jueves, mayo 01, 2008

Veinte años, antes y después. Parte 2



2.
El cristalazo y el Señor de las Ficheras

El día: 28 de febrero de 1986. El lugar: La antigua ubicación de la Librería de Cristal, sobre Avenida Vallarta, en Guadalajara. La hora: ...ya no me acuerdo.

Bueno, yo ya tenía entonces catorce años, y cumpliría 15 ese mismo año. Tras mi pequeña crisis antifantástica, estaba comenzando, poco a poco, a educarme en los gustos definitivos (ciertas películas, los videojuegos, sobre todo libros). Ya hacía un rato que había cambiado a los dichosos “clásicos” por Ray Bradbury, Isaac Asimov, Fredric Brown y cuestiones más decentes. De lo que quedaba del pasado, solté a Dumas, pero no a Verne; ni a Oscar Wilde, porque era uno de mis favoritos desde la infancia y porque la irlandesidad ya me estaba haciendo efecto. Ah, tampoco podían quitarme de las novelas históricas/románticas de Victoria Holt, a las que mi hermana me había enviciado. Éstas últimas las iba a cazar a la Librería de Cristal de Guadalajara (mis hermanas aún vivían allá, y las librerías de Zacatecas eran entonces algo pobres).

El lío era que ese febrero ya llevaba unos dos meses sin leer, y estaba a punto de volverme loca. ¿El motivo? En menos de un mes presentaría mi examen de admisión a la preparatoria, en una escuela horrible, y mi mamá consideraba que cualquier otro tipo de lectura que no fuera la del idiota manual del examen no me haría ningún provecho. Esperaba aprovisionarme en la Cristal para cuando esos tiempos oscuros terminaran.

No pienso mencionar el nombre de la prepa horrible a la que acabé yendo, pero nomás para que se den una idea, el examen causaba terror (?). Estaba compuesto de tres partes: dos dedicadas al lenguaje y tres a la lógica y las matemáticas (Nota: quien quiera que diga que la lógica y las matemáticas son más importantes que el lenguaje, es que no tiene ni pizca de idea sobre cómo funciona la humanidad. Va en serio). Yo no tenía entonces criterio suficiente para juzgarlo, o le habría pedido a mis papás que se la pensaran dos o tres veces antes de pagármelo... y de inscribirme al sitio, si a esas vamos. Con todo, en aquellos tiempos sacar una buena calificación se me hacía importantísimo y estaba dispuesta a echarle ganas. Pero... ¿quedarme sin leer?

Como sea, mi mamá nunca me negó los libros... siempre y cuando prometiera no tocarlos sino hasta después del examen.

Ahora... ¿qué encontré en esta ocasión en la librería? Una sorpresa gigantesca. El Señor de los Anillos, sí, la edición posiblemente pirata publicada en México por Editorial Hermes. Las portadas eran los dibujos de Tolkien de Hobbiton, Fangorn y Barad-r, respectivamente en verde, verde más oscuro y negro. Me quedé de pronto sin aliento. Sin pensármelo tomé los tres y le pedí a mi mamá que por favor me los comprara.

Mi mamá ya estaba pagando mis otros libros, y cuando le mostré otros tres más, puso cara de sospecha. Me preguntó que de qué se trataban y yo no supe cómo explicarlo. Entonces ella le repitió la pregunta a una de las señoritas de la librería, que no tenía idea y que fue a su vez con otra. Esta segunda señorita tampoco había lo había leído, pero se animó a contestar:

- Pues... creo que es de misterio... algo así.

Mi mamá puso una cara de todavía más extrañeza. Le insistí tanto que aceptó comprarme el libro, pero no resistió la tentación de hacerme sentir un poquito culpable.

- Éstos me van a costar once mil pesos - dijo mucho, muy seria (mis otros libros costaban entre tres mil y tres mil quinientos pesos cada uno).

- Yo te los pago con lo de mis domingos - respondí con la cabeza baja y la cola entre las patas.

Nota para los recién llegados a este mundo y al país: hubo un tiempo (los ochenta, para ser exactos) en el que la moneda mexicana sufrió una de las peores devaluaciones en su historia. Para disimular, se creó el llamado “nuevo peso”, que facilitaba hacer las cuentas millonarias al quitar tres ceros a la moneda actual y psicológicamente nos hacía sentir menos pobres y amolados. Para que vean que la cosa siguió mal, esto significa que mi primer ejemplar de la obra completa ESDLA costó ONCE pesos de los que usamos ahorita (es decir, un dólar americano en la equivalencia actual, por los tres libros). Y que ese mismo precio en moneda antigua sería 130,000 pesos. Recuérdenlo si son mexicanos y en algunas elecciones a futuro se sienten tentados a repetir a ciertos partidos políticos, o a sus desechos.

Llegando a la casa, tan tranquila, me eché en un sillón con La Comunidad del Anillo y me puse a leer. Apenas iba en las primeras páginas del prólogo cuando mi mamá, con el pretexto otra vez del dichoso examen, me quitó amablemente mi Comunidad.

Lo que yo no sabía es que mi mamá tenía segundas intenciones. Más adelante me contó que al ver ese libro tan raro, El Señor de los Anillos, se imaginó, nada más y nada menos, que se trataba de una novela pornográfica (!). Aunque entre lo que me compró aquel mismo día estaban títulos tan sugerentes como La adúltera y Lamento por un amante perdido, ambas de Holt, el tal y desconocido J.R.R. Tolkien le había inspirado una inmediata desconfianza. Según lo que me dijo mi mamá, se había imaginado que el Fulano ése de los Anillos sería el administrador de un burdel, con tendencias sádicas (y afición al piercing, se me ocurrió más tarde), y los tres libros tan gordos un recuento de sus perversiones y perversidades. ¿Tiene mi mamá la mente un poco retorcida? Ella misma lo dice. Les presento fragmentos de conversación off topic con ella.

Un día, en los noventa, mientras me discutía mi gusto por los Caballeros del Zodiaco y el anime en general:

Mamá: ¿Pero cómo es posible que veas esos monos tan feos? ¿No ves que son pura violencia?

Yo: Pues sí, porque son peleas, pero no todo lo japonés es así. Está esta serie que se llama Maison Ikokku, que se trata de un chavo que está enamorado de la casera de su edificio...

Mamá: ¿Y luego ya ves también? ¡Puro sexo!

Yo: ...?

Y unos días después, mientras veíamos en televisión un episodio de Las Aventuras de Fly:

Mamá: Y ahí sigues viendo eso... ¿qué no ves que es puro sexo y violencia?

Yo (un poquito molesta): Mamá, ¿pero de qué tienes llena la cabeza?

Mamá (respuesta instantánea): ¡De sexo y violencia!


Ahora nos reímos mucho de todo eso, de cómo funciona el destino, y mi mamá se siente orgullosa de mí, pero en aquel entonces, ella tenía los, ahora sí, perversos planes de darle ESDLA a mi hermana mayor, la otra lectora voraz de la familia, para que en sus manos quedara la decisión de si el libro era adecuado para mí.

Háblenme de humillaciones. Tener aguantar que mi preciosa adquisición fuera para el disfrute de alguien más. Mi hermana la mayor y mi hermana la mediana estaban por terminar la carrera, todavía en Guadalajara, y yo seguía viviendo en Zacatecas. Al regresar a mi casa, iba sin mi ESDLA.

Lo peor del asunto es que, por muy poco, estuve a punto de no leerlo jamás...

Continuará...

6 comentarios:

Víctor Martínez dijo...

De veras que esto por entregas se ha perdido un tanto... la historia es muy buena... lo del nuevo peso, a mis alumnos se los recuerdo recien llegaditos cuando hacemos un ejercicio sobre el precio del dolar.

En fin diria que no me puedo aguantar a esperar la tercera parte, pero por supuesto, tendre que hacerlo ;D

Master Pei dijo...

Buenísimo!!! Aisling, qué bárbara, eres una maestraza para escribir. ¡Quiero más! Aaaaaah!!!

Oye, y lo de tu mamá, pues no eres la única. Cuando me independicé, mi madre cogió todos mis libros y los tiró o regaló o no sé qué les hizo para deshacerse de ellos U_U Y no hablemos de Saint Seiya y cosas por el estilo...

En fin, esperaré ansioso la 3ra parte. Saludos!

Aisling dijo...

Vic, un gusto verte... y que te animes a poner un comentario en este blogsito (ya ves que nomás no pongo nada en el tuyo... principalmente por temor a decir alguna tontería, pero vamos a remediar eso).

Y sips... ando haciendo entregas semanales para disciplinarme un poco... eso asegura que al menos un día voy a actualizar. Gracias por seguirme.

Y gracias también, Pei... tus comentarios me dan poquita pena, pero me hacen sentir muy bien. La diferencia con mi mamá es que las crisis de tiradero se le quitaron relativamente pronto (no antes de que desapareciera mi Atari 2600, sniiiiif) y aunque ya no vivo en casa de mis papás todavía se conservan ahí mis toneladas de revistas y papeles. Ah, acabo de venir de allá, y qué bien se siente el calor de hogar. Uhhhh... mi mamá sigue opinando que soy demasiado tilichenta, eso sí... pero lo que se quedó con mis papás no iguala las montañas que hay acá en tu casa.

Seguimos con esta historia el próximo jueves, entonces. Muchos abrazos a todos.

Anónimo dijo...

Hola Aisling!

Me sumo a los aplausos, me encanta la crónica que te estás aventando, escrita de forma ligera pero al mismo tiempo impecable, cuéntame entre uno más de tus fans.

Lo que escribes me hace recordar mis primeros pasos en Arda, la aventura que fue la STM y la suerte de encontrarme primero con Pei y Mel y después con todos los locos de los Calothari.

La verdad es que al leerte me dan ganas de empezar mi propia crónica… te voy a piratear la idea, con todo respeto.

Saludos y síguele,
Ale / Féothar / Olorin

Por cierto, lo de "Palenia" salió de las mangas de mi chaleco y al Alos lo conozco... a mi puedes decir Alito!

Fëaluin dijo...

Muy interesante casi todo, incluso la sesgada referencia política, donde diferimos un poco.

Pero lo que se me hace más interesante es tu memoria... cantidad que detalles que añades que yo jamás podría recordar... no me acuerdo de cuanto me costó mi set de El señor de los anillos (que creo que es la misma edición (pésima impresión, por cierto)) y eso que tiene "apenas" como 10 años que los adquirí.

Bueno, en realidad mi memoria para fechas y números es pésima, por eso me impacta tanto la tuya.

Christian Domínguez Pérez dijo...

¡Las aventuras de Fly no son sólo violencia y sexo!!!!! T_T

Creative Commons License
La casa de Aisling by Laura Michel is licensed under a Creative Commons Atribución-No Comercial-Sin Derivadas 2.5 México License.