tag:blogger.com,1999:blog-302541132024-03-05T08:58:59.799-06:00La Casa de AislingAislinghttp://www.blogger.com/profile/10170281560155362446noreply@blogger.comBlogger259125tag:blogger.com,1999:blog-30254113.post-65218541085898717002012-03-25T15:05:00.001-06:002012-03-25T15:26:30.277-06:00Amor y matrimonio<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://img31.imageshack.us/img31/6687/ronedith.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="http://img31.imageshack.us/img31/6687/ronedith.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<br />
<div style="font: normal normal normal 18px/normal Helvetica; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;">
<span style="letter-spacing: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;"><i>Hoy es el día mundial de leer a Tolkien; reviví el blog tan deprisa para no perdérmelo y, como todos los años, traducir un texto de mi autor favorito para ustedes. Cuando pregunté qué tema podría gustar, mi amigo S. me sugirió que uno que hablara de amor. De inmediato pensé en éste (y el pensamiento, he de confesarlo, me atravesó el pecho como una aguja finísima), una carta de Tolkien a su hijo Michael escrita, justamente, en marzo de 1940. La carta remata con la historia personal de Ronald Tolkien y su esposa Edith, que no pondré aquí. Si estamos familiarizados con el autor (y si no, no dará trabajo pasar algunos datos) sabremos que su matrimonio fue todo menos sencillo; que les llovieron calamidades, que no fueron felices para siempre porque eso sólo ocurre en los cuentos de hadas, pero que igual trabajaron duro para serlo. ¿Les resultó? Creo que la foto de la portada tiene mucho que decir al respecto. </i></span></span></div>
<div style="font: normal normal normal 18px/normal Helvetica; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;">
<span style="letter-spacing: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;"><i><br /></i></span></span></div>
<div style="font: normal normal normal 18px/normal Helvetica; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;">
<span style="letter-spacing: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;"><i>No hay fórmula precisa para un matrimonio ideal; no creo que la intención de Tolkien fuera hablar de algo más que su propia experiencia. Pero este escrito, si le pasamos por alto dos que tres observaciones que de seguro objetarán las feministas, podría darnos una acercamiento interesante a su forma de vivir al amor, y servir al menos para contrarrestar tantas ideas desfasadas que sobre este sentimiento nos han querido vender en televisión, internet, películas y libros de moda. </i></span></span></div>
<div style="font: normal normal normal 18px/normal Helvetica; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;">
<span style="letter-spacing: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;"><i><br /></i></span></span><br />
<span style="letter-spacing: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;"><i><br /></i></span></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="letter-spacing: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: large;"><b>De una carta de J.R.R. Tolkien a su hijo Michael</b></span></span><br />
<span style="letter-spacing: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace;">(extraída del libro The Letters of J.R.R. Tolkien, editado por Houghton Mifflin)</span></span></div>
<div style="font: normal normal normal 18px/normal Helvetica; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;"><br /></span></div>
<div style="font: normal normal normal 18px/normal Helvetica; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px; text-align: right;">
<span style="letter-spacing: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;"><i>Traducción: Yours Truly.</i></span></span></div>
<div style="font: normal normal normal 18px/normal Helvetica; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px; text-align: right;">
<span style="letter-spacing: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;"><br /></span></span></div>
<div style="font: normal normal normal 18px/normal Helvetica; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;">
<span style="letter-spacing: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;">
</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.0001pt;">
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Aún en nuestra cultura occidental, la
tradición de la caballerosidad romántica es fuerte, aunque como producto de la
cristiandad (que no es de ninguna manera lo mismo que la ética cristiana) los
tiempos le son hostiles. Idealiza el “amor”... y esto hasta donde alcanza puede
ser muy bueno, ya que toma en cuenta algo más que el placer físico y goza, si
no de la pureza, al menos de la fidelidad, al igual que el autosacrificio, el
“servicio”, la cortesía, el honor y el valor. Su debilidad es, por supuesto, que
comenzó como un juego de cortejo artificial, como una forma de disfrutar el
amor por sí mismo, sin referencia (y de hecho contrario) al matrimonio. Tenía
como objeto no a Dios, sino al Amor y la Dama, deidades imaginarias. Todavía
tiende a convertir a la Dama en una especie de estrella guía o divinidad (del
anticuado “su divinidad” = la mujer que ama), el objeto o la razón de una
conducta noble. </span></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.0001pt;">
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><br /></span></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.0001pt;">
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Esto, por supuesto, es falso y a lo mucho un invento. La mujer
es otro ser humano caído con el alma en peligro. Pero si se combina y armoniza
con la religión (como hace tiempo se hizo para producir gran parte de esa
hermosa devoción hacia Nuestra Señora que ha sido la manera en la que Dios ha
refinado tanto nuestra cruda naturaleza y emociones masculinas, y también de
darle calidez y colorido a nuestra difícil y amarga religión) puede ser muy
noble. Así surge lo que supongo se siente todavía, entre quienes conservan
incluso algún rastro de cristianismo, como el más alto ideal de amor entre un
hombre y una mujer. Creo, de todas formas, que tiene sus peligros. No es del
todo cierto, y no es perfectamente “teocéntrico”. Hoy, como de todas formas ha
sucedido en el pasado, hace que un joven deje de ver a las mujeres como son,
como compañeras en el naufragio y no como estrellas guía. (Y cuando el joven
cae en cuenta de la realidad se vuelve cínico). Que olvide los deseos, las
necesidades y las tentaciones <i>de ellas</i>. Inculca nociones exageradas de
“amor verdadero”, como si éste fuera un fuego del exterior, una exaltación permanente,
sin tener que ver con la edad, la crianza de los hijos, y la vida ordinaria,
sin participación de la voluntad y el propósito. (Un resultado de ello es que
las personas jóvenes se ponen a buscar un “amor” que los mantenga abrigados y
contentos en un mundo insensible, sin que pongan esfuerzo de su parte; y los
que son incurablemente románticos siguen buscando incluso en las desdichas de
una corte de divorcio). <o:p></o:p></span></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.0001pt;">
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><br /></span></span></div>
</div>
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;">
</span><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.0001pt;">
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Las mujeres no tienen mucha parte en todo
esto, aunque pueden usar el lenguaje del amor romántico, ya que está
entrelazado en todas nuestras locuciones. El impulso sexual hace a las mujeres
(naturalmente entre menos mimadas, menos egoístas) muy sensibles y
comprensivas, o especialmente ansiosas de serlo (o eso parece), y muy animadas
por entrar tanto como les sea posible en los intereses, desde lazos familiares
a religión, del joven por el que se sienten atraídas. No es que quieran
engañar; es el instinto puro, el de servir y ayudar, resguardado generosamente
por el deseo y la sangre joven. Bajo este impulso pueden de hecho alcanzar una
muy notable perspicacia y entendimiento, incluso de cosas que de otro modo
estarían fuera de su rango natural: pues su don es ser receptivas, estimuladas,
fertilizadas (en muchos aspectos que no son el físico) por el varón. Cada
maestro lo sabe. Cuán rápido una mujer inteligente puede aprender, captar sus
ideas, comprender su punto... y cómo, con extraordinarias excepciones, no
prosiguen cuando dejan su mano o cuando ya no tienen interés <i>personal</i> en
<i>él</i>. Pero es su vía natural hacia el amor. Antes de que la joven mujer
sepa ubicarse (y mientras el joven romántico, cuando existe, suspira aún) ella
podría de hecho, “enamorarse”. Lo que significa para ella, una mujer que por
naturaleza no esté mimada, que quiere convertirse en la madre de los hijos de
ese joven, aun si ese deseo no es, en modo alguno, claro para ella, o
explícito. Y entonces suceden cosas que pueden ser muy dolorosas y dañinas si
van mal. En particular si el joven sólo quería una estrella guía y una divinidad
temporales (hasta que ata su vagón a una más brillante) y sólo estaba
disfrutando de los halagos de la lástima muy bien sazonados con la excitación
del sexo... todo muy inocente, por supuesto, y muy alejado de la “seducción”. <o:p></o:p></span></span></div>
</div>
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;">
</span><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.0001pt;">
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><br /></span></span></div>
</div>
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;">
</span><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.0001pt;">
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Puedes conocer en la vida (igual que en la
literatura) mujeres que son frívolas, o pura y duramente disipadas (no me
refiero a la coquetería, la práctica del combate real, sino a mujeres que son
demasiado tontas como para tomarse el amor en serio, o de hecho tan depravadas
como para disfrutar de las “conquistas” e incluso causar dolor), pero son
anormalidades, aun si las enseñanzas falsas, las malas crianzas y las modas
corruptas puedan animarlas a comportarse así. Por mucho que las condiciones
modernas hayan cambiado las circunstancias femeninas, y el detalle de lo que se
considera apropiado, no han modificado el instinto natural. Un hombre tiene una
vida de trabajo, una carrera, (y amigos hombres), todo lo que podría (y lo
hace, si el hombre tiene agallas) sobrevivir al naufragio del amor. Una mujer
joven, aun si es “económicamente independiente”, como dicen ahora (y que por lo
general significa que está económicamente sometida a un patrón masculino en
lugar de un padre o una familia) empieza a pensar en el “cajón del ajuar” y en
un hogar, casi de inmediato. Si de veras se enamora, el naufragio podría
terminar en las rocas. De todas maneras las mujeres en general son mucho menos
románticas y más prácticas. No te dejes engañar por el hecho de que sean más
“sentimentales” con las palabras... que tengan mayor libertad para usar
“cariño” y todo eso. No quieren una estrella guía. Pueden idealizar a un joven
común y corriente y hacerlo su héroe, pero no necesitan semejante encanto ni
para enamorarse ni para seguir amando. Si tienen alguna ilusión vana es la de
que pueden “reformar” a los hombres. Con los ojos bien abiertos aceptarán a un
canalla, y cuando se desvanezca la ilusión de que pueden cambiarlo, seguirán
amándolo. Ellas son, por supuesto, mucho más realistas acerca de una relación
sexual. A menos que se hayan pervertido por las malas modas contemporáneas, por
lo general no hablan “sucio”, no porque sean más puras que los hombres (no lo
son) sino porque no le ven la gracia.
He conocido a algunas que fingieron hacerlo, pero no deja de ser
fingimiento. Pudiera resultarles intrigante, curioso, absorbente (e incluso
demasiado absorbente), pero si se trata de una cuestión tan natural, seria y
obvia, ¿dónde está el chiste?<o:p></o:p></span></span></div>
</div>
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;">
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.0001pt;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.0001pt;">
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Tiene que ser, claro, aún más cuidadosas
en las relaciones sexuales, con todos los anticonceptivos que haya. Los errores
dañan físicamente y socialmente (y en el matrimonio). Pero si no están
corrompidas, ellas son instintivamente monógamas. <i>Los hombres no lo son</i>...
De nada sirve fingir lo contrario. Los hombres no lo son, que no lo son; no al
menos por instinto natural. La monogamia (aunque por largo tiempo ha sido
fundamental para nuestras <i>ideas</i> heredadas) es para los hombres una
revelación de ética, de acuerdo a la fe y no a la carne. Cada uno de nosotros
podría procrear saludablemente, en nuestros treinta y tantos años de completa
fertilidad, unos cientos de hijos, y pasársela muy bien en el proceso. <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Brigham_Young">Brigham Young</a> (creo) era un hombre feliz y saludable. Éste es un mundo caído, y no hay
consonancia entre nuestros cuerpos, mentes y almas.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.0001pt;">
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><br /></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal">
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Sin embargo, la
esencia de un munda <i>caído</i> es que lo mejor que tiene no puede alcanzarse por el
libre disfrute de las cosas, o por lo que se llama “autorrealización” (un
nombre bonito para designar la autocomplacencia, de hecho adversa a la
“realización” de otras personas), sino por la negación, por el sufrimiento. La
fidelidad en un matrimonio cristiano conlleva una gran mortificación. Para el
hombre cristiano <i>no hay salida</i>. El matrimonio puede ayudar a santificar
y encauzar a su objetivo correcto los deseos sexuales; su gracia puede ayudarlo
en la lucha, pero la lucha sigue ahí. No va a estar satisfecho... como es
posible tener a raya el hambre con alimentos a sus horas. Le ofrecerá a la
pureza propia de tal estado lo mismo dificultades como alivios. Pero no hay un
hombre, por mucho que de joven haya amado a su novia y prometida, que haya
permanecido fiel a ella como esposa en mente y cuerpo sin haber ejercido,
deliberada y conscientemente, la <i>voluntad</i>, sin autonegarse. A muy pocos
se les dice eso... ni siquiera a aquellos criados “en el seno de la iglesia”.
Los que están fuera de ella rara vez parecen haberlo oído. Cuando el hechizo se
desvanece, o simplemente se adelgaza un poco, piensan que han cometido un
error, y que aún no han encontrado a la compañera de sus vidas. Y con demasiada
frecuencia la verdadera compañera de sus vidas les parece la primera persona
sexualmente atractiva con la que se tropiezan. Alguien con quien pudieran
casarse muy ventajosamente, siempre y cuando... Y ahí llega el divorcio, para
suplir el “siempre y cuando”. </span></div>
</div>
<div class="MsoNormal">
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal">
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Y por supuesto en general tienen mucha razón: sí
cometieron un error. Sólo un hombre muy sabio podría, al final de su
vida, hacer un juicio correcto sobre con quién, de todas las oportunidades
posibles, se pudo haber casado mejor.
Casi todos los matrimonios, hasta los más felices, son errores; en el
sentido de que casi con seguridad (en un mundo más perfecto, o con un poquito
más de cuidado en éste tan imperfecto) cualquiera de los dos cónyuges podría haber
encontrado compañeros más apropiados. Pero el verdadero compañero de la vida de
uno es con quien de hecho está uno casado. Hay muy poco de donde elegir: la
vida y las circunstancias lo hacen casi todo (aunque si hay un Dios éstos deben
ser Sus instrumentos, o Sus manifestaciones). Es notable que de hecho los
matrimonios felices son más comunes cuando la “elección” de las personas
jóvenes está aún más limitada, por autoridades paternales o familiares,
mientras haya una ética social de responsabilidad y fidelidad conyugal que no tienen que ver con lo romántico. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Pero incluso en países en los que la tradición romántica ha afectado las
estructuras sociales tanto como para hacer creer a la gente que la elección de
un compañero es cuestión exclusiva de los jóvenes, sólo la más extraordinaria
buena suerte une a un hombre y una mujer que son, de verdad, como si estuvieran
destinados el uno para el otro, capaces de un amor grandioso y espléndido. La
idea aún nos deslumbra, nos toma por la garganta: poemas, historias de a montón
se han escrito sobre el tema; más, probablemente, que el número de amores
semejantes que haya en la vida real, (sin embargo, las historias más sublimes
no hablan del feliz matrimonio de esos fenomenales amantes sino de su trágica
separación, como si incluso en esta esfera lo más grande y espléndido de este
mundo caído se alcanzara por el fracaso y el sufrimiento). En un amor tan
grande e inevitable, con frecuencia el amor a primera vista, alcanzamos una
visión, supongo, del matrimonio como hubiera podido ser en un mundo no caído.
En este mundo caído la única guía que tenemos es la prudencia, la sabiduría
(pocas veces encontrada en la juventud, descubierta demasiado tarde en la
vejez) un corazón limpio, y fidelidad de <i>voluntad</i>...</span></div>
</div>
</span>Aislinghttp://www.blogger.com/profile/10170281560155362446noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-30254113.post-12022332357324982282012-03-24T21:44:00.000-06:002012-03-24T21:44:22.598-06:00Tiempo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://img339.imageshack.us/img339/9007/relojgu.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="http://img339.imageshack.us/img339/9007/relojgu.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace;">"Lo único que podemos decidir es qué hacer con el tiempo que se nos ha dado".</span></div>
<div style="text-align: right;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace;"><br /></span></div>
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace;"> Gandalf, en <i><b>La Comunidad del Anillo</b></i>, de J.R.R. Tolkien</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: x-small;"><br /></span><br />
<br />
<div style="font: normal normal normal 18px/normal Helvetica; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;">
<span style="letter-spacing: 0.0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;">¿Qué se puede decir tras casi un año de ausencia? La verdad no sabía ni cómo empezar este escritillo con el que pretendo revivir el blog, ésta su casa. Estuve meditándolo durante un muy buen rato, y varios temas me estuvieron brincando por la cabeza. Uno, el cómo pedir disculpas a ustedes, que siempre han sido mis lectores y a quienes lamento muchísimo tener abandonados. Dos, contar cómo han cambiado las cosas desde aquella última vez que nos vimos; básicamente que el nuevo empleo que conseguí después de dejar (o que me dejara, más bien) aquel otro en el que había pasado quince años de mi vida resultó ser el trabajo de mis sueños, aunque muy, muy comprometido en cuanto tiempo y esfuerzo. Tres, informar que traigo entre manos un proyecto que, de tan grande, temo que se me salga de control, y de tan entrañable, que me termine de romper el corazón. Cuatro, que los gatitos que comparten la casa de ustedes con uno ya suman una docena. El quinto y el sexto me los reservaré, por el momento.</span></span></div>
<div style="font: normal normal normal 18px/normal Helvetica; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;">
<span style="letter-spacing: 0.0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;"><br /></span></span></div>
<div style="font: normal normal normal 18px/normal Helvetica; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;">
<span style="letter-spacing: 0.0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;">No estoy muy segura de por qué he abandonado el blog. La falta de tiempo es una buena excusa, pero ya he pasado por esas circunstancias y no era lo que me impedía ponerme a redactar sobre asuntos personales (que, como recordarán ustedes si han visitado seguido, son básicamente el cuerpo y alma de La Casa). Que me he vuelto sumamente <i>twittera</i>, al grado de la casi adicción por reducir ideas a los cientocuarenta caracteres y entusiasmarme con la respuesta instantánea del dichoso medio, tampoco funcionaría; igual me daba por socializar en vivo cuando no existía eso.</span></span></div>
<div style="font: normal normal normal 18px/normal Helvetica; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px; min-height: 22px; text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;"><span style="letter-spacing: 0.0px;"></span></span></div>
<div style="font: normal normal normal 18px/normal Helvetica; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;">
<span style="letter-spacing: 0.0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;">Reflexionar al respecto me lleva de nuevo a la idea del tiempo. Es el tiempo lo que me ha empezado a pesar, pero no del que uno se priva para ocuparse en “cuestiones importantes”, ni tampoco del que uno utiliza para recuperar el aliento después de haber batallado. Es el tiempo perdido; darme cuenta de que por primera vez en años me encuentro muy cerca de donde siempre quise haber estado, lamentar que no invertí lo suficiente en hacerme fuerte para cuando llegara el momento de luchar por algo más que pasar el día a día, llorar amargamente por lo que he dejado ir, por lo malo que he hecho y lo bueno que alguna vez tuve oportunidad de hacer y que no hice por estar demasiado ocupada en <i>resistir</i>. Lo peor, caer en la cuenta de que no hay marcha atrás. </span></span></div>
<div style="font: normal normal normal 18px/normal Helvetica; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px; min-height: 22px; text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;"><span style="letter-spacing: 0.0px;"></span></span></div>
<div style="font: normal normal normal 18px/normal Helvetica; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;">
<span style="letter-spacing: 0.0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;">Me consuela la idea de que, no importa cuánto tiempo se me haya dado, creo que podré, algún día, mínimo acercarme a lo que siempre quise: tocar el corazón de las personas con palabras. Sé que no será fácil este camino de regreso, y que tendré que apuntarle a la luna para poder darle al tejabán de enfrente; ¡hasta estoy comprobando que debo aprender a usar Blogger de nuevo! Pero si en ello están conmigo y si cuento con su comprensión, consideración y lectura, no necesito nada más. </span></span></div>
<div style="font: normal normal normal 18px/normal Helvetica; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px; min-height: 22px; text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;"><span style="letter-spacing: 0.0px;"></span></span></div>
<div style="font: normal normal normal 18px/normal Helvetica; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;">
<span style="letter-spacing: 0.0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;">Dejé olvidadas las recetas; ya vendrán más. Dejé pasar la Feria del Libro, con sus recomendaciones y citas (¡conseguí algunas tan divertidas en la edición del 2011!). Dejé pasar la Navidad y el Año Nuevo (no estaba muy entusiasmada con ninguna de las dos fiestas), el San Patricio, el cumpleaños de Tolkien, y otras ocasiones que podrían haber inspirado sendos textos, agradables, me parece. Pero mañana es el día mundial de leer a Tolkien, que como recordarán es mi autor favorito; eso no lo quiero olvidar, así que como antaño hacía, les propondré un texto de este señor, aunque sea uno que, me temo, va a escandalizar un poco a las conciencias modernas y políticamente correctas; hay que ponerse un poco en el lugar del autor para alcanzar a percibir la belleza de su pensamiento. </span></span></div>
<div style="font: normal normal normal 18px/normal Helvetica; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px; min-height: 22px; text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; font-size: small;"><span style="letter-spacing: 0.0px;"></span></span></div>
<div style="font: normal normal normal 18px/normal Helvetica; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;">
<span style="letter-spacing: 0.0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">Gracias, en serio, muchas gracias, si han aguantado conmigo hasta ahorita; como antes les pedía que no se olvidaran de mí en las adversidades presentes, va mi ruego de que, en las futuras, tampoco lo hagan.</span> </span></span></div>
<div style="font: 18.0px Helvetica; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px;">
<span style="letter-spacing: 0.0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace;"><br /></span></span></div>Aislinghttp://www.blogger.com/profile/10170281560155362446noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-30254113.post-44291094976110302482011-04-24T20:29:00.000-05:002011-04-24T20:29:06.075-05:00La razón de casi todo<div style="text-align: center;"><a href="http://img215.imageshack.us/i/casitodo.jpg/" target="_blank" title="ImageShack - Image And Video Hosting"><img border="0" src="http://img215.imageshack.us/img215/9346/casitodo.jpg" /></a></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace; font-size: x-small;">Fragmento de una preciosa pintura de Alan Lee. </span></div><a href="http://imageshack.us/" target="_blank"><br />
</a><br />
<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">En febrero de 1986, le pedí a mi mamá que me comprara tres libros muy caros (el equivalente, por todos, a menos de tres dólares de ahora, así que imagínense cómo ha variado la economía), y ella accedió de mala gana, porque tenía una idea bastante peculiar sobre ellos. Durante meses y meses me los prohibió, pero los libros, en proceso de ser tasados y sopesados por el comité censor de mi casa (mi hermana mayor, por entonces), estuvieron rondando diferentes rincones, uno aquí en la cocina, otro allá en la biblioteca, otro olvidado en algún lugar del baño. Todavía puedo recordar la sensación extraña que me despertaban; eran como un cofre sellado que contenía quién sabe qué misterios, o como, escribí entonces, un espejo... uno trozo de vidrio que sólo permitiera ver lo de afuera pero que tal vez estaría ocultando algo. No me habían levantado la prohibición cuando, el siguiente 23 de abril, me escurrí con el primer tomo y no dormí sino hasta llegar a la mitad.</span></div><div style="text-align: justify;"><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Pero no voy a aburrirlos con esta historia que ya les he platicado antes; si quieren releerla, ahí está en la etiqueta <a href="http://lacasadeaisling.blogspot.com/search/label/Veinte%20a%C3%B1os"><i>Veinte años</i></a>. Un cuarto de siglo (qué enorme cantidad de tiempo suena si uno lo pone así) ha transcurrido desde que me tropecé con <b>El Señor de los Anillos</b>, y decir que la vida me cambió a partir de entonces es poco. En casi todos los aspectos de lo que una servidora ha hecho, hablado, escrito y leído se nota la influencia de Tolkien, y son contadas las ocasiones en las que no siento un profundo agradecimiento por ello (contadas, dije; no significa inexistentes).</span></div><div style="text-align: justify;"><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Tres veces he soñado con Tolkien; la primera fue cuando estaba muy jovencita y no lo reconocí sino hasta después que pensé en ello; en la segunda, ya adulta, intercambiamos algunas palabras en inglés antiguo; en la tercera, curiosamente, ambos nos acordamos del sueño anterior. Recuerdo que el Tolkien de mi sueño me dijo, en aquella tercera y última vez, que ya no quería que lo llamara “Profesor”, sino “abuelo”. Y que se molestó cuando lo llamé “abuelito” (<i>grampa</i>) y me corrigió: “No; ABUELO” (<i>grandfather</i>). </span></div><div style="text-align: justify;"><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Bajo ese punto, el año pasado le escribí al profesor/abuelo una sentidísima carta que publiqué <a href="http://lacasadeaisling.blogspot.com/2010/04/ever-on-and-on-carta-abierta_24.html">aquí</a>, y que preocupó a mis amigos y me ganó alguna crítica medio amarga. Sí, una servidora estaba entonces llena de pesimismo, y una desesperación pasiva (las peores) le congelaba toda la voluntad. Ahora... digamos que estoy contenta de haber llegado a este cuarto de siglo.</span></div><div style="text-align: justify;"><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Profesor Tolkien, querido abuelo, usted es la razón de casi todo. Bien o mal, tal vez haciendo un par de cosas que no debería y otras que eran lo correcto aunque hubiera que pagar por ello; las decisiones, algunas más difíciles de lo que esperaba... la mano que me sostenía y la luz que me daba alguna vaga idea de por dónde ir eran siempre usted. ¿Qué más puedo decir? Veinticinco años parece un tiempo muy largo, pero aunque pasaran otros veinticinco, y más, no me alcanzarían para agradecer a la voz que me obligó a <i>engañar nuestro tímido corazón </i>para<i> derrotar la horrible realidad</i>; a <i>sembrar dragones</i> porque <i>era nuestro derecho, bien o mal usado</i>; a crear <i>por las mismas leyes que fuimos creados</i>. </span></div><div style="text-align: justify;"><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Nada sería igual sin esa voz; y no alcanzo a imaginarme cómo sería. </span></div><div id="pd_rating_holder_4375312"></div><script type="text/javascript">
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</script>Aislinghttp://www.blogger.com/profile/10170281560155362446noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-30254113.post-67613011860609143212011-04-13T08:30:00.003-05:002011-04-22T08:58:11.201-05:00Mi caballito A.<div style="text-align: center;"><a href="http://img24.imageshack.us/i/caballitoa.jpg/" target="_blank" title="ImageShack - Image And Video Hosting"><img border="0" src="http://img24.imageshack.us/img24/9025/caballitoa.jpg" /> </a></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace; font-size: x-small;">Mi caballito A. y yo, junto a la casa de mis abuelos; a la izquierda, mi papá. </span></div><div style="text-align: center;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Hasta hace muy poco tiempo, mi papá no toleraba las lágrimas vertidas en su presencia. Sobre todo, las de sus hijas. Me imagino que, ya fuera que le dolieran o que no supiera cómo reaccionar, trataba de evitárnoslas (y evitárselas, de paso) a toda costa. Una de las primeras frases que me enseñó a decir, y que en su momento repetiré, tenía que ver con aprender a aguantarse el llanto y plantarse en el estoicismo. <br />
<br />
Si mi papá tuvo alguna vez residuos de machismo incipiente, ya estaría muy curado en salud; primero, por haberse casarse con una mujer fuerte, casi casi protofeminista, que se vendaba los senos para irse a jugar canicas con sus amigos, montaba caballos salvajes y había terminado una carrera “de hombres”; y segundo, por tener con ella tres hijas y ningún chico. <br />
<br />
A pesar de que las tres hijas salieron bastante a la madre, tenían su lado de niñas en cuanto a amantes de la bisutería, las muñecas, los peluches y, lo más difícil de superar, la expresión abierta de las emociones que hace tanto bien y que tanto se menosprecia en un mundo masculino. Todo transcurría sin inconvenientes, salvo cuando una se caía y se raspaba la rodilla, o cuando se le rompía un juguete o un libro favorito, etc. En esos momentos, cuando mi papá detectaba el fruncimiento de rostro que precedía a un berrido y después a la inundación ocular, nos hacía repetir, casi como un mantra: “Hay que ser <i>macha</i>, hay que ser <i>macha</i>”. Nadie cuestionaba el significado ni la gramática; era indicación de que los valientes (las valientes, en este caso) se aguantaban las ganas de llorar. </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
De las tres hermanas, creo que fui yo quien se tomó lo de “ser <i>macha</i>” más en serio; no tanto porque crecí con una imperceptible misoginia, o porque ya bien entrada en la adolescencia despreciaba el maquillaje, ni porque en mis tiempos universitarios me daba por sentirme hombre. El asunto ya estaría bien sentado (y de esto no tengo memoria; me platicaron), cuando, a mis dos años de edad, ocurrió el incidente con el burro. </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
Cada verano íbamos al pueblo natal de mi mamá, donde estaba el rancho de mis abuelos. No se trataba de un rancho como los que conocemos hoy, modernos; era una casuchita en medio de la sierra, con agua potable que alimentaba un manantial gracias al ingenio y trabajo de mi abuelo, y sin otra luz más que de velas o gas. No había carreteras que llevaran hasta allá; por consiguiente el camino, que cruzaba un par de cerros, se aproximaba a profundas barrancas y atravesaba dos ríos (uno con una resbalosa salida de cantera), tenía que hacerse a caballo, o, como decían por allá, <i>remuda</i>. </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
Una remuda (animales que se usan como montura) incluía lo mismo caballos que mulas y burrros. Éstos últimos se usaban por lo general para carga: todo el equipaje que la familia necesitaría para más o menos un mes lejos de la civilización y en el que no faltaban comida en lata y sueros antiveneno de víbora y alacrán. A los burritos les ponían una especie de marco de madera (la cabrilla, se llamaba) y de ahí se colgaban dos cestos enormes, recubiertos de cuero curtido, para el equipaje. El centro de una de las cabrillas se suavizaba con una almohada vieja, y ahí, como un fardo más, se ataba con un rebozo a la hija menor; en efecto, yo. </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
La gente de aquel entonces era buena y honesta, y los burros conocían el camino de ida y vuelta del rancho; por lo tanto los podían echar por delante, solos, sin bozal ni cabestro, con toda seguridad de que no se perderían y que nadie les robaría lo que portaban, ya fuera ropa, víveres o niños. Pero los pobrecitos no siempre estaban conscientes de que llevaban carga humana. Y resulta que un día el que me transportaba decidió hacer pausa en el camino para buscar alguna hierba sabrosa que masticar mientras llegaba el resto de la remuda. La hierba sabrosa resultó hallarse bajo un cerrado arbusto espinoso, y me contaron que al anochecer, cuando el burrito llegó por fin al rancho, yo tenía la cara completamente rasguñada y con líneas y líneas de sangre que había manchado hasta mi ropita. Eso sí; totalmente serena. La esposa de uno de los vaqueros que cuidaba el rancho, y que fue quien me bajó del burro y me limpió la sangre, dijo que no entendía cómo era posible que no hubiera llorado ni nada. A mí no me queda la menor duda: todo se debía al mantra “<i>hay que ser macha, hay que ser macha</i>”. </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
El incidente tuvo final feliz; mi mamá ya no quiso mandarme en burro al rancho, y se presentó ahí la oportunidad de cumplirme un deseo que, me contaron también, ya me comía la cabeza desde hacía tiempo: yo quería montar un caballo. Y quería montarlo sola, porque detestaba que me empujaran contra la cabeza de la silla cuando otra persona me llevaba de paseo en la cruz de un potro. <br />
<br />
No creo que muchos niños tengan la oportunidad de contar con un caballo propio y me siento bendita por lo que me ha tocado vivir. La parte de la bendición que no comprendí en su totalidad sino hasta mucho después fue que el caballo que me dieron era uno bajito que para las tareas del campo no servía mucho, pero que era en extremo noble y manso, y a quien no pude bautizar porque ya se llamaba A. </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
Desde un principio, A. se tomó muy en serio su papel de niñera: evitaba los sitios peligrosos con maleza baja, soportaba la poco experimentada forma en la que su jinete manejaba las riendas (tuvo que pasar un tiempo antes de que mis papás se convencieran de que no era necesario conducírmelo con un cabestro), procuraba ir despacio, sobre todo al vadear los ríos que a veces le llegaban a los pies a su diminuta dueña, y cuando ésta deseaba más velocidad, no trotaba, sino que galopaba. Cuando fui creciendo, se convirtió también en mi compañero de juegos: por ejemplo, aceptó a mis fastidiosos primitos y la idea de que era divertido perseguirnos por terreno fangoso y fingir que en cualquier momento pisotearía al incauto que resbalara, y me acompañaba de picnic al río (yo nadaba, él, sin dejar de vigilarme, mordisqueaba el pasto). Ya de edad suficiente para ayudar en las tareas del campo, una servidora estaba consciente de que A. no era ni una herramienta ni una mascota, sino un amigo. Él, por su parte, seguía creyéndose mi segundo padre. <br />
<br />
En dos ocasiones comprendí que A. tenía un corazón a toda prueba: la primera fue cuando, camino al rancho, perseguíamos a la carrera a su amiga C. (una yegua preciosa que en aquella ocasión iba sin jinete) y que, medio desbocada y ansiosa por llegar a casa, se precipitó en el río sin advertir que estaba muy crecido. A. iba siguiendo muy de cerca a C. pero se detuvo en seco. Con tanta brusquedad, de hecho, que levantó las patas traseras. A C. la atrapó la corriente, y me quedé viendo con desesperación cómo el agua se la llevaba. Quise ir tras ella para auxiliarla, pero mi caballo no se movió, ni cuando saqué la fusta y le pegué en la grupa (nunca me ha gustado hacer eso con los caballos). C. era su mejor amiga, pero yo era su responsabilidad. Por fortuna, mi papá llegó detrás de nosotros con su propia montura, tiró un lazo increíble y consiguió salvar a C. Mi mamá, que vio todo de lejos, dijo que A. tal vez me había salvado a mí. </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
La segunda fue de hecho la única vez que me he caído de un caballo. Me estaba llevando a A. de camino a un rancho vecino, uno donde se podrían comprar elote y granadas frescas, y me dio mucha flojera buscar la puerta de la cerca que separaba la propiedad. Encontré un paso que me pareció lo suficientemente bajito como para que A. lo cruzara con una pata delante de la otra. Mal cálculo. A. pensó que tendría que saltar la cerca, y así lo hizo; como no estaba preparada, fui a aterrizar, aparatosamente, entre sus patas. ¿Y qué hizo él? Se detuvo. Cualquier otro animal hubiera seguido de largo, o tal vez pataleado. Mi A. se dio cuenta de que algo había salido mal, y en cuanto sintió la falta de su jinete se quedó quieto. No se atrevió a moverse para no lastimarme. Y tuvo paciencia para esperar a que su dueña, con algunos moretones pero más que nada el orgullo bien contuso, recuperara el aliento y volviera a montarlo. </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
Incluso sin montura y sin freno, a A. le gustaba pasar tiempo conmigo. Teníamos un rincón favorito: un roble muy alto, a unos diez metros detrás de la casa, que daba suficiente sombra y, en época de lluvias, se hacía circundar por un simpático arroyito. Ahí nos daba por pasar las horas; ahí le platicaba a mi caballo mis portentosos planes de vida, en los cuales él, por supuesto, estaba incluído. </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
Una vez, cuando viajábamos en auto por la carretera que daba al pueblo de mi mamá (era entonces un viaje largo, que, dependiendo de la naturaleza, podía tomar hasta ocho horas o más), me tocó oír en el radio que hablaban sobre el caballo favorito de Napoleón, Marengo, y cómo había afectado al maniático emperador su pérdida. Las tripas se me hicieron nudo ciego. “¿Mi caballo se va a morir, papá, mamá?”, pregunté, con los ojos húmedos. Mi mamá no quería decir mentiras, pero mi papá, con su omnipresente aversión al llanto, se inventó alguna cosa extraña sobre que sólo los caballos blancos se morían o algo así. Pregunté si se moriría C. también, y... ya no supe para dónde se iría la conversación. No la recordaría durante años, y después intentaría no recordarla. </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
C. fue la primera en irse; ya era vieja cuando murió después de dar a luz a una yegüita idéntica a ella. Supe que A., fiel a su carácter de padre sustituto, había adoptado a la yegüita y le estaba enseñando los básicos caballares de supervivencia; me sentía orgullosa, pero, si C. se había muerto de vieja, ¿qué tan viejo estaría A. entonces? <br />
<br />
No lo vi durante mucho, mucho tiempo. Comenzaba a golpearme la adolescencia y tenía ganas de explorar entornos más urbanos en lugar de pasar todo el verano en el campo. Muy en el fondo de mi pensamiento, sabía que A. tendría que partir también, e intentaba acumular toda la INDIFERENCIA de que fuera capaz para que cuando llegara el momento, no hubiera lágrimas.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
Cuando finalmente volví al rancho (en otra remuda y por otro camino), pregunté por mi caballo y me dijeron que lo podría hallar tal vez cerca del viejo roble, con su hijita adoptiva. Como no estaba ahí, pedí prestado otro caballo, un moro robusto y altote, para salir a buscarlo. Lo encontré a poco, junto con la potranquita de C. y otros caballos del rancho, en una hondonada a un par de kilómetros de la casa. </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
Estaba tan, tan flaco. Yo no sabía que los caballos viejos se vuelven flacos porque se les caen los dientes y no pueden comer bien. Tenía la cara y las caderas hundidas; su pelo oscuro ya no era lustroso y sus casquitos, resecos, estaban cuarteándose. Un caballo anciano debe sentirse mal, como los humanos, por no poder correr veloz, o saltar, o hacer lo que antes hacía. Pero lo peor fue ver la cara que puso; quien les diga que los animales no tienen expresión facial, perdonen, pero está bien tonto. Sus ojitos, medio hundidos y llenos de lagañas, me miraron. Primero reconocimiento, y luego... ¿qué era eso? Yo estaba ahí, feliz de haberlo encontrado... a lomos de un caballo grandote, joven y fuerte. En la opaca mirada de A. se podía leer, sin ninguna duda, el casi casi reclamo de un amante herido: “<i>¿Pero por qué estás con otro...?</i>”</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
Me siguió a la casa, como siempre lo hacía. Mi papá sacó mi silla de montar y su freno, y comenzó a calárselos. Le pregunté qué hacía. “Pues es para que lo montes”, me respondió. Yo estaba por cumplir los doce años, me estaban brotando senos (que ya para entonces se me antojaban dos espantosas ollas de frijol) y estaba engordando. El sólo pensamiento de torturar los pobres huesos de mi caballo con mi terrible humanidad me dio escalofríos. Le dije a mi papá que no quería montar en ese momento. A. no agradeció el “favor”. En lugar de ello, se volvió a mirarme, una vez más, con reproche: “<i>¿Es que crees que ya ni siquiera soy bueno para ti...?</i>”. </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
Lo dejé ir, vi como se dirigía a nuestro roble. No lo seguí. Fingí la indiferencia que tenía en reserva y le dije a mi corazón, que amenazaba con salir corriendo detrás de mi amigo, que dejara de fastidiar. </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
La siguiente vez que fui al rancho, no pregunté por A. Me lancé a buscarlo yo sola, y a pie, para no arriesgarme a lastimarlo de nuevo. Pasé mínimo una hora caminando, y cuando estuve lo suficientemente lejos de la casa, empecé a llamarlo. A gritos. No respondió nadie, salvo el viento de la tarde; como todos los agostos, su paso por los robles hacía un silbido siniestro. </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
El roble, por supuesto, pensé, y antes de llegar a la casa me desvié para nuestro rincón, ahora tan solitario. Ya para entonces tenía el presentimiento de que nadie me estaría esperando ahí. Me senté en la tierra aún húmeda del día anterior, me abracé las rodillas y comencé a mecerme, como en un ataque de nervios; me repetí, en voz bajita, el mantra de siempre: “<i>hay que ser macha; hay que ser macha; hay que ser macha, hay que ser macha; hay que ser macha; hay que...</i>”. Un relámpago brilló en el cielo, y antes de que lloviera contemplé, con total impotencia, cómo mi hombría, disuelta por completo en un imparable arroyo salado, caía en torrente y se iba a perder, dando vueltas, en el lecho arenoso que rodeaba al viejo roble. </span></span></div><div id="pd_rating_holder_4315477"></div><script type="text/javascript">
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</div><div style="font-family: "Courier New",Courier,monospace; text-align: justify;"><span style="font-size: x-small;">Ésta es mi foto favorita de J.R.R. Tolkien, así que no dudaría que ya la haya subido antes; de ser así espero que por favor me disculpen. Hoy es el día mundial de leer a Tolkien, y como me propuse cada año aportar alguna mínima sugerencia (el terrible año pasado lo olvidé, confieso) se me ocurrió este textito. Hace casi 25 años que leí El Señor de los Anillos; fue un libro que en algún momento me salvó, y, aunque de seguro nunca tuvo esas intenciones, las palabras de mi escritor favorito me han proporcionado muchas veces consuelo. </span></div><div style="font-family: "Courier New",Courier,monospace; text-align: justify;"><span style="font-size: x-small;"><br />
Después de una terrible racha que, si han venido con frecuencia, les habrá tocado soportarme, una servidora de ustedes comienza a reconciliarse lentamente con la vida y ha empezado por redescubrir el gusto por su profesión. Cuando me encontraba realmente deprimida, el leer esto en particular me levantaba el ánimo. Espero que les guste. Les dedico este humilde trabajito a todos ustedes que me estuvieron acompañando en los momentos difíciles, a los que son maestros e intentan llevar bien su vocación por encima de los males del mundo y a los que son personas de fe y la han visto tambalearse un poquitín por lo mismo. Muchas gracias por aguantar mis arranques de pesimismo en meses anteriores. </span></div><div style="font-family: "Courier New",Courier,monospace; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: "Courier New",Courier,monospace; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: "Courier New",Courier,monospace; text-align: center;"><b>Fragmento de una carta escrita por Tolkien a su hijo Michael, de profesión maestro.</b></div><div style="font-family: "Courier New",Courier,monospace; text-align: center;"><br />
</div><div style="font-family: "Courier New",Courier,monospace; text-align: right;"><i>Traducido por: Yours Truly.</i> </div><div style="font-family: "Courier New",Courier,monospace; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: "Courier New",Courier,monospace; text-align: justify;">"Lamento muchísimo que te sientas deprimido. Espero que ello se deba en parte a tu enfermedad. Pero me temo que se trata principalmente de una aflicción laboral, y una dolencia que es casi universal (en cualquier clase de trabajo) que tiene que ver con la edad... Me acuerdo perfectamente de cuando tenía tu edad (en 1935). Diez años antes había regresado a Oxford (con los ojos aún húmedos de ilusión juvenil), y ahora me desagradaban los universitarios y todas sus costumbres, y ya estaba de verdad conociendo a los profesores. </div><div style="font-family: "Courier New",Courier,monospace; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: "Courier New",Courier,monospace; text-align: justify;">Años antes, había rechazado como palabras de repugnante cinismo salidas de una boca inculta las advertencias que me había dado el querido Joseph Wright. “¿Pues tú qué crees que es Oxford, muchacho?”. “Una universidad, un lugar de aprendizaje”. “Para nada, muchacho, ¡es una fábrica! ¿Y quieres saber qué se fabrica ahí? Yo te lo diré. <i>Salarios</i>. Métete eso en la cabeza, y empezarás a entender qué está pasando”. </div><div style="font-family: "Courier New",Courier,monospace; text-align: justify;"><br />
¡Ay! Para 1935 sabía que esto era totalmente cierto. En todo caso, en cuando a la conducta de los profesores se refería. Muy cierto, pero no del todo la verdad. (La mayor parte de la verdad está siempre escondida en sitios fuera del alcance del cinismo). Me ponían trabas y me limitaban en mis esfuerzos (como profesor clase B con paga reducida pero con deberes de clase A) por el bien de mi materia y la reforma de su método, con los intereses puestos en los <i>salarios</i> y los gremios. Pero al menos no sufrí lo mismo que tú: jamás me obligaron a enseñar más que lo que amaba (y sigo amando) con inextinguible entusiasmo (excepto sólo por un breve período después de mi cambio de cátedra... estuvo horrible).</div><div style="font-family: "Courier New",Courier,monospace; text-align: justify;"><br />
La dedicación a la “enseñanza” por sí misma y sin referencias a la reputación de uno, es una vocación elevada y hasta en cierto sentido espiritual; y puesto que es “elevada” sin duda la rebajan falsos hermanos, hermanos cansados, el deseo de dinero y la soberbia: la gente que dice “mi materia” y no quiere decir la materia de la que humildemente me encargo, sino la materia que engalano, la materia que “he hecho mía”. Ciertamente que esta dedicación se degrada y mancilla por lo general en las universidades. Pero <i>ahí está.</i> Y si por desprecio se cerraran las universidades, desaparecería del mundo... hasta que éstas volvieran a establecerse, para caer de nuevo en la corrupción a su debido tiempo. La mucho más elevada dedicación a la religión no puede escaparse del mismo proceso. Se la degrada, por supuesto y hasta cierto punto, en manos de todos los “profesionales” (y <i>todos</i> los cristianos que la profesan), y otras personas en diferentes tiempos y lugares la ultrajan; y como su objetivo es más alto, sus deficiencias parecen (y son) peores. Pero no se puede conservar una tradición de enseñanza o de verdadera ciencia sin escuelas y universidades, y eso significa maestros y profesores. Y no se puede mantener una religión sin iglesia y ministros; y eso quiere decir profesionales: sacerdotes y obispos... y también monjes. El vino precioso debe (en este mundo) contenerse en una botella o en un recipiente menos digno. Por mi parte, he descubierto que me he vuelto menos cínico que la mayoría, cuando recuerdo mis propios pecados y disparates; y me doy cuenta de que los corazones de los hombres con frecuencia no son tan malos como sus actos, y casi nunca tan malos como sus palabras. (En especial en nuestra era, que es una era de desprecio y cinismo. Estamos más libres de hipocresía, ya que no “queda bien” el declararse adicto a la santidad o pronunciar sentimientos elevados; pero se trata de una hipocresía invertida como el ampliamente difundido esnobismo invertido: los hombres se dicen peores de lo que realmente son)...</div><div style="font-family: "Courier New",Courier,monospace; text-align: justify;"><br />
Me hablabas, sin embargo, de que la fe se te está "desmoronando". Eso es otro tema completamente distinto. Como último recurso la fe es un acto de voluntad que inspira el amor. Nuestro amor puede enfriarse y nuestra voluntad corroerse ante el espectáculo de las deficiencias, las locuras y hasta los pecados de la Iglesia y sus ministros, pero no creo que alguien que haya tenido fe retroceda hasta el otro límite por estas razones (mucho menos quienes tengan algún conocimiento histórico). El “escándalo” es, a lo mucho, una oportunidad de tentación, como la obscenidad lo es a la lujuria, puesto que no la produce sino que la despierta. Resulta muy conveniente, ya que desvía nuestra mirada de nosotros mismos y nuestras faltas para buscarse un chivo expiatorio. Pero el acto de voluntad en la fe no es un momento único o una decisión final: es un acto/estado que indefinidamente se repite, que debe seguir... y así es que rezamos pidiendo “perseverancia definitiva”.</div><div style="font-family: "Courier New",Courier,monospace; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: "Courier New",Courier,monospace; text-align: justify;">La tentación de la “incredulidad” (que realmente significa la negación de Nuestro Señor y Sus afirmaciones) siempre está ahí dentro de nosotros. Una parte nuestra anhela dar con una excusa externa para ello. Entre más fuerte sea esa tentación interna, con más rapidez y mayor gravedad nos “escandalizarán” los demás. Creo que soy tan sensible como tú (o como cualquier otro cristiano) a los escándalos, tanto del clero como de los laicos. En mi vida he sufrido profundamente a causa de sacerdotes tontos, cansados, embrutecidos y hasta malvados; pero ahora ya me conozco lo suficientemente bien como para estar seguro que no voy a dejar la Iglesia (lo que para mí sería dejar la alianza con Nuestro Señor) por tales razones: la dejaría porque he dejado de creer, y porque no voy a creer más, incluso si no he encontrado en ninguna orden más que personas al mismo tiempo sabias y santas. Y negaría el Santísimo Sacramento; es decir, llamaría a Dios “fraude” en su propia cara". </div><div id="pd_rating_holder_4167646"></div><script type="text/javascript">
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</script>Aislinghttp://www.blogger.com/profile/10170281560155362446noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-30254113.post-38967154332808140022011-03-17T15:25:00.002-06:002011-03-19T20:58:19.764-06:00Serpientes<div style="text-align: center;"><a href="http://img580.imageshack.us/i/serpientes.jpg/" target="_blank" title="ImageShack - Image And Video Hosting"><img border="0" src="http://img580.imageshack.us/img580/2496/serpientes.jpg" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">La primera historia sobre San Patricio que los chiquitos de Irlanda (y otros países) aprenden es falsa; encantadora, muy significativa, simpatiquísima, pero falsa, a fin de cuentas. Un día, se cuenta, el santo le ordenó a las serpientes que se fueran de la isla, y los animalitos, muy obedientes, se arrojaron al mar, y se fueron tan tranquilos a infestar el continente europeo, las tierras abajo del Mediterráneo y, en fin, el resto del mundo conocido, a causar terrores infundados, sustos y mordiscos. </span></div><div style="text-align: justify;"><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Irlanda es una tierra singular, cubierta de verde; las islas Aran, por ejemplo, son rocas con apenas unos centímetros de suelo donde por alguna razón crecen tréboles de los que se puede alimentar el ganado. El resto del campo gaélico está lleno de hierba espesa de ésa que en este lado del mundo nos aconsejan apartarnos por miedo a las víboras.</span><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Uno puede dejarse caer en una camita de esas hierbas frescas y mullidas sin temer más ataque que el de alguna mariposa bonita o un caracol. Mentira o verdad lo de San Patricio, el hecho es que en Irlanda no hay serpientes.</span></div><div style="text-align: justify;"><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">¿Por qué será? No falta una explicación aceptable: durante la edad de hielo, la isla fue prácticamente inaccesible, así que San Patricio no pudo haber arrojado a las serpientes porque éstas nunca llegaron ahí. </span><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">La primera vez que vi una serpiente en Irlanda fue a mediados de la década de los noventa. Se trataba de un ejemplar de <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Bitis_gabonica">víbora del Gabón</a>, cornudilla y de aspecto feroz. Estaba metida en un frasco de formol en un museo campestre y tenía arpoximadanemtente cien años de edad. La había llevado, nos dijeron, un misionero que andaba por África y que quería mostrarles a sus feligreses esa cosa que jamás habían visto. La víbora muerta estaba toda enroscada; el espacio resultaba muy chico para ella y tenía, lo juro, una expresión de perplejidad en la carita; parecía preguntarse qué hacía ahí, y que cuándo podría largarse. Se veía tan fuera de lugar entre los cuadros de niños, los mueblecitos de cuero y las herramientas tradicionales. </span></div><div style="text-align: justify;"><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Se supone, y el asunto tiene más sentido así, que en ese cuento de San Patricio las serpientes son alegoría de la maldad, el pecado y un sin fin de etcéteras que la religión cristiana había desterrado de Irlanda. Al parecer funcionó: sin que tenga nada que ver con los pobres bichos, Irlanda es el país más anti-ofidio que puedan imaginarse; una víbora no tendrá ahí donde esconderse, ni gran cosa qué cazar. Me pregunté durante mucho tiempo si la maldad y el pecado andarían en las mismas, pues resultaba difícil imaginárselos anidando en corazones tan felices, por un lado, o tan resignados a su suerte, por otro. No me atrevo a asegurarlo ahora. La última vez que visité Irlanda me tropecé en Dublín con una vista insólita: una culebra viva. Enroscada en un espacio muy pequeño, con una expresión perpleja en la carita chata: “¿Qué hago yo aquí? ¿Quién me trajo? ¿Cuándo me podré ir?”. Se trataba de un pitón albino, chiquito, muy bello, en una tienda de mascotas. Y su visión no provocaba el asombro que hubiera supuesto una servidora ante un espectáculo raro. </span></div><div style="text-align: justify;"><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Era como si la pobre viborita supiera de la prohibición que para los de su especie había en Irlanda; pero los animales son seres puros y ninguna culpa tienen. Sin embargo, me asaltó una visión súbita que todavía me enchina la piel: San Patricio ordenándole a la maldad que partiera de Irlanda y jamás se atreviera a regresar por ahí, y la maldad sacándole la lengua bífida y soltándole un silbido de amenaza. Y me sorprendió darme cuenta de cuántas miradas más enrojecidas por la mortificación, la desesperación y la vida difícil me había encontrado en Dublín desde mi última visita. Quiera San Patricio escuchar la voz de los que todavía le piden ayuda. Irlanda por siempre. </span><br />
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<script type="text/javascript" src="http://i.polldaddy.com/ratings/rating.js"></script>Aislinghttp://www.blogger.com/profile/10170281560155362446noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-30254113.post-36097724020634008522011-03-04T20:43:00.002-06:002011-03-19T21:08:20.041-06:00Doscientos cincuenta y tres<div style="font-family: "Courier New",Courier,monospace; text-align: justify;"><span style="font-size: x-small;">Nota: ésta es la entrada número 253 de mi blog, y quisiera celebrarla con un número significativo, de la misma manera que lo hice con la entrada ciento ocho. </span></div><br />
<div style="text-align: center;"><a href="http://img814.imageshack.us/i/doscincotres.jpg/" target="_blank" title="ImageShack - Image And Video Hosting"><img border="0" src="http://img814.imageshack.us/img814/8827/doscincotres.jpg" /></a></div><div style="text-align: center;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">La novela <b>253</b>, de Geoff Ryman, es posiblemente uno de los libros más extraños que se hayan escrito. Consta de los 253 capítulos de su nombre, divididos en siete partes, más un miniprólogo, un maxiepílogo, un índice y larguísimas notas a pie de página y notas y diagramas sueltos. Tiene 253 personajes y una estructura que parece cualquier cosa menos novela. Toda la acción ocurre en aproximadamente 7 minutos. Se supone que es de ciencia ficción. Su autor es de ciencia ficción al menos, y la obra ganó un premio <i>Philip K. Dick</i>.</span></div><div style="text-align: justify;"><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Todo el desbarajuste de <b>253</b> tiene su razón de ser. Un tren del metro de Londres tiene siete vagones, y en éstos hay 252 asientos en total. Un viaje ideal sin que nadie fuera de pie tendría, junto con el conductor, 253 pasajeros. Y Ryman plantea qué ocurre con esas 253 almas en los siete minutos en los que el tren se mueve de una estación a otra, donde finalmente se estrella contra una barrera de contención. </span></div><div style="text-align: justify;"><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Cada capitulito presenta a un personaje: cómo se llama, cuál es su aspecto físico, su historia personal y lo que hace y piensa. Todo ello en 253 palabras bien contadas. </span></div><div style="text-align: justify;"><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">La novela se publicó por primera vez en internet (una versión no corregida sigue por <a href="http://www.ryman-novel.com/">aquí</a>, libre, sueltita, sujeta a modificaciones), lo que le dio posibilidad a usar links. Así, uno podía brincar de personaje en personaje y descubrir sorprendentes relaciones entre ellos. Estaba el chico periodista que se había hecho pasar por indigente para hacer un reportaje y al que su novia lo había dejado, ahora en serio, en la calle, muy asustado porque un fulano le había hecho propuestas indecorosas mientras intentaba pasar la noche bajo periódicos. Ese mismo fulano, que no pretendía nada sexual con el chico sino que sólo buscaba amistad, viajaba en otro vagón en el que intentaba impresionar a una confundida pasajera al decirle que era un antiguo colega, pero llama la atención de un pobre diablo que trabaja colocando tarjetas de prostitutas en las cabinas telefónicas y que piensa que algo de ayuda le vendría bien. </span></div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Está una pareja de mexicanos que vienen de Guadalajara, mi ciudad; la mujer es guapa y llama la atención de un adolescente obsesionado, lo mismo que una muchacha que hace trabajo voluntario en una línea telefónica de prevención de suicidios y que está pasmada pues la noche anterior recibió una llamada de su propio jefe; éste, a su vez, va en otro vagón. En un breve cruce de superficie, el tren arranca de su letargo eterno al fantasma de William Blake, que contempla con ojos asombrados el mundo en los albores del siglo XXI. Y así, así, así. Para suplir la falta de links, la edición en papel contó con un exhaustivo índice de relaciones. Los diagramas eran de los asientos del metro y su disposición, y las páginas sueltas anuncios que se supone estaban fijos en las paredes. </span></div><div style="text-align: justify;"><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">253 capítulos, 253 palabras. Imagínense cómo sería la traducción de semejante libro. Tan tremenda, que la persona elegida para traducirlo puso pies en polvorosa, y el editor en la segunda lengua tuvo que recurrir a otro, poco conocido y con una sola recomendación detrás, a quien no le faltaba valor, posiblemente por desconocer la magnitud de la tarea.</span></div><div style="text-align: justify;"><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Tal vez el hecho de que había que lograr que las 253 palabras del original en inglés se convirtieran en 253 palabras en español suena a lo más complicado del trabajo, pero no es así. En realidad Ryman lo puso más difícil: la novela se llevaba a cabo en un ambiente real, pero la mitad de lo que describía era imaginario. Ryman lo llamó “mentira”. Así que una labor extra del traductor sería separar lo cierto de lo falso, y buscar datos que no aparecían en ningún libro, y que en internet tenían tanta confiabilidad como las palabras del escritor.</span></div><div style="text-align: justify;"><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Algo mucho más sencillo hubiera sido contactar al autor, perdirle su ayuda tras una primera correspondencia vía correo electrónico. Pero no siempre suceden así las cosas. Y si en algún momento el traductor, desesperado, envía una carta de 253 palabras para llamar su atención con ella y ni así hay respuesta, hay que basarse en los propios recursos. </span></div><div style="text-align: justify;"><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Ah, y en el bendito <a href="http://answers.yahoo.com/">yahoo answers</a>, que tiene en inglés gente de mejor voluntad e intenciones más serias que en español y que, de alguna manera, contribuye a rellenar el ininteligible glosario que el traductor se monta en una libretita vieja. </span></div><div style="text-align: justify;"><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Ahora, supongamos que la mente del traductor no está muy concentrada que digamos. <b>253</b> es un reto y un sueño, pero tal vez lo que haya sido una lectura placentera no va a ser tan lindo cuando uno entra a traducir. Menos cuando el traductor acaba de perder su trabajo de más de diez años, que era su gusto y orgullo. O cuando trae entre los dos hemisferios una historia de ficción que fue a concebir cuando las cosas empezaban a ponerse mal, y que por días enteros echó a patadas a los 253 pasajeros y ocupó por completo el tren en una especie de catarsis violenta. </span><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">¡Ay, el traductor literario! Tiene que hacerse a la idea de que a su humilde trabajo jamás se le trate con la gratitud que merece. Si las cosas salen bien, nadie se acordará de él, pero si salen mal, todo el mundo le echará la culpa. Aun así, tiene que esforzarse cuanto pueda, leer, releer, corregir, pulir, darle voz en otro idioma a historias que no son las suyas. Nada tiene de fácil, y quién sabe si la tarea se complique más si el traductor la realiza en una compu viejita, una que no puede conectarse a internet y de la que siempre se ha sentido avergonzado por su aspecto de almeja azul. </span></div><div style="text-align: justify;"><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Si el traductor llega a un ritmo decente de trabajo, por ejemplo cinco capitulitos al día, debe preveer que éste se verá afectado por imprevistos o por salidas a buscar un trabajo, y porque tal vez haya una casa de la que ocuparse. La historia catártica no se va a ninguna parte, tampoco, y hay que lidiar con ambas; la propia y las ajenas, sin que los ruidos se mezclen. </span></div><div style="text-align: justify;"><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><i>¿Ruidos?</i> ¿Qué hay si el traductor se descubre una perversión terrible, de que un ruido molesto y fastidioso de hecho lo ayuda a concentrarse en su trabajo? Casi por accidente, un día cambiando de canales a mitad de un terrible bloqueo mental, con la compu en las rodillas y dos archivos abiertos (el de la traducción y el de la historia catártica) en pantalla, una mano en el teclado y la otra en el control remoto de la televisión, se tropieza entre canal y canal con ruido, mucho ruido. El programa de <a href="http://www.youtube.com/watch?v=0u1ok-K5HTU"><i>Laura en América</i></a>, al que nunca le ha prestado suficiente atención. El traductor tiene problemillas con el acento peruano; no el relativamente bien educado y de locutora de Laura Bozzo, sino el de sus improvisados actores que hacen de invitados en casos “reales” y truculentos presentados a una también ruidosa audiencia. En fin, que no entiende prácticamente nada de lo que se dice, pero se da cuenta de que el palabrerío borbotado por varias bocas a la vez le provoca un curioso estado de concentración. Se pone a trabajar. La historia catártica desaparece de su mente y de su pantalla. Sólo queda <b>253</b>. </span></div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Dos horas de “señorita Laura, señorita Laura”, y más adelante, en otro canal, la repetición del programa que es a su vez una repetición. Cuatro horas de gritos, cinco capítulos. De ahí, un ritmo de trabajo bien establecido: por la tarde la traducción de cinco capítulos con Bozzo de compañía, irse a dormir, por la mañana revisión del trabajo del día anterior y, hasta entonces, contar las palabras. Lo de menos es redondear cada texto a las 253 del título. </span></div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">En cuatro o cinco ocasiones, la traducción recién hecha tiene las 253 palabras justas. Los fines de semana, como no hay <i>Laura en América</i>, el traductor descansa, pero entonces vuelve al ataque la historia catártica. Quinientas páginas después, está terminado el primer borrador. Ha hecho suficientes estragos de distracción como para finalizar antes que la traducción de cuatrocientas y pico páginas que es <b>253</b>.</span></div><div style="text-align: justify;"><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Ésta se revisa, se lee en voz alta, se repasa una y otra y otra vez. El traductor es perfeccionista; es decir, se paraliza ante la posibilidad de errores y cada uno le cuesta sudor y lágrimas. Pero el resultado no es perfecto: la compu del traductor tiene teclado en inglés y la única manera de escribir rápido es no poner acentos sino una marca que los representa, y luego usar la herramienta de “hallar-cambiar” en el procesador de textos. Quiere un triste giro del destino que uno de sus gatos queridos trepe al teclado a media tarea del “hallar-cambiar” y coloque con su afelpada patita un error que habrá de contagiarse a la versión impresa del texto. Ni qué hacer. </span></div><div style="text-align: justify;"><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">El traductor debe ser invisible; debe ser la obra la que brille. Pero, dadas las características de <b>253</b>, es inevitable que alguien se refiera a la traducción, algunas veces bien, otras mal. Y es entonces cuando hay que esconderse, pues viene otro tiempo de espera. </span></div><div style="text-align: justify;"><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">La mexicana pequeñita que tradujo este libro publicado en España sigue por ahí, cinco años después; no ha querido volverse a enfrentar a <b>253</b> (al que es en parte suyo, no al que es todo de Ryman) porque la pone nerviosa descubrir un error más (no le pasa cuando escribe en línea, pues en línea todo es susceptible de corrección, pero lo impreso, impreso está). Tampoco se ha enfrentado a su historia catártica e inédita, porque sabe que la próxima vez que lo haga será para convertir el borrador en otro interminable rosario combinado de penas, llanto e inútil búsqueda de perfección, y hasta el final. Y aunque el traducir <b>253</b> estuvo rodeado de hechos dolorosos externos, y en sí mismo no fue un lecho de rosas, piensa que lo volvería a hacer. Que lo volvería a hacer. </span></div><a href="http://imageshack.us/" target="_blank"></a><br />
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<div style="font-family: "Courier New",Courier,monospace; text-align: right;">La vida no es nada sin amistad.<br />
<i>Marco Tulio Cicerón</i> </div><div style="text-align: right;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Aunque el trabajo no disminuye y las entradas en este blog continúan escasas, hay ciertas fechas, comprenderán ustedes, que no puedo dejar pasar sin poner algo aquí, y una de ellas es el sagrado 14 de febrero. El día de San Valentín, ajá, el día de los enamorados; pero si ya tienen tiempo de visitarnos por acá sabrán que yo prefiero celebrar la amistad por sobre todos los cuatro amores según C.S. Lewis. </span></div><div style="text-align: justify;"><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Ahora, nunca me sentí capacitada para hablar de amistad, con todo y que es un sentimiento que venero y una condición que procuro cultivar. Así que todos estos años o me pongo a acumular citas bonitas (como la que encabeza este artículo) al respecto, o, lo que más me gusta, traducir fragmentos del libro ya mencionado de C.S. Lewis. Como esta vez ya prácticamente se me acabó el capítulo pertinente y sigo tímida a hablar del “menos natural, menos necesario” de los cuatro amores, decidí cambiar un poquito las cosas y compartirles algo de humor que redacté una vez para un viejo amigo en un correo electrónico. </span><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Lewis dijo que no hay muchas obras que traten de amistad, siquiera como tema secundario, y tenía razón. Sin embargo, en un libro muy cercano a él, <b>El Señor de los Anillos</b>, la amistad no es solamente una fuerza que mueve, sino, muy posiblemente el principio de todo. </span><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Para encontrar esa piececita de humor entre los correos que le hubiera enviado a este viejo amigo, tuve que repasar prácticamente toda la correspondencia (electrónica) que le estuve enviando. Y entonces la cosa, que se planeaba como para hacer reír, se puso seria. Muy seria. TERRIBLEMENTE seria. </span><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">La amistad es el amor más difícil y el más digno de elogio; pero miren, por más que uno quisiera idealizarla en su propio día festivo, no es algo inmutable, no es algo que permanece sin esfuerzo consciente. Y puede acabar, oh sí. Y el que acabe es una tragedia, pero es una de ésas que, como la muerte o la enfermedad, a veces ocurre, y a la que uno acaba por hacerse a la idea. </span><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Este viejo amigo (y amigo de viejos ex-amigos) y yo nos pusimos en contacto tras un tiempo de separación, estela de un lento pero doloroso rompimiento de relaciones múltiples. El asunto se hubiera quedado tranquilo, si no fuera porque fui a enterarme de que mis ex amigos se habían comenzado a reunir para, por medio de una especie de terapia o rito extraño, exorcisarme o algo similar. Imagínense; he hecho de demonio alguna vez. La plática que este amigo y yo sostuviemos en <i>mails</i> hace ya bastantes años me hizo ver que oh, sí he escrito sobre la amistad, que mis ideas son políticamente incorrectas, como casi todo lo que pienso, y que soy mala para guardar los correos adecuados. </span><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">“Mira”, le escribí al amigo, “si en <b>El Señor de los Anillos </b>el concepto de amistad hubiera sido el que parece ideal para ustedes (y para el mundo moderno), la cosa hubiera ido así...”</span><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Y fue cuando redacté una especie de diálogo entre Merry y Pippin en donde se daba al traste con la historia. No recuerdo por ahora, pero conociéndome, tal vez puse ese textito también en un foro de discusión, una lista de correos o eso.</span><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Me he tomado la libertad de mostrar en público fragmentos de esta correspondencia, estrictamente míos, nomás porque creo que son una de las poquitísimas veces que una servidora ha hablado de amistad. Espero que no se sientan muy incómodos si los leen; en ningún momento se mencionan nombres ni se dan pistas.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> </span><br />
<br />
<i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Sobre la especie de exorcismo:</span></i><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">"Corrígeme si estoy mal en lo que haya entendido del</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> método: se trata de que tienes un problema con una</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> persona, y entonces FINGES que alguien más o que uno de</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> esos monos horrorosos es esa persona y FINGES que</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> hablas con ella, y FINGES que resuelves tu problema</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> (básicamente le niegas a la otra persona su derecho de</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> réplica, supongo que para no complicar todo el</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> proceso) y así te desahogas y te quedas con la</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> esperanzada idea de que si tú estás bien con esa</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> persona entonces la otra persona estará bien contigo(?). </span><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">A la otra persona la puede partir un rayo, por</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> supuesto; una cosa que no me agrada naditita [...] </span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">es esa tremenda reticencia a ponerse en los</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> zapatos de alguien más: el YO estoy bien y TÚ tienes</span><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">que estar bien porque YO estoy bien.".</span><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">"Eso se me hace un poco irritante, y tiene que ver con</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> lo que te dije más arriba. Imágenes... siempre</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> imágenes, como si la realidad ardiera tanto. </span><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Es también irritante porque me proporciona una clara</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> explicación al extraño fenómeno de los desencuentros</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> que he estado sufriendo, gracias a Dios, sólo unas</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> pocas ocasiones en los últimos meses. Verás: una que</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> otra vez, cuando me he tropezado con algunos de los</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> otros, ellos se comportan lindos conmigo y esperan que</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> yo reaccione como cachorrito recién adoptado (es</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> decir, que brinque de felicidad). Y, cuando no lo</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> hago, ponen una cara de SINCERO desconcierto que no</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> deja de sacarme de onda . </span><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Chicos, si aclararon sus problemas con la imagen que</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> tenían de mí, pues felicidades... pero no esperen que</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> la L. "de a devis" se comporte como en sus</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> evocaciones; en lo que a mí respecta, la guerra con</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> Irak no se terminó cuando Bush se declaró vencedor</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> (más o menos un año antes de los más de mil muertos</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> que todavía faltaban entre las tropas gringas)".</span><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">"Ahora [...]</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> mira, hay entre (grupo de amigos)</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> gente a la que consideraría, como te puse en el correo</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> anterior, enemigos potenciales... simple y</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> sencillamente porque sospecho que si alguna vez nos</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> enredáramos en una guerra cósmica o algo así,</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> estaríamos en bandos bien distintos. Bueno, además</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> porque hicieron mucho daño, sabes.</span><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Aparte que me entristece sobremanera que si en algún</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> momento dado tenían algo que decirme, se lo hayan</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> dicho a otra persona o a un mono de madera... como si</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> yo mordiera o algo así, o como si el mono o la otra</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> persona fueran capaces de resolver un problema ajeno.</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> Ya sé que nadie me lo creía, pero si hay algo que me</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> revienta es fingir.""</span></div><div style="text-align: justify;"><br />
<i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Sobre el rencor y el remordimiento, que mi amigo definió como “mecanismos de supervivencia”, pero descartó por su inutilidad. </span></i><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">"Yo pensaba</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> que andabas budista todo el rato, no nomás una</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> semana... pero como yo por lo general ando católica</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> toda la vida, veremos aquí las diferencias de postura.</span><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">No creo que las palabras adecuadas sea "mecanismos</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> psicológicos de supervivencia" y de cualquier forma no</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> sé lo suficiente de psicología como para estar segura</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> de usar la palabra "ego" de la forma correcta (mi</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> empapamiento del tema se limita a cuando estuve</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> jugando <b>Xenogears</b> en mi <i>Playstation</i> y tuve qué</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> chutarme la definición de cosas como "anima" e "id"</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> nomás para escribir un artículo profundo sobre el</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> juego. Ah, y la biografía de algunos santos, también).</span><br />
<br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Pero creo que la discrepancia aquí estaría en la parte</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> "psicológica". El rencor y el remordimiento funcionan</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> para cosas más allá de lo puramente psicológico; yo</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> creo que tienen además un peso social. Uno tiende a</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> negar lo social (sobre todo cuando anda llevando en</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> los hombros montones de crisis personales), pero</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> finalmente es imposible estar aislado del todo. Lo</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> cual nos lleva al siguiente punto...</span>"<br />
<br />
<i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Si tuviera una mejor ortografía, el amigo hubiera expresado sin tantos problemas que la cuestión era que qué tanto valía la pena dejarse llevar por el rencor y los remordimientos. Pero sí pude entender. </span></i><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">"Bueno, ahora sí que depende de una decisión personal.</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> El rencor es, de estos dos sentimientos, el más</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> inútil, y el que friega más sin dar una recompensa</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> decente (ni a uno ni a la gente que lo rodea). Pero el</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> remordimiento puede salir de uno, y a quien protege es</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> a los demás. Si la vida gira alrededor de uno mismo, y</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> uno es lo más importante para uno, y solamente uno</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> cuenta, pues entonces no vale la pena y se le puede</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> dejar atrás. Pero, como te dije, el remordimiento está</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> ahí para los demás. Es reconocer "hice mal, y me</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> importa". O a tu prójimo: "Reconozco que te hice daño.</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> Sé hasta donde llegué, sé que lo que hice te dolió y</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> tu dolor me importa tanto que lo estoy compartiendo</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> aunque no tenga por qué hacerlo. Tú te mereces esto. "</span><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">"Si andas budista nunca vamos a ponernos de acuerdo,</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> pero bueno, ya ves que en mi religión se aprecia el</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> reconocimiento del pecado, y la posibilidad de</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> expiación, penitencia y sacrificio. Y el perdón</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> siempre y cuando vaya precedido del arrepentimiento</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> (porque cuando es mero trámite sirve para dos cosas).</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> Ah, y el amar "a Dios sobre todas las cosas" y "a tu</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> prójimo como a ti mismo". (Una vez tuve una pesadilla</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> horrenda de un Guadalajara alternativo donde la puerta</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> del infierno estaba cerca de Avenida México cruzando</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> con López Mateos, y se me dictaban unos mandamientos</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> que nomás que desperté anoté en un cuadernito. No los</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> tengo a la mano ya, pero me acuerdo clarísimo de</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> "Amarás a Dios sobre todas las cosas. Tú eres Dios".</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> Imagínate qué miedo). </span>"<br />
<i></i></div><div style="text-align: justify;"><i><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Mi amigo dijo que el bienestar común debe empezar por el bienestar propio. Respondí: </span></i><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">"Si esto pasara en la vida real estaría perfecto. Pero</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> no siempre sucede, y el bienestar propio no siempre se</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> puede alcanzar, y es una gachada, en todo caso,</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> alcanzarlo a costa del resto de la humanidad. Si todos</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> creyeran que el bienestar común debe empezar por el</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> bienestar propio, no habría héroes... no habría</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> historias interesantes qué contar acerca de padres e</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> hijos devotos, acerca de amistades incondicionales. La</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> mera verdad, qué mundo tan sebo y aburrido. </span><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Te digo, mi religión defiende el sacrificio. No está</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> tan peor. Mucha gente que conozco pasa tantos años</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> intentando estar bien ELLOS MISMOS, que se olvidan de</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> que tienen padres, amigos, pareja, etc. Y se vuelven</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> insoportables. Les pasa como en ese cuentito chino...</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> no me acuerdo quién es el autor, pero es del siglo XIV</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> o algo así, y se trata del general que quería comprar</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> un título nobiliario y estaba ahorrando. Cuando sus</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> amigos le pedían dinero prestado, él contestaba que no</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> podía porque se tenía que comprar su título, y para</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> sus adentros pensaba en todos los beneficios que iba a</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> conseguir para sus amigos una vez que fuera noble.</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> Finalmente se quedó solo, el güey.</span>"<br />
<br />
<i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Me reveló algo que ya sospechaba: que mis ex-amigos la habían pasado terrible porque su vida seguía girando en torno a mí. Y le escribí: </span></i><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">"Qué cosa más espantosa. ¿Me creerías que eso se</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> siente? Alguna que otra nochecita o madrugada me</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> despertaba con algo de presión en la cabeza y de</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> repente me saltaban recuerdos de mis ex-amigos. Me</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> daban ganas de decir : <i>¡Déjenme en paz! ¡Suéltenme de</i></span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><i> una buena vez!</i> Por otro lado, también decía: ok, se lo</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> ganaron. Fueron capaces de echar, así nomás por la</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> borda, diez años de amistad, y nomás porque sí. Que</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> sufran.</span><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Ahora, no sé si pedirte que me corrijas si estoy mal</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> porque no estoy muy segura de quererme enterar... si</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> sus vidas giraban alrededor de mí, ¿me culparon por</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> eso? Pues en ese caso mi abuelo materno, que me era</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> antipático por diversas razones, tenía razón. Él decía</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> de una persona: "¿Pero por qué está tan enojado</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> conmigo? Si yo nunca le he hecho ningún favor". En</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> otras palabras, que si le haces bien a la gente, la</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> gente te va a querer únicamente mientras lo hagas. Y</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> si dejas de hacerlo, no sólo van a dejar de quererte,</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> sino que te van a odiar. Pero yo creo que esto es una</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> pésima idea... y que mi abuelo hubiera estado muy</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> feliz en esta época donde ser egocéntrico está de</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> moda. Gracias a Dios tengo otros lados de dónde</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> agarrarme. Para tumbar estos conceptos tan feos, están</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> los <i>amigos</i>. Pero más de eso después.</span><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Por otro lado, pienso que no está bien girar alrededor</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> de nada ni de nadie, ni siquiera de uno mismo (aparte</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> que las personas que giran alrededor de sí mismas son</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> bastante patéticas). En la vida caminas, no giras. Y</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> sí, te agarras de lo que puedes, pero no te quedas ahí</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> nomás. Eso sí, cuando tienes agua, te acuerdas de la</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> fuente. </span>"</div><div style="text-align: justify;"><br />
<i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Mi amigo decía que podríamos volver a ser como antes, pero que la vida no garantizaba que así fuera. Mi respuesta: </span></i><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">No, no te</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> preocupes... no pienso pedirte de entrada que volvamos</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> a ser amigos como antes. [...]</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> Tú tienes muchas más personas con las que</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> te la puedes pasar bien, y yo soy mejor para los malos</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> momentos.</span><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Has usado dos veces la palabra "garantías", y eso me</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> tienta a pensar que tal vez quisieras que la vida te</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> garantizara que no tuviera garantías. ¿Y eso? No</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> hablamos de garantías cuando tocamos esto de la</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> vida... esperanza sí, esperanza sin garantías (aunque</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> esto para variar no es mío... la expresión es de mi</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> escritor favorito, a quien le debo el honor de una muy</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> buena parte de mis convicciones). La vida no te da</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> garantías, y los amigos, la familia, las ideas y todas</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> esas ondas no tienen por qué pedirlas... Pero, eso sí,</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> en algún momento estarán en todo su derecho de</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> solicitar otra cosa: compromiso. Pero, ¿no es ésta ya</span><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> una mala palabra en los tiempos que corren?</span>"<br />
<br />
<i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Tiempo después, le escribí ese diálogo... que como no pude encontrar transcribo casi de memoria. En todo caso, era la respuesta humorística (irónica también) a una pregunta... ¿qué hubiera pasado en <b>El Señor de los Anillos</b> si el concepto de amistad fuera el mismo de los tiempos que corren, es decir, pasársela bien sin la menor intención de compromiso, o de ver primero por los demás?</span></i><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Merry: Oye, ¿no te parece que Frodo ha andado muy raro en estos días?</span></div><div style="text-align: justify;"><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Pippin: No... no sé... ¿por qué lo dices?</span></div><div style="text-align: justify;"><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Merry: Es que pasa mucho tiempo solo, anda caminando y murmurando cosas, se ve preocupado...</span></div><div style="text-align: justify;"><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Pippin: Pues sí. ¿Por qué no nos dirá nada?</span></div><div style="text-align: justify;"><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Merry: Quién sabe. Pero bueno, después de todo es su problema, ¿qué no?</span></div><div style="text-align: justify;"><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Pippin: Sí... y si necesitara algo ya nos hubiera dicho, ¿verdad?</span></div><div style="text-align: justify;"><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Merry: Ajá. ¿Que te parece si nos vamos al Dragón Verde a tomar algo?</span></div><div style="text-align: justify;"><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Pippin: Buena idea. Y si Frodo quiere, pues que vaya también. </span><br />
<br />
<br />
<i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Y así hubiera terminado todo; la gran historia épica del siglo XX hubiera quedado en nada. </span></i></div><div id="pd_rating_holder_4125304"></div><script type="text/javascript">
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</script>Aislinghttp://www.blogger.com/profile/10170281560155362446noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-30254113.post-27643311505278320762011-02-03T12:01:00.001-06:002011-03-19T21:06:01.627-06:00Reseña de película: Cómo entrenar a tu dragón<div style="text-align: center;"><img alt="Image Hosted by ImageShack.us" src="http://img151.imageshack.us/img151/6095/ceatd.jpg" /> </div><div style="text-align: center;"><br />
</div><br />
<div style="color: #274e13; font-family: courier new; text-align: center;"><span style="font-size: 130%; font-weight: bold;">Cómo entrenar a tu dragón (2010)</span></div><div style="color: #274e13;"><span style="font-family: courier new; font-size: 130%;"><br />
</span></div><div style="text-align: left;"><div style="color: #274e13;"><span style="font-family: courier new; font-size: 100%; font-weight: bold;">Directores: Dean DeBlois, Chris Sanders.</span></div><div style="color: #274e13;"><br />
</div><span style="color: #cc0000; font-family: courier new; font-size: 100%; font-weight: bold;"><span style="color: #274e13;">Intérpretes:</span> </span><b><span lang="EN-US" style="color: #274e13; font-family: courier new;"><span style="font-size: 85%;">(en la original en inglés): Voces de Jay Baruchel, Gerry Butler, Craigh Ferguson, América Ferrera. </span></span></b><br />
<br />
<span style="color: black; font-family: courier new; font-size: 85%;">Lo bueno: La animación, la historia, la música.</span><br />
<br />
<span style="color: black; font-family: courier new; font-size: 85%;">Lo malo: La total ausencia de sangre. </span><br />
<br />
<span style="color: black; font-family: courier new; font-size: 85%;">Comentario gratuito: Odio el llamado "<a href="http://www2.eluniversal.com.mx/pls/impreso/noticia.html?id_nota=58898&tabla=espectaculos">star talent</a>"</span><br />
</div><span style="color: black; font-family: courier new; font-size: 85%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: courier new;"><a href="http://lacasadeaisling.blogspot.com/search/label/Calificaciones">Calificación</a>: </span><span style="color: #ffcc00; font-family: courier new;"><span style="color: #ff6600;">****<br />
<br />
</span></span><br />
<div style="text-align: justify;"><span style="color: #ffcc00; font-family: courier new;"><span style="color: #ff6600;"><span style="color: black;">Me lancé a ver <b>Cómo entrenar a tu dragón</b> (tras ver dos o tres de los cortos y sin haber leído el libro de Cressida Cowell en el que está basada) con montones de ideas negativas: ¿otra película de animación por computadora? ¿Qué ya no saben más? Y para empeorar las cosas, ¿con una historia de fantasía para mocosos? ¡Ay, por amor de Dios! Mi paciencia se acorta por metros con las películas fantásticas de los últimos años... aunque sigo dándoles el beneficio de la duda.</span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #ffcc00; font-family: courier new;"><span style="color: #ff6600;"><span style="color: black;"><br />
Pero <b>Cómo entrenar a tu dragón</b>, un conglomerado casi perfecto de elementos que no me gustan (como notarán ustedes al leer esta reseña), no sólo no me decepcionó, sino que me sorprendió gratamente. A pesar de que los animadores, se nota, no fueron a Islandia sino a Baja California para copiar los paisajes, y que alguno que otro se adivina fan de <b>Shadow of the Colossus</b>, es el cuidadoso conjunto de detalles lo que le da fuerza a una premisa relativamente sencilla. </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #ffcc00; font-family: courier new;"><span style="color: #ff6600;"><span style="color: black;"><br />
Resulta que hay un escandinavo jovencito llamado Hipo (¿alguna vez les he dicho cómo detesto que se haga burla del sonido de las lenguas extranjeras?), que se carga un problema de autoestima porque no es el hijo que Estoico (ídem), su padre y jefe de su tribu, siempre soñó: un vikingo alto, fuertote y matón (ah, también odio los estereotipos). Puesto que Hipo no puede competir con sus coetáneos de nombres igualmente ridículos en cuanto a ser un verdadero vikingo (ídem), se ha puesto a experimentar con la ingeniería.</span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #ffcc00; font-family: courier new;"><span style="color: #ff6600;"><span style="color: black;"><br />
El pueblo de Hipo, Berk, se ve constantemente asolado por una plaga de dragones que roban ganado y destruyen edificios, y el cazarlos ya es costumbre y prueba de hombría. La esperanza de Hipo para ser aceptado como igual entre los suyos consiste en una máquina de proyectiles que le permita derribar uno. Pero una vez que consigue su propósito (y su presa es, ni más ni menos, el más evasivo y rápido de los dragones), no es capaz de rematar al animalito; y, en lugar de ello, se dedica a alimentarlo, cuidarlo, diseñarle una prótesis de alerón que el animal perdió en su caída, y, lo que pareciera ser imposible, domesticarlo. </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #ffcc00; font-family: courier new;"><span style="color: #ff6600;"><span style="color: black;"><br />
Lo demás (el encuentro de Hipo con una raza desconocida, su enfrentamiento con su padre sobre puntos de vista irreconciliables, sus propias pruebas) se adivina fácil. Pero no todo es lo que parece, y la historia tiene reservadas sorpresas más allá del cliché. Da gusto que de cuando en cuando se hagan películas para niños de éstas que un adulto no tendría empacho en disfrutar, y que no recurran al chiste fácil ni a la trama recta para asegurar la diversión. </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #ffcc00; font-family: courier new;"><span style="color: #ff6600;"><span style="color: black;"><br />
Lo único que me quejo de la película: no hay sangre. <i>Nada</i>. Hay peleas, golpes, tajos, cortes, heridas (algunas graves), pero de sangre, ni hablar. ¿Por qué carambas no?, me pregunto. Ya sé que se trata de una película familiar y blah blah blah, pero, ¿qué hay en la sangre que sea tan terrible, horrendo, tabú? No estoy pidiendo que se llegue al nivel de una cinta de Tarantino ni nada, pero si hay peleas y golpes en una película, <i>tiene</i> que haber sangre. Aunque sea poquita. Y los niños tienen que verla. Me explicaré: hace unos meses, una amiguita de mi sobrina (12 años) tomó el cortador de pastillas de la cocina de mi mamá; un objeto completamente transparente, con una cuchilla muy afilada que se alcanza a ver con toda claridad. La niña colocó un dedo en medio de la cuchilla y la oprimió con fuerza. </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #ffcc00; font-family: courier new;"><span style="color: #ff6600;"><span style="color: black;">¿Ahora entienden a lo que me refiero? Si a la creciente estupidez de las nuevas generaciones le añadimos su tendencia a aprenderlo todo del cine y la televisión podremos darnos cuenta de cuántas responsabilidades educativas se cargan estos últimos. Señores, la sangre, el dolor y las enfermedades no dejan de existir sólo porque uno las elimina de las obras infantiles.</span></span></span></div><br />
<span style="font-family: courier new; font-size: 85%;"><span style="color: red;">Recomendaciones</span>: </span><span style="font-family: courier new; font-size: 85%;"><span style="color: black;">Para niños, de preferencia inteligentes. Para amantes de los dragones, los gatos y las buenas historias de cualquier edad.</span></span><br />
<div style="text-align: justify;"><br />
<div style="text-align: left;"><span style="font-family: courier new; font-size: 85%;"><span style="color: red;">Abstenerse</span>: </span><span style="font-family: courier new; font-size: 85%;"><span style="color: black;">Si sonreír les hace daño.</span></span> </div></div><div id="pd_rating_holder_4125304"></div><script type="text/javascript">
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<script type="text/javascript" src="http://i.polldaddy.com/ratings/rating.js"></script>Aislinghttp://www.blogger.com/profile/10170281560155362446noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-30254113.post-21508412050475497702011-01-24T21:56:00.003-06:002011-03-19T21:06:24.180-06:00FIL 2010: Oído al pasar<div style="text-align: center;"><a href="http://img585.imageshack.us/i/porrua.jpg/" target="_blank" title="ImageShack - Image And Video Hosting"><img border="0" src="http://img585.imageshack.us/img585/2266/porrua.jpg" /></a></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size: xx-small;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">El magnífico stand de Editorial Porrúa en FIL 2010, Guadalajara. </span></span></div><div style="text-align: center;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Esta entrada llegará un poquito tarde; de hecho hubiera resultado muy oportuna en el mes de diciembre pasado. Cada Feria del Libro de Guadalajara mi capitán y yo, además de volvernos locos con las compras, asistimos a conferencias y presentaciones de libros. Este año lo hicimos también, y aunque por costumbre suelo poner alguna crónica de las mejores, ninguna este año fue lo suficientemente espectacular, no obstante lo simpático e interesante de su contenido.</span></i><br />
<br />
</div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;"><i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> Lo más divertido, cree una servidora, fue lo que pudo oírse en los pasillos. De ello, y también de algunos momentitos de las conferencias, les he guardado unos preciosos botones. Les llamará la atención que muchas frases ingeniosas vienen de niños. Espero que sean de su agrado, y les agradezco su paciencia en todo este tiempo en el que el blog y una servidora están adaptándose a un nuevo ritmo de vida.</span></i><br />
<br />
<br />
<div style="text-align: center;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">* * *</span></div></div><div style="text-align: justify;"><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">“Acá es el área de profesionales; como quien dice, oficinillas”.</span></div><div style="text-align: justify;"><br />
<i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">El Capitán mientras guiaba a uno de sus alumnos que por primera vez visitaba la FIL.</span></i></div><div style="text-align: justify;"><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /></div><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">* * *</span></div><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">“Es que uno se aburre cuando no está acompañado. O cuando no está haciendo nada”.</span><br />
<br />
<i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Un chico de unos diez años, sobre las razones de cultivar el hábito de la lectura. </span></i></div><div style="text-align: justify;"><br />
<div style="text-align: center;"><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">* * *</span></div><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">“¿Viste cómo le robé diez pesos a *Fulanita* y ni cuenta se dio?”</span><br />
<br />
<i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Un empleado del stand de <a href="http://www.conaculta.gob.mx/">CONACULTA</a> a una de sus compañeras.</span></i><br />
<br />
<div style="text-align: center;"><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">* * *</span></div><br />
<i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">En un stand de ofertas, había un libro de geometría titulado “El Cono”. Tenía una etiqueta de precio rectangular sobre la “N”. ¿Se imaginan ustedes qué fue lo que leí...?</span></i><br />
<br />
<br />
<div style="text-align: center;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">* * *</span></div><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">“¡Morirás!”</span><br />
<br />
<i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Niñito de cuatro años a su hermanito ligeramente menor, al trepar de repente al estrado donde se transmitía un programa en vivo de </span></i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Radio Mujer</span><i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">. </span></i><br />
<br />
<div style="text-align: center;"><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">* * *</span></div><br />
<br />
<i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">En una presentación de autores independientes, el escritor <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Paco_Ignacio_Taibo_II">Paco Ignacio Taibo II</a>, que era invitado especial, habló un poco sobre los festejos del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución en México. Criticó fuertemente al dictador <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Victoriano_Huerta">Victoriano Huerta</a> por su adicción al alcohol, y acto seguido abandonó el sitio porque tenía una urgente necesidad de fumar. </span></i><br />
<br />
<br />
<div style="text-align: center;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">* * *</span></div><br />
<i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Sobre la misma presentación, la noche de ese día:</span></i><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Aisling (es decir, yo): Paco Taibo dijo que <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Guadalupe_Victoria">Guadalupe Victoria</a> jamás pronunció su frase famosa “Va mi espada en prenda; voy por ella”.</span><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Capitán (entre dientes y con una rabia que sí me alcanzó a desconcertar): Claro que SÍ lo hizo...</span><br />
<br />
<div style="text-align: center;"><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">* * *</span></div><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><i>En ese foro, la autora Rosalina González Díez presentó un libro en el que postula la teoría de que los habitantes del continente americano llegaron aquí de la Atlántida (?). Dijo, con tremenda pasión:</i> “Yo vivo en este planeta; quiero saber cómo llegué”. </span><br />
<i><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /></i><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><i>Un joven asistente, sentado delante de mí, le susurró a un compañero:</i> “Hay que decirle cómo; ella no sabe”. </span><br />
<div style="text-align: center;"><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /></div><div style="text-align: center;"><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">* * *</span></div><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">“¿Va a haber vino blanco?”</span><br />
<br />
<i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Chico de unos siete años antes de la presentación de un libro. </span></i><br />
<br />
<div style="text-align: center;"><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">* * *</span></div><div style="text-align: center;"><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /></div><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">“Quiero que aprendas que el dinero no es tan <a href="http://www.tubabel.com/definicion/9065-esta-padre">padre</a>”.</span><br />
<br />
<i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Papá a su hijo en frente del stand de </span></i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Granica</span><i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">. </span></i><br />
<br />
<div style="text-align: center;"><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">* * *</span></div><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">“Cómo sustenta su vida en fantasías; qué <a href="http://www.tubabel.com/definicion/24363-ta-grueso">grueso</a>”.</span><br />
<br />
<i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">El capitán, en la presentación del libro </span></i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Conspiración 2012</span><i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">, que habla de cómo fuerzas oscuras preparan el fin del mundo... empezando con México. </span></i><br />
<br />
<div style="text-align: center;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">* * *</span></div><br />
<i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Para cerrar con broche de oro, lean ustedes dos fragmentos de una auténtica conversación académica: El profesor Víctor Campa, del Instituto Tecnológico de Durango, y una servidora. ¡Qué profundidad! ¡Qué erudición!</span></i><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Aisling: Don <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Lucas_Alam%C3%A1n">Lucas Alamán</a> era un <a href="http://www.tubabel.com/definicion/2894-fresa">fresa</a>.</span><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Prof. Campa: ¡Fresísima!</span><br />
<div style="text-align: center;"><br style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;" /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">* * *</span></div><br />
<br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Aisling: El barón <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Friedrich_Heinrich_Alexander_von_Humboldt">Von Humboldt</a> también hablaba muchas lenguas.</span><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Prof. Campa: Sí. Era un sabio.</span><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Aisling: Y estaba muy guapo.</span><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Prof. Campa: ¿Ya vio la imagen de él que pusimos en nuestro libro?</span><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Aisling: Sí, pero ahí no sale guapo. </span><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Prof. Campa: Es que no lo retocaron con <i>Photoshop</i>.</span><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Aisling: ...</span><br />
<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Prof. Campa: ¡Debería verme a mí cuando me retocan! </span></div><div style="text-align: center;"><br />
<div style="text-align: center;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">* * *</span></div></div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><i>Muchas gracias, como siempre, por seguirme aguantando.</i> </span></div><div id="pd_rating_holder_4125304"></div><script type="text/javascript">
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<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Como llega otro cumpleaños de nuestro profesor, J.R.R. Tolkien, he pensado compartirles (a manera de regalo para todos sus fans, seguidores y estudiosos) una fotografía suya que, no es por nada, es bastante difícil de hallar; su descubridor, el autor John Garth, la encontró de pura casualidad en el Exeter College de Oxford y se quedó con la boca abierta; no le importó arrancar la tapa de su scanner portátil para poder capturarla.</span></div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Lo que les presento aquí es el fragmento más interesante; para tenerla más grande y sin ese horrendo círculo rojo que le he puesto a la portada, hagan click sobre ella. La forma en la que una servidora la consiguió fue mediante una anécdota bastante vergonzosa que por si fuera poco se llevó la reputación de mi país por delante. Esta anécdota, que no voy a repetir, voló, crecida y gorda como mosquito recién cebado, de la mano de personas que una servidora no creía que tuvieran interés ni tiempo para propagar chismes; si quieren enterarse de la verdad no les voy a ahorrar ningún trabajo; tal vez la encuentren mencionada por ahí en mi serie de <a href="http://lacasadeaisling.blogspot.com/search/label/Veinte%20a%C3%B1os">Veinte años.</a> Pero olvidemos esto de una buena vez y enfoquémonos en lo que de verdad importa.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Imagínense una facultad universitaria, así nomás. Imagínense una generación de estudiantes a la que están a punto de fotografiar. Hay entre ellos un joven rubio de unos veintidós o veintitrés años, tan bajito que se da cuenta de que la única forma de salir bien en la foto es treparse a un muro de la escuela y apoyarse del arbolito que crece junto a él. Imagínense que lo hace. Y que entre los rostros serios y actitud formal de sus compañeros, destaca su espontaneidad y casi casi descaro. </span><br />
<br />
</div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">El chico se convertirá, con el tiempo, en el autor del libro más influyente del siglo XX. En el momento en el que le tomaron esta fotografía, todavía piensa en echar relajo, montar proyectos con sus tres mejores amigos y graduarse de algún modo porque la escuela no es barata ni él muy aplicado que digamos. De seguro también recuerda a su primera novia, a la que le han prohibido ver pero que sigue queriendo mucho. Y tal vez considera qué rayos hará ahora que su país entre a la primera guerra mundial. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Así es como se tejen las historias; un árbol frondoso y bello fue alguna vez una ramita enclenque. Tal vez de todo el árbol lo único que se llegue a conocer es una hoja. Pero para quienes festejamos el crecimiento y plenitud de ese chico de la foto, la o las hojas que nos legó fueron de lo más afortunado. Durante muchos años más, los lectores seguirán acudiendo a ellas en busca de aventuras y emociones trapidantes, o tal vez de consuelo y ánimo para la vida, porque en Tolkien uno halla eso y más. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Feliz cumpleaños, profesor. El regalo ha sido todo nuestro. </span></div></div><div id="pd_rating_holder_4125304"></div><script type="text/javascript">
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<script type="text/javascript" src="http://i.polldaddy.com/ratings/rating.js"></script>Aislinghttp://www.blogger.com/profile/10170281560155362446noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-30254113.post-18332179650280400392010-12-31T13:08:00.000-06:002010-12-31T13:08:39.804-06:00JiDai<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Este año que termina, 2010, he escrito en mi blog mucho menos de lo que acostumbraba. Han pasado muchas cosas que aún tengo que contarles (y lo voy a hacer); pero hay una de ellas que quisiera compartirles en especial, a ustedes que me siguen leyendo a pesar de todo.</span></div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Este final de año me tiene muy asustada, pero por razones que no se justifican: tan acostumbrada estuve, en otros tiempos, a escarbar en busca de esperanzas hasta que me sangraran los dedos, que no entiendo cómo es que mis esperanzas nuevas están al ras del suelo, como puestas ahí nada más, como si me las hubieran dejado servidas en bandeja. Estoy asustada porque va a ser el primer inicio de año en un largo, largo tiempo, que no traigo el corazón velado por la desdicha y con el único deseo de resistir, sin irse ni quedarse. Como si el 2010, a pesar de todas sus dificultades y dolores, hubiera sido un verdadero principio de algo más. Me da miedo enfrentar nuevas situaciones... o que alguien me de un buen pellizco y me despierte a la realidad de antes.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Al mismo tiempo, hay algo que me angustia: muchas personas a mi alrededor, a quienes quiero y aprecio de verdad, están sufriendo penas que antes no los habían tocado ni de cerca. De cuando en cuando me atrapa la paranoia y pienso que si no estarán pasándola mal porque yo dejé de hacerlo. Mi optimismo recién descubierto tiene esos dientecillos afilados y maliciosos. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Sé lo difíciles que pueden llegar a ser estas fechas; el desánimo, la soledad, la desesperación que pueden llegar hasta uno. Lo sé por experiencia, créanme. Y aunque mis experiencias no son punto de comparación para las de quienes han perdido más seres queridos, más amigos, amor, trabajo, respeto por sí mismos, bienes, recuerdos, propósitos y ánimo, quisiera dejar como último post del año una canción que me daba por tararear en mis momentos difíciles y que de casualidad le dio nombre a mi ya viejita computadora Macbook que me acompaña aún en este momento con ustedes: JiDai, de Miyuki Nakajima.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Alguna vez les puse un link a esta canción, me parece; pero creo que entonces no tenía una traducción completa a la mano. El video que les pongo a continuación está en japonés con subtítulos en inglés; yo no entiendo japonés, así que me he puesto a traducir con toda humildad los subtítulos que acompañan el video. Espero que esta canción les dé las fuerzas para continuar que me dio a mí, cuando tanto me hacían falta. Dios los bendiga a todos y que pasen muy feliz año nuevo. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen='allowfullscreen' webkitallowfullscreen='webkitallowfullscreen' mozallowfullscreen='mozallowfullscreen' width='320' height='266' src='https://www.youtube.com/embed/uH56bPlKplQ?feature=player_embedded' frameborder='0'></iframe></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Traducción de los subtítulos:</span></div><div style="text-align: center;"><i><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
</span></i></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><i>Ahora estamos tan tristes que se nos han acabado las lágrimas<br />
Y creemos que jamás podremos volver a sonreír. <br />
<br />
Pero en algún momento llegará el día en el que podremos decir:<br />
“Me acuerdo cómo me sentía entonces.<br />
Sí, recuerdo aquella vez”.<br />
Y sonreír mientras hablamos. <br />
<br />
Así que no pensemos demasiado en el presente.<br />
Dejemos nada más que el viento de hoy nos sople encima.<br />
<br />
Vueltas y vueltas, el tiempo da vueltas.<br />
Las felicidades y tristezas se repiten y repiten. <br />
<br />
Hasta los amantes que hoy se separan<br />
volverán a nacer y a reencontrarse. <br />
<br />
La gente que no deja de viajar<br />
debe confiar, cuando se abre la puerta<br />
que algún día de nuevo estarán en casa,<br />
incluso si hoy se pierden. <br />
Incluso si hoy cae una lluvia fría interminable. <br />
<br />
Vueltas y vueltas, el tiempo de vueltas.<br />
Las despedidas y los encuentros se repiten y repiten.<br />
<br />
Los viajeros que hoy caigan <br />
volverán a nacer y empezarán a caminar de nuevo. <br />
<br />
Vueltas y vueltas, el tiempo da vueltas.<br />
Las despedidas y los encuentros se repiten y repiten.<br />
<br />
Los viajeros que hoy caigan<br />
volverán a nacer y empezarán a caminar de nuevo.<br />
<br />
Los viajeros que hoy caigan <br />
volverán a nacer y empezarán a caminar de nuevo.</i> </span></div>Aislinghttp://www.blogger.com/profile/10170281560155362446noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-30254113.post-40128575970581166592010-12-15T07:45:00.003-06:002010-12-15T08:46:10.781-06:00A la orilla de las aguas<div style="text-align: center;"><img alt="Image Hosted by ImageShack.us" src="http://img135.imageshack.us/img135/2117/suikoanivers.jpg" /></div><br />
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<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Un día como hoy, pero de 1995, <i>Konami</i> lanzó en Japón lo que sería uno de los primeros <i>RPG</i> para la nueva consola de <i>Sony</i>, <b><i>Playstation</i></b>: <b>Genso Suikoden</b>. Esta obra, creada principalmente por Yoshitaka Murayama, sería también el inicio de una de las series más entrañables y conmovedoras que alguna vez aparecieron en la historia de los videojuegos. Lástima que por su aspecto más bien sencillo y lo poco que apostaron por él los distribuidores fuera de su país de origen no fuera tan popular como, digamos, <b>Final Fantasy </b>(a pesar de que, la verdad sea dicha, los <b>Suikoden </b>superan en profundidad, complejidad e inteligencia a cualquier <b>Final</b>). Pero ni modo; así son los juegos de culto. Indispensables para un número limitado de personas y pasados por alto en el resto del mundo.</span></div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Hace mucho tiempo que no actualizaba el blog, y sinceramente quiero cambiar esto sobre todo para el año que entra (este 2010 se puso especialmente difícil); dejé pasar fechas importantes en las que siempre subo algo, como el 12 de octubre que procuro dedicar al Batallón de San Patricio o incluso el 18 de noviembre, en el que la casa de ustedes cumplió tres añitos de vida (aún se vale felicitar, ¿eh?, que hemos hecho lo posible para que la casa no se caiga). Pero no siempre sucede que la saga favorita de uno cumple 15 años de vida. Así que no quisiera dejar ir el día sin poner algo. Primero, esa imagen tan bonita que tengo de portada y que conseguí de un sitio de recopilaciones que por desgracia no hace constar autores; segundo, quisiera enviar ciento ocho abrazos y todo el cariño del mundo a mis amigos que son también seguidores de <b>Suikoden</b>: a <a href="http://alphanubis.blogspot.com/">Alphanubis</a>, quien me la presentó cuando yo era una convencida de la otra franquicia; a <a href="http://saucedo.wordpress.com/">Azevrec</a>, porque a pesar de las dificultades (algunas incluso con las mismas personas de <i>Konami</i>) me ha seguido la corriente de esta locura; a <a href="http://chiisanosekai.blogspot.com/">Chiisa</a>, que con gran entusiasmo y frescura mantiene viva su <a href="http://gensosuikodenchiisa.blogspot.com/">afición</a>; a <a href="http://108-stars.blogspot.com/">Nanami y Winds</a>, que siempre tienen hallazgos por compartir; a <a href="http://lordpei.blogspot.com/">Pei</a>, que ama la saga tanto como yo; a <a href="http://suldyn.blogspot.com/">Suldyn</a>, que me encanta cuando habla de ella; a todos los que siguen los blogs de ellos y que nos han nutrido y divertido con sus comentarios y conversación; a Ber, a Maic, a Pepe y a Snake que, creo, no tienen blog, pero sé que igual nos leen y adoran la serie; a <a href="http://hellnike.deviantart.com/">Hellnike</a>, que leyó el manga del <b>III</b> y se enamoró de él; y, finalmente y por temor a que me falte alguien, a todas las personas lindas que he llegado a conocer en los foros de <i><a href="http://www.duefiumi.com/forum/">Due Fiumi</a></i>, <a href="http://suikocastle.mundoforo.com/"><i>Suikocastle</i></a>, el desaparecido <i>Konami RPG Stars</i> y <a href="http://www.tokyopop.com/"><i>Tokyopop</i></a>. </span></div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">No sé qué más información podría poner sobre Suikoden que no haya volcado antes en mi especial <a href="http://lacasadeaisling.blogspot.com/search/label/SuikoSaga">Suikosaga</a> (ya sé que aún tengo que reseñar <b>Suikoden Tierkreis</b>, pero como todavía no juego este título, les pido paciencia), así que como tercer detalle y regalo para ustedes, se me ocurrió traducir unos fragmentos del prefacio de la novela <i><b>Shui Hu Zhuan</b></i> (de la versión inglesa de Pearl S. Buck, con su gramática rarita), novela china clásica en la que está basada esta serie de videojuegos. <b><i>Shui Hu Zhuan </i></b>se lee como Sui-Ko-Den en japonés, y significa algo así como "<i>A la orilla de las aguas</i>". </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">En estos fragmentos, el autor Shi Nai-An reflexiona en que escribió ese libro para registrar las historias que le gustaba platicar con sus amigos. A ratos parece que pierde piso y comienza a divagar. Pero resulta interesante lo que dice del tiempo, de la amistad, y una casi, casi defensa de la ficción como la mejor forma para expresar los sentimientos. </span></div><br />
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<div style="text-align: center;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"> <b><span style="color: #0b5394;">Tres fragmentos del Shui Hu Zhuan, por Shi Nai-An</span></b></span></div><div style="text-align: right;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
</span></div><div style="text-align: right;"><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">Traducción: <i>Yours Truly</i>. </span></div><span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;"><br />
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<span style="font-family: "Courier New",Courier,monospace;">"Cuando recién se levanta el sol, y brilla pálido, nos lavamos la cabeza y el rostro, nos atamos un pañuelo a la frente, tomamos comida, un bocado de esto y otro de aquello, y una vez que hemos terminado con estas tareas, nos levantamos a preguntar “¿Ya es mediodía?”. Pero el mediodía ya ha llegado desde hace tiempo. Así es como ocurre en las horas antes del mediodía. De la misma forma pasan después. Y un día termina. ¿En qué se diferencia esto de cuando pasan cien años? Si pensamos en ello no hay más que tristeza. ¿Dónde encontrar la alegría? Siempre me ha asombrado que la gente diga “¿cuál será la edad de ése este año? ¿Cuántos años ha pasado en el mundo?”... ¿Qué significa eso de “cuántos”? Son años pasados. ¿Acaso podría alguien regresar y contarlos? ¿Quién puede ver aquello que ha transcurrido y se ha marchado? Ya se ha ido. Incluso en el momento en el que termino esta frase, el tiempo que ha pasado mientras la redactaba se ha ido. ¡Gran pena para el corazón!"</span><br />
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"De todas las alegrías ninguna trae más placer que la amistad, y la parte más disfrutable de la amistad es una plática tranquila entre amigos. ¿Quién pudiera negar esto? Pero no siempre ha sido fácil para mí ganarme esta clase de compañía. A veces el viento sopla y hace frío; a veces llueve y el camino se llena de barro; a veces estoy enfermo; a veces cuando voy a buscar a mis amigos ellos no están y los extraño. En esas circunstancias siento que estoy en prisión."</span><br />
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"Cuando vienen mis amigos no siempre toman vino; si quieren lo hacen, pero no tienen que hacerlo si no es su deseo... cada hombre decide por sí mismo. Nuestra felicidad no depende del vino. Nuestro deleite es la conversación. Lo que discutimos no son los problemas del país. La razón de esto no es sólo que siento que está bien conservar mi humilde postura, sino que nuestro lugar está lejos de los asuntos de estado, y las noticias políticas no son más que rumores y los rumores jamás son ciertos y hablar de ellos es un desperdicio de saliva. Tampoco hablamos de los pecados de las personas. Los hombres bajo el cielo no tenían pecados en un principio y no debemos calumniarlos. Lo que hablamos no debería asustar a nadie. Lo que quiero es que la gente entienda con facilidad de lo que hablo, aunque después de todo no consigan comprenderlo, porque de lo que quiero hablar es de algo que jamás han viso u oído, y además cada hombre está enfocado en sus propios asuntos."</span><br />
<a href="http://imageshack.us/" target="_blank"></a>Aislinghttp://www.blogger.com/profile/10170281560155362446noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-30254113.post-37030252169759740252010-12-03T06:13:00.003-06:002010-12-03T06:35:04.219-06:00Hallazgos y recomendaciones de FIL 2010<div style="text-align: center;"><img src="http://img88.imageshack.us/img88/517/posterfil.jpg" alt="Image Hosted by ImageShack.us" /><br /><br /><div style="text-align: justify;font-family:courier new;">No he actualizado el blog como es debido en estos últimos días, pero no quería dejar pasar más tiempo sin ponerles mi lista de hallazgos y recomendaciones para la <span style="font-style: italic;">Feria Internacional del Libro </span>en Guadalajara. Más adelante, con más calma, me pondré a contarles algunas anécdotas y, por supuesto, frases ingeniosas pescadas al aire. Si andan por Guadalajara en estos días, espero que lo siguiente les sea de utilidad.<br /><br />Les recomiendo primero visitar el área internacional, donde se encuentran las ofertas más tentadoras. Eso sí; hay que buscar bien.<br /><br /><ul><li>La distribuidora <span style="font-style: italic; font-weight: bold;">Azteca</span> (pasillo LL) trae los libros de arte y novelas gráficas de costumbre, todos carérrimos. Si hay dinero de sobra, se puede invertir en los comics de <span style="font-weight: bold;">Corto Maltés</span> y en <span style="font-weight: bold;">Persépolis</span> y la otra novela de Marjane Satrapi. </li></ul><ul><li>Pero <span style="font-style: italic;">Azteca</span> extendió sus dominios hasta el stand LL 13, y puso varios libros de <span style="font-style: italic; font-weight: bold;">Ediciones Alejandría</span> a precios tan bajos como 50 y 70 pesos. Los mismos que en la <span style="font-style: italic; font-weight: bold;">Librería Colofón </span>del área nacional cuestan cuatro o cinco veces más. </li></ul><ul><li>En la distribuidora <span style="font-style: italic; font-weight: bold;">Edmax</span> (pasillo MM) hay montones de películas, comerciales, de culto, documentales y de todo, a precios muy accesibles, de treinta y tantos a cien pesos. Conseguimos ahí <span style="font-weight: bold;">La Flauta Mágica</span> de Ingmar Bergman.</li></ul><ul><li>La distribuidora <span style="font-style: italic; font-weight: bold;">Asgard</span>, en el pasillo HH, trae una de las mejores novelas de fantasía que le han tocado a una servidora: <span style="font-weight: bold;">Las puertas de Anubis</span> de Tim Powers. También tienen algunos ejemplares de <span style="font-weight: bold;">Canción de Hielo y Fuego</span> de George R.R. Martin. </li></ul><ul><li>No hay que olvidarse de pasar por la <span style="font-style: italic; font-weight: bold;">Estación Bolsillo</span>, donde podrán conseguir algunos títulos de otros puestos en tapa blanda y mejor precio. </li></ul><ul><li>En el stand de <span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Global Book</span> encontrarán un buen surtido de material en inglés, en especial novelas gráficas como la recientemente popular <span style="font-weight: bold;">The Walking Dead</span>, y algunos preciosos libros de ilustración como <span style="font-weight: bold;">The Art of Capcom by Udon</span>. No están baratos pero al menos el precio no está inflado como ocurrió el año anterior.</li></ul><ul><li><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Dastin Ediciones</span>, en el stand KK36, trae nuevamente saldos de editoriales españolas. Entre las curiosidades más interesantes podemos hallar una edición íntegra y bien traducida de <span style="font-weight: bold;">Beowulf </span>y dos libros de Philip Reeve: <span style="font-weight: bold;">Máquinas mortales</span> y <span style="font-weight: bold;">La sombra del torturador</span>, que se mueven en el género <span style="font-style: italic;">steampunk</span>. Todo a menos de cien pesos. </li></ul><br />Pasemos ahora al área nacional.<br /><br /><ul><li>La librería <span style="font-style: italic; font-weight: bold;">Parroquial de Clavería</span> trae nuevamente sus novelitas fantásticas y juveniles a sólo 10 pesos. Si evitan las editoriales religiosas por hábito, están en un error, pues en muchas pueden hallarse ofertas así de interesantes. Obvio que los libros son saldos, y me pregunto qué ocurrirá el día que se les acaben; pero mientras tanto hay que aprovechar para quedarse con <span style="font-weight: bold;">Doneval </span>y <span style="font-weight: bold;">Favila</span>, de Graham Dunstan Martin, contemporáneo de Tolkien.</li></ul><ul><li>En esta misma tienda, por 600 y pico pesos, pueden adquirir la biografía de John Henry Newman escrita por Ian Ker. Es muy linda, pero el precio al menos para mí está imposible. Una servidora tuvo la gracia de colaborar como traductora negra (entre varias personas más) de esta obra. Me había apuntado como voluntaria pero finalmente se me pagó, y muy bien. La parte no monetaria pero igualmente valiosa de la recompensa que recibí fue una frase de una de las traductoras principales: “De haberte conocido antes, te hubiéramos dejado a ti todo el libro”; y el que alguien me considerara digna de verter en mi lengua nativa las palabras de Newman, aparecidas en citas aquí y allá, que me consolaron en tiempos difíciles y fueron el equivalente de besos en un alma medio rota.</li></ul><ul><li>En el pasillo L, <span style="font-style: italic; font-weight: bold;">Editorial Sexto Piso</span> trae muy buenas obras ilustradas; a destacar varios cuentos de <span style="font-weight: bold;">Solomon Kane </span>y una novela gráfica de <span style="font-weight: bold;">Moby Dick</span>. El precio sería el único inconveniente. </li></ul><ul><li>En <span style="font-style: italic; font-weight: bold;">Grupo Editorial Anaya</span> se pueden hallar varias ofertas de libros fantásticos a 50 pesos, como <span style="font-weight: bold;">La espada rota</span> de Poul Anderson, una buena y muy seria novela de fantasía con un final tan malito que casi la convierte en comedia; y <span style="font-weight: bold;">Manuscrito hallado en Zaragoza</span>. </li></ul><ul><li><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">Ediciones B</span> trae sus mismos libros de fantasía en oferta del año pasado; los <span style="font-weight: bold;">Cuentos Completos</span> de Isaac Asimov y la muy interesante novela <span style="font-weight: bold;">Vencer al dragón</span> de Barbara Hambly serían mi recomendación principal, pero no la única.</li></ul><ul><li><span style="font-weight: bold;">Editorial Océano</span> tiene un libro absolutamente fenomenal: la novela gráfica de <span style="font-weight: bold;">El principito</span> de Saint-Exupéry, adaptada y dibujada por Joann Sfer. Ningún fan de la obra original debería perdérsela. Las agonizantes glorias de <span style="font-weight: bold;">Harry Potter</span> y las efímeras de <span style="font-weight: bold;">Percy Jackson </span>también están aquí.</li></ul><ul><li>Ya que hablamos de glorias agonizantes y efímeras, <span style="font-weight: bold;">Grupo Santillana</span> dio con una mina de oro cuando su elitista y según eso sinónimo de calidad <span style="font-style: italic; font-weight: bold;">Editorial Alfaguara</span> publicó la saga de <span style="font-weight: bold;">Crepúsculo</span> (no que no hubieran sacado basura antes). Pero como ya vieron que lo juvenil rarito pega, tienen ahí la novelita que intentan también poner de moda, <span style="font-weight: bold;">Monster High</span>. Si quieren algo bueno, mejor busquen en el mismo stand las obras de Joe Hill, el hijo de Stephen King.</li></ul><ul><li>Y sigamos con Stephen King: pueden hallar prácticamente todo lo de él en <span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Random House Mondadori</span>, en bolsillo y hasta en mesa de ofertas. Si <span style="font-weight: bold;">Eragon</span> no los ha hecho bostezar aún, completen aquí su colección. </li></ul><ul><li>El stand de <span style="font-style: italic; font-weight: bold;">Conaculta</span> trae, en versión rústica y tapa dura, la adaptación de <span style="font-weight: bold;">Beowulf</span> que ya les había <a href="http://lacasadeaisling.blogspot.com/2008/09/resea-de-libro-beowulf-versin-de-welwyn.html">recomendado</a>. Lo más bonito que hay aquí son sin duda los libros para niños, y una servidora se dedicó a escarbar algunos sobre la historia de México, mi penúltima obsesión del año. </li></ul><ul><li>Si pasan por <span style="font-style: italic; font-weight: bold;">Editorial Planeta </span>buscando cosas de fantasía y ciencia ficción, quedan prevenidos: trajeron lo mismo del año pasado, pero al triple de caro. Por ahora promocionan los libros de <span style="font-weight: bold;">Narnia</span>. </li></ul><ul><li><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">Editorial Juventud</span> es engañosa; muchos libros juveniles en el stand. Pero si se acercan lo suficiente (y cuentan con una buena cantidad de dinero), vayan por los diccionarios. Son excelentes para traductores.</li></ul><ul><li>El stand de <span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Ediciones SM</span> sigue, como todos los años, lleno de libros interesantes a precios accesibles (siempre y cuando no se trate de sus ediciones a tapa dura). Si son fans de la fantasía de Laura Gallego (una servidora todavía no) les alegrará ver una mesa prácticamente dedicada a ella, y saber que su saga <span style="font-weight: bold;">Memorias de Idhún </span>está siendo adaptada a novela gráfica. De hecho, <span style="font-style: italic; font-weight: bold;">SM</span> apuesta fuerte por este tipo de material, y tienen adaptaciones de obras como <span style="font-weight: bold;">Hamlet</span>, <span style="font-weight: bold;">Romeo y Julieta</span> y <span style="font-weight: bold;">Fuenteovejuna</span> en formato de comic o librito ilustrado. Nada malos. </li></ul><ul><li>En el mismo stand pueden hallar una novedad: <span style="font-weight: bold;">Los viajeros</span>, antología de la ciencia ficción mexicana de Bernardo Fernández, BEF, que sería excelente a no ser por la desafortunada (aunque casi juraría que intencional) omisión de Gabriel Benítez, autor de la novelita <a href="http://lacasadeaisling.blogspot.com/2008/07/premios-ignotus-santo-cielo.html">finalista</a> del premio <span style="font-style: italic;">Ignotus</span> <span style="font-weight: bold;">Fluyan mis lágrimas</span>, publicada por <span style="font-style: italic; font-weight: bold;">Grupo Editorial Ajec</span> en España. De todas maneras, para que veamos que el panorama del género en México es muy amplio, esta antología incluye el que, para una servidora, es el segundo peor cuento de ciencia ficción jamás escrito en nuestro país (el primero es del mismo autor). No voy a decir cuál es; ustedes lo sabrán de inmediato cuando lo lean. </li></ul> Y bueno, esas son las recomendaciones; mil disculpas por haber tardado tanto en subirlas. Más de la <span style="font-weight: bold;">FIL</span> en los días por venir.<br /></div></div>Aislinghttp://www.blogger.com/profile/10170281560155362446noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-30254113.post-92077524101566734962010-11-14T20:09:00.004-06:002010-11-14T22:27:31.934-06:00Otra (menos desquiciada) aventura en la biblioteca<div style="text-align: center;"><a target="_blank" title="ImageShack - Image And Video Hosting" href="http://img222.imageshack.us/i/biblio2.jpg/"><img src="http://img222.imageshack.us/img222/7808/biblio2.jpg" border="0" /></a><br /><br /><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: right;"><span style="font-family:courier new;"><span style="font-size:85%;">Tener reflexión histórica, no solamente datos históricos [...] </span></span><br /><span style="font-family:courier new;"><span style="font-size:85%;">Pero si estos datos no nos invitan a la reflexión, a la </span></span><br /><span style="font-family:courier new;"><span style="font-size:85%;">identidad histórica y a la identidad como nación, </span></span><br /><span style="font-family:courier new;"><span style="font-size:85%;">no nos sirven de nada.</span></span><br /><span style="font-family:courier new;"></span><br /><span style="font-style: italic;font-family:courier new;" ><span style="font-size:85%;">Sandra Molina, historiadora. </span></span><br /><span style="font-family:courier new;"></span></div><span style="font-family:courier new;"><br /><br /><span style="font-style: italic;">Desde el pasado mes de octubre (más o menos) comenzó a nacerme un interés... ok, dejemos por la paz los eufemismos... obsesión, por una figura histórica mexicana, la del general insurgente (y primer presidente de México) Guadalupe Victoria. Las razones ya las discutiremos después; lo mismo, si gustan, los detalles y los objetivos. Por lo pronto aún ignoro si me pegó el fervor del Bicentenario (la celebración nacional de los doscientos años del inicio de la lucha armada que llevaría a México a su independencia) o si el asunto tuvo que ver con mi cambio de trabajo y el repentino descubrimiento de que la felicidad puede hacer daño cuando el organismo de uno se ha acostumbrado a la desdicha. </span></span><br /><br /><span style="font-style: italic;font-family:courier new;" >Como sea, el asunto es que comencé por leer una novela sobre este personaje, <span style="font-weight: bold;">Victoria</span>, de Eugenio Aguirre. Después conseguí una biografía más seria pero mucho más parca escrita por la historiadora Carmen Saucedo. Entre uno título y otro fue a meterse a la casa de ustedes toda una sarta de libritos gordos, delgados, caros o económicos, todos sobre la guerra de Independencia y sus protagonistas. Me propuse no reseñar ninguno de ellos pero algunas circunstancias han empezado a cambiar mi opinión. Pero no es esto de lo que quiero contarles ahora, sino de la breve y menos trágica aventura a la que me empujó esa “necesidad” de información (como muy atinadamente lo puso la señorita C., de coordinación académica en mi nueva escuela) de vuelta en la biblioteca Iberoamericana. </span><br /><br /><span style="font-style: italic;font-family:courier new;" >Por esto que pongo, y por lo que les relaté en mi <a href="http://lacasadeaisling.blogspot.com/2009/04/una-desquiciada-aventura-en-la.html">experiencia pasada</a>, ya se imaginarán que no soy muy amante que digamos de visitar las bibliotecas públicas. Por desgracia, no tengo en casa todos los libros que quisiera y hay más libros que aún no descubro que quiero. Pero ya que esta segunda experiencia fue muchísmo más placentera que la otra, no dudo que mis visitas se harán frecuentes.</span><br /><br /><span style="font-style: italic;font-family:courier new;" >Mucho preámbulo para lo que viene, pero por favor aguanten un poco, y viajen conmigo al miércoles pasado. Si de casualidad descubren algo en mi periplo que yo no haya visto, les agradecería que me lo hicieran saber. </span><br /><br /><br /><div style="text-align: right;"><span style="font-weight: bold;font-family:courier new;" >Miércoles, 10 de noviembre de 2010</span><br /></div><br /><span style="font-family:courier new;">Voy en transporte público hacia el centro de Guadalajara. Mi reproductor de <span style="font-style: italic;">MP3</span> ha estado llenándome los oídos, desde hace la más o menos media hora cuando abordé el camión, con Carmina Burana de Carl Orff; traigo algunas melodías pegadas desde ayer y no dudo que haya espantado a mis compañeros de viaje al tararear dos que tres. Cuando me bajo del autobús estoy por exclamar “Ave formosisima”. Casi se me olvida que este transporte ha cambiado de ruta, y que si me descuido me dejará mucho muy lejos de mi objetivo. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Estoy tan nerviosa que el corazón me da de golpes en el pecho. ¿Pero qué rayos sucede?, me pregunto. ¿Nerviosa por qué motivo? Ni yo misma entiendo. La última vez que intenté razonarlo, me acordé de que cuando viajé a conocer Irlanda hace ya más de quince años, mi mamá se mostró preocupada de que el encuentro me fuera a decepcionar. “Puede que Irlanda no sea como tú te la imaginas”, me dijo. “La has idealizado mucho”. Intenté hallar la conexión y no me pareció tan descabellada. “Lo que pasa es que tengo miedo de encontrar algo sobre el general Victoria que no me agrade”, me dije. ¿Será eso la razón de que las manos me estén sudando a pesar del frío, que sienta ese ligerísimo temblor en las yemas de los dedos?</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">No creo, sin embargo, que la palabra “idealizar” sea lo más apropiado para esta situación. Cuando se trata de los próceres nacionales, “idealizar” es todo lo que se hace en la educación básica mexicana. Se nos muestra a nuestros héroes nacionales a la manera de solemnes estatuas a las que hay que tenerles un respeto forzado que con el tiempo, por desgracia, se va transformando en indiferencia. La misma, mismita indiferencia con la que mis ojos contemplaron hace varios inviernos la estatua de Guadalupe Victoria que se encuentra en una de las salidas de la hermosa ciudad de Durango, cuando me preocupaba más por el tremendo clima que iba a tener que soportar ahí que por la historia de mi patria. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Una ventaja han de tener las estatuas: no sienten. No respiran. Por consiguiente, no decepcionan. Pero ahora, que he estado rompiendo la corteza de bronce de los próceres nacionales y que la admiración que empecé a sentir por uno de ellos (el que fue primer presidente de México, ni más ni menos) comenzó a transformarse en un franco y profundo cariño, puede que las cosas cambien. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Comienzo a caminar hacia la biblioteca Iberoamericana; justo al principio de la calle, me encuentro con una magnífica librería de usado. No resisto la tentación; doy un vistazo, lo más rápido que puedo, y hallo dos que tres cosas interesantes. No es la única distracción en mi camino, que pasa más que nada por tiendas de artistas: en una de ellas hay pinceles tan bonitos y suaves que rivalizan con las carísimas brochas de maquillaje que con cierto anhelo toco en las tiendas departamentales. Me propongo un día ir de expedición en busca de una docena, y prosigo. Más librerías de usado. Más calles recién arregladas con motivo de los Juegos Panamericanos del año que entra. Otra tienda, esta vez de ropa, donde me pruebo un suéter tipo cardigan como el que he estado buscando, verde y esponjado, que no es tan costoso pero que no puedo pagar por el momento. ¡Cómo me encanta el centro de Guadalajara! No hay tanta gente como en el de la Ciudad de México, pero no tan poca como para sentirse solo. Y las caras que uno mira están relajadas, tranquilas; quién sabe cuántos anden de paseo y cuántos, como yo, tengan un objetivo en mente. Tengo una visión fugaz de un día en el que todo eso termine; la aparto de mi mente y sigo caminando. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Mi primera parada “seria” es la legendaria Tienda del Maestro, un localito cerrado que durante varias décadas se ha hecho famoso por su surtido de material didáctico de todas clases, principalmente para la educación primaria. Ahí, pago un peso con cincuenta centavos por una lámina tamaño carta con una imagen de Guadalupe Victoria; la joven empleada me ha mirado con extrañeza cuando se la pedí. La pintura es reciente, de 1995, y la firma un tal Tomás. No es la mejor imagen que he visto del héroe (me da la impresión de que la profundidad del cuadro falla un poquito), pero no sé por qué se me ocurrió que un retrato de don Guadalupe me inspiraría en mi búsqueda por la Iberoamericana. ¿Usted cree que le hace justicia, general?, le pregunto al aire, y de inmediato recuerdo que para lo que tengo que hacer hay que clavar los pies en la tierra. Últimamente, cuando divago sobre el tema o cuando me siento un poco enferma, me da por imaginar que Victoria es un fantasma que me hace compañía, y que aunque su actitud es tan decidida como la de la estatua de Durango, sus ojos son dulces y comprensivos. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">La biblioteca Iberoamericana sigue siendo una de las más bonitas que he visto, aunque esté pequeña, y a sus empleados les falten algunos tornillos (bien, ya sé que en mi situación no estaría bien juzgar las construcciones cerebrales de otros). Aplastan con mirada de brea hirviendo cualquier intento de los usuarios de romper el sagrado silencio del recinto, aunque entre ellos se comuniquen a gritos de un lado a otro. No dejan de mirar al extraño que se aproxima a la sección de las salas que casi no se usa. Y casi nunca entienden lo que uno anda buscando, así que es mejor atenerse a la base de datos.<br /><br /></span><span style="font-family:courier new;">La biblioteca no ha cambiado nada en el casi un año que llevo sin visitarla; en cierto modo, me da gusto. En la base de datos está la chica del eterno juego de solitario; la señora que me ayudó la vez anterior ronda por los escritorios. El señor del mal aliento sigue, imperturbable, en su puesto en lo alto del tapanco derecho. Pareciera ser que no ha cambiado nada. Pero ese encuentro viejos conocidos es momentáneo, porque hoy me toca visitar la sala dos, donde se encuentra la hemeroteca, el área infantil y también los libros de historia y geografía. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">En la mitad de la sala dos hay una veintena de escritorios con computadoras donde uno tiene acceso gratuito a internet; la otra mitad la ocupan mesitas bajas hexagonales rodeadas de las únicas sillas acolchadas del recinto; es la zona de los niños que también alberga los tesoros más apetitosos de la Iberoamericana en cuanto a fantasía y ciencia ficción. Casi todos los otros lugares están ocupados por señores con expresión malhumorada que leen la sección de deportes de los periódicos del día, así que decido apropiarme de una de las mesitas infantiles. Por suerte, mi trasero todavía cabe bien en las diminutas sillas.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Como ya conozco las mañas... es decir, las costumbres y modos en esta biblioteca, estoy preparada para actuar con discreción. Ya sé que no se permiten sino dos libros por usuario en el momento, y en mi cuaderno traigo la ficha de cuatro. Mis piernas, más que preparadas para el momento, echan a andar con mucha gracia por las escaleras, y luego por el tapanco (aquí nadie está leyendo sino periódicos) para tomar los primeros dos. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Me brinca de gusto el corazón: el primero de esos libros es <span style="font-weight: bold;">Guadalupe Victoria, primer presidente de México</span>, de Lilian Briseño Senosiain, que se publicara en 1986 con motivo del cumpleaños número doscientos del héroe, y que está citado como bibliografía por los autores Saucedo y Aguirre. El segundo es una recopilación de documentos (el volumen 1; el dos, realizado por Saucedo, aún está inédito) sobre el presidente. Comienzo por hojear éste; hay ahí una colección de cartas, arengas, discursos, informes y hasta un sonetillo tierno de un admirador. Algunas frases hacen que se me humedezcan los ojos. Qué fenomenal es usted, general, vuelvo a susurrarle al aire, y de inmediato cae mi recordatorio: los pies sobre la tierra. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">El tercer libro, ¡oh, desilusión!, es el folletito monográfico que uno puede descargar gratis en la página del <a href="http://www.bicentenario.gob.mx/">Bicentenario</a>. Igual, me alegra tenerlo en las narices, en papel. El cuarto es el epistolario que la marquesa Calderón de la Barca, esposa del primer embajador español en México, escribió sobre sus impresiones de nuestro país; aunque nomás me interesan dos párrafos en los que habla de Victoria (en uno de ellos, por cierto, no lo baja de tontito) no paso por alto el juicio tan severo que hace de la comida mexicana (y eso para alguien acostumbrado a comer salchichas de vísceras de borrego con gachas, puaj; la señora era escocesa), y de la fealdad de nuestro tono de piel, que según ella es amarillento (espero que en el cielo esta mujer tenga acceso a los recientes libros de <a href="http://www.bobbibrowncosmetics.com/templates/products/mpp/index.tmpl?CATEGORY_ID=CATEGORY23162">Bobbi Brown</a> donde se explica este fenómeno de los colores de la tez). </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Mis cuatro libros son apenas el principio; como ya me imaginaba, en los alrededores hay mucho más. Me clavo más que nada en el <span style="font-weight: bold;">Cuadro Histórico de la Revolución Mexicana</span> de Carlos Ma. Bustamante, un amigo personal de Victoria. Varios capítulos de esta obra se hallan también en la página del bicentenario pero en este momento no lo tengo presente. Pienso que me gustaría tener en casa el libro de Briseño (ya no se permite el préstamo externo de libros en las bibliotecas públicas de Guadalajara) pero el de Bustamante es el que ha capturado mi atención.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">De pronto, dan el aviso; por medidas sanitarias (dicen) la biblioteca cerrará de tres a cuatro de la tarde. Hora de un breve descanso. No pienso irme, eso sí, sin fotocopias de algunos de los <span style="font-weight: bold;">Documentos</span>. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">El señor encargado de paquetería y copias (que por cierto no son baratas) es el mismo de toda la vida; siempre me ha parecido un poquito bipolar; algunas veces se ve muy amistoso, y otras parece que quisiera retorcerle el pescuezo a uno. En esta visita lo pesco de buen humor. Le pregunto que si puede sacar en una sola hoja dos páginas de los libros. Lo que era simplemente una solicitud, él parece tomárselo como cuestionamiento a sus habilidades de fotocopista.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- ¿Pues qué creías, <a href="http://www.wordreference.com/definicion/chamaca"><span style="font-style: italic;">chamaca</span></a>? - bromea, y empieza a copiar las páginas que le dicto. Sólo se detiene cuando llega a una página casi en blanco en la que sólo aparece la rúbrica de Victoria.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- ¿Estás segura de que quieres esta página? - me dice frunciendo el ceño.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- Es que es <span style="font-style: italic;">su</span> firma - digo como si el señor estuviera al corriente de lo que estoy haciendo.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- Guadalupe Victoria - lee el señor, despacio, bajito; mueve la cabeza y deja de sonreír. No volverá a hacerlo en los próximos veinte minutos. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">El “break” me permite irme a comer; esta vez lo hago con buen humor y con buen apetito. Después, como todavía falta tiempo para las cuatro, doy una vueltita por las librerías de alrededor (las que son de usado quedaron atrás) y entro a una dulcería a comprar un poco de chocolate Turín, mi favorito. En el camino me tropiezo con un señor que vende en la calle juegos de armar, como tangramas, sólo que tridimensionales. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">-¡Llévelo, llévelo! - pregona -. ¡La mejor terapia para esa mente inquieta que no nos deja ser felices! </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">La coincidencia me sobresalta. Pero no voy a comprar más que el chocolate; ya es hora de regresar a la biblioteca. Quedé de verme con una amiga a las seis; no me queda mucho tiempo. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">El libro de Bustamante consigna varios hechos que me hacen admirar la investigación detrás del de Aguirre; algunos detalles me dejan con dudas. Pero al final de una lectura rápida y seguramente mal hecha, lo que me queda claro es lo siguiente: Bustamante terminó decepcionado de Victoria; yo no. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Voy por una segunda tanda de fotocopias; el señor ya se ve de mejor humor. Y yo estoy cansada, pero no fatigada, no hecha trizas como en mi primera visita. En mi cansancio hay un mucho de felicidad. Mi sed, eso sí, dista mucho de estar saciada; ahora quiero saber más, y entiendo que me falta mucho por averiguar. Nuevamente quisiera dedicarme más a esto de la investigación. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Tras una rápida visita a los puestos de libros usados que se encuentran el ayuntamiento, me dispongo a tomar el autobús de regreso, para coronar con un buen té matcha y una buena conversación un día tan feliz que quisiera repetir al menos una vez al mes. </span><br /></div></div><a target="_blank" href="http://imageshack.us/"></a>Aislinghttp://www.blogger.com/profile/10170281560155362446noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-30254113.post-49554885180639915442010-10-31T08:53:00.003-06:002010-10-31T09:51:27.024-06:00Discreción<div style="text-align: center;"><img src="http://img696.imageshack.us/img696/6016/discrecion.jpg" alt="Image Hosted by ImageShack.us" /><br /><br /><div style="text-align: justify;"><span style="font-family:courier new;">A menudo les he contado aquí anécdotas tan extravagantes que pareciera ser que me las invento. No es así; con la mano en el corazón les aseguro que todo lo que les he platicado sucedió en realidad; si acaso pudiéramos contar como excepción única el sueño <a href="http://lacasadeaisling.blogspot.com/2009/04/te-mo-mu-cho.html">aquel</a> que se me ocurrió transcribirles por ocasión especial. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Pero lo que tengo que platicarles hoy, con todo lo realista que pueda sonar, es otro sueño, como lo pondrá rápidamente en evidencia cierto amiguito imaginario que aparece por ahí. Me impresionó lo suficiente como para querer compartirlo con ustedes. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">No sé por qué me vendrían a la cabeza las ideas que pudieran componer un sueño como éste. Será que los eventos que organiza mi nueva universidad (y de los que forma parte una servidora en plan multiusos) me tienen un poco nerviosa. Hasta ahora, nada ha salido mal, pero la mera posibilidad de que un detalle, el más mínimo, quedara menos que satisfactorio, me inquieta, y me ha revivido un viejo dolor de cabeza que en el pasado era costumbre y emisario de algo peor por venir, y que me acompaña hasta cuando duermo. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Total, que soñé que me encontraba en uno de esos eventos, pero mucho más grande que todo lo que hemos armado hasta ahora. No estábamos en la universidad, sino en una estructura vieja que me recordaba, por alguna razón, la casa de mi abuelita. Había por todas partes exhibiciones de arte; y un taller de marionetas, y numerosas pantallas donde se proyectaban cortos y películas; también había salones con conferencias (no reconocí a ninguno de los ponentes, tampoco) y lo primero que me llamó la atención fue que la mayoría estaban en inglés y no contaban con intérpretes.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">“Esto va a ser un problema”, me acuerdo que pensé. “No todos los estudiantes entienden bien el inglés”. Entonces miré a mi alrededor. Entre los jóvenes que iban y venían no había ninguno de mis alumnos, ni de otros que he comenzado a tratar y a saludar. No sé por qué estaba tan segura de que aquello era mi escuela.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Yo misma estaba, como dijo Macbeth, <span style="font-style: italic;">mingling with society</span> (confundiéndome con la multitud): llevaba mis pantalones de mezclilla rotos y mi playera viejita de <span style="font-weight: bold;">Final Fantasy VII </span>que hace como veinte mil años que no me pongo. Me encontraba contemplando el taller de marionetas (hermosísimas y muy coloridas, por cierto) cuando me dio la impresión de que una de ellas bajaba del escenario y se me acercaba. No se trataba de un títere, pero por lo relativamente bajito (apenas me sacaba una palma), delgado, y las facciones tan finas daba la impresión de serlo. Lo reconocí de inmediato:</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- Uhhh... ¿Cloud? ¿<span style="font-style: italic;">Cloud Strife</span>?</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Él frunció el ceño, y con extrañeza señaló una imagen de sí mismo, más joven y estilizado, que decoraba mi playera. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- Sí, sí eres tú. Te conozco desde el 97, cariño -. Lo de “cariño” se lo aplico a cualquier persona más joven que yo por quien siento alguna clase de afecto paternal (conste que dije “paternal”, no “maternal”). Pero explíquenselo ustedes a los aludidos. A él la palabrita pareció confundirlo más todavía. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- Ayúdame a esconderme, por favor - me dijo. No me preguntó quién era, ni dio señales de reconocerme, como a veces sucede cuando sueño con personajes de videojuegos o libros con quienes he soñado anteriormente. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">En una esquina abandonada del edificio había dos enormes tinajas de barro. Le pedí a señas que me siguiera y le indiqué que se metiera en una.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- ¿De quién te escondes? - le pregunté. Él sacudió la cabeza y desapareció en la vasija.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Cuando me di la vuelta, alguien se tropezó conmigo. Era una chica que intentaba mover un exhibidor de mercancía.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- ¿Me ayudas? - dijo. Sí, me estaba tuteando. Puedo pasar por estudiante cuando me disfrazo de tal. Tomé el mueble del extremo contrario y lo desplazamos entre las dos. Hicimos lo mismo con otro. Y otro más. Después, la muchachita se detuvo, frunció la nariz y, así de sopetón, me soltó:</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- Hueles mal. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- ¿Uhhhhh? - tanto me sacó de onda el comentario que no supe qué más decir.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- Que hueles mal - repitió ella. Instintivamente me llevé a la nariz mi playera; en efecto, olía un poco a humedad.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- Es que esta playera le he tenido guardada mucho tiempo -quise excusarme -. Pero es pura humedad. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- Igual, hueles muy mal - insistió la chica, y de pronto me puse a pensar en mi casa llena de gatos, e impregnada, me dicen, de un olor que ya no alcanzo a percibir.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">No sé si en la vida real hubiera actuado como lo hice aquí. De pronto me puse a examinar a la niña, y como por primera vez me di cuenta de que tenía ojillos de rata, pequeños y hundidos bajo cejas muy pobladas; bajo la boca, fruncida como herida mal cicatrizada, asomaban dientes chuecos y por arriba se percibía un bigotillo incipiente; la barbilla, arrogante y todo, no dejaba de estar casi cubierta por unos mofletes gordos, caídos y picados de acné. Por encima de mi dolor de cabeza me acordé de una frase que hiciera famosa Winston Churchill.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- Bueno - comencé a parafrasear -, pues tú estás muy fea. A mí el mal olor se me quita con un baño.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">La niña abrió la boca; dos segundos después la cerró con fuerza. Los ojillos de rata se le humedecieron. Dejó caer el extremo del mueble que sostenía y se alejó a la carrera.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Qué remedio, suspiré. Decidí dejar el mueble donde estaba y me acerqué de nuevo a las tinajas. Di un par de golpecitos con los nudillos, y el joven que ahí se escondía asomó su erizada cabecita rubia.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- ¿Ya se fue? - me preguntó.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- ¿Quién? -. Él sacudió de nuevo la cabeza, esta vez con dirección al taller de marionetas, puso cara de exasperación, y de un salto se mudó a la segunda tinaja. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Cuando intentaba localizar a quién fuera que se estuviera refiriendo, sentí que me ponían un dedo en el hombro. Di la vuelta. Me encaraba otra chica, alta y algo fornida, de pelo rojizo y corto, que llevaba una boina militar y en las manos un papel enrollado. Como a la otra, tampoco la había visto en mi vida.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">-¿Tú estás con el grupo A? - me espetó.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- Sí, y también con el B - le respondí, esperando darme a conocer, ahora sí, como maestra. Ella no pareció captar el mensaje.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- Pero no eres representante de grupo.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- No, de hecho.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- Yo sí soy representante - medio bufó la chica -. Y tú insultaste a una de mis compañeras. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Mi dolor de cabeza se intensificaba por momentos.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- Porque fue muy grosera - expliqué -. ¿Qué más podía hacer?</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">La chica entrecerró los ojos. Cuando volvió a hablar, su voz sonó mucho más grave.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- Pudiste haberte quedado callada - dijo, despacio -. Mira, tú eres mayor que ella. Se nota que sabes más. La puedes aplastar con una palabra. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Como una moneda pequeña pero arrojada de una gran altura me cayó en la mente un viejo dicho inglés: “Una cucharada de discreción vale lo que una tonelada de agudeza mental”. Cuando tenía entre doce y veinte años me sentía hasta orgullosa de mi agudeza, y la empleaba indiscriminadamente. Después, no he dejado de lamentar las veces que meto la pata con ella. La que aquí había utilizado no era mía sino de Churchill, pero, ¿no daba igual?</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">La actitud sabia y antigua (como proverbio inglés) de la muchacha no duró más que el tiempo en el que me dijo lo anterior. Después, volvió a su agresivo tono anterior. - Te aprovechaste de mi compañera.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Entonces desenrolló su papel. En él había, aunque garabateada y coloreada a la prisa, una muy buena caricatura mía estilo <span style="font-style: italic;">anime</span>; se me podía reconocer, a pesar de que tenía la boca abierta y vomitaba sapos, culebras, signos raros y quién sabe qué tanta más basura. El dibujo tenía además un globo de diálogo que no leí por andarme fijando en los detalles del vómito. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- ¿Cómo te llamas? - me chilló la chica.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Le dije mi nombre, y antes de que le pudiera aclarar que era maestra de la Universidad, ella sacó un lápiz y, apoyada en una mano, lo escribió en el globo. Luego me entregó el dibujo con aire de triunfo.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- Ahí tienes.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">En el globo se leía: “Me llamo (aquí mi nombre en mayúsculas mal hechas) y soy incapaz de quedarme callada”. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- Está muy bonito - dije, sin mentir -. Lo voy a colgar en mi cuarto. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Eso es lo que te mereces - replicó la chica; me dio la espalda y se marchó sin prisas. ¿De pura casualidad había escuchado algo, cualquier cosa, de lo que le había dicho?</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Entonces pensé: <span style="font-style: italic;">Jamás le dije que soy maestra. Si alguna vez me toca clase con cualquiera de estas dos muchachitas, vamos a estar en dificultades. </span></span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Alguien me tocó la mano que había puesto, al descuido, en una de las tinajas de barro. Un toquecito muy corto; amistoso, incluso, como lo percibí. Cloud me estaba viendo a los ojos ahora, con una chispa de reconocimiento en la mirada y una media sonrisa que es lo más que puede llegar a producir.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- Hey - le dije.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- Hey - me respondió -. Ya me acordé de ti.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Claro, pensé; si debemos de habernos visto en sueños por allá en el 97, o en el 98, cuando repetí el juego. El juego... en sueños... Y hasta entonces caí en la cuenta de que eso debía ser un sueño también. Si no, ¿qué estaba haciendo yo ahí, hablando con Cloud Strife, un personaje de videojuegos? </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;"><span style="font-style: italic;">Si esto es un sueño, magnífico</span>; recuerdo que seguí meditando.<span style="font-style: italic;"> Significa que puedo ir ahora mismo a ahorcar a esas dos señoritas y que no pasará nada</span>. Otro toquecito en la mano me sacó de los pensamientos malignos.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- Cloud - pregunté - ¿Te parece que mi playera huele mal?</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Él se encogió de hombros.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- Es que estoy resfriado - contestó.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">- ¿Y ya me puedes decir de quién estás huyendo?</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Para mi enorme frustración, fue en ese preciso momento cuando sonó el despertador. </span><br /></div></div>Aislinghttp://www.blogger.com/profile/10170281560155362446noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-30254113.post-85182957412695358902010-10-18T22:17:00.002-05:002010-10-18T22:57:08.611-05:00Minas<div style="text-align: center;"><a target="_blank" title="ImageShack - Image And Video Hosting" href="http://img828.imageshack.us/i/minaom.jpg/"><img src="http://img828.imageshack.us/img828/2300/minaom.jpg" border="0" /></a><br /><span style="font-size:78%;"><span style="font-family: courier new;">Escultura, me parece que de Alfonso López Monreal, en el fondo de la mina El Edén, Zacatecas.</span></span><br /><br /><div style="text-align: justify; font-family: courier new;">Lo que hacen las maravillas de internet: hace unos días, los ojos de prácticamente todo el mundo estaban clavados en la mina San José, en Chile. En agosto de este año, treinta y tres mineros quedaron atrapados ahí, en un derrumbe, a cerca de setecientos metros de profundidad. Más de dos semanas después, se descubrió que seguían con vida; el suelo se perforó para hacerles llegar todos los suministros necesarios para que la conservaran, al igual que la cordura (entre lo que se les envió iba una consola de videojuegos, por cierto) mientras que en la superficie varios especialistas se devanaban los sesos para inventar alguna forma segura de sacarlos.<br /><br />Más de dos meses después, llegó el rescate, que duró un día y pico, algo así. Fue tan espectacular y emocionante que no voy a ponerme a describirlo; ya en la red deben circular montones de videos donde puede verse. Una servidora se unió al coro mundial: <span style="font-style: italic;">¡Vamos, Chile! ¡Fuerza, Chile!</span>, estuve enviando por <span style="font-style: italic; font-weight: bold;">twitter</span> (por alguna razón, no me podía sacar de la cabeza a la editorial <span style="font-style: italic;">Andrés Bello</span> y a la brujita <span style="font-style: italic;">Pascualina</span>). No fue sino hasta que pasó la euforia cuando me di cuenta de que este rescate había escarbado también en una herida vieja, pero aún dolorosa, que recibió mi propio país.<br /><br />Hace más de cuatro años, una explosión desbarató la mina Pasta de Conchos en el estado de Coahuila. La causa de la explosión se desconoce, pero es casi seguro que tuvo que ver con las altas concentraciones de gas metano (se trataba de una mina de carbón) de las que ya se habían quejado algunos trabajadores. Una chispa... y ya. Unos sesenta y cinco mineros quedaron atrapados, se supone que a 150 metros de profundidad, y las esperanzas de encontrarlos vivos comenzaron a agotarse a los cinco días. <span style="font-style: italic;">Cinco días</span>...<br /><br />Tanto el Capitán como una servidora nos criamos en ciudades mineras (Parral y Zacatecas, respectivamente). Mi suego es minero. Si hay algo que hemos sabido desde siempre es que desde sus inicios las minas cobran su cuota de vidas humanas, a veces más, a veces menos; es casi cotidiano. Incluso las minas al ras de la tierra, como hay muchas en Zacatecas; siempre hay accidentes.<br /><br />Ahora bien, algo que también es (y era) cosa de todos los días era estar conscientes del hecho anterior, y además pagar la cuota. Cuando comenzó en el siglo XVI la explotación de la mina El Edén en Zacatecas, había tanto gente dispuesta a vivir sólo treinta años o menos con tal de llevarle comida a su familia (el trabajo de minero se pagaba con piececitas de plata que, irónico, no tenían validez más que en la <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Tienda_de_raya">tienda de raya</a> del patrón) como personas a quienes no les importaba llevar eso sobre la conciencia. Caídas, males respiratorios (en primer lugar la silicosis), heridas gangrenadas porque había que seguir trabajando. Como les digo, cosa de todos los días. Porque el oro y la plata se consideraban más valiosos que la comida, pero era por comida que resultaban tan baratos.<br /><br />Se acusó al gobierno y al Grupo Minero México (responsable) de haber actuado con tibieza frente al desastre de Pasta de Conchos; una servidora opina que sí, así fue de hecho. Pero eso no significa que un rescate como el de San José hubiera sido posible en Coahuila. La de San José era una mina de cobre; no había tanto peligro de concentración de gases letales como en Pasta de Conchos. Un derrumbe te puede dejar aislado en el socavón de una mina; si estás cerca de una explosión, lo más probable es que acabes hecho mermelada; si además estás rodeado de metano no pasará mucho antes de que te asfixies. Los mineros de Pasta de Conchos tenían una centésima de posibilidades de sobrevivir comparados con los de San José.<br /><br />¿Cuál fue el problema, entonces? Que en lugar de aferrarse a esa centésima, las labores de rescate comenzaron a flaquear a los cinco días. Que finalmente se canceló la recuperación de cuerpos (ok, un cuerpo no es una persona, pero a un familiar por lo menos le alivia la llaga, dolorosísima, de la incertidumbre) porque costaba mucho dinero.<br /><br />Nos quedamos, pues, con la envidia de un sistema que no abandonó a los suyos, que no creyó que más de medio millón de dólares fuera un precio demasiado alto para pagar por una vida.<br /><br />Pero bueno, ¿nos extraña? Les digo; lo ocurrido en Pasta de Conchos pareciera formar parte de la tradición minera. Que, por cierto, se ha contagiado con una facilidad espantosa a otras áreas, y no es exclusiva de México. Piensen en las ocasiones que como jefes despidamos a un empleado de años porque conseguimos un trabajador que cobra menos y obedece sin chistar; piensen en el dinero que acumulamos bajo la gruesa cobertura de una organización de caridad sin fines de lucro; piensen en el pariente o amigo que nos felicitó por llevar a cabo un negocito de lo más rentable con un mínimo de inversión y un máximo de explotación; piensen en la idea que nos robamos de la persona brillante pero inexperta que buscó nuestra asesoría para llevarla a cabo; en fin, piensen en las veces que le hemos escatimado abrazos o consuelo a un amigo que llora porque, ay, tenemos cosas más provechosas qué hacer.<br /><br />Etcétera y más etcétera. Cada etcétera, una piedrecilla de las que cubren los restos de los pobres mineros sepultados en Pasta de Conchos. Un trocito de culpa que no estaría mal compartir con el gobierno y con Grupo México.<br /><br />Es una pena, pero lo ocurrido en la mina San José (y por aquí me atrevería a depositar el término políticamente incorrectísimo “milagro”) es la excepción y no la regla. Lo de Pasta de Conchos, por el contrario, ha ocurrido muchas veces. Pero es que antes no había internet.<br /></div></div>Aislinghttp://www.blogger.com/profile/10170281560155362446noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-30254113.post-52100686008720477412010-10-11T18:13:00.004-05:002010-10-11T18:32:06.628-05:00Receta: Thai-Cosa<div style="text-align: center;"><a target="_blank" title="ImageShack - Image And Video Hosting" href="http://img811.imageshack.us/i/thaicosa.jpg/"><img src="http://img811.imageshack.us/img811/1876/thaicosa.jpg" border="0" /></a><br /><span style="font-family:courier new;"><span style="font-size:78%;"><span style="font-style: italic;">©<span style="font-weight: bold;">Cooking Mama</span>, del juego homónimo de Office Create, publicado por Majesco para <span style="font-weight: bold;">N</span><span style="font-weight: bold;">intendo DS</span>.</span></span></span><br /><br /><div style="text-align: justify; font-family: courier new;font-family:courier new;"><span style="font-style: italic;font-size:100%;" ><span>Siempre que es el cumpleaños de <a href="http://alphanubis.blogspot.com/">Alphanubis</a>, <a href="http://xxfenrierxx.deviantart.com/">Fenrier</a> y yo buscamos cocinarle algo rico. El año pasado, cuando no sabíamos si repetir la carne en su jugo que ella me enseñó a hacer o ya mejor sugerir algún restaurante, Fenrier me contó de un lugar que había visitado en su viaje de prácticas de </span></span><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Iaid%C5%8D"><span style="font-size:100%;"><span>iaido</span></span></a><span style="font-style: italic;font-size:100%;" ><span> a Puerto Vallarta. Era un restaurante tailandés llamado “Archie’s Wok”, y el platillo que comió ahí con sus compañeros le pareció delicioso. El pequeño problema es que no recordaba el nombre.<br /><br />Tras escuchar su descripción del plato y consultar algunos recetarios, la ayudé a elaborar una lista de los posibles ingredientes. Durante dos días hicimos pruebas hasta que dimos con lo que al afilado sentido del gusto de Fenrier le pareció sería su platillo misterioso, o uno muy parecido. Usamos como picante una paprika recién molida por suaves manos coreanas, y sustituímos la salsa de pescado, muy común en la comida tailandesa, por salsa de ostión, que era lo que teníamos a mano. ¿Y qué pasó? Pues que nuestro invento fue un éxito en la fiesta de Alphanubis.<br /><br />Tomé nota cuando hacíamos los experimientos y más adelante repetí algunas veces la receta por mi cuenta. Aquí la tienen, menos picante que como la hicimos la primera vez, pero todavía riquísima. Puesto que jamás averiguamos como se llama, decidimos bautizarla como “Thai-Cosa”.</span></span><br /></div><span style="font-style: italic; font-family: courier new;font-family:courier new;font-size:100%;" ><span><br /></span></span><div style="text-align: justify;font-family:courier new;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(255, 0, 0); font-family: courier new;"><br />Ingredientes (para 2 a 3 porciones):</span><br /></div><ul style="text-align: justify; font-family: courier new;"><li><span>1 paquete de ramen instantáneo<br /></span></li><li><span>1 cebollita cambray en rebanadas (incluyendo el rabo)<br /></span></li><li><span>5 camarones grandes o 10 pegueños, crudos y en trocitos<br /></span></li><li><span>1 pechuga de pollo en cuadritos<br /></span></li><li><span>1 taza de germen de alfalfa<br /></span></li><li><span>2 dientes de ajo fresco, bien picados<br /></span></li><li><span>1 huevo batido<br /></span></li><li><span>1/2 taza de cacahuates sin cáscara, tostados pero sin freír y sin sal<br /></span></li><li><span>2 cucharadas de pimentón rojo (paprika) en polvo<br /></span></li><li><span>1 cucharada de curry<br /></span></li><li><span>Sal al gusto<br /></span></li></ul><div face="courier new" style="text-align: left;"><span><br /><span style="font-family: courier new;">Para la salsa:</span></span><br /></div><br /><ul face="courier new" style="text-align: left; font-family: courier new;"><li><span>2 cucharadas de salsa de ostión<br /></span></li><li><span>2 cucharadas de jugo de lima<br /></span></li><li><span>1 cucharadita de azúcar o 1 sobre de endulzante</span></li></ul><div style="text-align: left; font-family: courier new;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(255, 0, 0);"><br />Herramientas:</span><br /></div><ul style="text-align: left; font-family: courier new;"><li><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Wok, o sartén profunda<br /></span></li><li><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Olla honda para la pasta<br /></span></li><li><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Recipientes para la salsa y para apartar los ingredientes<br /></span></li><li><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Palillos de cocina o palita de madera<br /></span></li><li><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Cuchillo afilado<br /></span></li><li><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Aceite o spray para cocinar<br /></span></li><li><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Agua</span></li></ul><span style="font-weight: bold; color: rgb(255, 0, 0);font-family:courier new;" ><br /></span><div style="text-align: left;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(255, 0, 0);font-family:courier new;" >Procedimiento:</span><br /><br /><div style="text-align: justify;"><span style="font-family:courier new;">1. Preparar la pasta según las instrucciones del paquete. Escurrir muy bien.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">2. Mezclar los ingredientes de la salsa. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">3. Calentar a fuego alto un poco de aceite o spray en el wok o sartén.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">4. Sofreír el ajo junto con el pollo. Cuando éste quede bien cocido y empiece a dorar, añadir los camarones; mover constantemente hasta que todo esté cocido. Apartar y reservar.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">5. Rociar un poco más de aceite en el mismo wok o sartén, y sofreír la pasta a fuego lento durante unos dos minutos. Añadirle la paprika y el curry, con media cucharada de sal o más al gusto, y mezclar, si fuera posible con palillos, hasta que la pasta quede muy roja y aromática. Apartar y reservar. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">6. Devolver el pollo y los camarones al wok, agregar los cacahuates y sofreír a fuego lento. Echar el huevo y cubrir la carne con él; mezclar y seguir cocinando hasta que el huevo quede cocido en fibritas.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">7. Añadir la pasta y la alfalfa, y revolver muy bien. Verter la salsa, mezclar y cocinar un minuto más.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">8. Antes de servir, añadir un poco de cebollita cambray sobre el platillo. Listo. </span><br /></div></div></div><div style="text-align: center;"><a target="_blank" title="ImageShack - Image And Video Hosting" href="http://img832.imageshack.us/i/mamasaysthai.jpg/"><img src="http://img832.imageshack.us/img832/1213/mamasaysthai.jpg" border="0" /></a><br /></div>Aislinghttp://www.blogger.com/profile/10170281560155362446noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-30254113.post-52222215209843165222010-10-07T20:54:00.009-05:002010-10-10T23:25:37.357-05:00Reseña de película: Héroes Verdaderos<div style="text-align: center;"><a target="_blank" title="ImageShack - Image And Video Hosting" href="http://img409.imageshack.us/i/heroesw.jpg/"><img src="http://img409.imageshack.us/img409/3096/heroesw.jpg" border="0" /></a><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 153);font-family:courier new;font-size:130%;" ><span style="color: rgb(51, 51, 153);font-size:100%;" >Héroes Verdaderos</span><br /></span><div style="text-align: left; color: rgb(51, 51, 153);font-family:courier new;"><span style="font-weight: bold;font-size:100%;" ><br /></span><div style="text-align: left;"><span style="font-weight: bold;font-size:100%;" >Director: Carlos Kuri</span><br /><br /></div></div><div style="color: rgb(51, 51, 51); text-align: left;font-family:courier new;"><span style="color: rgb(0, 0, 0); font-weight: bold;font-size:100%;" ><span style="color: rgb(255, 204, 0);"><span style="color: rgb(51, 51, 153);">Intérpretes:</span><span style="color: rgb(51, 51, 51);"><span style="color: rgb(51, 51, 153);"> Jorge Lavat, Víctor Trujillo, Jaqueline Andere, Mario Filio, Pepe Vilchis, Kalimba, Sandra Echeverría, Raymundo Armijo, Raúl Carballeda, Claudio Lafarga, Humberto Vélez.</span></span></span></span><span style="color: rgb(0, 0, 0); font-weight: bold;font-size:100%;" ><span style="color: rgb(255, 204, 0);"><span style="color: rgb(51, 51, 51);"> </span></span></span> </div><div style="text-align: left;"><br /><span style=";font-family:courier new;font-size:85%;" ><span>Lo bueno: El diseño de personajes, algunos momentillos de la animación, el doblaje de veteranos, los héroes.<br /></span></span><br /><span style=";font-family:courier new;font-size:85%;" ><span>Lo malo: Para variar, el guión; algunos momentillos de la animación, el doblaje de estrellitas, los protagonistas.<br /><br /></span></span><span style=";font-family:courier new;font-size:85%;" ><span><span>Lo que faltó: Sutileza.<br /><br />Lo que sobró: Las canciones.</span></span></span><br /><br /><span style="font-family:courier new;"><a href="http://lacasadeaisling.blogspot.com/search/label/Calificaciones">Calificación</a>: <span style="color: rgb(255, 102, 0);">**<br /><br /></span></span><div style="text-align: justify;"><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:courier new;">Todo el mundo se apunta a celebrar el Bicentenario (es decir, los doscientos años a partir de que comenzara una guerra civil para lograr la independencia de un país que se llamaría México), y, no me pregunten por qué, hubo quienes lo hicieron en forma de películas o cortos animados. Será, y eso son buenas noticias, que la industria de la animación ya está por fin recuperándose en nuestro país, al que, en tiempos pasados, no le faltaba tradición (pocas personas saben que en México se maquilaban programas de Hanna-Barbera, por ejemplo). Lo malo es que este género, al volver a volar, lo está haciendo no con un ala rota, sino con ambas patas convenientemente fracturadas y dejadas soldar al descuido.</span></span><br /><br /><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:courier new;">Los cortos de <span style="font-weight: bold;">Héroes Verdaderos </span>prometían, y mucho, hermosos diseños, secuencias de batalla, tal vez una aproximación a la historia oficial que ya se volvió anticuada con la moda de la “desmitificación”. Nada malo.</span></span><br /><br /><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:courier new;">Pero una servidora, para qué mentir, llegó al cine llena de prejuicios... y se quedó agradablemente sorprendida cuando la película arrancó con unos paisajes maravillosos, unas escenas impresionantes y una trama sencilla que apuntaba a una historia bien contada. Lo malo es que esa magia duró... ¿cuánto será bueno?... unos diez minutos a lo sumo. Y de ahí en adelante la película comenzó a deslizarse, lenta pero inevitablemente, en caída vertical.</span></span><br /><br /><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:courier new;">Aunque los cortos presumen más que nada a los héroes de la independencia mexicana en acción, en realidad la historia se centra en cinco muchachos a quienes les toca vivir la turbulenta época: Carlos, que tiene que tragarse sus ideas “progres” y la discriminación que sufre por su nacimiento criollo; su mejor amigo, Mixcóatl (ajá, hasta eso que se toman tiempo para explicar el porqué del nombrecito), un chico indígena de su edad; el atormentado hermano mestizo de éste, Xama; el hermano mayor grandote y bonachón, Tahtsi, y su prima Tonantzin (no, lo que no se explica es el porqué de esta casi blasfemia), que exhibe gran parte de la película un imposible vientre al aire y pies descalzos.</span></span><br /><br /><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:courier new;">Después de hacernos tragar una buena cantidad de detalles que por desgracia no llevan a ningún lado, los jóvenes protagonistas quedan botados en bandos enemigos (Xama en el ejército realista, y el resto con los insurgentes de Hidalgo), y los próceres desfilan con cuentagotas en lo que Carlos y sus amigos luchan por convertir un ideal en realidad.</span></span><br /><br /><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:courier new;">¿Lo estoy haciendo sonar interesante? Piénsenlo dos veces. La premisa, nada mala, se disuelve muy pronto en una trama principal innecesaria y punto menos que hueca. Los hermosos diseños no logran levantar del piso a los personajes principales, tan desangelados que no consiguen conmover o emocionar. El pobre Xama, un villano a la fuerza que aparece misteriosamente en cada batalla importante del ejército realista en donde pueda encontrarse con sus viejos amigos, ve cortado su potencial desarrollo junto con su posibilidad de redención que, no lo dudo, podría haber estado contemplada en algún tratamiento temprano de la historia. La voluptuosa Tonantzin se lanza a las batallas (que por cierto pueden oírse, pero no verse, ni siquiera en sombras) desarmada y todavía descalza, al parecer con el único propósito de que la rescaten. Mixcóatl tiene su momento de guerrero jaguar prototípico, y Carlos, que hubiera sido un protagonista distintivo de no ser porque la corrección política pedía que el chico indígena brillara igual que el criollo, se pierde y ya. Bajo la fuerza bruta del hermano restante, Tahtsi, se adivina alguna personalidad. Con mucha fe.</span></span><br /><br /><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:courier new;">Lo rescatable de la película son los <span style="font-style: italic;">héroes verdaderos </span>del título, que tienen muy pocos minutos en pantalla (a la mayoría nos los echan, de a montón, en las escenas finales de la cinta y que están interpretados por actorazos con experiencia en doblaje y no “estrellitas”, como ocurre con algunos de los otros personajes: Jorge Lavat, una de las voces más bellas del medio, hace a un Hidalgo muy sereno y compasivo; Víctor Trujillo le queda maravilloso a la figura alta y musculosa en la que se transformó al gordito Morelos; Beto Vélez merecía un papel mucho más largo que el del traidor Arias... y así nos vamos.</span></span><br /><br /><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:courier new;">Sospecho que a <span style="font-weight: bold;">Héroes Verdaderos</span> le pasó lo mismo que al pastel del cuento de Tolkien <span style="font-weight: bold;">El Herrero de Wooton Mayor</span>: el pastelero se desvivió planeando la decoración y cuando terminó se dio cuenta de que no tenía la más mínima idea de qué iría <span style="font-style: italic;">dentro </span>del pastel. Y una vez éste quedó horneado, los múltiples huequitos de la masa tuvieron que rellenarse con clichés cada vez más molestos: que si el malo servil y chistosito, que si el inevitable romance, que si (en el caso de la animación) ciertos estudiados movimientos que le dejan a uno miles de <span style="font-style: italic;">deja vu </span>de películas de <span style="font-style: italic;">Disney</span> y series de anime; que si las canciones (de las canciones, EN SERIO, prefiero no hacer comentarios)... y todo ello, inyectado como con duya, se alcanza a desbordar y convierte a la trama en un caos que haría que la de <a href="http://lacasadeaisling.blogspot.com/2009/12/resena-de-pelicula-nikte.html"><span style="font-weight: bold;">Nikté</span></a> pareciera coherente; y que, para rematar, resulta pesada para los niños (en la función a la que asistí me tocó estar a unos asientos de una pobre señorita de unos diez años que preguntaba a cada rato “¿ya se va a acabar?”). Y todo ello por el hecho que nuestros realizadores todavía no acaban de entender: lo más importante para fabricar una buena película es tener UN BUEN GUIÓN. Si el guión falla, igual pasará con lo demás. </span></span><br /><br /><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:courier new;">La secuencia final (algo así como los <span style="font-style: italic;">highlights </span>de la Independencia) sólo nos deja añorando lo que pudo haber sido de haber contado este proyecto con más tiempo (seguro), con más crítica y... ¿se me olvidaba algo? Con más tratamiento del guión. Porque presupuesto no creo que les haya faltado. Gracias a Dios el cine donde lo vimos tenía algún problema de sonido o algo así, porque del discurso patriotero del final, pronunciado por el mismo director, no alcancé a entender ni la mitad. O será que mis orejitas la estaban filtrando; a veces sucede. </span></span><br /><br /><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:courier new;">En conclusión: <span style="font-weight: bold;">Héroes Verdaderos </span>es un proyecto muy bueno que nomás no cuajó en la práctica. Pero en todo caso, pueden guiarse por lo siguiente.</span></span><br /></div><br /><div style="text-align: left;font-family:courier new;"><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(255, 0, 0);">Recomendaciones</span>: </span><span style="font-size:85%;"><span style="color:black;">Para cualquiera interesado en la animación, o metido en el campo. Si abren los ojos, se puede aprender de los errores ajenos, y también de las virtudes. Para personas que apoyan al cine mexicano, porque la verdad es que sí hay que hacerlo (aquí nos tocó vivir).</span></span><br /></div><br /><span style=";font-family:courier new;font-size:85%;" ><span style="color: rgb(255, 0, 0);">Abstenerse</span>: Si los clichés les producen urticaria, porque se van a llenar de ampollas. Si la historia mexicana no les interesa en lo más mínimo. Si tienen que llevar a sus hermanitos menores de diez años.</span><span style="font-size:100%;"><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Si prefieren segundas opiniones de una persona que conoce de animación mucho más que una servidora, pueden leer la reseña de <span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Nemo-H</span>, que me acompañó a ver la película, <a href="http://uartesdigitales.edu.mx/bloganimacion/?p=105">aquí</a>. </span></span><span><span style="color: rgb(255, 102, 0);"><br /></span></span></div></div>Aislinghttp://www.blogger.com/profile/10170281560155362446noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-30254113.post-74073582232707358012010-09-22T19:16:00.003-05:002010-09-22T19:57:02.295-05:00Cobrar lo justo<div style="text-align: center;"><div style="font-family: courier new; text-align: justify; font-style: italic;"><span style="font-size:85%;">En marzo de este año, la traductora Marcela Jenney publicó en su <a href="http://latitudescoach.wordpress.com/">blog</a> un interesantísimo artículo (rematado por una serie de consejos punto menos que indispensables para quienes trabajan en su campo) que se compartió en la lista de correos de la Organización Mexicana de Traductores. Lo que trata es una situación espantosamente seria por la que de seguro ha pasado cualquiera que se dedique a la traducción. Algo que siempre le dije a mis alumnos de esta materia es que en nuestro oficio es el único en el que tenemos que educar a los clientes. Muchos de ellos piensan que para traducir sólo hay que sentarse con un papel, libro, etc. en una lengua en una mano y ponerse casi a transcribir con la otra; no saben nada del proceso de investigación, de selección de palabras, de comprensión y reelaboración que implica traducir. Los peores son quienes creen que nuestro trabajo vale lo mismo que una página pasada por el Babel Fish o el Google Translator, que son gratuitos.<br /></span></div><div style="text-align: justify;"> <span style="font-size:85%;"><br /><span style="font-family: courier new; font-style: italic;"> Le pedí a la autora permiso para traducir y reproducir su artículo aquí, y ella, muy amablemente, accedió. Para leer el original en inglés, hagan click </span><a style="font-family: courier new; font-style: italic;" href="http://latitudescoach.wordpress.com/2010/03/07/are-you-a-professional-translator-if-so-do-not-lower-your-translation-rates/">aquí</a><span style="font-family: courier new; font-style: italic;">. Lo acompaño con una imagen de San Jerónimo, el santo patrono de los traductores, que se celebra el próximo 30 de septiembre. </span><br /></span></div><br /><br /><img src="http://img8.imageshack.us/img8/2344/tarifas.jpg" alt="Image Hosted by ImageShack.us" /><br /></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size:85%;"><span style="font-size:78%;"><span style="font-family: courier new;">Invocación a San Jerónimo que me enseñó mi tía L. cuando era chiquita: "San Jerónimo bendito, con tu cordón bendito, ¡amarra a tus animalitos! (a lo que añadí, de adulta, "o por lo menos ciérrales el hocico, o dales voluntad, en la medida de lo posible, de ser menos animales"). </span></span><br /></span></div><br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(153, 102, 51);font-size:130%;" ><span style="font-family: courier new;">¿Eres traductor profesional? Si es así, ¡NO bajes tus tarifas de traducción!</span></span><br /><br /><span style="font-family: courier new;font-size:100%;" >Por Marcela Jenney</span><br /></div><br /><div style="text-align: right;"><span style="font-style: italic; font-family: courier new;">Traducido por: Yours Truly</span><br /></div><br /><br /><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: courier new;">¿Cuándo fue la última vez que le pediste a tu doctor o tu abogado que te hiciera un descuento de sus honorarios? A menos que el doctor o el abogado sean tus parientes o muy buenos amigos tuyos, no es muy probable que te atrevieras a pedirle eso al proveedor de un servicio profesional, ¿o sí? Entonces, si te consideras un traductor profesional, ¿cómo es posible que sigas permitiéndole a otros que te pidan que bajes tus precios? Pero este hecho no es lo peor de la situación. Muchos traductores profesionales están reduciendo sus precios en un intento desesperado por conseguir trabajo. </span><br /><br /><span style="font-family: courier new;">Los clientes piden descuentos, y los traductores ceden a sus peticiones, cada vez más, todos los días. Cuando haces un descuento al precio de tus servicios, le estás dando permiso a otros de que piensen que éstos no valen mucho. Y, desafortunadamente, esta tendencia está afectando negativamente a la industria entera de traducción y localización. </span><br /><br /><span style="font-family: courier new;"><span style="font-weight: bold;">Ponle un precio justo a tus servicios</span>. El costo que establezcas para tus servicios se determina por cómo perciben tus clientes la calidad que obtienen por su dinero. ¿Se están cumpliendo las expectativas de los clientes? ¿Qué es lo que se llevan? ¿Por qué deberían contratarte a ti y no a tu competencia?</span><br /><br /><span style="font-family: courier new;"><span style="font-weight: bold;">Aprende a decir “no”</span>. Si bajas tus tarifas, estás enviando señales de pánico, no sólo de tu parte, sino de la industra entera. Si reduces tus tarifas aunque sea una vez, va a ser muy difícil negarse a ello la siguiente vez ocasión que el mismo cliente se presente. Uno de mis más queridos redactores me dijo una vez, cuando le pedí que bajara un poco su precio, que se sentiría muy incómodo consigo mismo de hacerlo. Me encantó su enfoque profesional a la hora de respaldar su trabajo.</span><br /><br /><span style="font-family: courier new;"><span style="font-weight: bold;">Céntrate en tu promesa de calidad</span>. Cuando sabes y tienes pruebas de que lo que estás ofreciendo tiene gran calidad para tus clientes, asegúrate de mostrar con constancia esto en la entrega de tu trabajo. En lugar de bajar tus precios para igualarlos a los de la competencia, enfócate en añadir valores agregados. Piensa en formas de armar paquetes de servicios complementarios, o crea diferentes ofertas a distintos precios que puedas adaptar al presupuesto de tu cliente. </span><br /><br /><span style="font-family: courier new;"><span style="font-weight: bold;">Mejora tu oferta de servicios</span>. En la economía de la actualidad hay tantos productos y servicios que el mercado está simplemente sobresaturado. Muchos piensan en la traducción como un producto común y corriente por la sencilla razón de que todo el mundo se basa en los mismas “cualidades”. Pero la traducción jamás debe guiarse por los modelos de mercadotecnia de otro producto. En el negocio de los servicios, lo que importa es el “toque especial” que uno puede añadirle a su oferta. Tus clientes, sencillamente, buscan alguien en quien puedan confiar. Quieren asegurarse de que eres responsable, que todo el tiempo estás entregándoles calidad, y que siempre estás ahí para apoyarlos. Las características de los beneficios y el servicio son siempre buenos puntos a favor para la venta, pero el mejor de ellos es llevar una excelente relación con el cliente.</span><br /><br /><span style="font-family: courier new;"><span style="font-weight: bold;">Enfócate en tu mercado meta</span>. Si todo el tiempo te están pidiendo que bajes tus tarifas, es muy posible que los clientes que se te acercan no sean los adecuados. Pregúntate si no estarás perdiendo el tiempo al tratar de conseguir clientes que no están dispuestos a pagarte lo que vales. Cuando decidas enfocarte en un sector del mercado, es importante que entiendas cuáles son las costumbres y las preferencias de tus clientes. Además, asegúrate de que tienes las capacidades y cualidades para realizar un excelente trabajo y una oferta de traducción con valor superior.</span><br /><br /><span style="font-family: courier new;"><span style="font-weight: bold;">Crea una marca fuerte</span>. De la misma forma que las grandes corporaciones crean sus marcas, los traductores pueden construír una, fortalecida y distintiva. Si te concentras en crear una marca fuerte, no sólo te reconocerán con más facilidad sino que también podrás crear una conexión emocional con tus clientes. Tu competencia puede intentar copiar tus procedimientos, tu modelo de negocio, tecnología, etc., pero será muy difícil que reproduzcan las creencias y actitudes que has logrado establecer en la mente de tus clientes. </span><br /><br /><span style="font-family: courier new;">Recuerda que cuando estamos vendiendo un producto o servicio, no somos nosotros lo que más importa. Son nuestros clientes. Enfócate en las necesidades y deseos de tus clientes, y busca maneras de mejorar la relación. Cuando no hay calidad, el precio se convierte en el único factor de decisión. No bajes tus tarifas; en lugar de ello, incrementa tu competitividad y las características de valores agregados a tus servicios. </span><br /></div>Aislinghttp://www.blogger.com/profile/10170281560155362446noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-30254113.post-63512532275546391162010-09-20T19:38:00.004-05:002010-09-22T21:01:00.726-05:00Invencible<div style="text-align: center;"><a target="_blank" title="ImageShack - Image And Video Hosting" href="http://img713.imageshack.us/i/invencible.jpg/"><img src="http://img713.imageshack.us/img713/126/invencible.jpg" border="0" /></a><br /></div><div style="text-align: right;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: right;"><span style="font-size:85%;"><span style="font-family:courier new;">"En lo más profundo del invierno, aprendí finalmente<br />que dentro de mí se encuentra un invencible verano".<br /><span style="font-style: italic;">Albert Camus</span></span><br /></span></div><br /><span style="font-family:courier new;">Los veranos de Guadalajara tienen un ambiente peculiar: los cielos nublados, la lluvia muy frecuente, el desánimo y la tristeza sutiles en los rostros de todo el mundo y la alegría falsa pero resistente que trata de imponerse desde anuncios espectaculares.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Nunca me ha gustado trabajar en verano. El clima más cálido me predispone a la pereza; la lluvia me complica las salidas de la casa; me pone de malas el añorar las vacaciones que antes podía darme el lujo de tomarme. Es por ello que hace algunos años adquirí una no muy saludable costumbre: al salir del trabajo por las tardes, en lugar de, como buena y dedicada ama de casa, regresar a centenares de tareas domésticas inconclusas, me iba a algún centro comercial a fingir que era una muchacha joven con tiempo libre para tirar, y lista para disfrutar del verano no obstante la lluvia y el bochorno. Me quedaba comtemplando los centros de entretenimiento que se montaban para los niños (carruseles, ruedas de la fortuna, talleres, cocinitas, hasta un herpetario que llegué a ver), entraba a las tiendas a probarme de todo (si encontraba ofertas hasta me compraba alguna estupidez) y me sentaba con un chai frappé, a estirar las piernas, sola (porque mi capitán nunca ha podido aguantar la inactividad, a menos que esté durmiendo) e inmersa en el fingimiento. Una hora después, me regresaba a la casa, a los problemas cotidianos y los pendientes del próximo día.<br /><br />Esa hora privada y fingida me hacía sentir un poquito mejor. Era un verano artificial, sustituto del otro, el de muchos años atrás, cuando el horario lo marcaba el día y el trabajo (si es que había) tenía una rutina, pero no era igual jamás. En el campo se ordeñaba a las vacas, se separaban los becerros, se cortaba sorgo, se hacía queso. La lluvia no se iba resbalando, como llanto, por las calles, sino que penetraba en el suelo, se convertía en rocío con el sol y le daba al ambiente un aroma incomparable. Y estaban, por supuesto, las flores. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">La marca del verano eran las <span style="font-style: italic;">ipomoea</span>, a las que llaman en el pueblo de mi mamá “flor de la mañana”, porque cuando les pega el sol se abren, todas rosadas o púrpuras, esplendorosas entre el verde mojado. No tienen ningún perfume pero no les hace falta. Al atardecer, el único pétalo se enrosca sobre sí mismo. De cuando en cuando la flor cerrada sirve de refugio antitormenta a escarabajos u otros insectos. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Este verano del 2010 no sería ni como los recientes, ni como los de antaño.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">En el pasado mes de julio, me entraron, entonces no sabía por qué, unas ganas tremendas de repetir el <span style="font-weight: bold;">Crisis Core: Final Fantasy VII</span>, un juego para <span style="font-style: italic;"><span style="font-weight: bold;">PSP</span></span> que terminé por primera vez hará unos dos años y que de hecho les reseñé por <a href="http://lacasadeaisling.blogspot.com/2008/08/resea-de-videojuego-crisis-core-final.html">aquí</a>. Es una producción muy buena, con mínimos defectos, pero que en lo personal me entristeció lo suficiente como para proponerme no darle una segunda pasada, sino hasta entonces, que fue cuando tomé un archivo viejo y empecé a avanzar sobre la historia tan rápido como me fuera medianamente posible, con todo y que no se me olvidaba que la narración no iba a durar y que no tendría un final feliz. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">No voy a contar una vez más de qué trata el juego; si son fans de los <span style="font-style: italic;">RPG</span> y sobre todo de la serie de <span style="font-weight: bold;">Final Fantasy</span> supongo que ya lo jugaron; si no lo han hecho, algún día lo harán y se llevarán una sorpresa gratísima. Pero si quieren un resumen en dos patadas del argumento central, va más o menos así: resulta que el adorable protagonista de <span style="font-weight: bold;">Crisis Core</span>, Zack Fair, es un muy buen empleado de cierta compañía, pero cuando descubre POR ACCIDENTE que esa compañía anda en malos manejos y está corrupta hasta las células se gana una sentencia de muerte. No me pregunten cómo, pero se las arregla, a pesar de todo, para permanecer optimista; se repite la frase de un mentor suyo (“aférrate a tus sueños”) y allá va. La última parte de su aventura la pasa huyendo de perseguidores que van tras él a centenares, como si fuera no un criminal, sino todo un ejército subversivo; ahí está que hasta uno de sus colegas le envía en un mensaje de texto: <span style="font-style: italic;">“Pero por Dios, amigo, ¿pues qué hiciste?”</span></span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Afuera, en la realidad, las cosas no iban tan diferentes.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">El verano se acercaba a su fin, como la historia de Zack (otra vez), como mi propia historia en cierto modo. Y yo no quería terminar en un lodazal, sin fuerzas siquiera para levantar la vista. Lo lamento, pero igual así percibía mi situación.<br /><br /></span><span style="font-family:courier new;">Según iba avanzando en el juego, me iba llenando un presentimiento raro: que no me quedaba mucho tiempo (es decir, en mi empleo; en mi empleo de quince años). Sin embargo, yo no quería irme así: no como criminal, no huyendo. Pero no pintaba de otra forma el asunto: faltaban tres semanas para iniciar los cursos de otoño y no se me había dicho ni una sola palabra sobre mis clases del siguiente cuatrimestre. Ni “te quedas”, ni “te vas”; nada. A las dos semanas, lo mismo. Pero a los silencios de palabra no les faltaba una avasalladora elocuencia: miradas hostiles como metralla, personas que de pronto le retiraban el saludo a una, la confianza despedazada como piedra de talco, dispersa, en el piso, o haciendo remolinos por el aire y metiéndose a la nariz, y de ahí a los pulmones, a hacer estragos con la vida misma. <span style="font-style: italic;">“Pero por Dios... ¿pues qué hiciste?”</span></span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Hasta eso, yo tenía una ventaja con respecto al pobre Zack; sabía perfectamente lo que había hecho. ¿Qué fue? <span style="font-style: italic;">Hablar</span>. Hablar con mis jefes, a quienes siempre les había tenido tanta confianza como para discutir intimidades, sobre lo que estaba mal en el rumbo que iba tomando su negocio. Hablar con toda la sinceridad del mundo. Y preguntar qué se iba a hacer al respecto. La respuesta la recibí indirectamente, primero, por medio de una especie de sanción económica (“porque te atreviste a cuestionarlos”, palabras de la contadora de la empresa), y después, con la elocuencia silenciosa ésa que les comentaba. No sé, ahora que me la pienso, qué esperaba ganar con ello. Yo no estaba salvando la vida de un amigo, ni siquiera peleando por mi propio pellejo. Mi acción no tenía nada de heroico. Lo hubiera sido, tal vez, si las cosas hubieran mejorado un poco. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">No quise ahorrarle a mis jefes la molestia de confrontarme, y, además, tenía miedo (¿miedo?¿De qué?). Mi capitán nomás preguntaba que por qué no daba yo el primer paso. En plena huída de la vida real, terminé por segunda vez el <span style="font-weight: bold;">Crisis Core</span>. Esta vez no lloré. Me quedé tiesa, reflexionando en mi situación. Creo que aguanté algo así como cinco horas y luego quise irme a caminar. Caí en la cuenta de todo lo que estaba dejando atrás (era un poco como morir), y solté un dique que hubiera desbordado el Atlántico.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Así, sin despedirme, dejé atrás mi relación de quince años. Fui a la calle a probar una ruta nueva, un caminito nuevo, otra parada de camión, después de una llovizna ligera. Mi camino pasaba por un terreno baldío, lleno de broza, donde el suelo aún absorbía el agua sin formar charcos de lodo. El olor a tierra se soltó, incomparable, pero aún así familiar. De pronto se me ocurrió mirar a la derecha y me encontré, revueltas entre montones de plantas vivas y podridas, colgando de una pared de alambre, cuatro o cinco <span style="font-style: italic;">ipomoea </span>moradas, recién abiertas aunque pasaba de las cinco de la tarde, con gotitas de agua en el único pétalo que brillaban por un rayo de sol mínimo que se abría paso entre las nubes. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">“Aférrate a tus sueños”, me dije con una voz que no era mía. Y comprendí que, después de todo, el verano (invencible) seguía siendo mi estación favorita del año. </span><br /></div>Aislinghttp://www.blogger.com/profile/10170281560155362446noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-30254113.post-74525691910365349272010-09-17T22:23:00.004-05:002010-09-17T23:01:16.980-05:00Volver<div style="text-align: center;"><a target="_blank" title="ImageShack - Image And Video Hosting" href="http://img830.imageshack.us/i/volverc.jpg/"><img src="http://img830.imageshack.us/img830/9863/volverc.jpg" border="0" /></a><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;"><span style="font-family:courier new;">Fragmento de una ilustración de Kahama</span></span><br /><br /><br /><div style="text-align: justify;"><span style="font-family:courier new;">No es la primera vez que me ausento de mi blog, pero siento que han transcurrido años desde la última vez que vine. En el abandono en el que he dejado la casa no hay precedentes, o al menos así parece. He estado poniendo algunas entradas aisladas, pero casi ninguna tiene relación con la otra y más bien parecieran un intento de dar señales de vida. Si me pongo a mirar a mi alrededor (a mi casa real, a mí misma en el espejo) me sorprendo al darme cuenta, como por primera vez, que el blog no es lo único que he estado descuidando. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Jamás me lo comentaron, pero creo que así se debe de sentir cuando la vida de uno da un giro. La de una servidora ha estado en un remolino loco durante por lo menos el último mes. Un tornado, que fue en lo que acabó convirtiéndose un vientecillo imperceptible (que empezara tal vez cinco años atrás), y cuyos efectos no pude apreciar sino hasta que lo contemplé vía satélite. Es como si alguna especie de tinta mágica revelara aquí y allá montones de ruinas y escombros invisibles con los que antes me tropezara y estrellara sin saber qué rayos estaba ocurriendo. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Y bien, piensa una servidora, ¿qué hacer ahora? No hay mucho entre las ruinas que se pueda recoger y salvar, aunque siempre queda la posibilidad de hallar alguna pared en pie. De un día para otro, la profesión de albañil resulta abrumadora. ¿Entonces? Bien, uno puede aislarse por varios días a rumiar las penas, pero después, qué remedio, hay que levantarse. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">El tornado ya es viejo. Las ruinas siguen ahí, pero una servidora ha comenzado a darles guerra, escoba en mano. No es fácil recoger todo este desbarajuste, pero hay por lo menos algo que no me cansa repetirme: ya se me había olvidado a qué sabe la tranquilidad. Y su sabor es tan increíblemente agradable y adictivo que no entiendo cómo pude estar tanto tiempo sin él.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Perdón por hablar tanto en acertijos; ya, más adelante, podrán enterarse de a qué me refiero. Esta entrada es sólo para, como ya lo he hecho otras veces, anunciar que seguimos aquí, y que tenemos todo el propósito de volver a ser lo que éramos. Las entradas puntuales, tres por semana; reseñas, ocurrencias, alguna que otra traducción, por supuesto recetas (de cocina y de otras cosas). En los planes vienen un platillo original (bueno, casi), algunos útiles consejos para traductores y una sentida historia sobre por qué mi acción más valiente del verano fue repetir un videojuego al que no me había atrevido a enfrentar una segunda vez. No voy a dejar pasar este año sin una nueva semana del sushi. Y aunque la fecha para celebrar al Batallón de San Patricio (12 de septiembre) se me haya pasado de largo, espero poder dedicarle algunas palabras a otro hecho reciente (y muy, muy lamentable, por cierto): el fallecimiento del director Satoshi Kon. Estoy escribiendo (lo que no me ocurría en años) un relato de ficción; si lo llego a terminar, será todo un triunfo. Intento poner orden en mis doscientos pares de zapatos y desechar todo lo que de verdad no sirve. Seguirán los libros y revistas. Voy a arreglar un poco esta casa de ustedes también: revisaré los links para quitar los que ya no lleven a ningún lado y añadiré nuevos sitios interesantes. Les agradecería también que me avisaran si algunas de las ilustraciones de las entradas no están apareciendo. </span><br /><span style="font-family:courier new;"> </span><br /><span style="font-family:courier new;">Gracias por toda la paciencia, y por seguirme siguiendo (la repetición fue a propósito). Nos vemos de nuevo en unos pocos días. </span><br /></div></div><a target="_blank" href="http://imageshack.us/"></a>Aislinghttp://www.blogger.com/profile/10170281560155362446noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-30254113.post-36591946334033424442010-08-19T21:16:00.006-05:002010-08-20T08:35:31.501-05:00Reseña de libro: Krabat y el molino del diablo<div style="text-align: center;"><img src="http://a.imageshack.us/img835/8375/krbtmolino.jpg" alt="Image Hosted by ImageShack.us" /><br /><br /><div style="text-align: center;"><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(0, 51, 0);font-size:130%;" ><span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 0);font-family:courier new;" ><span style="color: rgb(51, 102, 255);">Krabat y el molino del diablo</span><br /><span style="color: rgb(51, 102, 255);">Ottfried Preussler</span><br /><span style="color: rgb(51, 102, 255);">Editorial Noguer <span style="font-size:78%;">(por lo pronto, PDF)</span></span></span><span style="font-weight: bold;"><br /></span><span style="font-weight: bold;"><br /></span></span></div></div> <div style="text-align: left;"><span style="font-size:85%;"><span style="font-family:courier new;">Lo bueno: Aunque está cortito y se supone que es fantasía juvenil, es un libro sorprendentemente maduro y profundo.</span></span><br /><br /><span style="font-family:courier new;"><span style="font-size:85%;">Lo malo: El final demasiado abrupto.</span></span><br /><br /><span style="font-family:courier new;"><span style="font-size:85%;">Lo interesante: La adaptación a película que le hicieron en 2008 está por estrenarse, si es que no lo hizo ya (no la he visto en los cines de Guadalajara) en México.<br /></span></span><br /></div><span style="font-family:courier new;"><span style="font-size:85%;"><br /></span></span><div style="text-align: left;"><span style="font-family:courier new;"><a href="http://lacasadeaisling.blogspot.com/search/label/Calificaciones">Calificación</a>: <span style="color: rgb(255, 102, 0);">* * * * *<br /><br /></span></span><div style="text-align: justify;"><span style="font-family:courier new;">Antes de la reseña en sí, empecemos con un tema incómodo: el de la piratería. Sí, es un mal detestable, que afecta a los creadores intelectuales (y un poquito más a los distribuidores). Un pecado del que, con toda la vergüenza del mundo, me reconozco más que culpable. En mi defensa, sin embargo, quisiera decir que a veces es un mal necesario.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Decidí volverme pirata a los doce años, cuando presencié, en un noticiero de televisión, lo que los videoclubes mexicanos le hacían a sus películas que “no se rentaban con suficiente frecuencia” o que “no cumplían ya con los estándares de calidad establecidos”. Centenares de videos <span style="font-style: italic;">vhs</span> y <span style="font-style: italic;">beta</span> se alineaban en una calle, y después una aplanadora les pasaba por encima. Esa imagen me dejó tan traumatizada (sobre todo después de pensar en películas que me gustaba rentar una y otra vez que de repente ya no estaban disponibles en mi videoclub más cercano) que decidí que no me tocaría la conciencia para copiar y preservar verdaderas joyas o curiosidades que tarde o temprano correrían ese triste destino.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">(Años después, los videoclubes mexicanos tomaron la decisión, muchísimo más sensata, de vender a precios bajos esas películas de desecho. La mayor parte de nuestra amplia videoteca se consiguió de esa forma).</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">La piratería no se volvió mi estilo de vida, pero sí la de conseguir material que, de otra forma, sería inaccesible, ya sea por precio o por distancia. No la tengo por costumbre , pero no dudo en echar mano de ella si es la ÚNICA manera de ver, escuchar o leer algo (en cuanto a videojuegos, sí llegamos a comprar varios que hemos ido reemplazando poco a poco por sus originales; lo único pirata que conservamos es el <a href="http://www.youtube.com/watch?v=Dhi_OiFe1wI">título</a> basado en el estupendo </span><span style="font-family:courier new;"><a href="http://www.youtube.com/watch?v=ln5ss4spIso">musical</a> setentero <span style="font-style: italic; font-weight: bold;">The War of the Worlds</span>, de Jeff Wayne, sobre la obra de H.G. Wells; prefiero comprar todo de saldos o de usados). </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">La proliferación de material descargable por internet ha empeorado (o mejorado las cosas). No de otra forma conseguí ver <span style="font-weight: bold;">The Secret of Kells</span>, una película animada irlandesa que es una maravilla que no sé por qué carambas no se ha pasado en México, y de la que les hablé <a href="http://lacasadeaisling.blogspot.com/2010/02/oscar.html">hace un tiempo</a>. También así vi <span style="font-weight: bold;">Krabat</span>, película alemana de fantasía que en un principio me pareció muy extraña y oscura. Pero apenas la terminé, supe que tenía que leer el libro en el que estaba basada. <span style="font-style: italic;">Como fuera</span>. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Me lancé a buscar la novelita en mis sitios hablituales de libros, primero traducida al inglés (me enteré que le habían puesto <span style="font-weight: bold;">The Satanic Mill</span> y que la había publicado <span style="font-style: italic;">Macmillan</span>). Vean nada más el precio en <a href="http://www.amazon.com/Satanic-Mill-Otfried-Preussler-Anthea/dp/0020447752/ref=pd_sim_b_1"><span style="font-style: italic;">Amazon</span></a>. Luego supe que la habían publicado en español por allá en 1991. Nada. Nada de nada. Pero buscando, buscando y buscando, di finalmente con ella. Sólo que en un medio que no era legal, ni mucho menos. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Bueno, la leí. Y que me lapiden por ello. Poco después de terminarla, supe que se reeditó en 2009, supongo que por la novedad de la película. Así que en cuanto se presente la menor oportunidad, voy a comprar esa novela. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">(Mi trauma particular con los libros es un poco diferente al de las películas; viene de una Feria del Libro de Guadalajara en la que un editor catalán, cuando le pregunté sobre la falta de novedades de editoriales españolas en México, me confesó “es que nosotros editamos más de lo que leemos, y lo que mandamos a Latinoamérica es todo lo que no se vende”. Sin comentarios). </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Así pues, si al final de este texto se quedan con ganas, hagan click en el link de abajo. Les aseguro que no los incitaría al pecado de no estar segura de que éste vale la pena. Pero si el libro les gusta y tienen alguna oportunidad, les pido que también se animen a comprarlo.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Ahora sí, la reseña:</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Krabat es un chico mendigo que, por varias noches, escucha en sueños una voz que lo llama por su nombre y le ordena presentarse en un molino cerca de la aldea de Schwarzkolm. Krabat obedece, y en el molino (un sitio siniestro, alimentado por un lago negro donde flota una perpetua neblina) lo recibe un individuo que se hace llamar “el maestro”. El maestro le pregunta a Krabat que si quiere ser su aprendiz, y cuando éste responde que sí, le indica: “¿Quieres ser molinero, o también lo demás?” Es el primero de varios misterios que el chico tendrá que ir descubriendo. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">En el molino ya hay otros once aprendices; por alguna razón se necesita que sean doce para que las ruedas y los engranes funcionen. Todos los días, Krabat y sus compañeros muelen grandes cantidades de trigo, y cebada. Pero no hay nadie que se lleve la harina, nadie que les lleve qué moler. Parecería que la harina que se ha conseguido durante el día volviera a transformarse en grano durante la noche. Hay un juego de ruedas que no se utiliza más que en las noches de luna nueva, cuando el único cliente del molino (“el compadre”, un individuo encapuchado al pescante de un carruaje de caballos negros que se mueve sin hacer ruido ni dejar huellas) les lleva su carga; al día siguiente, Krabat descubre entre los restos de estas ruedas dientes y huesos humanos. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Se trabaja todos los días, menos los viernes. Es en ese día de la semana cuando el maestro reúne a todos sus discípulos en torno a un enorme libro, los convierte en cuervos y les pide que memoricen pasajes de lo que les va leyendo ahí. </span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">El molino no es sino una cubierta para el verdadero propósito del lugar: una escuela de magia negra, arte en el que el talentoso Krabat alcanza, muy pronto, a sus compañeros más experimentados. Los jóvenes del molino le han jurado lealtad al maestro porque quieren aprender; se transforman en animales, hacen truquillos de ilusionista; cuando el maestro está ausente, hacen vagancia y media. Pero su vida aparentemente divertida tiene un lado muy oscuro: la magia le da a uno poder sobre las personas, y el poder puede ser muy adictivo. Y lo más horrible de todo, como muy pronto descubrirá Krabat, no es que el poder tiene un precio, sino que hay quien está dispuesto a pagarlo.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Esta novelita, de 1971, podría verse como otro antecesor (sí, OTRO más) de <span style="font-weight: bold;">Harry Potter</span>, si no fuera porque sus raíces son más antiguas, y se nota. Su autor, Ottfried Preussler, la basó en una serie de historias tradicionales de Lusacia (una región alemana que colinda con Polonia y la República Checa). Sin embargo, con todo y su saborcito legendario, conserva el estilo de la fantasía contemporánea, y maneja temas peligrosos (la pubertad, la muerte, la lealtad a los amigos y hasta la atracción por el mal) con una dureza que espantaría a una mamá fan de Rowling.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Los escritores alemanes (me vienen a la memoria, por el momento, los nombres de Michael Ende y Christine Nöstlinger; ya platicaremos después de una notabilísima excepción llamada Cornelia Funke) son campeones en cuanto a escribir libros para niños que los adultos pueden disfrutar perfectamente. Me gustaría leer más de Ottfried Preussler; por lo pronto, sólo puedo concluír que muy pocas veces encuentra uno, en un libro tan cortito y sencillo, tanta riqueza de pensamiento.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">De <span style="font-weight: bold;">Krabat</span> se han hecho, que yo sepa, dos adaptaciones al cine: La primera es <span style="font-weight: bold;">El aprendiz del hechicero</span>, del extraordinario animador checo Karel Zeman; se puede encontrar en su totalidad (subtitulada en inglés) en <a href="http://www.youtube.com/watch?v=vRlqytQFQjs"><span style="font-style: italic;">youtube</span></a>. La segunda, de Marco Kreuzpaintner, se estrenó en Europa entre el año antepasado y el pasado, y con un poco de suerte la podremos pescar en algún cine mexicano (brrrrr... espero no habérmela perdido ya). Para ver el avance con subtítulos en español, hagan click <a href="http://www.youtube.com/watch?v=MmmgaHhXoQU&feature=related">aquí</a>.</span><br /><br /><span style="font-family:courier new;">Y ahora sí... el que esté libre de pecado, que visite el siguiente <a href="http://www.quedelibros.com/libro/34750/Krabat-y-el-Molino-del-Diablo.html">link</a> y se una al club (visiten la dirección recomendada por la usuaria Úrsula).<br /><br /></span><span style=";font-family:courier new;font-size:85%;" ><span style="color: rgb(255, 0, 0);">Recomendaciones</span>: Para chicos, como una opción saludable a <span style="font-weight: bold;">Harry Potter</span>; para lectores de fantasía de todas las edades; para amantes de la literatura europea menos pomposa.<br /><br /></span><span style=";font-family:courier new;font-size:85%;" ><span style="color: rgb(255, 0, 0);">Abstenerse</span>: Si su etapa lectora no ha superado a Stephenie Meyer. </span><span style="font-family:courier new;"><br /></span></div></div></div>Aislinghttp://www.blogger.com/profile/10170281560155362446noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-30254113.post-21967764587188633472010-08-17T22:08:00.003-05:002010-08-17T22:31:36.508-05:00Corazón<div style="text-align: center;"><a target="_blank" title="ImageShack - Image And Video Hosting" href="http://img84.imageshack.us/i/corazonf.jpg/"><img src="http://a.imageshack.us/img84/5930/corazonf.jpg" border="0" /></a><br /><br /><div style="text-align: justify; font-family: courier new;">Era un día que andaba dándome la vuelta por el <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Tianguis">tianguis</a> que se pone los jueves, paralelo a las vías del tren, casi frente a la Gran Plaza, justo en el límite entre Guadalajara y Zapopan. Voy ahí prácticamente cada semana a comprar fruta, verdura y pollo fresco. De cuando en cuando, también, me distraigo viendo alguna cosa bonita (ropa, videojuegos usados, adornos para el pelo). Como aquella ocasión en la que me entretuve en un puesto de cosméticos para revisar unas brochas muy finas y suaves.<br /><br />Un señor se acercó a las dos o tres mujeres que rondábamos el sitio; de reojo vi que traía un bote de colecta sellado y un montón de volantes impresos. Ah, adiviné de inmediato; otro que viene a pedir dinero para un asilo de alcohólicos y drogadictos. No se lo niego a esta clase de gente (nótese el tono discriminatorio) desde que uno de ellos me diera una <a href="http://lacasadeaisling.blogspot.com/2008/08/los-vicios.html">lección</a> de humildad, hace ya un par de años. Así que apenas el señor comenzaba en un murmullo “¿No gusta cooperar...?”, le resoplé un “ajá” y, sin mirarlo siquiera, puse una moneda en la alcancía para que me dejara seguir viendo mis brochas.<br /><br />Pero no se fue. Pasaron varios segundos hasta que sentí su mirada. Levanté la cara y me encontré de golpe con sus ojos, verdes como los míos.<br /><br />- Qué gran corazón tiene usted, señorita - me dijo.<br /><br />- ¿Uhhhhhhh...? - la frase me tomó completamente por sorpresa.<br /><br />- Dije - repitió el señor, más despacio, como si no le hubiera entendido - que qué gran corazón tiene usted, señorita... ¿de dónde es usted?<br /><br />- Uhhhhh... de... de aquí, ¿por?<br /><br />- Porque - insistió el señor - tiene usted un corazón muy grande, señorita... ni siquiera le había dicho por qué y usted ya estaba dándome dinero... ¿Así le hace con todo el mundo, señorita? ¿Le piden y usted da?<br /><br />- ...No... no... - es en serio. No.<br /><br />- Tiene usted un corazón muy grande, señorita - y dale con lo mismo.<br /><br />- Bueno, no... pero tengo buenos ojos -. Lo que quise decir, en castellano pero sin que sonara demasiado feo, era “lo que pasa es que vi su alcancía y su montón de volantes y adiviné que iba a pedirme dinero para otro de esos ridículos asilos para drogadictos que abundan aquí, así que le di cinco pesos para que me dejara en paz”. Pero como siempre me salió una estupidez de la boca. El día que se otorguen los premios a las peores respuestas a un cumplido, de seguro me ganaré uno.<br /><br />- Ya, con confianza, dígame, ¿de dónde es usted? - volvió a preguntarme el señor.<br /><br />- De... de aquí -. Parecía que una parte de nuestra conversación se hubiera borrado.<br /><br />- ¿Nació aquí?<br /><br />- Ajá.<br /><br />- Pero sus papás, son de fuera, ¿verdad? -. De fuera significa “extranjeros”. La frase “tú no eres inglesa; eres demasiado amable” fue una de las cosas... ejem... ¿bonitas? que me llegaron a decir en Birmingham. Los mismos mexicanos no nos creemos la fama de cortesía que tenemos en todo el mundo.<br /><br />Respondí con una media mentira: que mis papás son de Zacatecas (sólo mi mamá es de allá) y el señor, muy entusiasmado, se soltó platicando de todos los municipios de ese estado que conocía. Su familia era de Florencia, un pueblo entre montañas cercano al de mi mamá. Mis ojos verdes vienen de esa zona, y también los de él. Los míos salieron, además, del sur de Jalisco.<br /><br />Al final, el señor se despidió con un apretón de manos. Casi se le olvidó ofrecerme su volante. Yo casi me olvidé de las brochas.<br /><br />Y a todo esto, ¿qué hay de mi corazón, el centro involuntario de la charla? Voy a confesar algo: mi corazón es pequeñito, reseco y poroso como un pedazo de proteína de soya. Pero, de la misma manera, de vez en cuando se humedece y aumenta dos o tres veces su tamaño, y se vuelve suave, sabroso y nutritivo.<br /></div></div>Aislinghttp://www.blogger.com/profile/10170281560155362446noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-30254113.post-40207954122896084922010-07-30T11:53:00.003-05:002010-07-30T12:18:35.093-05:00Reseña de libro: El Rey Demonio<div style="text-align: center;"><a target="_blank" title="ImageShack - Image And Video Hosting" href="http://img687.imageshack.us/i/reydemonio.jpg/"><img src="http://a.imageshack.us/img687/9822/reydemonio.jpg" border="0" /></a><br /></div><br /><div style="text-align: center;"><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(0, 51, 0); font-size: 130%;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 0); font-family: courier new;">El Rey Demonio<br />Cinda Williams Chima<br />Ediciones Bibliópolis</span><span style="font-weight: bold;"><br /></span><span style="font-weight: bold;"><br /></span></span></div></div> <div style="text-align: left;"><span style="font-size: 85%;"><span style="font-family: courier new;">Lo bueno: Los personajes y el entramado.</span></span><br /><span style="font-size: 85%;"><span style="font-family: courier new;"></span></span><br /><span style="font-family: courier new;"><span style="font-size: 85%;">Lo malo: El precio y algún que otro cliché.</span></span><br /><span style="font-family: courier new;"></span><span style="font-family: courier new;"><span style="font-size: 85%;"></span></span><br /><span style="font-family: courier new;"><span style="font-size: 85%;"></span></span><span style="font-family: courier new;"><span style="font-size: 85%;">Lo que ya me esperaba: Va a ser una trilogía o algo así<br /><br />Sugerencia de título: <span style="font-style: italic;">Los ricos (y los magos) también lloran</span>.</span></span><br /><span style="font-family: courier new;"><span style="font-size: 85%;"></span></span></div><span style="font-family: courier new;"><span style="font-size: 85%;"><br /></span></span><span style="font-family: courier new;"><a href="http://lacasadeaisling.blogspot.com/search/label/Calificaciones">Calificación</a>: <span style="color: rgb(255, 102, 0);">* * *</span></span><br /><br /><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: courier new;">En estos últimos años, ya es raro que alguien que lea fantasía (y que no sea fan de <span style="font-weight: bold;">Harry Potter</span>) llegue muy entusiasmado por un título nuevo que acaba de hallarse. Mucho más raro es que una servidora vaya tras la finta, encuentre algún elemento atractivo en la portada y decida aprovechar que los libros están a seis meses sin intereses en cierta tienda departamental. Luego ocurre, eso sí, que, tras llegar a casa, una servidora abre el nuevo libro de fantasía, pasa algunas páginas y exclama “¡oh, no! ¡Otra historia de mocosos!”. Pero el asunto sigue siendo raro cuando una termina el libro con un suspiro de satisfacción.<br /><br /></span><span style="font-family: courier new;"><span style="font-weight: bold;">El Rey Demonio</span>, de Cinda Williams Chima (una autora de quien en la vida había oído hablar una servidora) tendría todo para convertirse en el libro juvenil del momento. Salvo porque no lo tiene, y ello podría ser una ventaja. ¿Cómo está eso? Ajá, los personajes principales son adolescentes con broncas, el estilo es contemporáneo y todo eso. Pero no tiene mucha acción (a una servidora le sienta bien ese detalle), el romance es mesurado y, lo mejor de todo, la trama está algo más complicadona que el promedio; es por ello que de seguro los jóvenes amantes de colmillitos diurnos, zarpas pelosas y varitas mágicas la encontrarán algo indigesta.</span><br /><br /><span style="font-family: courier new;">Veamos la historia... Han Alister es un chico de dieciséis años que, después de forjarse una reputación temible como delincuente callejero y líder de pandillas, ha decidido comenzar a ganarse la vida de una manera decente y ahorrarle disgustos y mortificaciones a su mamá, lavandera de ajeno, y a su hermanita, que va a la escuela y podría tener un mejor futuro que él. Desde que tiene memoria, Han lleva puestas unas gruesas pulseras de plata que parecen crecer con él; por más que quiere quitárselas para venderlas no lo logra, y por ello su buen propósito (que arrastra, claro, su pésima fama) lo pone a hacer de mandadero, buscador de hierbas, jornalero y cazador.</span><br /><br /><span style="font-family: courier new;">En el mundo en el que habita, coexisten diferentes tipos de personas y culturas: están los clanes, que llevan un estilo de vida parecido al de los indios norteamericanos; las escuelas de guerreros, a las que sólo acceden los que pueden pagárselas; los citadinos, casi siempre en la miseria extrema (la familia de Han pertenece a éstos); y los magos, de quienes todos desconfían. Y está, por supuesto, la familia de la Reina, quienes, como buena clase política, no tiene la más mínima idea de lo que ocurre con el resto de la humanidad. La princesa Raisa, hija mayor de la Reina y su consorte (un noble de los clanes, por cierto), tiene sus problemitas propios y quisiera algo más que los fiestones, los amigos de abolengo, los vestidos de moda y la vida holgadísima a la que parece estar destinada y que al pobre Han le vendría de perlas. </span><br /><br /><span style="font-family: courier new;">Los caminos de estos dos se cruzan por primera vez cuando a la Reina y su corte se les antoja salir de cacería, y a tres maguitos jóvenes que los acompañan se les hace fácil provocar un incendio en el bosque para hacer salir a las futuras presas; Han y su amigo de los clanes, Bailarín, tratan de impedir el desbarajuste y el primero le arrebata a Micah Bayar, el hijo del gran mago de la corte, un misterioso amuleto que quema al tacto. </span><br /><br /><span style="font-family: courier new;">Han no tiene idea de lo que acaba de conseguirse, pero a partir de entonces todo empieza a salirle mal: su mamá pierde el empleo, lo buscan por asesinato, los miembros de su ex-pandilla lo acusan de traición y los de pandillas rivales quieren saldarle viejas cuentas... Todo porque alguien quiere recuperar ese amuleto, y está más que dispuesto a matar por ello. Al mismo tiempo, Raisa se da cuenta de que algo va muy mal con su mamá: el gran mago Gavan Bayar, que debería servirla, la tiene de punto menos que de criada, salvoconducto y trofeo. Tanto los clanes como la familia real habían tenido a los magos bajo control siempre, pero eso podría estar cambiando. Si así fuera, tal vez se repetiría una tragedia de mil años atrás que por poco acaba con el mundo, y en la que una valiente reina, Hanalea, venció al Rey Demonio, un hechicero poderosísimo que por cierto llevaba un amuleto muy similar al que tiene Han. Ahora, falta que todo ello sea una mentira...</span><br /><br /><span style="font-family: courier new;">De <span style="font-weight: bold;">El Rey Demonio</span> se tiene que decir, en primer lugar, algo que hasta hace poco una servidora no creía que hubiera que mencionar en las reseñas de libros: está bien escrito y se lee a gusto, pero alcanza a sacudir la inteligencia: cuenta con toda una maraña de enredos y situaciones que la autora, hasta eso, maneja muy bien. Lo malo es que se trata, precisamente, de una maraña y no mucho más; al final, apenas la mitad de la madeja queda desenredada. Pero lo que la salva son sus personajes, llenos de matices casi, casi cooperianos. Los protagonistas adolescentes Han y Raina, y los coetáneos que los rodean (Micah, Bailarín y otros) se ven más que compensados por adultos realistas y bien construídos. </span><br /><br /><span style="font-family: courier new;">Es la caracterización lo que me hace pensar que Williams Chima aprendió truquitos de la vieja escuela (y eso, créanme, es un alivio), aunque en algún momento se pone a comparar su libro con <span style="font-weight: bold;">Eragon</span> (?). Ahí tenemos a Raisa, que está muy consciente de que el exceso de inocencia es hermano gemelo de la estupidez, saca todo su carisma de su ingenio, sus sinceros esfuerzos por adquirir una conciencia social que sí funcione y su sentido del humor; cuando Han, aunque está desesperado, mantiene la sangre fría al añadir la prostitución a su lista de opciones laborales, nos damos cuenta de que no estamos ante ningún <a href="http://inciclopedia.wikia.com/wiki/Fresa_%28M%C3%A9xico%29">fresa</a>. Hasta otros personajes que ocupan apenas unas veinte líneas prometen volverse muy interesantes. </span><br /><br /><span style="font-family: courier new;">¿Por qué digo “prometen”? Verán... resulta que <span style="font-weight: bold;">El Rey Demonio </span>es la primera parte de, para variar, una trilogía (¡aghhhhhh! ¿Cuándo entenderán quienes aspiran a seguir los pasos de Tolkien que <span style="font-weight: bold;">El Señor de los Anillos</span> NO es ninguna trilogía?), y el segundo volumen todavía no sale en los Estados Unidos. Por lo pronto, una servidora ha decidido que sí, que irá por él, aunque tal vez se espere a otra oferta de seis meses.</span><br /></div><br /><span style="font-family: courier new; font-size: 85%;"><span style="color: rgb(255, 0, 0);">Recomendaciones</span>: Para cualquier lector interesado en el género fantástico: los más curtidillos tómenlo como un sabroso postre, no como platillo principal, y los más novatos váyanse con cierta prudencia y pruébenlo con una cuchara pequeña (si primero ingieren una dosis de autores más clásicos, mejor).<br /><br /></span><span style="font-family: courier new; font-size: 85%;"><span style="color: rgb(255, 0, 0);">Abstenerse</span>: Lectores de <span style="font-style: italic;">best sellers</span> que piensen que Walt Disney es el creador de Winnie Pooh. </span>Aislinghttp://www.blogger.com/profile/10170281560155362446noreply@blogger.com11