Fue una sorpresa muy agradable, y me dio una alegría inmensa encontrar, en la librería Gandhi de Guadalajara, una nueva edición de El último unicornio, de Peter S. Beagle. No sólo porque se trata de una de las mejores novelas de fantasía, una verdadera joya, sino porque cuenta con una nueva traducción de Martínez Roca (lo que me hace concebir esperanzas con las publicaciones de Planeta, en lugar del mal sabor de boca que los últimos tiempos han dejado los tacaños que adminstran ahora Minotauro), mucho mejor que la que esta misma editorial produjera hace unos veinte años. El libro cuenta, además, con un nuevo prólogo de Beagle, con el relato ganador de los premios Hugo y Nebula Dos corazones, una especie de continuación (más bien epílogo) de la novela misma, precedido por unas palabras de Connor Cochran, agente de Peter Beagle; es una edición mucho muy bonita y se imprimió en México.
Muchos conocimos El último unicornio por la película animada de Rankin and Bass en la que el mismo autor adaptó su novela, y que en México anduvo rondando en matinées y sobre todo en televisión abierta por allá de los ochenta, precisamente durante los años en los que una servidora andaba en su etapa mamona-antifantástica (pueden leer un poco más al respecto en mi autobiográfico tolkienioso Veinte años). Por supuesto que fruncí la nariz y expresé en voz alta mi desprecio por semejantes “tonterías” cuando vi el corto por lo que entonces era Imevisión (el canal estatal), pero terminé viendo la película en alguna repetición posterior, a escondidas, y no pude creer que los dibujitos infantiles del mismo estudio que nos diera entre otras cosas Thundercats pudieran contar una historia tan madura. Cuando, años después, pude por fin conseguir y leer el libro, mi fascinación quedó intacta, pero mi amor se inflamó hasta el cielo.
Ahora bien; sí, el libro es buenísimo, la edición nueva no es barata pero vale MUCHO la pena; no me voy a cansar de recomendarlo, y con el tiempo pondré aquí una reseña. Pero me gustaría contarles antes algo que, si son fans de El último unicornio pero también si apoyan que en este mundo la gente reciba lo justo por su trabajo, les va a interesar. Connor Cochran menciona esto muy discretamente en su miniprólogo a Dos corazones, pero lo que voy a poner aquí está extraído de la página de su editorial, Conlan Press, y de varias newsletters que una servidora estuvo recibiendo.
A pesar de su gigantesco talento, y de todos los años que lleva cautivando y conmoviendo con él a mentes de todo el mundo, Peter Beagle no es un escritor rico. Es más; a lo largo de toda su vida (ahorita andará por los setenta años) ha tenido serios problemas económicos. ¿Por qué razón? Pues la verdad porque el señor es demasiado buena persona, de ésos que le dicen a uno “no te apures, págame cuando puedas” y se atienen a las promesas de gente que no tiene otra intención más que aprovecharse de su buena voluntad.
No me enteré de qué tan grave estaba la cosa sino hasta que Connor Cochran lanzó una convocatoria abierta a los fans de Beagle para que ayudaran con algo de dinero para poder solventar los gastos de la enfermedad de su madre, Rebecca Soyer. Espero que muchas personas hayan podido donar cuando menos la mitad de lo que envió una servidora, que no fue mucho la verdad (recién acababa de perder mi trabajo de planta). La señora falleció; y bueno, ya se esperaba, porque estaba muy ancianita y enferma, pero lo que salió a la luz a continuación fue con lo que, como decimos en español de México, no me la acabé (es decir, no podía entender).
Peter Beagle contribuyó en la adaptación cinematográfica de El Señor de los Anillos de Ralph Bakshi. Nunca me he cansado de despedazar esta versión, porque la verdad es que está muy mal en muchos aspectos, pero alguna vez leí en una entrevista con Beagle, un gran amante de la obra de Tolkien, que lo que se hizo fue a la prisa y sobre el trabajo de un muchacho universitario que de hecho elaboró el guión. Como sea, el productor de esta película (y de las nuevas) Saul Zaentz únicamente le pagó a Beagle su “asesoría” y, cuando llegó la hora de que le cobrara todo lo demás en lo que habían quedado, se echó para atrás.
Las regalías que el autor recibe por la venta de sus libros son una ridiculez, y como no es un escritor muy prolífico (se nota en cada línea que hace que es un perfeccionista) el dinero no fluye como debería. Para empeorar la situación, Beagle ha recibido ni un centavo de la compañía que distribuye su película El último unicornio, con todo y que las ventas en DVD no han sido nada despreciables.
Muy bien (comienzo a llenarme de rabia mientras escribo esto); algunas personas no están hechas para brillar en el mundo de los negocios, sino sólo para realizar su trabajo, y hacerlo bien. No es a esas personas a quienes se debería de criticar y señalar, sino a tanto idiota que hace negocio con el talento ajeno. Salvo en el caso de Saul Zaentz, el sitio de Conlan Press pide que no se mencionen nombres (por aquello de que se están negociando arreglos), pero les aseguro que todos nosotros tenemos en mente a más de dos o tres.
Ahora, lo lindo de la situación: Connor Cochran había sido fan de El último unicornio desde recién llegado a la adolescencia, y cuando por fin pudo conocer a su escritor favorito, literalmente se horrorizó al ver por lo que estaba pasando. Entonces decidió ofrecerle sus servicios como agente (como “administrador de negocios”, dice él) y a partir del 2001 (creo) abrió Conlan Press y comenzó a comercializar diferentes productos de Peter Beagle. En su sitio pueden hallarse, entre otros artículos, varios libros del autor, mas litografías de las películas, un disco que el señor Beagle grabó con un amigo en 1962 y donde interpreta varias melodías, incluyendo una mexicana; Conlan arregló también con Lionsgate, la compañía que reeditó la película por su 25 aniversario, que le pasaran copias para vender. Más de la mitad de las ganancias del sitio van para Peter Beagle, y el propósito que se tiene ahorita es demandar o al menos llegar a un arreglo con las compañías que le deben dinero, y que por alguna razón no se lo han querido dar (¿”decencia”? ¿Y eso qué es?), aunque todavía falta terminar de pagar mucho de la deuda que dejó el fallecimiento de su mamá.
Así que ya, para terminar con esto, quisiera pedirles montones, montones de favores. Si son fans de Peter Beagle, por favor vayan al sitio de Conlan Press y lean sobre él. Podrían encontrar en la tienda algo que les interese; ahí pueden descargar gratis los dos primeros capítulos de El último unicornio en audiolibro, leídos por el mismo autor y con musiquita. Si tienen planeado comprarse la versión del 25 aniversario de El último unicornio, háganlo ahí; viene con nuevos documentales y subtítulos en español; tal vez cueste un poco más, pero podrán incluso conseguir un autógrafo peronal del autor. Si se les presenta cualquier oportunidad de conseguir cualquier cosa de su material pirata, NO LO HAGAN, y convenzan a tantas personas como puedan de lo mismo. Compren y disfruten la nueva edición en español, que se publicó de acuerdo con el autor. Y si tienen paypal y les sobra algo de dinero, regálenle un poco; sólo acuérdense de sumar treinta centavos de dólar y el 2.9 por ciento de lo que den a la cantidad que envíen (por los gastos de cobranza).
Por lo pronto, una servidora está pensando en juntar un poco de extra para adquirir la película, y también conseguir un ejemplar de un libro de relatos nuevo, Strange Roads.
Sobre Dos corazones, ya les comentaré en menos de lo que se lo imaginan. Con su permiso, voy a seguir trabajando un poco, y luego a echarme a leer.
Muchos conocimos El último unicornio por la película animada de Rankin and Bass en la que el mismo autor adaptó su novela, y que en México anduvo rondando en matinées y sobre todo en televisión abierta por allá de los ochenta, precisamente durante los años en los que una servidora andaba en su etapa mamona-antifantástica (pueden leer un poco más al respecto en mi autobiográfico tolkienioso Veinte años). Por supuesto que fruncí la nariz y expresé en voz alta mi desprecio por semejantes “tonterías” cuando vi el corto por lo que entonces era Imevisión (el canal estatal), pero terminé viendo la película en alguna repetición posterior, a escondidas, y no pude creer que los dibujitos infantiles del mismo estudio que nos diera entre otras cosas Thundercats pudieran contar una historia tan madura. Cuando, años después, pude por fin conseguir y leer el libro, mi fascinación quedó intacta, pero mi amor se inflamó hasta el cielo.
Ahora bien; sí, el libro es buenísimo, la edición nueva no es barata pero vale MUCHO la pena; no me voy a cansar de recomendarlo, y con el tiempo pondré aquí una reseña. Pero me gustaría contarles antes algo que, si son fans de El último unicornio pero también si apoyan que en este mundo la gente reciba lo justo por su trabajo, les va a interesar. Connor Cochran menciona esto muy discretamente en su miniprólogo a Dos corazones, pero lo que voy a poner aquí está extraído de la página de su editorial, Conlan Press, y de varias newsletters que una servidora estuvo recibiendo.
A pesar de su gigantesco talento, y de todos los años que lleva cautivando y conmoviendo con él a mentes de todo el mundo, Peter Beagle no es un escritor rico. Es más; a lo largo de toda su vida (ahorita andará por los setenta años) ha tenido serios problemas económicos. ¿Por qué razón? Pues la verdad porque el señor es demasiado buena persona, de ésos que le dicen a uno “no te apures, págame cuando puedas” y se atienen a las promesas de gente que no tiene otra intención más que aprovecharse de su buena voluntad.
No me enteré de qué tan grave estaba la cosa sino hasta que Connor Cochran lanzó una convocatoria abierta a los fans de Beagle para que ayudaran con algo de dinero para poder solventar los gastos de la enfermedad de su madre, Rebecca Soyer. Espero que muchas personas hayan podido donar cuando menos la mitad de lo que envió una servidora, que no fue mucho la verdad (recién acababa de perder mi trabajo de planta). La señora falleció; y bueno, ya se esperaba, porque estaba muy ancianita y enferma, pero lo que salió a la luz a continuación fue con lo que, como decimos en español de México, no me la acabé (es decir, no podía entender).
Peter Beagle contribuyó en la adaptación cinematográfica de El Señor de los Anillos de Ralph Bakshi. Nunca me he cansado de despedazar esta versión, porque la verdad es que está muy mal en muchos aspectos, pero alguna vez leí en una entrevista con Beagle, un gran amante de la obra de Tolkien, que lo que se hizo fue a la prisa y sobre el trabajo de un muchacho universitario que de hecho elaboró el guión. Como sea, el productor de esta película (y de las nuevas) Saul Zaentz únicamente le pagó a Beagle su “asesoría” y, cuando llegó la hora de que le cobrara todo lo demás en lo que habían quedado, se echó para atrás.
Las regalías que el autor recibe por la venta de sus libros son una ridiculez, y como no es un escritor muy prolífico (se nota en cada línea que hace que es un perfeccionista) el dinero no fluye como debería. Para empeorar la situación, Beagle ha recibido ni un centavo de la compañía que distribuye su película El último unicornio, con todo y que las ventas en DVD no han sido nada despreciables.
Muy bien (comienzo a llenarme de rabia mientras escribo esto); algunas personas no están hechas para brillar en el mundo de los negocios, sino sólo para realizar su trabajo, y hacerlo bien. No es a esas personas a quienes se debería de criticar y señalar, sino a tanto idiota que hace negocio con el talento ajeno. Salvo en el caso de Saul Zaentz, el sitio de Conlan Press pide que no se mencionen nombres (por aquello de que se están negociando arreglos), pero les aseguro que todos nosotros tenemos en mente a más de dos o tres.
Ahora, lo lindo de la situación: Connor Cochran había sido fan de El último unicornio desde recién llegado a la adolescencia, y cuando por fin pudo conocer a su escritor favorito, literalmente se horrorizó al ver por lo que estaba pasando. Entonces decidió ofrecerle sus servicios como agente (como “administrador de negocios”, dice él) y a partir del 2001 (creo) abrió Conlan Press y comenzó a comercializar diferentes productos de Peter Beagle. En su sitio pueden hallarse, entre otros artículos, varios libros del autor, mas litografías de las películas, un disco que el señor Beagle grabó con un amigo en 1962 y donde interpreta varias melodías, incluyendo una mexicana; Conlan arregló también con Lionsgate, la compañía que reeditó la película por su 25 aniversario, que le pasaran copias para vender. Más de la mitad de las ganancias del sitio van para Peter Beagle, y el propósito que se tiene ahorita es demandar o al menos llegar a un arreglo con las compañías que le deben dinero, y que por alguna razón no se lo han querido dar (¿”decencia”? ¿Y eso qué es?), aunque todavía falta terminar de pagar mucho de la deuda que dejó el fallecimiento de su mamá.
Así que ya, para terminar con esto, quisiera pedirles montones, montones de favores. Si son fans de Peter Beagle, por favor vayan al sitio de Conlan Press y lean sobre él. Podrían encontrar en la tienda algo que les interese; ahí pueden descargar gratis los dos primeros capítulos de El último unicornio en audiolibro, leídos por el mismo autor y con musiquita. Si tienen planeado comprarse la versión del 25 aniversario de El último unicornio, háganlo ahí; viene con nuevos documentales y subtítulos en español; tal vez cueste un poco más, pero podrán incluso conseguir un autógrafo peronal del autor. Si se les presenta cualquier oportunidad de conseguir cualquier cosa de su material pirata, NO LO HAGAN, y convenzan a tantas personas como puedan de lo mismo. Compren y disfruten la nueva edición en español, que se publicó de acuerdo con el autor. Y si tienen paypal y les sobra algo de dinero, regálenle un poco; sólo acuérdense de sumar treinta centavos de dólar y el 2.9 por ciento de lo que den a la cantidad que envíen (por los gastos de cobranza).
Por lo pronto, una servidora está pensando en juntar un poco de extra para adquirir la película, y también conseguir un ejemplar de un libro de relatos nuevo, Strange Roads.
Sobre Dos corazones, ya les comentaré en menos de lo que se lo imaginan. Con su permiso, voy a seguir trabajando un poco, y luego a echarme a leer.
11 comentarios:
Yo recuerdo desde hace años la cancion de the last unicorn, que siempre me tuvo como hechizada... mmm voy a exarle una ojeadilla a la web :)
Se ve interesante... y 14 dolarucos por el envío a Inglandia no están mal...
Me da tanto coraje que exista gente que lucra con las creaciones de otros y vayan por el mundo sin remordimientos. No es justo.
:/
Espero hallar el libro en la Gandhi de la Urbe de Barro este fin de semana, sino lo tendré que empezar a buscar en el DF. Respecto al coraje de Kitsune ... que le vamos hacer si supieras la cantidad y diversidad de personas que les gusta plagiar ... francamente no me creerías.
Sólo paso a saludar :)
Nona: La canción la hicieron para la película, que, en efecto, es muy linda, y que seguramente en tu infancia habrás visto. Aunque el soundtrack sólo se editó en Alemania, no es difícil hallarlo vía no muy legal.
Pei: Sé que tu situación económica no es muy holgada, así que si de verdad te vas a animar a pedir algo a la web de Conlan, voy a acabar ahogándote de abrazos cuando nos veamos. Gracias.
Kit: No, no es justo, nada justo, y lo peor es que sucede con más frecuencia de lo que lo imaginamos. Me pregunto que si la gente que lo hace no tendrá conciencia, o si hace tiempo ya que se la quitó con papel sanitario.
Chendo: Te va a encantar este libro, ya verás. Y con respecto al coraje de Kit, que es el mismo que el mío, no es exactamente por plagiar... La gente que se ha aprovechado de Peter Beagle no necesitó ni siquiera plagiar sus escritos, porque sabían muy bien que el nombre de él es lo que vende. Eso hace las cosas todavía peores.
Raven: ¡Saludos también! Ya sabes que mi casa es tu casa. :>
(Estoy por poner un botón para seguir el blog y por robarte la idea de las citas de Tolkien).
Jejejeje... Mira, sin haber leído la promesa de los abrazos, al final terminé pidiendo un libro. Está chido porque hasta te lo dedican y todo; queda ver en cuánto tiempo me llega, y si la dedicatoria es a mano o nomás es por computadora o algo así. Ya te contaré qué tal está en cuando me llegue.
Saludos!
Pei: Sí, por favor cuéntame, que yo quiero también pedir algo en cuanto la economía lo permita. Por lo pronto, ¡muchísimas gracias por haber hecho algo tan bueno! ¿Y te presumo, te presumo, te presumo? Mi amiga M.C. me consiguió sin ningún problema un autógrafo de Peter Beagle (para las dos, de hecho), a quien conoció en una ComiCon de San Diego. Así que estoy casi segura de que el tuyo será persona. :D
Trasteando por la red, he encontrado tu blog; y dado que siento especial debilidad por todo lo que tenga que ver con El Último Unicornio, y su autor, el señor Beagle, qué menos que dejar un comentario XP
Tengo la edición anterior de Martínez Roca, y si bien prefiero esa traducción, la nueva no está nada mal, e incluye un relato corto, cosa que la otra no.La película me parece MARAVILLOSA, y en versión original, vaya dobladores: increíbles. Este mes sale en bludisc, a ver si por fin tiene la edición que merece.
Conseguí la banda sonora en Alemania, y algunos libros de Peter Beagle en inglés; porque, desgraciadamente, en castellano sólo se han publicado dos. Qué vergüenza. Y no hablemos de la imjusticia que se ha cometido con los derechos, por no hablar del reconocimiento que debería tener. Quien lea un libro suyo, sea experto en literatura o no, no puede negar que llegan a los nervios, el corazón, y tocan la fibra sensible. Permitidme una recomendación de una de sus tantas novelas, aunque supongo que ya lo habréis leído, u oído hablar de él. A Fine and Private Place.
Saludos!!
Derek: Muchísimas gracias por comentar, y bienvenido. :>
Una servidora, como tú, ha terminado por leer a Peter Beagle en inglés... precisamente porque no hay muchas traducciones suyas. Y qué mal, porque debería de aprovecharse ahora que la fantasía está de moda, y en lugar de estar publicando tanta tontería (más adelante pondré aquí un artículo al respecto), qué mejor que un escritor de veras bueno, de veras magnífico.
La novela que mencionas, A Fine and Private Place, sí se publicó en castellano y de hecho fue éste el idioma en el que la leí... le pusieron Un lugar agradable y tranquilo. Algo que sorprende es que Beagle la escribió a los dieciocho o diecinueve años, y casi no parece una primera obra. Sin embargo (y de ello haré otra pequeña rabieta más tarde) me ha tocado ver que las últimas novelas publicadas por jovencitos son... bueno, con decir que hasta la redacción falla.
Estoy muy agradecida con Connor Cochran por lo que ha hecho por el señor Beagle, pero todavía quisiera que su obra tuviera el reconocimiento que se merece, y él el dinero suficiente para estar tranquilo.
La busqué en castellano, pero al final opté por una edición en inglés de bolsillo... sobre todo porque cada vez me decepcionan más las traducciones, y a no ser que sean de alguien que me guste como traduzca, paso. Y mira que me gusta leerlas en mi idioma, pero te acabas cansando. Una traducción no debe ser literal, y aunque sea menos fiel, el objetivo es captar el sentido de lo que pretendía el autor. Por eso prefiero la anterior traducción de Martínez Roca: me parece más... épica que la nueva, por ejemplo, en el poema del final del libro.
Dicen que soy muy quisquilloso con estas cosas, pero con las que me deben colar en lo que no tengo ni idea, pues me quejo de lo que conozco y puedo hablar con conocimiento de causa n.n Sobre todo porque no cuesta tanto hacer algo bien, basta con tener dos dedos de frente y tres de sentido común. Encima algunos tienen hasta tres correctores, y ni aún así.
Un lugar agradable y tranquilo...creo que lo publicó Alcor, pero ya no existe, me parece. La recuerdo porque me compré El tapiz del vampiro, cuando era crío, de saldo XD
De los jovencitos...mejor ni hablar. Como ahora está de moda publicar a un montón de jovenzuelos, porque vende, te encuentras con que autores realmente buenos pasan desapercibidos, y como te descuides ni te enteras de que llegaron a existir. Es una pena.
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