Al centro, la autora Louise Cooper, hace menos de cinco meses. A la izquierda, su gatito S. que queda huérfano de mami. Derecha, la última novela de su serie Índigo, que tiene un nombre bonito y estaba recién salida del horno cuando visité Inglaterra por primera vez.
Yo no sé qué rayos le está pasando a los últimos dos años que han estado llenos de pérdidas. Ayer me enteré, por la lista de correos de la Sociedad Tolkiendili de México, del fallecimiento de una de mis autoras favoritas, Louise Cooper, el pasado 20 de octubre a causa de un aneurisma cerebral. Tenía apenas 57 años, y fue la autora de muchas novelas y novelitas de fantasía (yo la verdad no he llegado a leer más de 20) y cuentos (cada vez que salía uno en alguna revista me la compraba). Le gustaban las series, y fue nada más por eso porque David Pringle no incluyó ninguna de sus obras en su libro de Literatura Fantástica: Las 100 mejores novelas (ah, y porque curiosamente ese libro parece dedicado a las obras de terror). Le encantaban los gatos y los caballos.
Louise Cooper tenía un estilo al mismo tiempo sencillo y elegante, y a base de descripciones que no se sentían como tales era capaz de transportar a sus lectores a la maravilla de sus mundos creados como en almohadón de plumas. De ella una servidora intentó aprender el truco de los argumentos menos obvios; lo que más me gustaba de sus novelas era que lo llevaban a uno de la manita por cierto camino, y después le soltaban una bofetada: la auténtica trama NO iba por ahí. El asunto iba más allá de un giro de la historia: uno podía regresar sobre lo leído, y darse cuenta de que la autora desde un principio había trazado la trama verdadera de su historia pero uno, por distracción o por prejuicios, la había pasado por alto. Ella aprovechaba la inteligencia de los lectores, y quería ponerlos a deducir.
En la ilustración del capítulo cinco de la serie Vente años que les pasé aquí, pueden ver, en la esquina superior izquierda, un fragmentito de la portada del primer libro de mi serie favorita de Louise Cooper, El Señor del Tiempo. Si viven en México, pueden ir a las Librerías Gandhi y todavía conseguir esta serie, que llevaron ahí junto con una pila de descatalogados de la editorial Planeta; tres volúmenes a menos de cuatro dólares norteamericanos cada uno; valen mucho la pena.
Me gustaría, si me dan un poquito de tiempo, montar una semana de homenaje a la señora Cooper con reseñas de sus libros; si todo sale bien lo haré para la próxima semana o la siguiente. Para conocer un poco más de la autora, pueden visitar su sitio oficial, que ella misma administraba, y donde mantenía un contacto personalísimo y muy dulce con sus fans.
Louise Cooper tenía un estilo al mismo tiempo sencillo y elegante, y a base de descripciones que no se sentían como tales era capaz de transportar a sus lectores a la maravilla de sus mundos creados como en almohadón de plumas. De ella una servidora intentó aprender el truco de los argumentos menos obvios; lo que más me gustaba de sus novelas era que lo llevaban a uno de la manita por cierto camino, y después le soltaban una bofetada: la auténtica trama NO iba por ahí. El asunto iba más allá de un giro de la historia: uno podía regresar sobre lo leído, y darse cuenta de que la autora desde un principio había trazado la trama verdadera de su historia pero uno, por distracción o por prejuicios, la había pasado por alto. Ella aprovechaba la inteligencia de los lectores, y quería ponerlos a deducir.
En la ilustración del capítulo cinco de la serie Vente años que les pasé aquí, pueden ver, en la esquina superior izquierda, un fragmentito de la portada del primer libro de mi serie favorita de Louise Cooper, El Señor del Tiempo. Si viven en México, pueden ir a las Librerías Gandhi y todavía conseguir esta serie, que llevaron ahí junto con una pila de descatalogados de la editorial Planeta; tres volúmenes a menos de cuatro dólares norteamericanos cada uno; valen mucho la pena.
Me gustaría, si me dan un poquito de tiempo, montar una semana de homenaje a la señora Cooper con reseñas de sus libros; si todo sale bien lo haré para la próxima semana o la siguiente. Para conocer un poco más de la autora, pueden visitar su sitio oficial, que ella misma administraba, y donde mantenía un contacto personalísimo y muy dulce con sus fans.
3 comentarios:
Siempre es una pena perder a las personas que admiramos. Lamentablemente no he leído nada de la autora, pero seguro que le echaré un ojo gracias a tus recomendaciones.
:)
Es un año de pérdidas, sin duda. Para mi familia ha sido terrible, 4 personas en 6 semanas. Creo que es algo global, esas Moiras están desatadas!
En fin, pue'que suene trillado pero he de decir que todo lo que queda de uno después de morir son los buenos recuerdos y las buenas obras :)
La ventaja de los escritores es que reviven cada vez que alguien toma su obra y la lee. Quizá por eso quiero ser escritora cuando sea grande.
Diablos, el mundo está acabandose de manera precipitada.
Es triste perder a alguien que nos motica a ser mejor, a superarnos y de quien aprendemos con gusto.
Espero que en la Librería Gandhi de aquí haya libros de la autora mensionada, quiero leer del estilo fantasioso.
Nos vemos luego, bye!
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