Una imagen perfecta de la pereza: yo, leyendo, con mi gatito J.C. en mi trasero.
Terminar los cursos me deja, para variar, hecha polvo; sin razón aparente me lleno de un supremo cansancio cuando a la vuelta de la esquina están las vacaciones, y eso es bastante malo porque lo de vacaciones es un decir: aún restan los exámenes finales (a los que detesto igual o puede que más que los parciales) y completar lo que falta de aquellos cursos que estoy diseñando y que, como les he estado comentando, frenó la pérdida del cuadernito donde guardaba todas mis notas al respecto.
Contar con esa labor extra no es tan malo. Va a empezar mi período de vacaciones más largo del año (tres semanas), y para un maestro de tiempo parcial o un profesionista independiente (soy ambas cosas) “vacaciones” significa lo mismo que “privaciones”; se viene la época del año donde se realizan más gastos y en combinación con la reciente crisis económica, no es nada agradable pensar que los próximos meses de diciembre y enero habrá que vivirlos con el sueldo de noviembre (todavía me falta conocer los aguinaldos) y que nada me asegura que al principio de año tendremos suficiente trabajo, el Capitán y yo.
La época exige ahorro y austeridad... pero resulta que mañana comienza la Feria del Libro en Guadalajara... Creo que fue a partir del 2005 (el año donde me quedé sin mi cátedra de la Universidad) cuando empecé a odiar la época navideña.
¿El resultado de todo ello? Vamos, ya se lo habrán imaginado por el desacelere de entradas y mi tardanza en responder a sus comentarios aquí en la casa de ustedes: tengo un irresistible, contagioso, severo ataque de pereza, y ni siquiera lo estoy disfrutando. No quisiera levantarme ni para tomar el control de la tele, conectar el Play 2, o jugar con mis gatitos. A lo mucho me hago acompañar de un libro (ahorita ando con la Historia del general Dann y de la hija de Mara, de Griot y del perro de las nieves, de Doris Lessing... por Dios que el título está más largo que la novela), o de mi PSP (pata, pata, pata, pon... hace rato que terminé este juego y todavía no lo suelto, porque salió bueno para combatir el estrés) o mi DS (ando atorada en el Trauma Center, que me regaló de cumpleaños mi amigo Snake), simple y sencillamente porque cada uno de estos tres objetos se puede utilizar cuando uno está tirado en la cama. Estoy escribiendo esto a las seis y media de la mañana desde el abrigo de mi camita tibia porque sé que en el momento que me harte puedo apagar la compu y echarme a dormir otra vez.
Pero vamos, eso de la pereza tiene sus ventajas. No es tan incapacitante como algunas otras enfermedades, y da la oportunidad de contemplar el día antes de hacer planes, incluso si éstos no van más allá de seguir flojeando. Si se le añade música, se convierte en “descanso”. Y si uno sabe cómo pasarla sin sentirse mal por ello, entonces se la puede llamar “ocio” y considerarla fuente y fertilizante de muchos momentos de creatividad, más que el trabajo forzado y con horario. Ya sé que de nada vale pelear contra la pereza; es mejor dejar que siga su curso, y sacar lo de que de bueno tenga.
Por pereza o vacaciones... o más bien depende de si éstas me llevan a algún lugar donde no haya internet disponible, es posible que la casa de ustedes permanezca cerrada un tiempo; en todo caso les avisaré de antemano, y procuraré no quedarme con muchos pendientes.
El especial de Suikoden termina en dos semanas más; espero que les haya gustado, y después de que terminemos vienen al menos una entrega extra de apéndices y más dibujos de Hellnike (el trabajo se le ha cargado más de la cuenta y por ello aún no presentamos a más héroes de la saga).
Todavía me falta ponerles una reseña del libro El jinete del dragón de Cornelia Funke (el plan es leer Corazón de Tinta antes de que salga la película)y de algunos juegos de este año; ya hice dos de Final Fantasy IV; una en el sitio de Webplay y otra en El Espacio de la Omnipresente Chela pero quisiera poner una aquí... a ver si no me repito. Y películas, me faltan también... a ver si tantas ideas no terminan mordisqueando el año que entra (a principios, se viene una nueva semana del sushi, así que atentos).
Lo que sí es seguro es que no concluiremos éste sin pasar otra deliciosa receta para la época (les recomiendo también que visiten la de jamón horneado, que, aquí entre nos, ha sido lo que ha duplicado mis lectores en este mes... no espero que la bonanza sea eterna) y, como todos los años (ejem... bueno, en el blog sólo lo he hecho desde el año pasado, pero durante varios años tuve esa costumbre en diversas listas de correos), esperen una minicobertura de la Feria del Libro en Guadalajara.
Así que todavía no bajemos del acorazado... el frío está crudo y el año casi finaliza... pero aún queda qué contar.
Gracias, como siempre, por aguantarme hasta aquí... y un poco de paciencia, por favor.
Contar con esa labor extra no es tan malo. Va a empezar mi período de vacaciones más largo del año (tres semanas), y para un maestro de tiempo parcial o un profesionista independiente (soy ambas cosas) “vacaciones” significa lo mismo que “privaciones”; se viene la época del año donde se realizan más gastos y en combinación con la reciente crisis económica, no es nada agradable pensar que los próximos meses de diciembre y enero habrá que vivirlos con el sueldo de noviembre (todavía me falta conocer los aguinaldos) y que nada me asegura que al principio de año tendremos suficiente trabajo, el Capitán y yo.
La época exige ahorro y austeridad... pero resulta que mañana comienza la Feria del Libro en Guadalajara... Creo que fue a partir del 2005 (el año donde me quedé sin mi cátedra de la Universidad) cuando empecé a odiar la época navideña.
¿El resultado de todo ello? Vamos, ya se lo habrán imaginado por el desacelere de entradas y mi tardanza en responder a sus comentarios aquí en la casa de ustedes: tengo un irresistible, contagioso, severo ataque de pereza, y ni siquiera lo estoy disfrutando. No quisiera levantarme ni para tomar el control de la tele, conectar el Play 2, o jugar con mis gatitos. A lo mucho me hago acompañar de un libro (ahorita ando con la Historia del general Dann y de la hija de Mara, de Griot y del perro de las nieves, de Doris Lessing... por Dios que el título está más largo que la novela), o de mi PSP (pata, pata, pata, pon... hace rato que terminé este juego y todavía no lo suelto, porque salió bueno para combatir el estrés) o mi DS (ando atorada en el Trauma Center, que me regaló de cumpleaños mi amigo Snake), simple y sencillamente porque cada uno de estos tres objetos se puede utilizar cuando uno está tirado en la cama. Estoy escribiendo esto a las seis y media de la mañana desde el abrigo de mi camita tibia porque sé que en el momento que me harte puedo apagar la compu y echarme a dormir otra vez.
Pero vamos, eso de la pereza tiene sus ventajas. No es tan incapacitante como algunas otras enfermedades, y da la oportunidad de contemplar el día antes de hacer planes, incluso si éstos no van más allá de seguir flojeando. Si se le añade música, se convierte en “descanso”. Y si uno sabe cómo pasarla sin sentirse mal por ello, entonces se la puede llamar “ocio” y considerarla fuente y fertilizante de muchos momentos de creatividad, más que el trabajo forzado y con horario. Ya sé que de nada vale pelear contra la pereza; es mejor dejar que siga su curso, y sacar lo de que de bueno tenga.
Por pereza o vacaciones... o más bien depende de si éstas me llevan a algún lugar donde no haya internet disponible, es posible que la casa de ustedes permanezca cerrada un tiempo; en todo caso les avisaré de antemano, y procuraré no quedarme con muchos pendientes.
El especial de Suikoden termina en dos semanas más; espero que les haya gustado, y después de que terminemos vienen al menos una entrega extra de apéndices y más dibujos de Hellnike (el trabajo se le ha cargado más de la cuenta y por ello aún no presentamos a más héroes de la saga).
Todavía me falta ponerles una reseña del libro El jinete del dragón de Cornelia Funke (el plan es leer Corazón de Tinta antes de que salga la película)y de algunos juegos de este año; ya hice dos de Final Fantasy IV; una en el sitio de Webplay y otra en El Espacio de la Omnipresente Chela pero quisiera poner una aquí... a ver si no me repito. Y películas, me faltan también... a ver si tantas ideas no terminan mordisqueando el año que entra (a principios, se viene una nueva semana del sushi, así que atentos).
Lo que sí es seguro es que no concluiremos éste sin pasar otra deliciosa receta para la época (les recomiendo también que visiten la de jamón horneado, que, aquí entre nos, ha sido lo que ha duplicado mis lectores en este mes... no espero que la bonanza sea eterna) y, como todos los años (ejem... bueno, en el blog sólo lo he hecho desde el año pasado, pero durante varios años tuve esa costumbre en diversas listas de correos), esperen una minicobertura de la Feria del Libro en Guadalajara.
Así que todavía no bajemos del acorazado... el frío está crudo y el año casi finaliza... pero aún queda qué contar.
Gracias, como siempre, por aguantarme hasta aquí... y un poco de paciencia, por favor.