendo desde hace un par de semanas mi cinta favorita de Kon, que, da la casualidad, es también una de mis películas favoritas de todos los tiempos: Los padrinos de Tokio. No sólo eso, sino que además la están dando doblada al español (se las arreglaron bien con la adaptación, puesto que en la película original hay partes que están en esta lengua); el doblaje es mexicano y bastante bueno, a diferencia de la baja calidad que nuestro país ha padecido en esta disciplina durante los últimos años.

Este doblaje es la novedad; no la película en sí, que en México ya ha estado disponible a la venta bajo el no muy adecuado título Héroes al rescate, junto con otras del director, como Paprika y Perfect Blue, desde hace algunos años.

Doblada o no, Tokyo Godfathers es una de las poquísimas cintas que no sólo me atrevería a recomendarle a todo el mundo, sino que insistiría, además, que se viera a toda costa. Si fuera posible, en la época de Navidad. Aún falta mucho para ello, pero en fin... veamos un poco de la trama.

La noche del 24 de diciembre, tres indigentes encuentran una bebita abandonada en un basurero de Tokio. Aunque el hecho no puede sino traer más dificultades a su ya problemática existencia, deciden quedarse con la niña y buscar a los padres por su cuenta. Lo que no se imaginan es que ese hallazgo va a desatar una serie de aparentes casualidades que, entre Nochebuena y Año Nuevo, provocarán cambios radicales en su vida.

Estos tres indigentes (Hana, una ex drag-queen que siempre ha soñado con tener un hijo propio; Gin, antaño un hombre rico que perdió fortuna y familia por deudas de juego; y Miyuki, una adolescente que ha huído de casa) tienen sendas historias que contar de antes que se quedaran en la calle; para volver a quienes son realmente tendrán mucho que perdonar (y perdonarse). Pero a veces, para cruzar un camino de penurias, lo único que se necesita es un buen salto de bondad.

Lo más fenomenal de Tokyo Godfathers, además de su animación bien lograda, su excelente música y grandes actuaciones, es su guión, tan redondo, pulido y translúcido como una esfera de cuarzo (los diamantes cortados tienen ángulos y bordes; a esto no se le puede hallar uno solo). Cada detalle de la película cuenta; cada palabra que se dice o cada movimiento que puede apreciarse traza un camino sin tropiezos hasta el final, que de todas formas no deja de sorprender. Lo mejor de todo: la cinta deja un sabor de boca cálido y agradable, y una tibieza en las tripas que cada vez se va haciendo más rara de hallar en el cine contemporáneo.

Si cuentan con el canal Animax, pónganse atentos a las repeticiones. Si no, dénse un plazo de aquí a diciembre para irla localizando en algún videoclub cercano.

Recomendaciones: Ok, esta película no es para niños pequeños, pero cualquier mayor de 12 años la puede disfrutar. Resulta especialmente buena para cuando uno trae el ánimo por el piso.

Abstenerse: ¿La verdad? Si están muertos. Nada más.

domingo, junio 01, 2008

Reseña de película: Las Crónicas de Narnia: El león, la bruja y el ropero

Esta reseña la publiqué en la lista de correos de la Sociedad Tolkiendili de México, recién salida la primera película de Narnia en cine. La estoy reciclando aquí para darle continuidad a la de Príncipe Caspian, que acabo de hacer, y que les pondré aquí mañana o pasado mañana. Espero que ambas les gusten.



Las Crónicas de Narnia:
El león, la bruja y el ropero


Director: Andrew Adamson

Intérpretes: Georgie Henley, William Moseley, Skandar Keynes, Anna Popplewell, Tilda Swinton.

Lo bueno: La adaptación en general; perfecto equilibrio entre lo tradicional y lo moderno.

Lo mejor: Las actuaciones.


Lo malo: Defectos de origen; por fortuna ninguno lo suficientemente grave como para echar a perder la experiencia.

Calificación: *****

Tengo que advertirles, antes que nada, que no soy muy fan de los libros de Narnia que digamos... de hecho, C.S. Lewis me gusta más como ensayista que como novelista, pero como sea, fui a ver esta película con bastante emoción contenida. ¿Qué les puedo decir? Hacía mucho, pero muchísimo tiempo que el cine no me impresionaba de esta manera.

No fueron los efectos especiales (impecables), ni los
escenarios (magníficos), ni la adaptación de la historia (muy buena, con todo y dos que tres detallitos, como un cambio de nombre que me pareció innecesario y ciertas escenas comprimidas), ni las actuaciones (brillantes). Creo que fue la gente. Voy a repetir la película en cine sólo para observar el efecto que causa en el público (porque no había visto nada semejante desde que mi director ex-favorito Terry Gilliam se le vendió al cine gringo intelectualoide). Intentemos descubrir qué fue lo que sucedió.

La película cuenta la historia de los niños Pevensie,
que, como refugiados de la Segunda Guerra Mundial, tienen que irse a vivir a la casa de campo de un excéntrico profesor. Durante un juego de escondidas, la menor de los niños, Lucy, descubre un viejo ropero... que resulta ser una puerta a un país fantástico, Narnia.

Eventualmente, sus hermanos Peter,
Susan y Edmond llegan también ahí, y se dan cuenta deque han sido arrancados de una guerra para meterse en otra: Narnia está bajo el dominio de Jadis, la Bruja Blanca, que ha sumido al mundo en un invierno eterno; y su enemigo, el león Aslan, ha regresado, todo como respuesta a cierta profecía en la que los cuatro niños tienen bastante que ver...

Tanto si ya leyeron el libro como si no, es seguro que la película les dejará un muy buen sabor de boca. El director Andrew Adamson tiene ya en su haber dos muy buenas películas del género (Shrek y Shrek 2) y sin duda es fan de la serie, o al menos se tomó la molestia de comprenderla muy bien (de sorprender que alguien tan anti-disneyano haya estado trabajando para la distribuidora Buena Vista).

La adaptación está hecha con tal delicadeza que dudo
mucho que inclusive los puristas tengan de qué quejarse. Las escenas añadidas al principio (el bombardeo sobre Londres) sentaron a la perfección el tono y la época de la historia*, y los momentos extra de conversación y juegos entre los hermanitos no movieron lo esencial del mensaje. Me dio gusto en especial que el director no suavizara las alegorías religiosas (y que tampoco se las embarrara a nadie en la cara, con todo que un cristiano va a captar infinidad de detallitos extra) y que no cayera en la tentación de ser políticamente correcto y poner a pelear a las dos niñas (aunque tuvo que meter alguna que otra figura femenina en las escenas de batalla).

Los escenarios están que quitan el aliento, al igual que todo el aspecto visual de la película. ** Los efectos especiales son de lo mejor: apenas se sienten. Y sí, la película podrá traer con algunos defectillos de origen, es decir, que vienen desde la novela original (hasta eso, el director los torea con habilidad): que si la historia es muy infantil, que si muy simple y obvia, que si a ratos se siente extravagante, medio sexista y hasta racista... Nada de esto la echa a perder.

Pero sin duda las actuaciones son el plato fuerte. La
altísima Tilda Swinton, impresionante como la Bruja Blanca (¿qué hubiera pasado si Nicole Kidman hubiera aceptado el trabajo?), y cada uno de los niños, están perfectos en su papel; en especial Georgie Henley como Lucy y Skandar Keynes como Edmond.

¿Qué fue lo más interesante de todo? En la función que me tocó,
al menos, fue que los niños comenzaron a aplaudirle al león en momentos clave. Yo pensaba que lo hacían por botaneársela; ¿qué otra cosa se me podría ocurrir si el cine estaba lleno de críos fastidiosos y que uno de ellos había gritado “esos son gays” cuando nos pasaron un comercial de una clínica de depilación con modelos físico- culturistas? Pero me di cuenta, para mi sorpresa, que la película había obrado su magia (muy al estilo del viejo Terry Gilliam), y que los aplausos eran DE EN SERIO. Y al final no sólo los niños aplaudieron. (Nunca aplaudo en el cine, pero me emociona que el resto del público lo haga).

Sin duda, no querrán perdérsela.



Recomendaciones
: Muy buena tanto para fans de la serie como para recién llegados; para cristianos y no cristianos, para niños igual que para adultos y en general para cualquiera que desee pasar un buen rato o ponerse a reflexionar y profundizar en los pequeños (y a veces muy obvios) mensajes sobre el bien y el mal, el amor, la amistad y el sacrificio.

Abstenerse: Amargados.

Notas:
* ¿Será que no estoy siendo muy objetiva que digamos? Cuando, hace poco más de diez años, adapté Narnia como escenario de juego de rol para unas actividades de media hora en un festival parecido a la feria del libro, en Guadalajara, partí de hecho de los bombardeos a Londres. Muy probablemente parte de mi alabanza a esta adaptación es porque yo la hubiera hecho igual. Vaya con el ego inflado... Eeeeennn fin... (que bueno que mis garras no tocaron esto, porque mi versión para el juego incluía, también, una verdadera revoltura de personajes de Narnia de diferentes épocas. Jadis siempre fue mi mejor opción de villana... había que combatirla aunque fuera como aliados del príncipe Caspian. Gulp).

** Y ya que en asuntos visuales andamos, he de confesar que fue hasta ayer en la película que por fin supe qué demonios era el Turkish Delight, y que me había imaginado al personaje llamado señor Tumnus (un fauno) como cualquier cosa... menos sexy. Y... ¡santo cielo! ¡El actor que lo interpretó (James McAvoy, bastante ordinario como Leto hijo de Paul Atreides en la miniserie Hijos de Dunas del Sci-Fi Channel) aquí está como para comérselo en birria!

Y hablando de escenarios y videojuegos, ¿conocen la serie de Mana, de la compañía japonesa Square paisajes y culturas tan dispares que uno se preguntaba? Cuando jugué el segundo de la serie para SuperNES (que de este lado del mundo se llamó Secret of Mana), algo que me llamó muchísimo la atención fueron sus escenarios. Lo primero que pensé, recuerdo, fue: “Ehhhh... ¿de casualidad esto no es Narnia?” No, no lo era; era el mundo de Mana y punto.

Pero Mana lo tenía todo: cómo estaban todas en el mismo sitio, un Santa Claus que no se sentía fuera de lugar, animales que hablaban, seres mitológicos en paella... Para cuando lo jugué sólo había leído El león, la bruja y el ropero, pero de ahí en adelante no pude imaginarme Narnia sin la estética rara, ecléctica y ajaponesada, de los juegos de Mana. El primer título que salió para Playstation 1, Legend of Mana, me hubiera encantado como modelo para esta película.

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