lunes, diciembre 01, 2008

FIL: Las primeras 48 horas

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La Feria Internacional del Libro me trae una mezcla de sentimientos raros; durante un tiempito me vuelvo bipolar. Nomás de sentir que se acerca empieza a arderme el bolsillo al mismo tiempo que siento mareos de felicidad; cuando entro a ella me la paso fascinada revolviendo estantes mientras que muy en el fondo de mi corazón se instala una diminuta y persistente sanguijuela que me susurra: “¿Te das cuenta de todo el tiempo que ha pasado desde que te apareciste aquí por primera vez y no has publicado una sola novela? ¿De veras crees que todos los autores que tienen por aquí sean mejores que tú? ¿Por qué no te aplicas de una vez a tu vocación?”. Por lo general termino haciéndole un nudo en la panza para que engorde sin succionar tanto y reviente. Es más común, sin embargo, que la acabe decapitando con una tarjeta de crédito, a la primera señal de ofertas. ¡Libros, libros!

Ya se habrán imaginado por mi desánimo en el post anterior... a partir del 2005, el fin de año me da bastante miedo. Intento ahorrar... y uno de mis fallidos intentos de hacerlo (el menos viable, de hecho) es montarme el propósito de no asistir a la Feria del Libro.

Nunca lo voy a cumplir; me conozco demasiado bien. Como cualquier otro ser humano, tengo mis vicios y me va a costar trabajo dejarlos. Así que, para no darle vueltas al asunto, déjenme compartirles un poco de los dos primeros días de la Feria; espero de corazón que puedan asistir porque hay muchas cosas interesantes (libros, por supuesto, pero también conciertos, teatro, cine y conferencias, y todo al precio de un boleto de entrada: menos de dos dólares para entrar si uno es público general, apenas uno y muy poco para entrar con credencial de estudiante o maestro).

Lo primero que notamos el Capitán y yo esta vez al llegar fue todo lo que ha cambiado... no sólo con respecto al año pasado sino a prácticamente todas las ocasiones anteriores. Antes, al bajar por la rampa más cercana a la entrada principal, uno se daba de narices con la parte media del evento; lado a lado estaban todos los stands y ya sabíamos que a la derecha estaría el Pabellón Católico y la Parroquial de Clavería mientras que al extremo contrario encontraríamos a los expositores internacionales; a fuerza de costumbre ya nos sabíamos dónde estaba Planeta, Urano, Porrúa.

Ahora, justo a la derecha de la rampa, hay una pared y ahí comienzan los puestos. ¿Pero faltaba la mitad de los expositores?

La disposición de los stands también cambió, y al principio eso nos dejó tan confundidos... Ya no hay stands al estilo de un pasillo que la gente cruzaba al pasar; ahora todos están encerrados, como en cámara o corral, y la gente tiene que entrar a ellos como cualquier librería. Supongo que eso es para prevenir el problema de robo de libros que es casi tradición aquí. En lugar de números, nada más, están marcados además con letras (que señalan los corredores).

Los pasillos más amplios han sido rebautizados con nombres alusivos: “de los escritores”, “de los cuentistas”, etc. Hay entre uno y otro suficiente espacio como para sentarse a descansar, y, a diferencia de los otros años, ningún vigilante fastidioso llega a pedirle a uno que se ponga de pie; la alfombra está limpia para ello pero de todas formas se han colocado algunos muebles, aparte de las banquitas de toda la vida, y hasta cojines y puffs en algunas zonas. Ahora, la primera impresión con todo ese espacio vacío es que hay meno gente en la Feria; y la segunda, terrible, salió cuando, a paso más o menos rápido, terminamos de recorrerlo en sólo dos horas y media. ¿Dos horas y media, cuando solíamos tardar cuando menos el doble? Terminamos con esa brevedad de peinar el área principal y el corazón se nos llenó de desilusión. ¿Y los expositores internacionales? ¿Y la librería Azteca, con todos sus productos raros y caros? ¿Dónde estaban los japoneses y los coreanos?

El principio del fin, pensamos el Capitán y yo, y él hasta lo puso en voz alta. En lo que recorríamos de vuelta el pasillo de en frente, pensando si gastaríamos el repentino tiempo libre en lamentaciones, vimos un espacio abierto junto a lo que antes era una pared más junto al estacionamiento. No, volteamos a mirarnos; eso no estaba ahí antes. Nos acercamos y, para nuestra sorpresa, ahí se abría un segundo pabellón. Casi todos los expositores internacionales que habíamos echando en falta estaban ahí, junto con algunos más que no conocíamos; los tiraderos de libros y ofertas (ejemplares de entre diez hasta 120 pesos... de menos de uno hsta diez dólares aproximadamente) están concentrados en ese lugar, y en un lado hay una gigantesca área de negocios.

No fue la última de las sorpresas: la pared que vimos en la entrada junto a la rampa da paso a un tercer pabellón, el infantil, con todavía más stands de libros, pero que alberga también talleres, un nuevo salón para autores, un escenario muy grande para diversos actos, una mini exposición de arte y hasta un comedor.

La zona principal, donde se encuentra el país invitado de honor, Italia, abre el evento... la decoración es muy sobria (demasiado, casi) pero hay muchos libros en español e italiano a la venta. Todavía no me decido a pescar algo de ahí.

En fin... que tras cuarenta y ocho horas de feria, apenas pensé en la crisis económica... me gasté en dos días lo que no hago en dos meses... y resulta que llegué a la conclusión de que sí, ésta sigue siendo la época del año que me gusta más, y que es en la Feria donde me siento más feliz. Me gusta andar así, rodeada de libros, entre gente que platica de libros y con la que se puede platicar de libros. Hasta los momentitos desagradables acaban rematando en algo divertido, como verán a continuación.

Aquí les muestro algunas frases y anécdotas graciosas que ocurrieron en estos dos días:

* * *


“Hasta los baratos vienen caros”.

Lo que dijo el Capitán cuando nos dimos cuenta de que los libros de Ediciones Paidós no traían descuento.


* * *


“¡Hijo del caos!”

Exclamación de un joven, cuando un empleado de Planeta le dio los precios de las novedades de editorial Timun Mas.


* * *


“Y... ¿si tu mamá no te permitiera los juegos de video... digamos... hasta que leyeras un libro? ¿Te parece...? Tendrás que leer un libro en diciembre... para poder usar los juegos de video... en enero. ¿Le parece bien, señora? ¿Le parece bien...?”

Representante de Tyndale a una mamá y su hijo que se habían detenido frente a su stand. Una servidora miraba a unos pasos de distancia, moviendo la cabeza con un poquito de horror. ¡Sigan así, señores! ¡Una excelente forma de lograr que los chicos odien la lectura!


* * *


“¿Hemeopatía? ¡Oye, que si tenemos algo de hemeopatía!”

Grito a voz en cuello de un empleado de Planeta cuando un señor llegó a preguntarle sobre material de medicina alternativa.


* * *


Y esta escena ocurrió cuando una servidora llegó al stand de Ghandi, en busca de cierto librito de editorial Paidós:

Chica de amarillo: Uhhhhh... pues pregúntele a cualquiera de los jóvenes de amarillo que están aquí.

Segunda chica de amarillo: Pueeeeeessss...

Tercera chica de amarillo (cuando la segunda le preguntó por el libro): Pregúntale a Liz.

Tercera chica de amarillo: ¿De qué editorial es?
Aising: Paidós.
Tercera chica de amarillo: ¿Páidos?
Aisling: Sí; Pai-DÓS.
Tercera chica de amarillo: Pueeess... creo que no la manejamos.
Aisling: Sí, sí la manejan; vi el libro en su tienda.


Después de un minuto, regresó la segunda chica de amarillo.


Segunda chica de amarillo: No, no tenemos ese libro aquí, pero si gusta buscarlo en la tienda...

Sigh.


* * *


Capitán (leyendo un libro de vulcanología): ¿Qué mató a Plinio el Viejo?
Aisling (medio dormida): El Paricutín...


* * *


Otro diálogo, esta vez entre mi hermana B. que me visita y un empleado de la editorial Siglo XXI.

B: ¿Tiene algo nuevo de la colección “Ciencia que Ladra”?
Empleado: No, nosotros no la manejamos.
B: Sí, sí la manejan; sólo quiero saber qué traen de novedades.
Empleado: No, no la manejamos.
B: Si le encuentro algo de esa colección en su stand, ¿me regala el libro que yo quiera?
Empleado (muy serio): Sí.
B: Bueno (y tras unos minutos de búsqueda). Aquí está.
Empleado: ...
B: Entonces, ¿me va a regalar un libro?
Empleado (asustadísimo): Yo no le dije qué libro le iba a regalar... ¡yo no le dije que le iba a regalar un libro!


* * *


Y el último... cuando mi hermana y yo fuimos a buscar unas bolsas de tela que vendían en la Editorial Porrúa para cargar nuestras compras.


Empleada: No, ya se nos terminaron.
Aisling: Qué lástima... ¿les irán a traer más?
Empleada: Sí, al rato.
Aisling: ¿Como qué tan al rato?
Empleada: Como en una media hora.
Aisling: Bueno, entonces volvemos en media hora.
Empleada: No.
Aisling: ¿No? ¿No las van a traer al rato?
Empleada: No, hasta mañana.

¿¿¿¿¿?????


* * *



Espero que se hayan divertido. Oportunamente, les pondré aquí una lista de hallazgos y recomendaciones; y, según lo vaya permitiendo el tiempo, resúmenes de conferencias y reseñas de los libros. Habrá, como el año pasado, una mesa de escritores irlandeses a la que por supuesto voy a asistir, y varias anécdotas más que quisiera compartir.

Mientras tanto, si piensan visitar Guadalajara, no se olviden de pasar por la Feria del Libro.

5 comentarios:

Petrus Angelorum dijo...

¿Seguro que no importaron a los dependientes del refri o de la city?

Está bueno... hasta me dan ganas de ir.

La leyenda urbana no sé si sea cierta, pero lo veremos...

Petrus...

Master Pei dijo...

Típicas escenas de empleados de librerías que, se nota a leguas, no son afectos a la lectura. Pero bueno, nos hicieron reir, cómo no :P

Chendo dijo...

Vaya que ha de resultar divertido dar una vuelta por aquellos lugares, no sólo por los libros sino también por la calidez y bastos conocimientos de los dependientes, ja! Lástima porque en mi pueblo no hay una feria parecida, vamos a lo mucho que se llega es a una feria estatal que fácilmente se recorre en una hora.

Kitsune dijo...

Hahaha, se me hace que, como dijo Petru, se llevaron a los dependientes de por estos lares

Yo quería recomendaciones ahora! (sí, Kit se vuelve exigente cuando tiene poco dinero y muchos libros que comprar)
:p

Como sea, nos veremos por allá prontito
:D

Aisling dijo...

Pere: Bueno, mucha gente se viene de México City (el acento los delata) pero los dependientes locales no cantan mal las rancheras. Una pena que no hayas podido venir y ojalá que el año entrante sí se pueda.

Pei: Como le dijeron a Paco Calderón, vergüenza les "diebiería" de dar a estos empleados... a lo mejor no por vicio, pero siquier por conocer poquito más del material con el que trabajan. Eso sí, para momentos divertidos sobra la cosa. No anoté más, una lástima, pero ya se me va a hacer costumbrita el año que viene.

Chendo: Anímate a venir para el año que entra... la feria se pone buena y los malos ratos no estropean el sentimiento general.

Kit: Ya ni te pongo lo de las recomendaciones, porque esta vez he sido yo quien se ha tardado en responder a los comentarios. Pero me alegró que te la pasaras bien y te llevaras un chorrotal de libros. =>

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