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miércoles, octubre 07, 2009

La rosa del desierto

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Adolorida y renuente como sigo a hablar sobre animales, no quisiera dejar de avisarles que mañana jueves a las nueve de la noche (hora del centro de México) se estrena por Animal Planet la película El reino del suricato: el comienzo. Si son fans de la serie del mismo nombre, seguro les parecerá interesante.

Esta cinta se había anunciado antes con otro nombre que me gustaba más: Meerkat Manor: Queen of the Kalahari, y se suponía que iba para pantalla grande. Bueno, hubiera sido mucho la verdad. Pero aunque he visto trozos de la versión en inglés, espero con muchas ganas verla en español.

El reino del suricato (que ya comentamos un par de veces) sigue la historia de una familia de estos mamíferos, gobernada por una extraordinaria matriarca, Flor. Durante cinco largos años (una eternidad para vivir en un entorno extremo), Flor dirigió a su grupo con prudencia, inteligencia y a veces crueldad (Margaret Tatcher le quedaba corta) a través de sequías y abundancia, enfrentamientos con serpientes, águilas y bandas rivales, y, en fin, toda clase de bellezas y peligro que conforma el desierto del Kalahari. Finalmente, tuvo una muerte heroica (al enfrentarse sola a una cobra que quería comerse a sus cachorritos), pero su odisea quedó marcada con fuego en el corazón de muchas personas.

Esta película narra la historia de Flor antes de que se convirtiera en la líder de su grupo (y reina del Kalahari, por supuesto). Como la serie se produjo con metraje de un estudio hecho por la universidad de Cambridge en el transcurso de más de diez años, uno podría imaginar que contaban con material más que suficiente para hacer un largometraje. Lo malo es que, si bien en él se cuenta la historia auténtica de Flor como estuvo registrada por los investigadores (y publicada ya), los fans probablemente se sientan decepcionados al saber que la totalidad de escenas se filmaron con “actores” suricatos especialmente para la película, y no hay metraje que no se haya visto en la serie.

Pero bueno, de cualquier forma, espero que sea de su interés. Yo espero que la versión en español mejore un poco la narración de la original, que contó con Whoopi Goldberg, una fan declarada de la serie que la verdad no le puso mucha pasión a este trabajo.

En el corto de la película, sin embargo, se muestran auténticas imágenes de Flor y su familia, y al menos la historia promete ser apasionante.

Si no tienen tiempo de verla mañana a las nueve, la van a repetir al las doce de la noche, y el viernes a las cuatro de la mañana (qué pesadilla) y a las tres de la tarde. Tal vez lo hagan como preludio al estreno de la cuarta temporada (y última... al parecer sí se canceló la serie) que ya lleva un tiempo de retraso en Latinoamérica.

viernes, enero 30, 2009

Fantaghirò

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Me he estado retrasando con las entradas en estos días; el trabajo no para (gracias a Dios, aunque me gustaría también que los pagos fueran puntuales) y no hay mucho tiempo, el alimento principal tanto de la inspiración como de la disciplina que la precede. Tengo pendientes para el blog tres artículos sobre la Feria del Libro del año pasado (sí, ya sé que el tema se está enfriando), uno sobre la Biblioteca Iberoamericana de Guadalajara (no es lo que se imaginan), dos o tres recetas, y por el estilo. Pero como todo ello se encuentra, cuando mucho, a medias, espero que les agrade esto que estoy preparando.

Me gustaría platicarles de Fantaghirò, una serie de cinco películas fantásticas italianas, no muy conocidas para el público general, pero con una popularidad subterránea que ya las ha clasificado como “de culto”. Salieron para televisión en los noventa, pero tenían un inequívoco sentimiento ochentero, y pronto acumularon un buen número de seguidores.

Cuando se habla de cine fantástico italiano, uno inmediatamente se remite al aspecto más conocido y comercial de los ochenta y noventa, donde nos estuvo cayendo una generosa porción de historias de bárbaros con el torso perfectamente depilado y señoritas guerreras en bikini. No todo ello era malo; apreciamos los músculos de Lou Ferrigno por primera vez en una de éstas y Hollywood se nutrió de las ideas raras de Dino de Laurentiis y la calidad de producción de su hija Rafaella. Pero Fantaghirò, una verdadera joya, cayó en la oscuridad de los videoclubes primero y luego en las rebajas de VHS de las tiendas, con el nombre cambiado a La caverna de la rosa dorada. No fue sino hasta casi casi principios del nuevo siglo (cuando la adaptación a la pantalla grande de El Señor de los Anillos ya era mucho más que un rumor) cuando el canal 40 de México, DF, organizó su propia semana de fantasía y transmitió las películas, una tras otra, en el verano de un año que por ahorita se me escapa de la memoria. Yo había visto la primera y la segunda, pero desconocía que hubiera más. Y la verdad que fue uno de los mejores descubrimientos de mi vida.

Encontré la primera película de Fantaghiró cuando vine a vivir a Guadalajara (en un barrio que entonces era un verdadero yermo), y me puse a verla sin esperar la gran cosa. Inmediatamente supe lo que era: otra de esas producciones italianas de bajo presupuesto que de seguro tendrían que agradecerle más a Conan que a Tolkien. Los efectos especiales eran pésimos y las escenas de espadazos no tenían nada de espectacular. Con todo, algo de la película me atrapó desde el primer momento: los inteligentes diálogos, los hermosos escenarios, el argumento perfecto y la música, que tenía un... bueno, un dejo a Ladyhawke difícil de olvidar.

La serie está muy libremente basada en un cuento tradicional recogido por Italo Calvino (que recuenta la conocida historia de la doncella guerrera), y se produjo entre 1991 y 1996. Para dejarnos de rodeos, permítanme contarles un poquito de la historia.

Fantaghiró (interpetada por la increíblemente bonita Alessandra Martines) fue la última oportunidad de su padre, el rey de un lejano país (Mario Adorf) de tener un hijo varón; para acabarla de amolar, la niña no es ningún modelo de docilidad, elegancia y conformismo, cualidades que se esperan de una dama y que sus hermanas mayores, Caterina (Ornella Marcucci) y Carolina (Katerina Brozova) cumplen a la perfección. Uno de sus primeros actos de rebeldía, de hecho, es aprender a leer (¡oh, el horror!). Pero Fantaghirò está dispuesta a llegar más lejos: cuando un reino vecino decide reanudar hostilidades con el suyo, ella quiere aprender a usar las armas para tomar el lugar de su envejecido padre en la lucha.

Por supuesto que por el lado de la familia nadie la apoyará en su proyecto, pero a Fantaghiró la ayuda secretamente la Bruja Blanca (Ángela Molina), una poderosa dama que estuvo presente el día de su nacimiento, y que la entrena bajo la figura de un Caballero Blanco. Para emular a su maestra, Fantaghiró decide hacerse pasar por hombre y retar a duelo al general del ejército enemigo, a su vez un hijo de rey. Pero el encuentro con el príncipe Romualdo (Kim Rossi Stuart, el primero de varios hombres de belleza extraordinaria que pasarían por la historia) va a desatar más que un conflicto en el decidido corazón de la princesa.

Ya resuelto el problema, Romualdo y Fantaghirò se convierten en una pareja nada convencional, más de cómplices y amigos que de enamorados; la segunda película, menos original y dinámica que la primera, los enfrenta a una nueva villana, la Bruja Negra (Briggitte Nielsen en plan casi cómico), pero tras ese pequeño tropiezo, la serie se levanta hasta el cielo en la tercera película, principalmente por la aparición del malvado mago Tarabas (Nicholas Rogers, un ex modelo, ni más ni menos), que le robó el corazón a la mayor parte de las fans, y que en la cuarta de la serie recurre a Fantaghirò para enfrentarse a su padre, el hechicero Darken (Horst Buchholz) y aclarar algunas cosas con su madre, Xelesia (Ursula Andress); Tarabas se ha prendado de Fantaghirò, pero el amor de ella le pertenece a Romualdo, si bien Kim Rossi Stuart ya no quiso repetir el papel y tuvieron que reemplazarlo por escenas de los filmes anteriores.

La quinta película fue un verdadero desbarajuste: la Bruja Negra envía a Fantaghirò a una especie de dimensión paralela (para ahorrarse el tener que explicar la ausencia de prácticamente todo el resto del elenco) y ella tiene que enfrentarse a otro villano sobrenatural, que entre otras cosas ha hecho que los alimentos cobren vida y comiencen a devora a la gente(?). Las salidas ingeniosas del guión, el talento Martines y la aparición de otro carita, Luca Venantini como el guerrero Aries, nuevo compañero de aventuras de Fantaghiró, no bastaron para salvar al film de un merecido fracaso, y mandaron al diantre los planes de una sexta y última película.

Los fans, sin embargo, no se olvidaron de Fantaghirò, y han mantenido la serie fresca en su memoria y en el internet; no han faltado foros, páginas, videos de homenaje en youtube y peticiones on line, como la que una servidora acaba de firmar, para que el número seis de la serie se produzca por fin. En España se produjo una serie animada de 26 episodios que por desgracia no se ha visto en México. (Aquí hay un link a su página, muy simpática por cierto).

Los aspectos negativos de la saga de Fantaghirò no opacan su genialidad. Entre otros detalles que uno halla en ella, está la banda sonora, punto menos que épica, compuesta por Amedeo Minghi (aunque ustedes no lo crean, un cantautor pop de los setenta); la idea más brillante de cómo representar un dragón cuando uno no tiene dinero; y extravagancias como mi escena favorita de la cuarta película, en la que Tarabas se está bañando en un río (no, no piensen mal) y se embarca en una conversación mortalmente seria con una rana y una tortuga parlantes (y obviamente de plástico).

Ahora, si uno quiere ver las películas de Fantaghirò, pues ahora sí hay que correr con suerte; no se han editado en DVD fuera de Italia y Alemania, donde nunca dejaron de estar disponibles, lo mismo que la maravillosa música. No falta quien haya subido pedazos aquí y allá en youtube. Sería genial que quienes hayan heredado material del canal 40 volvieran a pasarlas por televisión (el doblaje al español es muy bueno).

Como sea, si alguna vez tienen oportunidad, no dejen de ver la saga de Fantaghirò. Para abrirles un poco el apetito, aquí les dejo este video con escenas de la primera película y, de fondo, el precioso tema principal, Mio Nemico (enemigo mío), de Minghi.

martes, junio 10, 2008

Reseña de película: Tokyo Godfathers


Tokyo Godfathers (2003)

Director: Satoshi Kon

Intérpretes: Voces de Toru Emori, Yoshiaki Umegaki, Aya Okamoto.

Lo bueno: La animación, el guión, la historia, las interpretaciones, la estructura.

Lo mejor: Es una película perfecta.

Lo malo: Pasarla por alto.


Calificación: *****

Pregúntenle a cualquier fan de la animación japonesa que haya navegado un poquito fuera de lo estrictamente comercial, y de seguro les dirá lo mismo: que Satoshi Kon es un genio, que sus ideas son extraordinariamente originales, que las imágenes de sus producciones son bellísimas y muy, muy simbólicas... Por diversas experiencias de la vida, he aprendido a desconfiar de cualquiera a quien se le aplique el calificativo de genial; y es porque, una de dos: o es un fraude, o va muy, muy en serio; y el genio puro, perdonarán la comparación, es como una droga sin refinar y puede ser horriblemente tóxico. El genio de Kon, sin embargo, está mezclado con los ingredientes más finos que uno puede destilarle al espíritu humano: la bondad, la compasión, la empatía. El resultado es que sus obras son como un ungüento delicado hecho a base de materiales peligrosos que uno puede aplicar por igual en la marca de una bofetada o en un corazón roto. Y en todos los casos, con alivio seguro.

Me llamó la atención que en el canal Animax están repitiendo desde hace un par de semanas mi cinta favorita de Kon, que, da la casualidad, es también una de mis películas favoritas de todos los tiempos: Los padrinos de Tokio. No sólo eso, sino que además la están dando doblada al español (se las arreglaron bien con la adaptación, puesto que en la película original hay partes que están en esta lengua); el doblaje es mexicano y bastante bueno, a diferencia de la baja calidad que nuestro país ha padecido en esta disciplina durante los últimos años.

Este doblaje es la novedad; no la película en sí, que en México ya ha estado disponible a la venta bajo el no muy adecuado título Héroes al rescate, junto con otras del director, como Paprika y Perfect Blue, desde hace algunos años.

Doblada o no, Tokyo Godfathers es una de las poquísimas cintas que no sólo me atrevería a recomendarle a todo el mundo, sino que insistiría, además, que se viera a toda costa. Si fuera posible, en la época de Navidad. Aún falta mucho para ello, pero en fin... veamos un poco de la trama.

La noche del 24 de diciembre, tres indigentes encuentran una bebita abandonada en un basurero de Tokio. Aunque el hecho no puede sino traer más dificultades a su ya problemática existencia, deciden quedarse con la niña y buscar a los padres por su cuenta. Lo que no se imaginan es que ese hallazgo va a desatar una serie de aparentes casualidades que, entre Nochebuena y Año Nuevo, provocarán cambios radicales en su vida.

Estos tres indigentes (Hana, una ex drag-queen que siempre ha soñado con tener un hijo propio; Gin, antaño un hombre rico que perdió fortuna y familia por deudas de juego; y Miyuki, una adolescente que ha huído de casa) tienen sendas historias que contar de antes que se quedaran en la calle; para volver a quienes son realmente tendrán mucho que perdonar (y perdonarse). Pero a veces, para cruzar un camino de penurias, lo único que se necesita es un buen salto de bondad.

Lo más fenomenal de Tokyo Godfathers, además de su animación bien lograda, su excelente música y grandes actuaciones, es su guión, tan redondo, pulido y translúcido como una esfera de cuarzo (los diamantes cortados tienen ángulos y bordes; a esto no se le puede hallar uno solo). Cada detalle de la película cuenta; cada palabra que se dice o cada movimiento que puede apreciarse traza un camino sin tropiezos hasta el final, que de todas formas no deja de sorprender. Lo mejor de todo: la cinta deja un sabor de boca cálido y agradable, y una tibieza en las tripas que cada vez se va haciendo más rara de hallar en el cine contemporáneo.

Si cuentan con el canal Animax, pónganse atentos a las repeticiones. Si no, dénse un plazo de aquí a diciembre para irla localizando en algún videoclub cercano.

Recomendaciones: Ok, esta película no es para niños pequeños, pero cualquier mayor de 12 años la puede disfrutar. Resulta especialmente buena para cuando uno trae el ánimo por el piso.

Abstenerse: ¿La verdad? Si están muertos. Nada más.

sábado, febrero 09, 2008

Tenemos SciFi Channel, yatta!!!!



Va a parecer propaganda barata, pero ya qué.

Razones por las que hace unos dos años y pico botamos nuestro viejo sistema de televisión de paga:

- Se estaba poniendo chafa y caro.
- Nos quitaron el Universal.
- Se ATREVIERON a quitarnos el Discovery.
- A los que lo pagaban en bancos y tienditas les daban más beneficios que a los que prepagábamos con tarjeta.
- Nos quedábamos semanas sin el servicio y aún así lo cobraban.
- El canal de oldies era lo único que lamentaríamos perder.

Razones por las que nos cambiamos a SKY:

- El canal Animax.
- Mi adorado Universal.
- El Animal Planet.
- Dos boletos para Cirque du Soleil en casi primera fila, gratis.

Pero ahora nos despertamos con la sorpresa... nuestros ruegos habían sido escuchados. Después de tanto tiempo de pedir, suplicar, exigir y etcétera el SciFi Channel Latino, y recibir respuestas como “Pues no, pero tenemos el canal RBD; ¿no les interesa?”, al fin tenemos lo que queríamos.

¿El servicio de SKY ha desquitado lo que vale? Ajá, ahí la lleva. ¿Atraerá a más personas? Al menos sé de una que ya va a pedir su suscripción.

Recuerdo, por allá a finales de los ochenta, cuando las televisoras estadounidenses discutían la idea de un canal dedicado absolutamente a la ciencia ficción. Las pláticas las seguía en la revista Starlog (aunque lo que más recuerdo es una caricatura de un marcianito que llevaba un letrero que decía “yo quiero mi SciFi Channel”). La pura idea me hacía agua la boca.

En la casa teníamos antena parabólica, y así fue que un día de verano (creo), apareció una nueva señal. No había nada en ella, salvo oscuridad y colores psicodélicos, como fondo de una voz ronca de hombre que repetía, una y otra vez y a intervalos de cinco minutos, el cuento “Imagina” de Fredric Brown.

No sé si ese promo tendría efecto hipnótico o qué onda, pero la verdad es que solía pasarme casi MEDIA HORA contemplando la televisión prácticamente vacía, y escuchando el cuento. “Imagina... imagina... ¡imagina...!”.

Cuando el canal “de en serio” llegó por fin, no decepcionó, aunque sus inicios fueron modestos. ¿Qué fue lo que inauguró la transmisión? Un maratón de Star Wars, con Carrie Fisher de anfitriona. Todavía conservo la grabación de aquello.

Después, llegarían las series viejitas que me encantan (Viaje a las Estrellas, La Dimensión Desconocida, Doctor Who), montones de películas de clase B y algunas series animadas que merecían espacio en la barra de la mañana (casi madrugada, para nuestro horario del centro de México). Y un programa sobre ciencia y ficción (sips, por separado) que conducía la linda Nichelle Nichols al principio, y que por ahí le hacía espacio a los personalísimos berrinches de Harlan Elison.

Para cuando el SciFi comenzó con sus producciones independientes (algunas bastante malitas, la verdad), ya hacía mucho que no teníamos la parabólica, así que nos tocó verlas en el Hallmark. Hacia finales del año pasado, el Universal comenzó a pasar anuncios absolutamente geniales de la versión latina del canal... Llegó la fecha de estreno, y nada... Y comenzaron entonces las llamadas a SKY, las peticiones por correo electrónico, el sabotaje al canal RBD, todo aquello.

Bueno, pues el día de hoy con otra serie favorita, Sliders, estamos ahora mismo estrenando el SciFi.

Gracias de nuevo, SKY.

Para terminar con este rollo, les dejo aquí, en su totalidad, el cuento de Fredric Brown que les mencionaba, lo primero que vi del SciFi original (desconozco al traductor, así que de antemano le pido disculpas).



Imagínate

Imagínate espectros, dioses y demonios.

Imagínate infiernos y cielos, ciudades flotando en el cielo y ciudades hundidas en el mar.

Unicornios y centauros. Brujas, hechiceros, genios y fantasmas.

Ángeles y arpías. Hechizos y sortilegios. Elementales, espíritus familiares, demonios.

Es fácil imaginarse todas esas cosas: la humanidad se las ha imaginado durante miles de años.

Imagínate naves espaciales y el futuro.

Es fácil imaginárselo; el futuro se aproxima realmente y habrá naves espaciales en él.

Así pues, ¿existe algo que sea difícil de imaginar?

Claro que sí.

Imagínate un trozo de materia y a ti mismo dentro de ella, consciente, pensando, y por lo tanto sabiendo que existes, capaz de mover ese trozo de materia en cuyo interior te hallas, de hacerla dormir o despertarse, amar o subir una colina.

Imagínate un universo –infinito o no, como tú desees representártelo-, con mil millones, miles, miles de millones de soles en él.

Imagínate un grumo de barro girando locamente en torno a uno de esos soles.

Imagínate a ti mismo, en pie sobre ese grumo de barro, girando por el tiempo y el espacio hacia un destino desconocido.

¡Imagínate!

Fredric Brown

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