miércoles, noviembre 05, 2008

Comentario: El Shui Hu Zhuan

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¡Ay, que he nacido para morir! ¿Cómo puedo saber lo que aquellos que están por venir pensarán de mi libro? No puedo saber lo que yo mismo, en otra encarnación, pensaré de él. No sé siquiera si podré leerlo después. Entonces, ¿por qué debería importarme?

Shi Nai-An, autor del Shui Hu Zhuan

Ya había jugado los dos primeros Suikoden cuando me enteré (y qué pena, hasta entonces) que los juegos estaban basados en una novela china clásica. No se me hubiera ocurrido, aunque siempre me llamó la atención que la música y la ropa de los personajes en el juego fueran tuvieran todo el estilo chino. No era la primera vez que se hacía una adaptación semejante; en el SuperNES me tocó jugar las de Romance de los Tres Reinos y más adelante, en Playstation, Viaje al Oeste; ambas, junto con el Shui Hu Zhuan (he encontrado su nombre traducido como A la orilla del agua en páginas sobre literatura china) constituyen las obras más representativas de esa nación.

Una vez terminado el Suikoden III, me lancé a buscar una traducción de la novela al español; hasta la fecha no hay una, según yo, así que no me quedó más que probar con el inglés. Tuve la suerte de encontrar, de segunda mano, la versión de la escritora norteamericana Pearl S. Buck., que ella llamó, inspirada en una frase de Confucio, Todos los hombres son hermanos. Ya hace un muy, muy buen rato que la estoy leyendo, y lamento decir que no puedo hacerles una reseña todavía. ¡No la he terminado! Está de difícil, el condenado libro... La traductora dice que intentó hacerlo lo más literal posible, para darle al lector la sensación de tener en las manos un original, y es así que mucha de la gramática suena un tanto rarita y haya que repasar un par de veces las oraciones si uno quiere estar bien seguro de lo que significan. No ayuda para nada, tampoco, el tener en las manos a ciento ocho personajes principales. Con todo, el libro es emocionante, tremendamente divertido, y cuesta trabajo soltarlo una vez que se ha tomado cierta velocidad.

La historia, supuestamente con base en hechos reales, comienza cuando Hung, un comandante del emperador, llega a un templo taoísta donde una losa de piedra, se dice, cierra el pozo donde se encuentran encerrados más de un centenar de demonios. Pese a las advertencias de los monjes, el comandante Hung levanta la losa y en ese momento escapan ciento ocho nubes doradas. Uno de los monjes explica que esas nubes son estrellas, treinta y seis del cielo y setenta y dos de la tierra, que sus nombres están escritos en la losa y que, se ha profetizado, los reyes demonios que las gobiernan causarán gran penuria entre los hombres.

Pasa el tiempo y nada ocurre; termina la vida del comandante Hung y también la de su emperador y tres que le suceden. Es cuando las 108 estrellas del destino van hallando encontrar su reencarnación humana cuando comiezan los problemas. Y aquí, conste, apenas vamos en el prólogo de la historia.

De ahí en adelante, se nos cuenta primero la historia del general Kao, un falso sirviente del Emperador, que ha ido ascendiendo al poder mediante actos de violencia y corrupción. Este comandante Kao se irá ganando paulatinamente la enemistad de su pueblo, pero nadie osa oponérsele... salvo ciento ocho personas comunes y corrientes (hombres y mujeres) que, en una fortaleza construída a la orilla de un lago, preparan un gran ejército para hacerle frente y librar al Emperador de su maligna influencia.

La vida de cada uno de estos 108 héroes, llena de acción, aventuras, artes marciales y hasta un poco de comedia, se va devanando e hilando de nuevo en un único eje, según van conociéndose, trabando amistad y relacionando en una serie de episodios encadenados. Resulta muy, muy difícil seguir todas las líneas de la trama, y Buck sugiere que , en lugar de hacerlo, uno debería simplemente dejarse llevar por las historias, atesorar las que queden grabadas en la memoria y dejar pasar las que no nos impresionen, como si esta novela fuera, la cito, “un gran desfile de la humanidad”.

Este consejo ya no me funciona, pues lo que más me deleita de este libro es analizar (y llevarme gratas sorpresas) cómo los personajes de mi serie de videojuegos favorita han sido construídos sólidamente con base en el carácter y la personalidad de sus equivalentes de la novela; eso, espero, justificará mi lentitud de lectura; otra razón por la que me estoy tardando tanto con el libro es porque generalmente lo tomo cuando estoy de vacaciones, por todo el tiempo que hay que dedicarle, y lo leo con una guía de siete páginas que incluye el nombre y el significado de cada estrella, el personaje que la encarna, nombre, apellido y apodos; lado a lado con el correspodiente en todos los juegos de la serie.

A veces me cuesta más trabajo aprenderme los 108 nombres chinos que los 540 de los juegos que ya he pasado, y uno de mis trucos de lectura consiste en rebautizar a los personajes, apodo y lo demás, con el nombre de su equivalente de los videojuegos; así resulta que el monje tatuado Lu Chi Shen, grande, algo brusco pero de generoso y enorme corazón, es Viktor (Suikoden I y II); su gran amigo y compañero de armas, un soldado caído en desgracia, el capitán Yang Chi, alias la Bestia de Rostro Azul, es Flik (ídem). El maestro Wu Yung de la Gran Inteligencia es el estratega Mathiu Silverberg (Suikoden I) y el monje taoísta Dragón que Entra en las Nubes Kung Sun Sheng, que controla el viento, no podría ser más que Luc (Suikoden I, II y III).

La estrella líder del cielo, el contador y escriba Sung Chiang, apodado la Lluvia Oportuna porque siempre se presenta donde hay necesidad para aliviar los sufrimientos ajenos, es... bueno, Sung Chiang; me da trabajo identificalo con alguno de los jóvenes héroes de los juegos, pero si tuviera que elegir a uno, sería Thomas de Suikoden III.

Las 108 estrellas del Shui Hu Zhuan no son precisamente blancas palomitas, pero su título de reyes de los demonios tampoco tiene que ver con nuestra concepción occidental de la palabra. Son, eso sí, rebeldes y proscritos, muy a la manera de Robin Hood, y acostumbraban hacerse su propia justicia, como podemos observar en un verso que un poeta posterior a la obra, Kao Wen Siu, le hace recitar a uno de ellos, Li K’uei, la estrella Tensatsu:

Si en mi camino veo a quien trate mal a un hombre
Es mi placer cavarle un hoyo tan profundo como pueda,
Pues cuando grito las mismas olas del mar empiezan a rugir
Y las colinas y montañas no se levantan ante mi puño.
Si cualquier hombre se atreviera a despertar mi ira
Entonces, aunque me tome por descuido,
Lucho con él, le doy la vuelta, ¡como pan en el asador!


A la gente le encantaba oír historias de bandidos que se oponían al estado; esto, claro, no resultó precisamente del agrado de las altas autoridades, y fue así que un decreto imperial declaró al Shui Hu Zhuan libro prohibido a finales del siglo XVIII, con la orden de que cualquier casa editora que lo publicara sería clausurada y quemadas las placas de impresión; el director de la biblioteca que lo conservara perdería su puesto, y si a algún oficial del ejército lo pescaban leyéndolo, sería multado con un año de su sueldo.

Tanto relajo por una novela...

Gracias a Dios, el Shui Hu Zhuan sobrevivió, como la sublime obra que es y para dar origen a una de las series de RPG más entrañables (bueno, también a por lo menos otro videojuego más y numerosas películas y series de televisión), gracias al sentido común de varias personas. Para cerrar esta entrada, les cuento lo que el crítico Chin Shen T’an le dijo a su hijito de diez años al obsequiarle el libro; estas sabias palabras, con todo y sus siglos de antigüedad, podrían aplicarse perfectamente a cualquier clase de entretenimiento, lectura, película o programa de tele que un papá o una mamá se sienta tentado a censurar:

“ Podría prohibirte que leyeras este libro, pero, de ser así, ¿cómo evitaría que lo hicieras de todos modos? No puedo prohibírtelo, y por consiguiente te lo doy junto con mis comentarios”.

El Viaje al Oeste fue traducido y publicado en español por la Editorial Siruela; me encantaría que hicieran con A la orilla del agua otro tanto; si son fans de Suikoden y tienen paciencia, es una lectura que recomiendo sin dudar aunque sea en una de las mútiples versiones en otras lenguas que se han puesto a la venta.

4 comentarios:

Master Pei dijo...

Pues a sumarlo a la lista se ha dicho. Ya desde antes me había interesado en leerlo, cuando, en otro post, hiciste un comentario al respecto. Supongo que me será fácil encontrarlo por acá; la verdad es que todavía no lo he buscado. Mi lista de libros por leer aumenta preocupantemente, pero a la vez es algo que me llena de gusto y alegría. ¡A leer se ha dicho!

Christian Domínguez Pérez dijo...

Victor, Flik, Luc!!! Wow

El libro suena interesantísimo. Fíjate que yo empecé a leer hace unos años del de Romance de los Tres Reinos en inglés porque tampoco está en español. Aún así se me hizo también difícil de leer y lo dejé. . . pero me sé la historia, digo haber jugado 6 de los XI juegos me debe haber servido de algo ¿no?

Aisling dijo...

Pei: Hay varias versiones del Shui Hu Zhuan en inglés, algunas más voluminosas que otras, pero te recomiendo de veras que busques la de Pearl S. Buck. Está sencilla y muy bien explicada, y la señora se nota que estaba más que preparada para la traducción, por su amor a la obra entre otras cosas. Ánimo con la lista de libros; lo preocupante sería quedarse sin qué leer.

Sul: Los juegos que he sabido que están basados en el Romance se supone que sí están muy pegados a la historia del libro... lástima que cuando jugué uno solo todavía no estaba tan clavada con la literatura china. Por supuesto que con Suikoden estoy completamente atrapada.

Master Pei dijo...

Oki, dato anotado: será entonces la versión de Pearl S. Buck. Gracias!

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