Aquí en México se considera a septiembre como el mes de la patria; el 16 es el aniversario de nuestra independencia (pasamos de virreinato a república rara). Pero el día que más me gusta es éste, el 12, porque es cuando puedo celebrar al mismo tiempo a mis dos países: el de nacimiento (aquí) y el de adopción (Irlanda).
Cuando, hace tiempo, me enamoré de esa isla de maravillas sin haberla visto nunca; cuando la conocí, por fin, y descubrí una enorme afinidad entre su gente y la de mi tierra; cuando me despedí de ella con dolor en el corazón porque sentía que aún faltaba mucho qué decir, todavía no tenía idea del lazo histórico y profundo que unía a México con Irlanda. Me enteré por casualidad; un día que andaba revolviendo libros en un puesto callejero en Zacatecas descubrí una novelita vieja con la inconfundible cruz celta en la portada; era El Batallón de San Patricio, de Patricia Cox. Una hojeada al volumen, y el conocimiento de un tirón me dejó clavada en mi sitio. ¿Qué? ¿Soldados irlandeses en México? ¿Durante la intervención norteamericana? ¿Que hicieron qué...?
De pronto, muchas nubes en mi cabeza se disiparon; muchas preguntas privadas tuvieron respuesta instantánea. Corrí a la biblioteca en busca de más información. Qué patético; en doce tomos voluminosos de una enciclopedia de historia de México al asunto le dedicaban tres míseras líneas.
Ni modo; habría que extraer con pinzas granos históricos de la novela misma. Durante mucho tiempo no tuve nada más; de pura suerte, en la ciudad donde vine a residir vive también el doctor Michael Hogan, posiblemente la persona que más sabe sobre el batallón de San Patricio, y pude tener fácil acceso a su material publicado por la Universidad de Guadalajara.
Permítanme contarles muy brevemente la historia. En 1846, el presidente de Estados Unidos James K. Polk comenzó una invasión a México. ¿El pretexto? Que los mexicanos habían atacado a ciudadanos norteamericanos en suelo norteamericano. Esto se refería al incidente con Texas (una parte del territorio nacional que buscó hacerse independiente) que terminó en la matanza de El Álamo. Ahora, de nada serviría hacer notar que el incidente de Texas había ocurrido casi diez años antes de que ese territorio se anexara a los Estados Unidos, y que los involucrados, aunque colonos norteamericanos, ya tenían la ciudadanía mexicana y eran criminales bajo las leyes del país (que, bajo pena de muerte, prohibían la posesión de armas; dura lex, sed lex). La represión de El Álamo fue algo terrible, pero no quiero imaginarme qué ocurriría si de pronto los habitantes de Florida (muchos de ellos cubanos) decidieran independizarse de su país con todo y el estado.
Esta guerra, muy injusta, terminó con la pérdida de más de la mitad del territorio mexicano al país vecino.
Había demasiado en contra; el ejército invasor era muy poderoso, México no estaba preparado ni organizado para semejante contratiempo, y quienes tenían poder eran una verdadera bola de ineptos, empezando por el presidente Antonio López de Santa Anna. Con todas las de perder, ¿habría alguien que apostara por nosotros, que se pusiera de nuestro lado sólo por convicción, sólo por creer que una piedrita en medio de una corriente haría la diferencia? Por sorprendente que parezca, la respuesta es sí. Una piedrita hace una onda.
Entre las tropas norteamericanas había unos pocos centenares de inmigrantes que habían escapado del hambre y la miseria en una patria añorada. En el nuevo mundo (el pedazo que era Estados Unidos, pues) los trataron con las patas, por ser católicos y por ser irlandeses. Con la promesa de ciudadanía y mejor trato, se unieron al ejército y marcharon contra México.
Una vez ahí, la situación les pareció conocida: Un país poderoso que atacaba a otro sin mayor afán que expandir las fronteras; la religión de los padres, pisoteada y manchada... ¿no era eso lo que estaba pasando en su Irlanda, que padecía bajo las garras inglesas? Y entonces los irlandeses hicieron algo que sólo los hijos de esa isla bella y valiente pudieron haber llevado a cabo: se cambiaron de bando y apoyaron a los más débiles, just because it was the right thing to do.
Los irlandeses (junto con alemanes, mexicanos, polacos, italianos y algún que otro esclavo estadounidense escapado) se unieron bajo una bandera verde y el nombre del santo patrono de Irlanda. Su capitán se llamaba John Riley y era de Clifden, al oeste de la isla.
En esta canción de David Rovics, Saint Patrick's Battalion, se cuenta otro poco de la historia. He puesto la letra en inglés seguida de un intento de traducción. Me gusta mucho la colección de fotografías de este video.
My name is John Riley
I'll have your ear only a while
I left my dear home in Ireland
It was death, starvation or exile
And when I got to America
It was my duty to go
Enter the Army and slog across Texas
To join in the war against Mexico
It was there in the pueblos and hillsides
That I saw the mistake I had made
Part of a conquering army
With the morals of a bayonet blade
So in the midst of these poor, dying Catholics
Screaming children, the burning stench of it all
Myself and two hundred Irishmen
Decided to rise to the call
Coro:
From Dublin City to San Diego
We witnessed freedom denied
So we formed the Saint Patrick Battalion
And we fought on the Mexican side
We marched 'neath the green flag of Saint Patrick
Emblazoned with "Erin Go Bragh"
Bright with the harp and the shamrock
And "Libertad para Mexicana"
Just fifty years after Wolf Tone
Five thousand miles away
The Yanks called us a Legion of Strangers
And they can talk as they may
(Coro)
We fought them in Matamoros
While their volunteers were raping the nuns
In Monterrey and Cerro Gordo
We fought on as Ireland's sons
We were the red-headed fighters for freedom
Amidst these brown-skinned women and men
Side by side we fought against tyranny
And I daresay we'd do it again
(Coro)
We fought them in five major battles
Churubusco was the last
Overwhelmed by the cannons from Boston
We fell after each mortar blast
Most of us died on that hillside
In the service of the Mexican state
So far from our occupied homeland
We were heroes and victims of fate
Me llamo John Riley.
Quisiera que me escucharan un momento.
Dejé mi amado hogar en Irlanda;
era la muerte, el hambre o el exilio.
Y cuando llegué a los Estados Unidos
tuve, como era mi deber
que ingresar al ejército que cruzaba Texas
para unirme a la guerra contra México.
Fue ahí, en los pueblos y laderas
cuando me di cuenta del error que había cometido.
Era parte de un ejército invasor
con la conciencia de una hoja de bayoneta
Entonces, en medio de estos pobres, agonizantes católicos,
los niños que gritaban, el ardiente hedor de todo
yo y doscientos irlandeses
decidimos acudir al llamado.
Coro:
Desde Dublín hasta San Diego
vimos la libertad oprimida
Entonces formamos el Batallón de San Patricio
y peleamos al lado de los mexicanos.
Marchábamos bajo la verde bandera de San Patricio
y el blasón de “Erin Go Bragh”
brillando con el harpa y el trébol
y “Libertad para [la República] Mexicana”.
Apenas a cincuenta años de Wolf Tone
y a cinco mil millas de distancia.
Los yankis nos llamaron “Legión de extraños”
y pueden decir lo que les dé la gana.
(Coro)
Contra ellos peleamos en Matamoros
Donde sus voluntarios violaban a las monjas
En Monterrey y Cerro Gordo
luchamos como hijos de Irlanda
éramos los colorados guerreros de la libertad
entre mujeres y hombres morenos
Lado a lado combatimos la tiranía
y, me atrevo a decir, lo volveríamos a hacer
(Coro)
Combatimos en cinco importantes batallas
Churubusco fue la última
aplastados por los cañones de Boston
caímos tras cada descarga de mortero
La mayoría morimos en esa ladera
al servicio de la nación mexicana
tan lejos de nuestra patria ocupada
fuimos héroes y víctimas del destino.
I'll have your ear only a while
I left my dear home in Ireland
It was death, starvation or exile
And when I got to America
It was my duty to go
Enter the Army and slog across Texas
To join in the war against Mexico
It was there in the pueblos and hillsides
That I saw the mistake I had made
Part of a conquering army
With the morals of a bayonet blade
So in the midst of these poor, dying Catholics
Screaming children, the burning stench of it all
Myself and two hundred Irishmen
Decided to rise to the call
Coro:
From Dublin City to San Diego
We witnessed freedom denied
So we formed the Saint Patrick Battalion
And we fought on the Mexican side
We marched 'neath the green flag of Saint Patrick
Emblazoned with "Erin Go Bragh"
Bright with the harp and the shamrock
And "Libertad para Mexicana"
Just fifty years after Wolf Tone
Five thousand miles away
The Yanks called us a Legion of Strangers
And they can talk as they may
(Coro)
We fought them in Matamoros
While their volunteers were raping the nuns
In Monterrey and Cerro Gordo
We fought on as Ireland's sons
We were the red-headed fighters for freedom
Amidst these brown-skinned women and men
Side by side we fought against tyranny
And I daresay we'd do it again
(Coro)
We fought them in five major battles
Churubusco was the last
Overwhelmed by the cannons from Boston
We fell after each mortar blast
Most of us died on that hillside
In the service of the Mexican state
So far from our occupied homeland
We were heroes and victims of fate
Me llamo John Riley.
Quisiera que me escucharan un momento.
Dejé mi amado hogar en Irlanda;
era la muerte, el hambre o el exilio.
Y cuando llegué a los Estados Unidos
tuve, como era mi deber
que ingresar al ejército que cruzaba Texas
para unirme a la guerra contra México.
Fue ahí, en los pueblos y laderas
cuando me di cuenta del error que había cometido.
Era parte de un ejército invasor
con la conciencia de una hoja de bayoneta
Entonces, en medio de estos pobres, agonizantes católicos,
los niños que gritaban, el ardiente hedor de todo
yo y doscientos irlandeses
decidimos acudir al llamado.
Coro:
Desde Dublín hasta San Diego
vimos la libertad oprimida
Entonces formamos el Batallón de San Patricio
y peleamos al lado de los mexicanos.
Marchábamos bajo la verde bandera de San Patricio
y el blasón de “Erin Go Bragh”
brillando con el harpa y el trébol
y “Libertad para [la República] Mexicana”.
Apenas a cincuenta años de Wolf Tone
y a cinco mil millas de distancia.
Los yankis nos llamaron “Legión de extraños”
y pueden decir lo que les dé la gana.
(Coro)
Contra ellos peleamos en Matamoros
Donde sus voluntarios violaban a las monjas
En Monterrey y Cerro Gordo
luchamos como hijos de Irlanda
éramos los colorados guerreros de la libertad
entre mujeres y hombres morenos
Lado a lado combatimos la tiranía
y, me atrevo a decir, lo volveríamos a hacer
(Coro)
Combatimos en cinco importantes batallas
Churubusco fue la última
aplastados por los cañones de Boston
caímos tras cada descarga de mortero
La mayoría morimos en esa ladera
al servicio de la nación mexicana
tan lejos de nuestra patria ocupada
fuimos héroes y víctimas del destino.
Wolf Tone fue uno de los precursores de la independencia de Irlanda. A los irlandeses los mexicanos les decían “los colorados valientes” porque muchos eran pelirrojos.
La batalla de Churubusco (un convento fortificado) se perdió entre otras cosas porque Santa Anna mandó las municiones equivocadas a los artilleros que apoyaban a los San Patricios. En tres ocasiones alguien izó la bandera blanca, y en las mismas tres uno de los San Patricios corrió a bajarla. La mayor parte de los miembros del batallón que sobrevivieron a la batalla fueron juzgados con saña por los vencedores norteamericanos; se les declaró culpables de traición y deserción, y los ejecutaron en la horca a la vista del castillo de Chapultepec. Les habían dicho que morirían en el momento que la bandera norteamericana ondeara sobre el castillo, pero no se esperaban que la resistencia ahí (era la sede del colegio militar, y sus defensores, en mayoría, muchachitos) sería tan dura. Los irlandeses tuvieron que aguantar varias horas en el sol, y como el castillo no caía, comenzaron a burlarse y a bromear frente a sus futuros verdugos.
Hasta hace poco no había mucho que se supiera sobre estos héroes, pero me alegra ver que poco a poco esto va cambiando; acabo de comprarme una nueva novela del tema que se llama México por asalto, de Guillermo Zambrano. Más adelante les paso reseña, y también de los libros del doctor Hogan.
La segunda vez que fui a Irlanda pasé por Clifden demasiado rápido; en caso de regresar por allá, me quedaré en un B&B que se llama Aisling’s House (sólo por sentirme en casa) y buscaré algún espacio verde para meditar. La bandera mexicana, estoy casi segura, en este momento, está colocada en la plaza principal de esta ciudad.
Si, como me dijo mi amigo Fëaluin, el capitán Riley está enterrado en Veracruz, me gustaría darme una vuelta por allá, alguno de estos días, para visitarlo, supongo, y tal vez para hacerle algunas últimas preguntas. Y espero, para el año que entra, lanzarme al Distrito Federal, donde los 12 de septiembre, en la plaza San Angel Inn, suenan uno tras otro los himnos nacionales de México e Irlanda.
La batalla de Churubusco (un convento fortificado) se perdió entre otras cosas porque Santa Anna mandó las municiones equivocadas a los artilleros que apoyaban a los San Patricios. En tres ocasiones alguien izó la bandera blanca, y en las mismas tres uno de los San Patricios corrió a bajarla. La mayor parte de los miembros del batallón que sobrevivieron a la batalla fueron juzgados con saña por los vencedores norteamericanos; se les declaró culpables de traición y deserción, y los ejecutaron en la horca a la vista del castillo de Chapultepec. Les habían dicho que morirían en el momento que la bandera norteamericana ondeara sobre el castillo, pero no se esperaban que la resistencia ahí (era la sede del colegio militar, y sus defensores, en mayoría, muchachitos) sería tan dura. Los irlandeses tuvieron que aguantar varias horas en el sol, y como el castillo no caía, comenzaron a burlarse y a bromear frente a sus futuros verdugos.
Hasta hace poco no había mucho que se supiera sobre estos héroes, pero me alegra ver que poco a poco esto va cambiando; acabo de comprarme una nueva novela del tema que se llama México por asalto, de Guillermo Zambrano. Más adelante les paso reseña, y también de los libros del doctor Hogan.
La segunda vez que fui a Irlanda pasé por Clifden demasiado rápido; en caso de regresar por allá, me quedaré en un B&B que se llama Aisling’s House (sólo por sentirme en casa) y buscaré algún espacio verde para meditar. La bandera mexicana, estoy casi segura, en este momento, está colocada en la plaza principal de esta ciudad.
Si, como me dijo mi amigo Fëaluin, el capitán Riley está enterrado en Veracruz, me gustaría darme una vuelta por allá, alguno de estos días, para visitarlo, supongo, y tal vez para hacerle algunas últimas preguntas. Y espero, para el año que entra, lanzarme al Distrito Federal, donde los 12 de septiembre, en la plaza San Angel Inn, suenan uno tras otro los himnos nacionales de México e Irlanda.
13 comentarios:
No lo más notable, pero como dicen, dijo Pedro María Anaya cuando le pidierón rindiera las municiones sobrantes "si hubiera parque no estaria usted aqui".
Has pegado en lo mas patriotero de mi... que no patriótico como debiera ser. O nacionalista... :D err.. luego le sigo.
La verdad es que nunca me he puesto a leer mucho de historia. No sabía nada acerca del batallón de San Patricio, pero suena super interesante lo que ocurrió
:)
Wow, ahora tengo más ganas que antes de ir a Irlanda... y, curiosamente, de ponerme a leer historia. Los que saben de mi poco interés en ésta se sorprenderán, pero es que Aisling, esto que cuentas está muy interesante.
Me pregunto si los del Batallón de San Patricio habrán dejado hijos por nuestras tierras... yo creo que sí :p
Dioses... escuché la canción hasta después de haber leído todo el post y escrito mi comment... y Aisling, casi me andas haciendo llorar. No sé si a eso se refiere Vic al decir que le has pegado en lo más patriótico de mi patriotismo... casi me sale una lagrimita...
Erin go bragh!!!
Ese mismo libro anda por aquí, en mi librero, muy gastado ya por lo viejo y de tanta lectura; es una herencia de mi padre, que dejó bastantes libros viejos de buena factura en una de las editoriales más inverosímiles que he visto: "Populibros La Prensa", la misma que publica el diario más alarmista y amarillista del país. Hay libros de Erasmo de Rotterdam, Maximo Gorki, Salvador Novo, entre otras joyas. Ya me metiste las ganas de releer el del batallón, ahorita mismo lo busco. Saludos.
Hey!
gracias por darte la vuelta en mi superblog de alonzin.
Respondiendo a tu pregunta dejame decirte que SI , las figuras de plomo tienen muy buena calidad y se siente muy curioso tenerla en tus manos pues estan pesaditas y es agradable.
solo que cuidarlas mucho porque se despintan no tan dificilmente.
apurate a conseguirla amiguita con tu voceador de la esquina que se agotan o consulta en www.planetadeagostini.com.mx y ahi hay mas informacion.
yo estoy satisfecho con mi GANDALF EL BLANCO
saludos desde MONTERREY
Vic: No creo que el asunto sea patriotero ni nada por el estilo... esa frase del general Anaya es, a mi punto de vista, sublime... la mejor callada de boca que le pudieron haber dado al general que venció en la batalla de Churubusco... ¿cómo se llamaba? ¿Twiggs? Creo. Y además es cierta. Los san patricios, de acuerdo con Michael Hogan, le dieron una buena barrida a las torpas del general Taylor en Matamoros. No sé si hubieran realmente vencido en Churubusco (de haber tenido parque) pero les hubieran dado pesadillas.
Kit: Es una lástima, pero así es: muy poco del batallón de San Patricio se ha tomado en cuenta por los libros de historia nacional. No creo que en Irlanda hubiera tampoco mucho conocimiento al respecto, sino hasta que la cosa se hizo popular por una película con Tom Berenger y Daniela Romo que aquí en México se llamó "Héroes o traidores" (One Man's Hero en el original). No es muy buena, pero si tienes oportunidad de verla, ayuda un poco con la historia.
Pei: Sí, Erin go bragh! (¡Irlanda por siempre!). Si alguna vez llegas a ir por allá, por favor ve a Clifden (de Dublín hay que tomar un camión a Galway y luego otro ahí... bueno, eso era la última vez que fui) y dime si la estatua de John Riley de veras se erigió por fin. No te apures por la lagrimita... yo he vertido varias. ¡Esa canción es muy buena!
Iz: Guau, tu biblioteca debe ser fantástica. Si vuelves a releer El Batallón de San Patricio, ¿le podrías hacer una reseñita en tu blog? (Ahí estoy, de nuevo queriéndome ahorrar trabajo). El libro como tal es un poquito cursi y exagera varias cosas pero por mucho tiempo no hubo en México nada semejante.
Alonzin: ¡Por fin uno de mis mensajes te llega! Te agradezco mucho la información (voy por mi primera figurita hoy mismo), y ya sabiendo que no hay bugs o algo extraño en la comunicación, seguiré visitándote. Espero que no te importe si te añado a mi lista de blogs.
Solo aclarar que eso no lo digo yo por boca floja... lo dice la wikipedia en el esbozo de artículo de Jon Riley (¡que bien pudieras ir ampliando Aisling!)... Y me llamó la atención por ser jarocho... Con la pena del mundo debo decir que no lo he investigado como solicitaste y es una espinita que espero sacarme pronto.
En cuanto al Batallón de San Patricio, desde la primaria me llamó la atención por un trabajo sobre banderas que hice, pero nunca investigue el tema. No recuerdo exactamente como fue, pero hace un par de años fui wikipedista activo y coincidió que vi en la TV una repetición de El Batallón de San Patricio y busqué el tema en la wikipedia... o quizá no fue así, porque tengo malísima memoria, pero algo por el estilo...
Acepto la tarea, dame un fin de semana por favor para publicar la reseña. Saludos.
A mi si me gusta mucho la historia, aunque últimamente no he reafirmado mis conocimientos ni adquirido muchos nuevos.
¡Que conflicto tan desafortunado fue el que sostuvo la nación con los Estados Unidos! Es de los temas historicos que más frustración me dejan (incluso más que el débil liderazgo de Moctezuma en la conquista).
Hace tiempo ví la película de "Héroes o traidores", y aunque debo coincidir en que no es excelente, me gustó.
¡Que post tan genial!
Fëaluin: Sips, chequé el asunto en la Wikipedia, pero tú fuiste el que me avisó. :> Cosa rara... en los libros de Michel Hogan la suerte final de Riley es incierta. En serio que quiero ir a Veracruz a ver qué onda.
Iz: Muchísimas gracias por aceptar mi petición y ya estaremos leyendo tu reseña. No te preocupes, tómate tu tiempo.
Suldyn: Y sips, el conflicto norteamericano es de lo más frustrante que hay... y si uno escarba un poco, nomás encuentra razones para hacer más coraje: por ejemplo, que Santa Anna no tenía poder constitucional para andar vendiendo territorio mexicano porque un presidente prisionero no funge como tal; que detrás de todo el rollo estaba el dichoso destino manifiesto...
Sobre la movie del Batallón de San Patricio, algo curioso es que el mismo doctor Hogan anduvo de asesor ahí. No es mala, de acuerdo; de hecho me gustó lo suficiente para comprarla; pero algo que no me agradó fue que desperdiciaran tanto tiempo en una supuesta historia de amor teniendo mucha más tela de donde cortar, o que hubieran minimizado los mejores tiempos de los San Patricios. Hubiera estado fenomenal ver cuando en Monterrey (creo) les pusieron una buena pataliza a las fuerzas invasoras y que un soldado norteamericano le dijo al general Taylor: "General, nos están barriendo". Y él contestó: "Eso es algo que yo decidiré". O una escena de todo el rato que se tardaron los estadounidenses en tomar Chapultepec, o tal vez un poquito de la misma batalla del castillo.
Gracias Aisling por esta bella página. Soy orgullosa descendiente de un hijo de la bella Irlanda y la hazaña de los bravos San Patricios me conmueve en gran manera. Debe ser una emoción muy intensa ver la bandera mexicana ondeando en pleno centro de Clifden.
Pues he llegado a la folk ballad de railí por vías indirectas. Tal vez, como siempre, a los irlandeses les va como a muchos españoles: ¡si ovviesse un buen señor!
Publicar un comentario