jueves, julio 03, 2008

Veinte años, antes y después. Parte 11



11. El Señor de los Anillos al cine... y yo, al banquillo

El rumor de que alguien por ahí se iba a atrever a filmar (por fin) una versión con actores de El Señor de los Anillos estuvo corriendo como pólvora y encendió algunos ánimos sobre todo entre los fans más devotos bastante tiempo antes del 2000. En lo personal, yo estaba muy entusiasmada, muy contenta de que se hiciera, y conforme con que el trabajo le correspondiera a Peter Jackson y no a un director hollywoodense. Estaba muy atenta a los rumores sobre el casting (echándole porras a Christopher Lee como Gandalf y suplicando que no le fueran a dar a Sam Neil el papel de Aragorn) y asustadísima ante cualquier insinuación de cambio a la historia original.

Ahora bien, lo más interesante del asunto estaba ocurriendo por fuera. De pronto, había muchas personas interesadas en ESDLA, cada vez se veían más leyéndolo en los camiones que solía tomar o en los pasillos de la escuela... una pena que yo me hubiera vuelto para entonces más retraída (en otro tiempo le hubiera sacado conversación a cualquier persona por mucho menos que eso).

Asunto aparte, también estaba por ahí la cosa que G. y yo habíamos decidido que ya estaba bien de cobardías y que ya era hora de vivir bajo el mismo techo. Habíamos tenido un noviazgo tan maravilloso que a ninguno se le antojaba terminarlo; con todo, si bien el matrimonio no representaba sino el reconocimiento legal y público de algo de lo que ambos teníamos certeza (que nuestro “error” ya era irreversible), G. opinaba que el compromiso todavía necesitaba la prueba de volverse, ahora sí en serio, indisoluble. Y a ver qué sucedía...

Un tiempo me distraje de Tolkien mientras lo del matrimonio se arreglaba. Todavía no habían pasado dos meses, y empezaron a caerme solicitudes que ni me hubiera imaginado. Primero un articulito en un periódico de Zacatecas, después el director de Enlace Editorial, la distribuidora de Minotauro en México hasta el 2003 y de quien mi hermana y yo fuimos clientes durante más de diez años, me contactó (no me lo confirmó, pero estoy segura que por recomendación de A. B. de la STM) para promocionar El Señor de los Anillos en la Feria del Libro de Guadalajara 2001 (no es por presumir, pero ese año ESDLA fue el libro más vendido del evento). Y alguito antes de eso, un amgo con quien ya había trabajado en cuestiones editoriales, P.S., me consiguió el trabajo del suplemento especial que la revista Cinemanía, le iba a dedicar a la película, y asientos para la premiére de medios. Guau. No me podía creer tanta dicha.


Recuerdo que varios días anteriores a la función, estaba tan nerviosa como si el filme fuera obra mía. Y más porque aparte de la película tenía pendiente una conferencia en el Ático café (que ahora ha cambiado de nombre), precioso, por cierto, en Ciudad Satélite. Cielos, cielos, cielos.

Tras la primera cinta (que sí me gustó, y me emocionó), todo se fue moviendo muy rápido, incluso la industria editorial. Hubo todo un aluvión de nuevos títulos sobre Tolkien que se fueron publicando en y tras el 2001. Mi biblioteca tolkieniana se duplicó tan sólo en un año. Por fin se le daba la atención merecida a mi libro favorito, y yo estaba feliz.

¿O tal vez no mucho? Hubo algo más que ocurrió como consecuencia de las películas: ¡Pafff! El ataque de los expertos instantáneos. Así, de la nada (y de hecho como pulgas en pastor inglés mojado) comenzaron a surgir montones de personas que, según eso, eran conocedores de Tolkien y capaces de explicar hasta el más mínimo detalle de su obra. A algunos de éstos los conocía de antes, y otros nomás no conseguían ocultar la cruz de su parroquia: “Sí, Tolkien ha sido el escritor de fantasía que más ha tenido influencia en mis creaciones (yo nunca dije Italo Calvino)”, “Sí, ésta es la primera biografía de Tolkien escrita en castellano (no me molesté por investigar sobre las otras)”, “Sí, mis años de experiencia en el tema me permiten explicar la influencia de tal obra clásica en Tolkien (me enteré de su existencia en el 2000)”; “Ajá, estamos preparando un gran homenaje al maestro Tolkien (jamás afirmamos que su obra era facilona e ingenua)”, “Tolkien es un gran escritor (eso supongo, porque nomás vi las películas)” etc. etc. etc. Periodistas, críticos, literatos, profesores; todos querían su tajada de Tierra Media.

Por donde quiera comenzaron a salir artículos, libros, entrevistas, conferencias y quién sabe qué tanto más; una muy buena parte parecía estar en una competencia para ver quién decía la mayor estupidez (atesoro uno en cierta revistilla que dice que el Anillo Único es un símbolo de paz y libertad, y recuerdo aquella vez que un sacerdote que salía mucho en TV Azteca dijo que el objeto ése representaba el poder interior que todos tenemos y que podemos utilizar para bien o para mal. Oh, pues). Más que la abundancia de bocones, lo que me fastidiaba era que la gente que verdaderamente conocía y apreciaba la obra estaba calladita, calladita.

¿Yo? Como el chinito; aunque por fuera me había movido con cierta discreción, todavía tenía miedo de la cacería de brujas en mi Universidad; y, dada la ola de anti-harrypotterismo que se había desatado ahí después de que estas novelas llegaran al cine, no sabía si las películas de ESDLA iban a mejorar o empeorar la situación.


Calladita, calladita, estaba una servidora, cuando un día llamaron a mi escuela de la facultad de comunicación y preguntaron por mí: que si era cierto que yo podía preparar una conferencia sobre El Señor de los Anillos para estudiantes de esa carrera. Al tomar el teléfono, el corazón me brincó de gusto.

- Claro - dije -. ¿Con qué enfoque quieren que lo hagamos?

No sé qué tan terrible era esa pregunta, pero pareció que se hubiera abierto el infierno. La secretaria que había llamado se puso extremadamente nerviosa, la voz le comenzó a temblar y me respondió que ella no podía contestar a esa pregunta, que no sabía nada, y que le preguntara al director de la escuela. Como si le hubiera preguntado el color de los calzones de su jefe o algo así.

Total, que como mi universidad es bastante burocrática, un tiempo y muchos intermediarios después conseguí comunicarme con el director de comunicación. Cuando le repetí la pregunta, también se puso nervioso, y me dio un nombre y una extensión para que me respondieran ahí. El nombre correspondía a una de las ALTAS AUTORIDADES.

Bien, en la dirección de mi propia facultad me empezaron a ver con cara de “¿pero en qué te has metido?”, y me costó casi TRES MESES que me dieran una cita con la alta autoridad en cuestión. ¿Pero tanto lío por una preguntita...? Mi directora me aconsejó que fingiera demencia y que me limitara a hablar de las cuestiones técnicas de la película (?). Lo iba a hacer, claro que sí, hasta que fui a la cita.

La alta autoridad resultó ser una persona sencilla, algo tímida, con un tic nervioso hecho más obvio por su constante tartamudeo. Me preguntó que cuál era mi enfoque para la conferencia, y yo le contesté, en verdad, que no sabía porque nadie me lo había dicho.

Entonces me soltó la bomba; que si pensaba tocar el punto de la religión. ¿Hasta dónde podría ser sincera?

- Pues... más o menos -, y en ese punto extraje uno de mis libros de Joseph Pearce, un estudioso católico de Tolkien. El señor lo medio hojeó, lo medio retorció y se puso más nervioso.

- ¿Conoce... conoce usted un libro que se llama Leyendo a Tolkien...?

- ...de Jorge Ferro - completé -. Sí. Precioso, está precioso.

El doctor Jorge Norberto Ferro, de la Universidad de Buenos Aires, ha tratado en un libro y varios artículos el catolicismo en Tolkien.

- Entonces... entonces... - cara de asombro -, ¿usted... usted está de acuerdo con lo que dice ese libro?

- Totalmente - mentirosa; estoy de acuerdo con todo, salvo cuando el doctor Ferro dice que Tolkien no conocía a las mujeres.

- ¿Entonces... entonces... sí... sí va a tratar el asunto de... de la religión? - y a partir de aquí cesaron los tartamudeos.

- Bueno - ahora sí me tocaba decir la pura verdad -, sucede que me recomendaron que no me metiera con la religión.

- Tiene que - me dice el señor -, porque lo que pasa es que los muchachos han visto o van a ver la película y se van a quedar con una idea muy equivocada del libro.

- ...

- Por ejemplo, ¿no le pareció que a Galadriel la pusieron demasiado sensual?

- A mí se me hizo muy sangrona -. Lo de la cacería de brujas dejó en ese momento de darme miedo. El resto de la conversación me concentré nada más en ser sincera; dije lo que pensaba, sólo lo que pensaba y no intenté quedar bien con nadie.

- Hábleles de religión - me dijo el señor ya para terminar -. Dígales lo que quiera, yo confío en usted. No sabe lo tranquilo que me deja.

- Gracias - y pensé: aquí vamos. Por fin voy a dar una conferencia sobre Tolkien TAL Y COMO YO QUIERO, y va a ser en mi universidad.

Para no hacer largo el cuento, me fue bastante bien. Tuve buenas críticas, y algunas propuestas (por parte de alumnos, lo que no es muy bueno porque no pesa para decisiones) sobre si quería irme a dar algunas clases a la facutlad de Comunicación. El director del área de Humanidades (que se había enterado del tema de la conferencia unos días atrás por parte de mi directora y había dicho: ¡Cómo! ¿La dejaron?) hasta me felicitó (ejem...). Y por fin no tuve que esconderme para enseñar a Tolkien en mi aula.

Poco después, supe que en mi universidad Tolkien comenzaba a hacer bastante ruido. Muchos catedráticos argentinos (entre ellos el doctor Ferro, autor del libro que ya mencionamos, y el licenciado Eduardo Allegri) llegaron a dar pláticas. Por lo general, estas personas estaban reservadas (?) a los cursos de filosofía que únicamente tomaban los maestros de esta dependencia (grrrrr). Uno de los asistentes me comentó que estaba a punto de animarse a leer ESDLA porque había uno de esos catedráticos que siempre lo citaba y que todos los alumnos nomás ponían cara de palo y asentían muy serios (el gesto inequívoco de quien no tiene idea de lo que uno está hablando, pero quiere disimular). Entonces, ¡ESDLA era un libro importante! ¡La gente comenzaba a fingir que ya lo había leído!

Con poder enseñar a Tolkien en plena libertad, con poner su fotografía, junto con la de los otros escritores que estudiábamos, en un sitio privilegiado de mi salón de clases; con pasar de paria a niña mimada casi de la noche a la mañana (cuando en Humanidades se hablaba de los expertos argentinos que habían llegado o llegarían a platicar sobre Tolkien, hasta mi directora sonreía un poquito y comentaba: “Bueno, aquí tenemos una”), con el ofrecimiento de cursos en más facultades, aunque no en Comunicación, pensé que a mi vida no le hacía falta mucho más.

En algún momento, le dije a G. que comenzaba a desagradarme la idea de que mi única preocupación era ponerme a elaborar listas de los libros que iba a encargar el siguiente mes y los videojuegos que quería comparme en la fecha de lanzamiento. Mejor me hubiera callado.


Estaba flotando en las nubes, y confiando que lo único que estaba por venir era lo bueno, no noté (más bien, ahora que me la pienso, no quise ver) las señales de que algo bastante grave estaba sucediendo con mi Escuela de Lingüística. Mi empleo de más de diez años, que había aguantado tantos altibajos, estaba ya en las últimas, y yo no me había dado cuenta.

Continuará...

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Pido Mano!!! Ya está.
Confieso que a mi me paso algo contrario a lo que también percibí en la gente con el advenimiento de ESDLA en película.
Anteriormente a las películas la única referencia a los libros de Tolkien me la dio un compañero de estudios de aspecto bastante friki. Yo tan no conocía la obra que cuando me confeso que le gustaba "El señor de los anillos" le respondí tajantemente: "será el Señor de las Moscas, ¿no?" Me miro extrañado, como con lástima, sólo atinó a negar, y a responder muy escuetamente que ESDLA no era muy conocido.
Pero con la llegada de las películas el ambiente se calentó tanto que repentinamente todo mundo sabía algo de ESDLA, todo mundo leía los libros, todo mundo opinaba sobre la película, como cuando en un caldo de cultivo explotan los hongos y las bacterias.
Mi reacción fue contraria a la ley general, el "hype" generado fue tal que simplemente me retraje en la burbuja y no quise sabe nada de ESDLA.
Siempre he dado por sentado - al igual que tu - que los primeros en abrir la boca y meter la pata son quienes no conocen y se quieren subir al tren sólo por no quedarse atrás. De tener sólo una referencia - el amigo friki -, resulta que después todos mis compañeros de escuela eran amplios conocedores de la obra de Tolkien.
¿Resultado de todo esto? Una especie de aversión por el autor y su género que hasta la fecha no logro desprenderme.
Confieso que con esta serie de post me está picando seriamente la espinita por leer ESDLA. Algún día será.
Saludos.

Kitsune dijo...

Debo confesar que cuando comenzó el marketing excesivo de ESDLA a causa de las películas yo estaba feliz. No sólo había textos más sencillos de encontrar, los compañeros de la escuela en lugar de verme como si fuera un monstruo cuando decía que mi libro favorito era ESDLA ahora charlaban acerca del texto o me pedían les recomendara lecturas... pero el tiempo me quitó la sonrisa del rostro cuando comencé a hacer corajes, primero con las adaptaciones que no fueron de mi gusto y después con ese tipo de gente que se creía haberle dictado al mismísimo profesor las maravillosas líneas de ESDLA o que aseguraban "ya salieron los libros de las películas" o "ESDLA se basó en dungeons and dragons"... aunque lo que más me molestó en ese tiempo fue un sujeto que aseguraba yo gustaba de Tolkien y estaba cerca de la STM porque "estaba de moda"...
=/

Master Pei dijo...

Estoy con Kit y contigo, Aisling! Mi primer reacción cuando supe de las películas fue emocionarme, pero nomás salieron y plaf, se acabó! Antes, cuando decía que mi libro favorita era ESDLA, le gente me miraba como diciendo "órale, qué culto es". Después de las pelis me miraban con cara de "pinche friki inculto". Y a mí tampoco me terminan de gustar... que si bien es cierto que podrían haber sido peores películas en otras manos, no lo niego, pero no por eso le voy a perdonar a Jackson los elfos en el Abismo de Helm ni el Gimli bufón ni el Faramir boromisado, ni la Galadriel bruja, etc. etc. Mi libro favorito se volvió objeto de moda, podía encontrar a mis personajes favoritos en forma de juguetes caros y chafas, y lo peor, cualquier pendejo podía ir por la calle hablando del Anillo Único... Ay, perdón por ponerme así, pero están tan buenas tus crónicas que no pude evitar recordar cómo empecé a sentirme en esos entonces, con las películas y el asunto de que Tolkien se puso de moda. Debería darme gusto porque la gente empezaba a conocerlo, pero la verdad es que no U_U

Chendo dijo...

Creo que el sentimiento acerca de la reacción de la gente que a priori conocia la obra del profesor respecto al mounstruo de la mercadotecnia y del surgimiento de pseudo-conocedores del Señor de los Anillos es similar en escencia, sin embargo, por otra parte me alegro de que las modas son pasajeras y a la vuelta de unos años seremos un poco más de personas con quienes podremos sentarnos a convensar (ojala, espero, sueño, imagino) alrededor de una mesa bien servida ya sea con buen café, té y panecillos o de un buen vino tinto con queso y pan o ¿por qué no? de cervezas y botanas, acerca de nuestra afición por las obras de Tolkien, de los pasajes más relevantes a nuestro gusto, de su manera de observar la vida y las relaciones de las diferentes razas y caracteres, de sus invenciones, de la similitud de la tierra media con nuestro mundo actual, no es que me crea un santo pero realmente me sorprende el grado de corrupción en que estamos sumergidos, pero aún así, pienso que lo mejor es mantenerse fiel a uno mismo y sus principios. Que bueno que pudiste dictar una conferencia ideal Aisling, es una sensación bien chévere, la verdad felicidades y me parece super tu relato, aquí seguiré leyendote y si un buen día de estos voy de comisión a la perla tapatia espero que tengamos la oportunidad de conversar un poco. Espero este fin de semana añadir una nueva entrada acerca de un proceso tecnológico para endurecer materiales y crear supermetales ... algo que me suena al Mirthil, espero les guste y es en serio. Saludos

Christian Domínguez Pérez dijo...

Válgame, de verdad comprendo lo que mencionas pues me ha pasado con diferentes aficiones y amores. El ser de los pocos que conocen una obra, grupo musical, personaje, videojuego, etc. provoca que uno se sienta orgulloso y parte de una élite cuyos miembros no sólo son difíciles de encontrar, si no que una vez que los hayas comúnmente se vuelven amistades de leyenda. Me ha pasado.

Pero debo ser sincero, yo leí por primera vez ESDLA a finales del 2000. Sabía que existían los libros y que los había escrito un tal "J.R. Tolkien" =P Pero no fue hasta que mi amiga E. (=P al cuadrado) me regaló la Comunidad en mi cumpleaños tras haberme leído el memorable pasaje de "las cabezas voladoras" de El Retorno del Rey, que lo descubrí verdaderamente.

Posiblemente también pueda contarme entre los que querían su pedazo de Tierra Media, una vez que se popularízó. Pero en mi caso, cuando comencé a leerlo todavía faltaba un largo año para el estreno de las pelis. Durante ese tiempo si me sentí parte de la "elite" y lo disfruté enormemente. Aún así, me sigo sintiendo un aficionado muy leal a ESDLA y continuo estudiando y leyendo sobre la tierra media con inmeso amor (tal vez no el más grande que exista, pero si muy sincero)

Como siempre, fabuloso post. De verdad que cada que veo uno nuevo, me emociono mucho por leer algo nuevo de esta maravillosa crónica.

-Pei: ¿"Faramir boromisado"? Oséa, es la segunda vez que lo dices. ¿Que tienes contra Boromir, sabiendo que es mi personaje favorito? ¿Era necesario usarlo como término despectivo? ¡¿QUIERES BRONCA MANO?! MIRA QUE HABER JUGADO MGS4 NO TE DA DERECHO ¿EH? =P

Aisling dijo...

Muchas gracia a todos por aguantarme hasta este punto. Ya la semana que entra terminamos con los Veinte Años, y con el permiso de ustedes voy a tomarme un leve respirito antes de lanzar la siguiente serie de especiales (no quiere decir, conste, que voy a dejar de postear).

Iz: No te culpo; a mí suele entrarme la duda con cualquier cosa que de pronto se vuelva demasiado popular. En el caso de El Señor de los Anillos, pienso que ya era popular desde antes, pero que seu popularidad era muy callada y discreta; lo que hicieron las películas fue reventar el aislamiento y ponerlo de moda. Lo malo es que hubo quien lo consideraba esto: una moda, sin saber que el asunto llevaba gestándose 50 años.

Espero sinceramente que algún día le des chance a ESDLA, y si si he contribuído en algo para ello, me sentiré feliz. Pero no te presiones; hazlo cuando te sientas perfectamente cómodo con ello.

Kit: Nos ocurrió exactamente lo mismo: al principio mucha felicidad, y luego algo de miedillo porque las cosas se empezaron a salir de control... Lo que dices de alguien que dijera que El Señor de los Anillos estaba basado en Dungeons and Dragons hace que se me escape una sonrisita, porque creo que estamos pensando en la misma persona... Con todo, esa afirmación no fue de las mayores tonterías que se dijeran por aquellos tiempos.

De las adaptaciones a película, hubo algunos detalles que sí me gustaron y algunos que no; grandes aciertos a la par que metidas de pata fenomenales... Todavía no perdono lo que le hicieron a Saruman y cómo resolvieron el lío de la vuelta a la Comarca ("aquí no ha pasado nada"), sobre todo porque lo pudieron haber insinuado en todo el rato que perdieron con Gollum y el ridículo asunto de las miguitas de pan. Pero eso aparte, preferí las versiones alargadas porque en ellas arreglaron algunos (no todos) de los entuertos.

¿Quién rayos te dijo que te gustaba ESDLA porque estaba de moda? No sé quién sea ese tipo y ya me gustaría obligarlo a correr tres vueltas de manzana, colgarlo de los pies descalzos y meterle sus calcetines recién quitados a la boca. Me pregunto cuáles serían sus aficiones propias...

Pei: completamente de acuerdo con las fallas que le ves a las películas de Jackson, y yo podría añadir alguna que otra más (consolémonos, porque pudo haber sido peor... Arwen pudo haber salido en el abismo de Helm). Y, je, je, je... como a mí nunca me tildaron de culta por decir que mi libro favorito era El Señor de los Anillos (más bien al contrario), tomé de buena gana el hype. Al principio nomás, te digo. Después ya me empezó a molestar la sobreexplotación comercial (aunque sentía lindo en mi corazoncito que lo que me gustaba se hubiera puesto de moda y no al contrario).

Chendo: Fíjate, tú estás partiendo de algo que yo vi también, y fue las consecuencia buenas a largo plazo de las películas de Jackson. Creo que fue el profesor Tom Shippey el que dijo que las películas iban a tener la ventaja de acercar a más personas a los libros.

Gracias por la felicitación; mi conferencia en la universidad fue un verdadero alivio, porque la hice en completa libertad. Durante años había pasado ocultando mi afición, mis gustos, mi foto de Tolkien tan bonita que nada más sacaba cuando en las clases hablábamos del autor sin que nadie se diera cuenta. El hype, al menos para mí, me trajo el beneficio de ya no seguir escondiéndome.

Y cuando vengas a Guadalajara, avísame, y aquí nos tomamos el café con panecillos (porque para la cerveza no soy muy buena) y nos echamos una larga plática.

Sul: Es verdad; uno se siente parte de algo cuando ama una cosa (creo que a ti y a mí y a Pei nos hermana el asunto Suikoden, aparte de éste), pero si conozco a Pei, y si creo conocerte por lo que escribes, lo que buscamos de la "élite" es compañía de personas con puntos de vista semejantes.

Creo que no me di a entender muy bien que digamos... uuuupppsss... cuando menciono eso de que todo el mundo quería tajada de Tolkien, no me refiero a quienes lo buscaron con verdadero apetito, sino a quienes se tragaron la rebanada nomás por ser parte del hype. ¿Has probado el caviar? Yo lo hice, una vez (se me antojó porque parecía Moritas de Ricolino), y me pareció asqueroso, tuve que salir del saloncito donde me lo ofrecieron para enjuagarme la boca. Conozco mucha gente a la que el caviar le parece amargo y adioso, pero que se lo tragan porque es comida cara y porque según eso es de mucha clase. Había quien hacía lo mismo cuando ESDLA se puso de moda.

Los que se querían poner a dar cátedra del tema cuando ni siquiera habían leído los libros eran divertidos por las tonterías que acababan diciendo, pero a los que sigo sin tragar son a los que antes rechazaban abiertamente a Tolkien o lo criticaban horrible, y después del hype eran incondicionales de él. Si Peter Jackson y sus movies contribuyeron en algo a acercarte a Tolkien, yo lo agradezco. :>

Ah, y mira, no te enojes con Pei; yo creo que a él, al igual que a ti, y a mí, lo digo con todo el gusto, nos encanta Boromir. Pero uno de los problemas de adaptación que tuvo Las Dos Torres (creo que en ese sentido fue la más amolada de las tres películas) es que quisieron sacar a Faramir como una copia de Boromir.

Boromir es tu personaje favorito, ¿no es cierto? Por lo tanto, es mejor que se le tome como lo merece; como alguien único. Y por desgracia la película muestra a Faramir igual a él al menos en los primeros minutos.

Algo que sí me gustó de las películas fue el tratamiento que se le dio a Boromir, porque de El Señor de los Anillos él es uno de los personajes más difíciles de comprender. De Boromir en el libro en sí vemos muy poquito y del resto nos enteramos por lo que otros personajes platican de él posteriormente: que se llevaba muy bien con los hobbits, especialmente con Pippin, que era muy responsable, que protegía a su hermano y que por culpa de su odioso padre (perdón pero el personaje de ESDLA que más mal me cae es Denethor) estaba sometido a una presión inmensa; todo esto lo muestran las películas con acción e imágenes. Boromir no puede resistir la tentación del Anillo porque está desesperado, pero la aguanta mucho mejor que algunos orcos y hombres que salen por ahí; la aguanta mejor hasta que Frodo.

Pero el error del que habla Pei, el de Faramir "boromizado" no es en absoluto algo despectivo, sino que ambos hermanos eran distintos y Peter Jackson y sus guionistas echaron a perder esto. ¿Por qué? Por un capricho y una tontería; se creyeron que Tolkien necesitaba una corrección.

Según Philippa Boyens, cuando Frodo y Sam se encuentran con Faramir, él nada más los invita a tomar el té y que mucho gusto y qué lindo es todo y pueden irse. ¡Eso no es cierto! De hecho, el encuentro con Faramir es uno de los momentos más tensos de la historia, precisamente porque uno sabe que todo intercambio de amabilidades es superficial y que en cualquier momento la cosa podría ponerse muy fea. La tensión no se termina sino hasta que Faramir dice del anillo que ni aunque lo viera tirado por ahí lo recogería, y es entonces cuando Frodo y Sam se permiten un respiro.

Pero Boyens añadió también que le parecía imposible que siendo el Anillo lo que era, Faramir no se sientiera tentado. Pero si uno se fija bien, a la mayoría de los miembros de la comunidad el Anillo les hacía lo que el aire a Juárez. El hecho de que se intentara mostrar que el mugre Anillo podía corromper a todo el mundo me parece similar a la gente escandalosa que quema libros y condena programas de televisión diciendo que son la obra del diablo; es decir, que le dan al diablo demasiado poder. Y algo que se muestra en ESDLA es que el mal, por encima de todo, es bastaaaante chafa...

Híjole, ya puse mucho rollo. Bueno, la semana que entra nos vemos con el episodio final de los Veinte Años; nuevamente gracias por seguirme leyendo.

Master Pei dijo...

Órale, Aisling, hasta tus rollos en los comments se ponen buenos. Y en efecto (y esto también va pa' mi compadre), cuando digo "Faramir boromizado" no es despectivamente en contra de Boromir (que también es un personaje que me gusta un buen), sino con desprecio a la decisión de que Faramir fuera una copia barata de su hermano, cuando ambos son personajes únicos, fuertes y profundos por sí mismos, sin necesidad de hacer que uno sea como el otro.

Boromir rules, compradre!

Christian Domínguez Pérez dijo...

T_T

No le digas a Pei, pero lo que puse nomás era para molestarlo, es una de mis aficiones más añejas desde que lo conozco. Aún así me fascinó que ese chascarrillo hubiera creado una explicación tan bella de la situación. Gracias por ese comentario tan maravilloso sobre mi personaje favorito y su hermano (y si, también me cae muy mal Denethor).

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