Rigo Mora, trabajando en su corto Devorador Onírico. De fondo, un dibujito de su animación Sombras, basada en El Cuervo de Edgar Alan Poe.
Lo siento; me conecto por lo pronto sólo para dar una muy mala noticia: la madrugada de hoy falleció Rigo Mora, un estupendo animador de Guadalajara, defensor y practicante del stop motion y el 2D, y colaborador de Gullermo del Toro en la película Cronos y la serie de televisión La Hora Marcada (que tal vez recuerden si son mexicanos y no demasiado jóvenes), entre otros proyectos.
A todos sus familiares y amigos quisiera darles mis más profundas condolencias.
Y a ustedes, que han estado leyéndome por algún tiempo, lo que me queda es externarles mi total, absoluto desconcierto.
Lo que menos podría pensar uno si veía a Rigo (me encontré con él la última vez en marzo) es que se fuera a morir. Era una persona con muchas ideas y mucho, mucho que hacer; el tiempo mismo se le hubiera quedado corto. Lo lamento, de veras lamento no poderles hablar de él tanto como quisiera, pero en perspectiva siento que lo conocí muy superficialmente, y el tiempo en el que lo traté, como no fuera como espectadora de sus cortos, estuve metida en el papel que más detesto: el de innocent bystander, el de callada, discreta, tímida compañera; el de persona que escucha porque no está segura de qué decir. Ojalá pudiera compartirles anécdotas divertidas, momentos maravillosos, risas y encuentros; por desgracia, todo ello le ocurrió a alguien más porque una servidora estaba con los ojos puestos en asuntos más mundanos, dándole vuelta a las pequeñas ruedas del mundo, que tan propensas son a quebrarse y que tras un mes se olvidan. Total, siempre creí que el resto podría esperar.
(Esta semana, por cierto, descubrí que se me están empezando a olvidar cosas de súbito, como el nombre de mi gatito desaparecido en el 2006, la fecha exacta de pago de una de mis tarjetas de crédito y el nombre del director de Perfect Blue... sí, ahora ya sé, no hace falta que me lo digan. Intento disimularlo, pero estoy espantadísima).
Mientras tanto, Rigo andaba metido en un montón de ruedas grandes: como uno de los directores en el nuevo estudio de animación Batallón 52 en Jalisco, con planes para el 2010, y como comentarista, junto con el Capitán Quasar, del videopodcast Bajo Presupuesto, del que apenas habían filmado el piloto. ¿Qué irán a hacer todos ahora?
Esto, como les digo, me desconcierta, me desconcierta hasta el punto de que el molestillo dolor de garganta que traigo desde el mediodía amenaza ahora con estrangularme. Rigo había cumplido apenas 44. No cabe duda que utilizó con sabiduría el tiempo sobre el que, dijera Gandalf, sólo nos queda decidir como aprovechar y nada más, pero, ¿no fue demasiado poco? Más aún, Rigo tenía una niña pequeña, y con ello, mi abierto desinterés en la multiplicación humana y el tiempo que he dejado deslizar entre los dedos me llena de una, espero, comprensible frustración. Si una persona así se va antes que uno, no queda otra sino sentirse culpable por estar vivo.
A todos sus familiares y amigos quisiera darles mis más profundas condolencias.
Y a ustedes, que han estado leyéndome por algún tiempo, lo que me queda es externarles mi total, absoluto desconcierto.
Lo que menos podría pensar uno si veía a Rigo (me encontré con él la última vez en marzo) es que se fuera a morir. Era una persona con muchas ideas y mucho, mucho que hacer; el tiempo mismo se le hubiera quedado corto. Lo lamento, de veras lamento no poderles hablar de él tanto como quisiera, pero en perspectiva siento que lo conocí muy superficialmente, y el tiempo en el que lo traté, como no fuera como espectadora de sus cortos, estuve metida en el papel que más detesto: el de innocent bystander, el de callada, discreta, tímida compañera; el de persona que escucha porque no está segura de qué decir. Ojalá pudiera compartirles anécdotas divertidas, momentos maravillosos, risas y encuentros; por desgracia, todo ello le ocurrió a alguien más porque una servidora estaba con los ojos puestos en asuntos más mundanos, dándole vuelta a las pequeñas ruedas del mundo, que tan propensas son a quebrarse y que tras un mes se olvidan. Total, siempre creí que el resto podría esperar.
(Esta semana, por cierto, descubrí que se me están empezando a olvidar cosas de súbito, como el nombre de mi gatito desaparecido en el 2006, la fecha exacta de pago de una de mis tarjetas de crédito y el nombre del director de Perfect Blue... sí, ahora ya sé, no hace falta que me lo digan. Intento disimularlo, pero estoy espantadísima).
Mientras tanto, Rigo andaba metido en un montón de ruedas grandes: como uno de los directores en el nuevo estudio de animación Batallón 52 en Jalisco, con planes para el 2010, y como comentarista, junto con el Capitán Quasar, del videopodcast Bajo Presupuesto, del que apenas habían filmado el piloto. ¿Qué irán a hacer todos ahora?
Esto, como les digo, me desconcierta, me desconcierta hasta el punto de que el molestillo dolor de garganta que traigo desde el mediodía amenaza ahora con estrangularme. Rigo había cumplido apenas 44. No cabe duda que utilizó con sabiduría el tiempo sobre el que, dijera Gandalf, sólo nos queda decidir como aprovechar y nada más, pero, ¿no fue demasiado poco? Más aún, Rigo tenía una niña pequeña, y con ello, mi abierto desinterés en la multiplicación humana y el tiempo que he dejado deslizar entre los dedos me llena de una, espero, comprensible frustración. Si una persona así se va antes que uno, no queda otra sino sentirse culpable por estar vivo.
11 comentarios:
Un abrazo. Siempre es triste perder a personas tan talentosas, nos hace pensar qué estamos haciendo los que seguimos aquí.
Lamento la noticia :(
El tiempo no se detiene por nadie.
Ánimo chiquilla! 44 años son pocos... pero si se han vivido plenamente, valen por miles!
Un abrazo, Aisling. Estamos contigo.
Es una noticia que me dejo un nudo en la garganta, un gran maestro de la universidad y un gran creativo y una persona muy talentosa.
Saludos a todos y un fuerte abrazo.
Coincidencias de la vida, yo tengo hoy una defunción cercana...
Yo, que no suelo pensar en ello, me frustro un poco porque no haya lógica en que te toque o no, ni mérito que valga o injusticia que merezca.
Tristemente, se cae en el lugar común de que para morirse no se necesita más que estar vivo, porque si no es el cancer o el corazón es una gripa, si no se estrella un avión se estrella una bicicleta, o incluso en una mala caida con un tropiezo basta.
¿Pues que decirte? ¿Ahora puedes comprenderme cuando le pasó el accidente a Conorte en Uruguay?
No, no somos culpables de estar vivos: sólo lo decimos cuando nos abruma la sombra del enemigo.
¡Sursum corda! Mientras sigas percibiendo los aromas estás lejana de ese mal del olvido. Aunque los paraalzémer se dan antes de los ciecuenta años.
Lamento tu perdida, un abrazo desde tu humilde casa...:(
El ciclo de la vida a veces es injusto; only the good die young, como tambien los muy talentoso.
Este tipo de cosas me hace pensar por que vivimos, solo vivimos por nuestra necesidad o por simple capricho divino, o solo por que lo hacemos nomas...
¿Que mas puedo decir? las cosas pasan por que tienen que pasar, esto es solo una muestra de que nadie tiene la vida comprada, simplemene prestada.
Lamento haberme enterado de su existencia en el post en el que hablas de su deceso. Aún así, gracias a dicho texto has conseguido que su legado sea conocido por varias personas más.
Larga vida a su memoria.
No creo que a él le hubiese gustado hacer sentir culpable a alguien por el hecho de continuar con vida, ánimo Aisling la muerte de alguien cercano forja verdaderos cambios en la gente sensible a la vida.
Un abrazo maestra. En palabras de Mark Twain:
- Death, the refuge, the solace, the best and kindliest and most prized friend and benefactor of the erring, the forsaken, the old and weary and broken of heart.
- Manifestly, dying is nothing to a really great and brave man.
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